Música

La mejor manera de resonar en alguien es ser honesto contigo: Una charla con No somos marineros

En el Marvin 2013 hice mi primer reportaje de un festival. Principalmente por los talentos independientes —dado el enfoque del blogcillo que alimentaba en ese entonces. Había proyectos que ya conocía como Coyoli, Mooi, 60 Tigres, pero me habían recomendado a unos weyes que quesque tocaban “math” y decidí ver qué pedo. Estaba con una ex cuando los vimos, le dije que me aguantara frente a la valla mientras iba al pit a echar tiros. Me parece que llegamos como a la segunda canción, había una alineación de tres liras, bajo, batería y voz en el escenario. Mientras apañaba lugar entre fotógrafos —evidentemente más experimentados que yo en esto—, me costó concentrarme en tirar fotos mientras sentía una gran urgencia por meterme entre la gente y echar slam. Volteé a ver a mi morra, justo detrás de mí, con su cara de pinche aburrimiento, de “¿quiénes son estos pendejos? Ya me quiero ir alv”. Yo todo eufórico, no podía quitar la sonrisa pendeja que me causaba haber encontrado una banda que me transmitiera tanto sin necesidad de faramalla. Era algo honesto, crudo, directo, había gritos desgarrados, guitarras con compases complejos, baterías potentes. Los gritos eran retadores, agresivos, efusivos, contestatarios: “Ya nada es igual”, “ya no quiero crecer más”, “¿quién dijo que para crecer te tienes que amoldar?”, “me caga cantar en inglés”. Había encontrado a No somos marineros.

Pocas veces una banda resuena tanto en un nicho como No somos marineros. Empezaron hace siete años, junto a bandas como Joliette, Little Jesus, Lng/SHT, muy cerquita de los Tungas. Pero ellos no tocan en el Vive Latino, ni hacen giras por Europa; no le abren a medio mundo, ni hacen sold out en El Plaza, tampoco están en Spotify, ni haciendo giras con Circuito Indio. Quizás lo podrían hacer. Pero más allá del “a nosotros no nos dan chance”, ellos se mantienen firmes en un “pues eso no es lo mío”.

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No somos marineros ha marcado, construido y dejado huella en el fan reacio mexa, el de hueso colorado; ese que compra todas las playeras y la que se le desgasta en el slam, la vuelve a comprar; al que va a todos los shows y ya le dedican una rola, porque los de la banda lo ubican perfectamente; al que ve a la banda como un estilo de vida, profesa su palabra en redes sociales y en cada lugar al que va; el que le dedicó una rola distinta a cada una de sus ex novias; el que se tatúa su logo; el que presume que ha ido a todos sus shows; el que canta las canciones a todo pulmón hasta quedar afónico; el que los defiende a capa y espada; el que se compró una lira y empezó a tocar como ellos; el que incluso hizo una banda inspirada en ellos; el que les hace fanarts; el que les hace memes; el que publica todas sus rolas en su muro de Facebook; el que pega sus stickers en su escuela o chamba. Ya sean cincuenta o quinientos, No somos marineros se ha ganado el respeto de muchos, la admiración de unos cuantos y el odio de otros tantos.

A principios de agosto publicaron su segundo larga duración, D’arcy, dos años después del Lomas Verdes, bajo la producción de Miguel Fraino (Cardiel), y grabado en Vesubio, su estudio. Son nueve rolas que han sido aduladas y criticadas tanto por fans como la prensa, debido al evidente giro en el sonido. Aprovechando esto y una serie de dudas que siempre tuve, me senté con Carlos (voz y guitarra) en el Café París de la colonia Roma en CDMX, a charlar largo y tendido sobre el álbum y otros temas. Escucha el disco y date un recorrido por cosas que tal vez no sabías sobre ellos.

Noisey: ¿Para ti qué es lo que ha hecho que No somos marineros haya llegado al lugar en el que se encuentra ahora?
Carlos González: Depende de la construcción de una audiencia, esta audiencia es gente muy leal, no es que esté encasillada, pero tiene un estilo de cómo se aproximan a las cosas. En parte está la mitificación de la banda, todo el impacto en redes sociales, en shows y en eventos que se han construido a través de la banda. Es parte del fenómeno No somos marineros.

Respecto al “nuevo” sonido que se escucha en D’arcy y las constantes comparaciones con el Hyperview de Title Fight, ¿qué cambios han sido los que más han marcado a la banda?
Es una banda transitoria, todas las bandas transitan y van cambiando y hay morfosis, hay asimilación de distintas cosas y va cambiando, ¡qué hueva estar haciendo siempre lo mismo! Estamos dando pasos y nos tambaleamos, porque somos una banda relativamente joven y este es nuestro segundo disco, lo hicimos hacia nosotros. Para mí es muy congruente el paso que se dio, es simplemente el paso a seguir del Lomas Verdes. Por eso digo “ya es de quien lo escuche”. Yo que hice Lomas Verdes te puedo decir que los sonidos que están en el nuevo ya estaban en este, sólo que el approach es diferente y las necesidades son distintas. A mí me saltó de una nota, que al principio decía que a la mayoría de las bandas que son math rock no te saben dar una buena respuesta de por qué no se identifican con dicho sonido: es porque es un nombre pendejo. Ni los de Tera Melos ni los de Hella se consideran eso, porque ellos no hicieron los géneros.

La gente que escucha la música se los pone, y no sé con qué autoridad deciden comenzar a etiquetar. A mí se me hace bien vulgar ese tipo de cosas, pero bueno, estamos a expensas de eso. El shoegaze ni siquiera es un género real, fue cómo un periodista llamó a los Slowdive porque siempre estaban viendo hacia el piso. Pero ajá, hablando de eso, somos una banda que ha transitado, que ha asimilado diferentes cosas y, desde mi punto de vista, desde mi trinchera y con los argumentos de lo que ha puesto afuera la banda, es simplemente un camino que ha ido paso a paso, no es tanto como que nos fuimos a la derecha. Lomas Verdes ya viene anunciando un cambio ¿no? Hay chorus, hay reverb, hay transiciones más largas, hay bajones, el disco abre con una canción de dos acordes, ¿de guitarrazos? Guitarrazo hay en Lomas… y en el que sigue. Ahora, nunca estuvimos debajo de esa categoría, nosotros nunca nos llamamos de esa manera. Y es burdo decirle ese género a una banda, porque ni siquiera nos sentamos y nos ponemos “aquí uno, dos, tres, cuatro. Y aquí uno, dos, tres. Y aquí un, dos, tres, cuatro, cinco”, no hacemos eso y los que lo hacen es puramente intuitivo, ¿tú crees que Zach Hill, tal vez en su cabeza, pero contando? Definitivamente no.

La mayoría de las bandas que son math rock no te saben dar una buena respuesta de por qué no se identifican con dicho sonido: es porque es un nombre pendejo.

¿Qué opinas sobre las recientes reseñas que se han hecho sobre el lanzamiento del álbum?
Yo estoy súper en contra de escribir reseñas de discos después de que tienen días de salidos, espérense un año y vemos cómo les va: a ver si aguantó. En su derecho está cada quien de hablar de lo que sea, pero entonces vamos a generar una conversación. A eso voy a hacer comparativos, lo mismo con el argumento de la música, ¿lo puedes decir a ciencia cierta? No, es más intuitivo lo que estoy diciendo. En términos de a ver quién puede tirar más nombres, bajemos el balón por ahí, hablando de Title Fight, ¿a qué suena ese disco?, ¿tú crees que ellos hicieron algo nuevo? ¿Influencia? Definitivo, por supuesto que lo son, pero es generacional, ¿cómo es su influencia en nosotros? Somos cuates, son paralelismos que siempre he encontrado, ¿y que nos van ganando? Pues no sé, no sé qué sea, no sé si sea la nacionalidad, la industria, la falta de recursos, pero a mí me agrada mucho, a nosotros nos facilitaron la noción de: “Si a ustedes les gusta todo esto, explórenlo”, es como un cierto empoderamiento.

Pero, puta, antes de ellos, vienen más, no es como que ellos del Floral Green saltaron a ese disco; a mí se me hace una transición ultra natural. Y vienen de antes tocar el Shed que es completamente distinto: el Shed suena a Daylight [banda de Pensilvania, ahora conocida como Superheaven], ellos no tocaban así, ellos tocaban muy diferente; según yo, desde mi punto de vista, ellos escucharon Daylight y dijeron: “Va, vamos a hacer eso”. Yo te puedo decir que la mayor influencia de este disco y es evidente, son los Smashing Pumpkins. Tal vez no sonora, pero sí discursiva. No es como que nosotros agarramos y dijimos: “Hay que hacer algo que suene así”. Son nueve canciones y son totalmente distintas, que tienen una congruencia discursiva sonora, porque se grabó de una manera y porque hay una dirección, pero son diferentes. Yo creo que la gente todavía no las está escuchando o todavía les hace falta que las digieran, a la gente que le gusta y a la que no le gusta está chido, a nadie le gusta el ajonjolí de todos los moles y nadie quiere ser el ajonjolí de todos los moles, qué hueva. No somos como el cine de Godard que siempre te está tirando nombres y referencias, no, no somos eso, no somos Quentin Tarantino que es un pinche collage. No, somos una asimilación de varias cosas que tienen una salida determinada.

No somos como el cine de Godard que siempre te está tirando nombres y referencias.

La única línea que han seguido, más allá del sonido, han sido letras, siempre crudas, con toques emo, ¿qué hay de eso en Lomas Verdes y en D’arcy?
En este disco lo que sí te puedo decir es que no estamos tratando de demostrar nada, sino hacernos sentir rico a nosotros. Yo tenía algo que decir, no algo que demostrar. Al 80% de la composición de D’arcy en términos de lírica yo me sentí exprimido, que me había vaciado. Lomas Verdes no es un disco conceptual, pero sí había un concepto, aunque suene incongruente. Quise construir un disco que evocara a la experiencia humana a través de la familia, porque en ese momento me atañía, en ese momento se me hizo relevante. Según yo lo hice, pero no estoy completamente satisfecho con mi sensatez en ese disco y creo que hasta lo digo: todo el tiempo estoy hablando de “no estoy diciendo realmente lo que quiero decir”, “el miedo no me deja hablar”, “me falta sensatez”. Pero sí hay imágenes que pinto mucho más ambiguas en Lomas… y son imágenes evocativas “entra en la casa y quema todo de una vez”. Esa es una escena, y hasta me inspiré en libros, no es un guión, solamente está hablada en distintas voces, desde lo que me imagino que había pensado mi papá en cierto momento, yo hablándole a mi hermano, mi madre pensando en mí y al final terminé hablando desde el punto de vista mío hacia a la familia de mi ex pareja, etcétera, etcétera, pero lo hice ambiguo.

En el D’arcy me inspiré en el concepto de las responsabilidades del amor, pero no en el amor como concepto romántico, sino como concepto grande que unifica a la gente: amor propio, amor fraternal, y entonces creo que estoy mucho más derecho. En este disco, te invito a que releas las letras, porque ahí digo varias cosas. Me estoy confrontando realmente y cuando me sentí exprimido, fue porque en ese lapso de canciones cerré el libro de “ya dije hasta aquí lo que quería decir de ese tema”. Y me topé con una pared donde “bueno ¿y ahora?”. Pero me recordé “¿a ver, qué estás haciendo?”, es un concepto más grande las responsabilidades del amor, okay, entonces, intenté ser lo más honesto conmigo mismo. En este nuevo disco, son cosas más derechas: “déjame ir, no puedo más”, “no estás engañando a alguien, sólo a mí”. En Lomas Verdes tenía algo que decir y creo que no me aproximé de la manera más honesta, en perspectiva ya viéndolo a distancia dije: “no, ya ahora sí, no seas coyón, ya éntrale, madura”.

Tocas en el Vive Latino y te conoce gente que evidentemente no son los que van a los shows, es un público diversificado y diferente. Ajá, van y te ven y después ¿qué? ¿Significa que ya puedes cobrar más dinero?, ¿significa que tienes una placa de estatus donde dice “ya toqué en un Vive Latino”?

Y en cuanto a los nombres de las canciones, ¿por qué si hay cosas tan profundas en las líricas pareciera que son chistes que nunca tienen congruencia?
Por jugar con el cliché de no juzgues a un libro por su portada. Es como una superficialidad: siempre son chistes locales, tampoco es tomarse tan en serio. “Los bajos fondos” está súper pensado ese nombre, estoy haciendo referencia a una obra de Gorki, pero pues es para mí. “Onnie Jay Holy” y “Hazel Motes” son personajes de una novela de Flannery O’Connor que se llama Sangre sabia. O sea las referencias ahí están, seguramente alguien sí lo gugleó y le salió la novela y le interesó y dijo “ay, ¿por qué?”, lo leyó y no tiene nada que ver con la canción. Son juegos y son guiños de ojo hacia la gente que están entre tomándonos en serio y no tomándonos en serio. Unos pueden ser bromas y unos pueden ser cosas chidas. Si a ti te interesa después “ay, a ver esa obra de teatro” y “ay la voy a leer, ay está chida, ay no mames y tiene película, la hizo Kurosawa y también la hizo Renoir”. Está chido, es un agregado, pero tampoco hay que tomarse tan en serio. El contenido ya está y la congruencia ya está, digamos que no hemos perdido esa ligereza que siempre hemos tenido con respecto a eso. Pero la integridad va hacia el control que tenemos nosotros de lo que estamos haciendo, que primero nos guste. Para mí la manera más directa de resonar en alguien es siendo lo más honesto posible contigo mismo.

¿Por qué esa renuencia al Vive Latino?
Para mí, y estoy hablando a título personal (Carlos, no la banda) es una estrategia que perpetúa en formas de trabajo y exposición que son obsoletas y con las que no estoy de acuerdo. Para los pequeños tiene un impacto momentáneo, no trasciende o no figura en términos de industria. Porque la independencia y la industria no son para nada la misma cosa, al menos en México, porque una banda gringa se puede mover de la misma manera y tiene un techo que topa que es más alto que el que tiene una banda mexicana. Tonces, pues vas y tocas en el Vive Latino y te conoce gente que evidentemente no son los que van a los shows, es un público diversificado y diferente. Ajá, van y te ven y después ¿qué? ¿Significa que ya puedes cobrar más dinero?, ¿significa que tienes una placa de estatus donde dice “ya toqué en un Vive Latino”? Hay gente a la que le funciona, a esta banda no creo, porque a duras penas uno tiene una valoración de su trabajo y te tienes que acomodar a las necesidades de los promotores. Eso es entendible, porque estás como negociando eso. Pero pues no hay industria, la industria es la del dedazo, para los grandotes, y el Vive Latino funciona para darle exposición a esa gente. Y está chido, solo que no va con los ideales de lo que es la banda. No quiero tocarle a esa gente, no porque sea una gente a la que le tengo renuencia, se me hace algo vulgar nada más. Yo no tengo nada en contra de los amigos que han tocado ahí, pero creo que son techos que se pueden romper de manera diferente. Para mí tocar en el Vive Latino es como votar por el PRI, es perpetuar las prácticas que tienen deconstruida la independencia.

Mi enfoque era la música y que nos gustara a nosotros, tener siempre integridad y congruencia. O sea, nosotros podernos ver todo el día al espejo y decir “ahuevo, estoy a gusto con lo que hice”.

Y siguiendo la misma línea, tomando en cuenta que pueden potencializar sus escuchas y hacerles la tarea más fácil a sus fans a la hora de escuchar su música, ¿por qué no Spotify y por qué sólo Bandcamp?
¿Para qué hacemos música? ¿Para que sea cómoda? ¿Necesita ser cómoda para ti o para mí? Incluso yo escucho música todo el tiempo, varios de los miembros usan Spotify, pero no nomás tiene que ver con eso. Y no es ser ojete con la persona que escucha tu música, es darle un poquito de valor a manera de que, si tú estás tomándote el tiempo para construir una selección o lista de canciones que significan algo para la banda en ese momento, la plataforma para reproducir es también muy importante. Entendemos que es mucho más cómodo para la gente y diversifica la gente que te escucha y puedes crecer y tener una potencialidad increíble. Pero es más por cuestiones discursivas, Bandcamp acaba de donar todo lo que generan, porque te quitan un putazo de varo, pero durante un día el 100% de lo que se queda Bandcamp lo acaban de donar a una ONG en pro de los derechos de la comunidad LGBT. Constantemente veo que Bandcamp ha sido una plataforma que tiene una consciencia sobre el momento en el que estamos viviendo y transforma. Habrá gente que le tire mierda a ese tipo de cosas o a la caridad, pero por lo menos veo que tiene una congruencia constante y además se le da valor. Sí, es difícil escucharte en Bandcamp, tons un poquito de esfuerzo. Probablemente en un futuro vayamos a estar, no es una renuencia definitiva, no estoy peleado por completo, pero sí tengo cosas que decir en contra. Supongo que tendremos que adaptarnos, pero no queremos comernos al mundo, por lo menos ahorita.

Primero que nada somos pinches amigos, entonces una cosa son tus sentimientos y otra cosa es tienes razón o no tienes razón, basada en los hechos con base en los argumentos.

¿Y todas estos argumentos y maneras de pensar se comparten en todos los miembros de la banda?, ¿hay, por decirlo así, un líder?
Como en todo grupo de personas hay quienes tienen personalidades más fuertes que otras, pero a final de cuentas llegamos a consensos. El chiste es la argumentación, no los sentimientos, yo puedo sentir “no me gusta esto”, y eso es una cosa, no quiere decir que tenga la razón, y no se trata tampoco de tener la razón, pero siempre en las discusiones está en base a dar argumentos. Siempre hay conflictos también, pero la mayoría de los casos el consenso es lo que perdura y lo que está por encima de todas las cosas. Hay ideas preconcebidas que a lo mejor uno o que otro llega a la discusión con ellas, pero todos o alguien más lo confronta y le dice “no” por esto, esto y esto. En términos de liderazgo, es más bien una dirección que se propone, no es que nos adaptemos los demás, sino se requiere convencimiento argumentativo y factual, no otra cosa, porque primero que nada somos pinches amigos, entonces una cosa son tus sentimientos y otra cosa es tienes razón o no tienes razón, basada en los hechos con base en los argumentos. Digamos que la prioridad es la autogestión y la solvencia de la banda, todos hemos sacrificado cosas, todos hemos puesto de nosotros, pero no es una chamba, es un gusto que nos tomamos en serio, es una convivencia que nos tomamos en serio. Un disco lo hacemos pensando en nosotros y hacemos chistes de cómo lo va a percibir la gente, pero nos tiene que gustar a nosotros y es hacia adentro. De broma hemos tenido siempre el lema de generar expectativa y decepcionar, antes estaba en Facebook, no sé dónde quedó ahorita con el cambio de formato, pero ahí estaba.

¿Y siempre qué fue de Julio?
Esto es a título personal. Para mí nunca aportó nada más que una cuestión de dónde tocamos y hacia dónde se dirigía la banda y era ese siempre el choque. No sé qué es lo que él esperaba o lo que él quería, pero pues mi enfoque era la música y que nos gustara a nosotros, tener siempre integridad y congruencia. O sea, nosotros podernos ver todo el día al espejo y decir “ahuevo, estoy a gusto con lo que hice”.

Desde antes del Lomas Verdes ya no nos sentimos identificados con esos tracks, pero lo seguimos tocando porque eso somos, tú eres el mismo de antes, no te identificas con “x” o “y” comportamiento pero eres eso, te constituye históricamente.

¿Y por qué se siguen llamando No somos marineros después de su salida?
Porque él nunca aportó nada. Nada más escucha la música, en “Onnie Jay Holy” él no tiene casi nada que ver en esa canción, nada, desde ahí. Escucha sus arreglos, no te metas con quién compuso qué, escucha nada más los arreglos de la guitarra de él, lo que más se siente que está afuera, es de él, ese es un reflejo brutal. Lomas Verdes es “aquí estamos nosotros cuatro”, él todavía estaba en la banda cuando compusimos esas canciones, pero nunca fue a un ensayo. Los cuatro estábamos cuando se construyó eso, Lomas Verdes es No somos marineros. Y sí puedes partirla, definitivamente, aquí era esto y aquí es esto, tiene reminiscencias porque estamos la mayoría acá. Pero ahorita, y eso no es a título personal, eso sí es en serio, los cuatro pensamos igual, no podría tocar sin uno de los cuatro, y me rehuso a tocar sustituyendo a alguien porque uno no puede, si uno no puede no pueden los cuatro.

Es una celebración, es como estamos tocando, no estamos desechando el catálogo.

Respecto a su último show en la CDMX, ¿por qué si fue la presentación del disco no se tocó en el orden en que fue elegido/concebido?
No hay necesidad, ninguna banda que nos guste lo ha hecho. Nos faltó una canción, y también porque hay cosas inevitables y a veces hay que doblar las manitas un poco y ser complacientes con la situación. El setlist yo lo construí, las únicas canciones que se metieron extra fueron “Guesjusbac” y “Violencia”, pensando en si nos sobra tiempo metemos esas dos, pensando también en una interacción de todo lo que hemos hecho, que se sintiera. Si se expresó qué chido, pero eso sí fue consciente, desde mi punto de vista. Porque si tocamos esta primero luego estaría bien esta, porque esta juega con esta y con esta, esta está chida con esta, esta es más bajón, luego esta porque es una subida. Es una celebración, es como estamos tocando, no estamos desechando el catálogo. Sí es un aquí está esto nuevo, pero esto somos, es como tus tatuajes, eso de borrarse tatuajes y esconder, no wey, me tatué esta mierda cuando tenía tantos años, y esto es lo que soy y punto. Desde antes del Lomas Verdes ya no nos sentimos identificados con esos tracks, pero lo seguimos tocando porque eso somos, tú eres el mismo de antes, no te identificas con “x” o “y” comportamiento pero eres eso, te constituye históricamente. Ahora, nadie es perfecto, pero es una celebración y toda la gente que está ahí ha hecho lo que somos hasta cierto punto, por lo menos en términos de retroalimentación. Si nadie iría pues no volvemos a hacer nada, pero hemos resonado.

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