Es fácil olvidar que las leyendas también son personas de carne y hueso —que se despiertan con mal aliento y con lagañas en los ojos, que tiran sus teléfonos y se les rompen las pantallas y que se les olvida comprar la leche en el supermercado—. No es que no recordemos que son humanos, es sólo que no los imaginamos lidiando con los problemas habituales. Pensamos en ellos como la publicidad de 1950 pensaba en las mujeres: que nunca sudan ni cagan.
Cuando la llamé a principios de septiembre para nuestra entrevista, Kim Gordon, la guitarrista, vocalista y cofundadora de Sonic Youth —una de las bandas más importantes e influyentes del noise rock de los últimos 30 años— estaba en medio de un problema mundano: el teléfono de su cuarto de hotel estaba roto.
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Ring. Ring. Ring. El sonido del teléfono con la llamada de su publicista hizo que me emocionara y olvidara por un momento las mariposas en el estómago. Las entrevistas por teléfono es como sabemos que Dios odia a los periodistas: es como tener una cita a ciegas a larga distancia. Escuché un ruido. Inhalé, sonreí y me preparé para sostener una pequeña charla con una de las mujeres más asombrosas de este mundo. De repente, se cortó la llamada. Su publicista me marcó de nuevo. “Lo siento, su teléfono se rompió”, dijo, “Ya vienen a arreglarlo. Tardarán 20 minutos”.
Estaba tranquila porque sabía que Gordon no tiene súper poderes para evitar todas las molestias que hacen la vida complicada. Sin embargo, aún había un océano entre nosotros, literalmente. Programamos la entrevista por teléfono porque la artista de 63 años estaba en Australia para una serie de shows y conferencias sobre “rock, rebelión y resistencia”. Puede sonar un poco simple pero me parece un buen resumen de su carrera.
Luego de crear Sonic Youth con Thurston Moore en 1981, Gordon y la banda sacaron su primer álbum de estudio Confusion Is Sex dos años después. Sonic Youth tiene un total de 16 discos, se separaron en 2011 y constantemente se dice que es el antecedente de muchas bandas de rock alternativas (llamaron a Gordon “la madrina del grunge“). Además el grupo siempre prefirió experimentar con ritmos no convencionales y con instrumentos hechos a la medida que con todo lo popular y conocido.
Gordon trazó su propio camino escribiendo para Artforum, curando exhibiciones y mostrando su propio trabajo de arte; debutó como productora en Pretty on the Inside; lanzó su línea de ropa, tuvo apariciones que van desde en las películas de Gus Van Sant hasta un episodio de la serie Girls. Mientras hacía todo eso, también se convirtió en un ícono feminista alabado por su impacto y a pesar de que me contó que “a veces pienso que la música es sólo entretenimiento, ¿sabes? Realmente no cambia las cosas en un panorama amplio” derrumbó el estereotipo de ser “la chica del grupo” y el año pasado trastocó la vieja pregunta que ha escuchado miles de veces titulando su autobiografía Girl in a Band.
Desde la separación tanto de Sonic Youth como de su matrimonio con Moore, Gordon hace su música con Bill Nace. Recientemente tachó una de las cosas que tenía que hacer en su vida sacando un single llamado “Murdered Out”, pero ahora como Kim Gordon.
Pero por más intimidante que sea su currículum, Gordon no quiere que te sientas así. Ella suda, caga y le gusta Work de Rihanna. Ella realmente no quiere sobresalir y se encoge de hombros cuando le dicen que es una leyenda.
“No quiero pensar que soy influyente o un ícono o lo que sea”, dijo. Sus palabras salieron como torpedos, luego pararon y volvieron a salir abruptamente. “Últimamente me siento más cómoda cuando sólo estoy trabajando. Pensando en cosas. Es cuando más cómoda estoy o actuando en grupo”, se rió. “Me siento conectada conmigo misma pero realmente no te puedo decir de qué se trata exactamente. Pero, ¡te puedo contar lo que mi astrólogo dice que soy!”
Kim Gordon nació en Rochester, Nueva York. Cuando tenía cinco años su padre aceptó un trabajo en la Universidad de California y ella junto con su familia tuvieron que empacar todo e irse a vivir a Los Ángeles. Como familia académica y no tan relacionada con el entretenimiento, vivieron en un vecindario de clase media y alejados del mundo de celebridades y cánones que los rodeaban. Esto repercutió en que Gordon soñara con las glamurosas vidas de músicos como Buffalo Springfield y Neil Young casi tanto como un niño que vivía en Kansas.
Su padre, sociólogo, quien era el primero en identificar todos los arquetipos de la escuela como los geeks, freaks, comprobaba el estereotipo del profesor distraído –una vez puso a Gordon en la tina con los calcetines puestos— y su madre era costurera y ama de casa, no era nada bromista ni sentimental. Su carácter era igual al de todos los que vivieron la Gran Depresión. La influencia de sus padres junto con las bromas pesadas de su hermano mayor causaron que Gordon reprimiera a la rebelde que tenía adentro. Se convirtió en una adolescente que escuchaba jazz y a Joni Mitchell, fumaba mariguana, pintaba y coqueteaba con el peligro.
Siento que puedo divertirme más ahora. Ya no me importa tanto. Es liberador. Siento que todo lo que he hecho me ha llevado a este camino.
“A veces pienso que conocemos en cierto nivel la persona que vamos a ser en nuestra vida; si prestamos atención podremos descifrar esa información”, escribió Gordon en su libro. Ese proceso fue fácil para ella. Aunque le avergüenza el cliché, dice que sabía que iba a ser una artista desde que era pequeña. Cuando se graduó de preparatoria y cumplió 17 años se fue del Instituto de Santa Mónica a la Universidad de York en Toronto, donde conoció a Moore, fundó Sonic Youth y se convirtió en leyenda.
Recientemente se sintió atraída a Los Ángeles y decidió regresar a sus raíces. “Creo que siempre he tenido un poco de LA y de su estética conmigo”, me contó. “Una de las cosas que más me gusta de la ciudad es manejar y observar el contraste que hay de casas —una puede ser completamente diferente a la otra—. Por el otro lado, es aterradoramente existencial porque no sientes ese ritmo de ciudad que sí hay en Nueva York. A pesar de que no estés haciendo nada en NY sientes que sí haces algo porque hay muchas actividades a tu alrededor. En LA tú solo decides la energía que vas a tener o el cómo te quieres sentir”.
Gordon nunca necesitó muchos estímulos del exterior para crear, aunque parece ser que encontró algunos en su ciudad natal. Ella nunca tomó cosas de recursos convencionales. “No es que no me guste lo convencional, pero me siento cómoda expresando algo que usualmente no se toca o que no es la versión más popular”, dijo como si fuera algo que sus miles de fans no saben. “Tengo gustos poco convencionales. Es algo por lo que me siento atraída”.
Su nuevo sencillo, “Murdered Out”, es algo funky, está inspirada en el sonido que hacen los Low Rider, se une con su voz y con una batería que pareciera estar desgastada. Se inspiró en la cultura de autos de LA —que es una oda a los tintes oscuros un una estética negra mate que ella dijo es “la última expresión” para “purgar el alma”—.
Se comenzó a reír cuando le pregunté cómo desarrolló gustos tan poco usuales. “Cuando camino y estoy en una gira expuesta a mucha música, ya sea en un taxi o caminar a una tienda o restaurante, hay mucha música que existe pero la gente no escucha y en otro sentido es puro ruido”. La música noise “es casi como comenzar desde cero. Cuando la estoy tocando existe una electricidad que encuentro realmente tranquilizante. Estar rodeada es algo similar a un baño de sonidos o de algo”.
Va a ser muy interesante ver cómo Los Ángeles, con sus cielos azules y vientre negro, afectará o inspirará otra creación de Gordon. “Murdered Out” muestra que ella sigue experimentando y que LA le da la libertad para hacerlo.
“Me gusta cuando no tienes ese sentido de ambición tocando a tu puerta. Me gusta la idea de que te puedes perder aquí. Las cosas no están en una pecera y probablemente se puedan desarrollar para ser más excéntricas o algo parecido”, mencionó. “Creo que siento que puedo divertirme más ahora. Ya no me importa tanto lo que pase. Es liberador. Siento que todo lo que he hecho me ha llevado a este camino. Básicamente se siente bien”. La hija de Gordon, Coco, es una pintora que se acaba de graduar de la escuela de arte en Chicago y recientemente se mudó a LA.
A Gordon le gustaría cambiar y hacer del arte visual su prioridad pero es difícil; hay muchas personas que la siguen buscando para que haga música y shows. Hay una razón para eso. “Luego de 30 años de tocar en una banda sería estúpido decir ‘No soy música’. Sin embargo, en la mayor parte de mi vida nunca que me visto como una”, escribió en Girl in a Band. Pero quizás eso exactamente lo que es: un músico. La chica del grupo.
“He pasado gran parte de mi vida evitando etiquetas”, me dijo. “Sobre todo no quiero pensar en quién soy”.