Para este momento, gran parte del mundo sabe lo que sucedió durante el referéndum de independencia de Cataluña del 1 de octubre. La votación en sí —en la que el 90 por ciento votó a favor de la independencia, pero sólo el 43 por ciento de la población elegible acudió a votar—, con imágenes de la policía española confiscando las urnas y golpeando a los votantes, indignó a la gente de todo el mundo y llevó a más catalanes a apoyar la secesión. Tan sólo tres semanas después, obtuvieron lo que deseaban: el 27 de octubre, después de semanas llenas de tensión e incertidumbre, el parlamento catalán declaró la independencia. Inmediatamente después, el gobierno español, liderado por el presidente Mariano Rajoy, impuso el gobierno directo, anunciando que destituiría a los funcionarios del gobierno catalán y celebraría nuevas elecciones el 21 de diciembre.
Como todos en Cataluña, los chefs han quedado atrapados en medio de estos eventos. El mismo día del referéndum, los hermanos de El Celler de Can Roca en Girona cocinaron una cazuela de fideos, junto con un postre con los colores de la bandera catalana, para los voluntarios de la mesa de votación de su barrio. Y a raíz del referéndum, un grupo de chefs firmó una declaración diciendo que se unirían a la huelga general de dos días para protestar por la violencia ocurrida. Pero en Cataluña y España, donde la tensión es alta, incluso una declaración inocua contra la violencia fue vista por algunos como una provocación. Aunque algunos apoyaron su decisión, otros, incluido el crítico de restaurantes Carlos Maribona, denunciaron la acción de los chefs. “Nos llamaron ‘delincuentes’ y ‘criminales’, incluso ‘terroristas’”, dijo uno que desea permanecer en el anonimato. “Es realmente triste que las cosas hayan llegado hasta este punto”.
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Conscientes del conflicto, muchos chefs de la región sólo expresaran, si es que lo hacen, sus opiniones sobre el movimiento independentista con mucha cautela. Lo único que les preocupa abiertamente es cómo esa incertidumbre —que seguramente continuará a raíz de la declaración de independencia y la toma de control de Madrid— afectará a sus negocios. Las reservaciones ya disminuyeron y las cancelaciones aumentaron en toda la región. Me reuní con algunos de los chefs para conocer su perspectiva sobre lo que está sucediendo. Aquí están algunos de sus pensamientos:
Albert Adrià (Enigma, Tickets y otros)
Es un tema muy delicado, y no importa lo que digas, alguien se ofende. Por eso, ahora nadie quiere hablar de ello. Pero la verdad es que, en todo elBarri [mi grupo de restaurantes], hemos perdido 2,000 clientes este mes. Todos estamos a la expectativa de lo que pasará ahora, y no parece haber un final a la vista. Es una situación irreal.
Albert Raurich (Dos Palillos y Dos Pebrots)
Soy catalán, soy catalanista; me siento más catalán que español. Soy español porque eso es lo que dice en mi carné de identidad nacional, y no puedo hacer nada al respecto. Pero en el trabajo, soy neutral. Tengo invitados provenientes de todas partes, y personal proveniente de todas partes, y como su jefe, es mi responsabilidad asegurarme de que todos se lleven bien y actúen profesionalmente.
Cuando era joven, era independentista pero luego mis valores cambiaron. Ahora, estoy reevaluándolo todo de nuevo. Entiendo que la ley prohíbe el referéndum, pero si la mayoría de los ciudadanos quiere votar con respecto a algo, ¿sus políticos no deberían escucharlos? ¿La ley no puede cambiar? Pensemos en los negros durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, ¿fueron criminales por saltarse la ley? Las leyes que restringen la libertad de expresión son malas.
No obstante, lo más importante es mantener la paz. Hemos llegado a un punto sin retorno, a una posición de jaque mate. Ahora, todas las soluciones posibles son drásticas porque permitimos que los problemas se volvieran drásticos. Lo que necesitamos es tener un diálogo. Es como un matrimonio de muchos años que todo el tiempo está peleando, creyendo cada uno que tiene la razón. Si aún se aman y desean permanecer juntos, acudirán a un terapeuta y buscarán puntos en los que puedan converger. Necesitamos un terapeuta. Europa tiene que intervenir. Porque lo mejor para Europa es una España fuerte y una Cataluña fuerte.
Oriol Castro y Eduard Xatruch (Disfrutar)
Nadie pensó que sucedería lo que sucedió durante el referéndum, y dos días después, un martes, hubo una huelga en protesta por la violencia policial. Normalmente abrimos los martes, pero nos dimos cuenta de que debido a la huelga, los lugares en que nos abastecemos estarían cerrados, los pescadores no salieron a pescar. Así que no pensamos que fuera factible que obtuviéramos el tipo de productos de calidad que necesitábamos. Por eso, y porque también debíamos proteger a las personas que trabajan aquí, decidimos cerrar. Tenemos 50 empleados en el restaurante y provienen de diferentes partes, desde Madrid, el País Vasco y los E.U., hasta Japón, y tienen sus propias creencias, así que tratamos de mantener la política fuera del negocio. Pero hemos tenido muchas cancelaciones, y las reservaciones probablemente cayeron un 20 por ciento. Las personas que no viven aquí realmente no comprenden que Barcelona no está en caos, que la vida cotidiana sigue su ciclo normal y que las calles están llenas. Aún así, cuanto antes se resuelva esta situación, mejor. Nosotros sólo queremos hacer nuestro trabajo, administrar nuestro restaurante y cocinar bien.
Toni Romero (Suculent)
Soy de Castellón [una provincia en la región de Valencia], pero llevo doce años viviendo en Cataluña. La verdad es que no sé a quién creerle; hay tanta confusión que es imposible entender lo que realmente está pasando. Me parece normal que la gente quiera expresarse, y no creo que el gobierno deba usar la violencia jamás. Pero al mismo tiempo, no soy independentista, y la idea de que Cataluña se separe de España me pone nervioso por el impacto económico que eso podría traer consigo. En este momento las cosas están funcionando, no hay falta de empleo. Lo único que podemos hacer es seguir trabajando y esperar que nada suceda. Estamos viviendo tiempos difíciles.
Paco Mendez (Hoja Santa y El Niño Viejo)
Llevo aquí seis años, el cual es tiempo suficiente para conocer un lugar bastante bien. Pero una noche, hace como un mes, entré a El Niño Viejo y escuché este fuerte y extraño ruido metálico. No sabía qué era. ¿De dónde venía? Resultó ser una cacerolada; todos estaban golpeando ollas y sartenes para protestar por su derecho al voto. Me impresionó, era algo tan medieval. Pensé, ¿en qué año estamos? Como mexicano, soy ajeno a todo esto, y me ha sido difícil entenderlo. La distancia de Yucatán a Tijuana es mucho más grande que la distancia de Barcelona a Berlín, y aún así la gente de ambos lugares se siente igualmente mexicana. ¿Por qué los españoles y los catalanes no pueden sentirse europeos por igual?
Ferran Adrià (ElBulli Foundation)
Nunca hablo de política. Estoy para todos.