La mejor clase del mundo

Por las mañanas me da por contemplar este extraño lugar; es entre los apresurados parpadeos que mis ojos emprenden antes de abrirse completamente, que mi vida se transfigura en una anomalía. Los domingos se incrementa, se dilata la perplejidad de vivir, digamos que es cuando cuesta más, eso, vivir.

Era un domingo por la mañana, pero para hacer estos momentos tan mundanos más bonitos digamos que era una mañana fresca y soleada de mediados de enero. Los domingos me gusta vivir, sentir que la brújula se detiene brevemente, y ahora sí, puedes hacer lo que quieras. El lunes todo continuaría, así que decidí hacer algo que hago entre semana, pero que por ser el último día de la semana, a lo mejor, posiblemente, seguramente, se sentiría diferente. Me fui al jiu-jitsu.

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Llegué con poca energía, pero con la satisfacción de que estaba haciendo algo, lo que fuera, en el único día aceptado como no-productivo. Empezó el calentamiento, los drills básicos, y ahora sí, lo bueno.

Advirtió el maestro:

—Todo lo que vamos a ver hoy es ilegal.

Un diccionario me dirá que algo ilegal es todo aquello que es contrario a la ley, en este caso, supongo, es a la ley del jiu-jitsu. No la conozco, así que, en este caso, el prefijo i- es insustancial. Pero lo acepto, dicha palabra tiene cierto magnetismo que incita.

Empezamos a ver las diferentes entradas a pierna para llegar a la llave Aquiles, pero fueron las variantes del heel hook que me frustraron un poco. Tienes que ser tan especifico: tus axilas apretando el pie de tu oponente, tu antebrazo sosteniendo su talón, y una cierta parte de tu muñeca presionando en el Aquiles. Una vez que lograste posicionarte—lo cual obviamente lleva tiempo y practica—, llega el momento de torcer, sutilmente.

Alguna vez leí que el UFC despidió al peleador brasileño Rousimar Palhares después de que se tardó en liberar a su oponente, el peleador Mike Pierce, de un heel hook, a pesar de que éste ya había tapeado varias veces y el referí había intervenido. Así que ser sutil es primordial.

Ese pequeño movimiento en tu talón inmediatamente se transfiere a tu rodilla, y antes de que la sensación invada tu cuerpo, tu pierna completa ya te está obligando a tapear. Es tan ligero el movimiento, pero tan grande la inmovilización de tu oponente sobre ti, y tan colosal la sensación del dolor que puede viajar por toda tu pierna hasta la cadera.

No era la primera vez que hacía o que me hacían un heel hook; sin embargo, sí fue la primera vez que empecé a ver esta técnica como el pendón del arte suave. Por algo, lo llaman así. Aunque confieso—por no perder la tradición de quejarme—que salí con una pequeña inflamación en mi mano derecha, ingles agotadas de tanto apretar la pierna de mi compañera, y una bolita en uno de los músculos del antebrazo derecho.

El maestro, conocido como Christian del Mal, se refiere a su clase como “la mejor clase del mundo”. El diccionario me dirá que un mundo es un conjunto de todas las cosas creadas, o las partes—reales o imaginarias—en que puede clasificarse todo lo que existe. Podría ser, pero todavía me falta por conocer todo lo que existe, al menos, en el mundo del jiu-jitsu

Lo importante es que ese domingo, en una mañana fresca y soleada, fui al jiu-jitsu. Al siguiente día, seguí contemplando, y eso, viviendo.