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La oscura verdad detrás de los ‘superalimentos’ como el aguacate

superfoods zijn vreemde vrienden

Este artículo se publicó originalmente en VICE Italia.

Si me pagaran cada vez que un chef estrella dice que su cocina se basa en ingredientes de temporada, podría comer en restaurantes de lujo todos los días. En los últimos años, la sostenibilidad se ha convertido en el mantra de muchos restaurantes de primera clase. Se acabaron aquellos tiempos de foie gras y bogavantes importados; ahora todo son productos locales y de temporada. Y, claro está, cuando lo hace un chef famoso, lo hacen todos los demás.

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Este cambio tiene un efecto positivo obvio en el medioambiente. Las frutas y verduras que no son de temporada se cultivan de forma intensiva en invernaderos que requieren más agua y recursos eléctricos. También se transportan a largas distancias, provocando un impacto ecológico mayor. Irónicamente, los famosos “superalimentos” como los aguacates, los frutos secos o los plátanos, suelen ser los más problemáticos.

Pero Eleonora Lano, dietista y coordinadora del proyecto Food and Health de Slow Food International, una ONG que protege la biodiversidad alimentaria dijo que los productos de temporada también son buenos para nosotros. “La naturaleza nos ofrece los nutrientes adecuados cuando los necesitamos”, dijo Lano. “Por ejemplo, en invierno necesitamos la vitamina C, que se encuentra en las naranjas, los kiwis, las crucíferas [como el brócoli o las coles de Bruselas]”. De igual manera, en verano, los ojos y la piel sufren un estrés mayor bajo el sol y, por eso, las frutas y verduras de temporada son ricas en betacarotenos como los albaricoques, los melones y los tomates, que nos ayudan a protegernos de la radiación solar.

Lano explicó que consumir frutas y verduras cultivadas localmente también asegura su valor nutricional. “Suelo decir que la cuenta atrás comienza cuando cogemos la fruta del árbol”, dijo Lano. “Especialmente con las frutas, muchas propiedades nutricionales se pierden durante el transporte. Por ejemplo, algunas vitaminas se destruyen con el cambio de temperatura”.

Es por eso por lo que Lano no está de acuerdo con la idea de los superalimentos, una etiqueta que a menudo se pone en ingredientes exóticos junto a una lista de propiedades mágicas sin bases científicas. “La mayoría tiene un impacto ambiental devastador, no solo por la forma en la que se transporta, sino también por cómo se cultiva”, dijo. Los aguacates, por ejemplo, tienen un impacto ambiental muy alto porque se requieren muchos recursos para cultivarlos y transportarlos. También están asociados a la deforestación.

“Comer productos locales es suficiente para cubrir todas las necesidades nutricionales”, dijo Lano. “Una dieta sana es el resultado de todo lo que comemos, no necesitas un solo alimento milagroso para sentirte bien”. Además, puesto que la mayoría de superalimentos proceden de otras partes del mundo, suelen cosecharse cuando todavía no han alcanzado la madurez, antes de que puedan siquiera desarrollar las propiedades que tanto busca la gente.

“Estamos tan acostumbrados a comer de todo a lo largo del año que nos olvidamos de que la pesca también tiene temporadas”, dijo Paula Barbeito Morandeira, coordinadora de la campaña Slow Fish de la Slow Food Foundation for Biodiversity. La temporada de pesca depende de los ciclos reproductivos de las diferentes especies, que se debe respetar para asegurar la recuperación sostenible de las poblaciones de peces, explicó.

Aparte de comprobar si el pescado que vas a comprar es de temporada, también deberías prestar atención al origen. “Las preguntas claves son: ¿quién lo ha pescado, dónde y cómo?”, dijo Barbeito Morandeira. “Si lo compras en un supermercado, lee siempre la etiqueta o pregunta al pescadero directamente”. A veces, no dicen de dónde procede en el paquete, pero siempre debe mostrar dos dígitos que representan una zona de pesca de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). Por ejemplo, 37 equivale al Mediterráneo y 27 al noreste del océano Atlántico.

Al comprar pescado local también estás apoyando a las comunidades de pescadores tradicionales que desde hace un año pasan apuros. “A menudo acaban siendo absorbidas por mercados industriales y obligadas a vender la pesca a precios injustos”, dijo Barbeito Morandeira. La pesca industrial es particularmente peligrosa para las comunidades empobrecidas de los países en desarrollo. Según un informe de Greenpeace, grandes flotas de empresas de China, Turquía, Rusia, Corea y Europa llevan décadas pescando indiscriminadamente en las aguas de África Occidental agotando las poblaciones locales de pescados y amenazando a la seguridad alimentaria y al sustento de millones de personas. “Estamos permitiendo que desaparezcan comunidades costeras enteras”, dijo Barbeito Morandeira. “Las políticas de pesca deberían basarse en las necesidades de los ecosistemas y las comunidades, pero no es así. La cadena de suministro de pescados es un sistema complejo que, desgraciadamente, está plagado de prácticas ilegales extendidas”.

La sobrepesca es un problema ambiental enorme que desde hace poco ha comenzado a recibir bastante atención, pero la piscicultura también puede ser problemática, dijo Barbeito Morandeira. Por ejemplo, el salmón es uno de los pescados más populares del mundo, pero se necesitan unos 5 kilogramos de pescado salvaje para producir un 1 kilogramo de salmón salvaje. Si diversificamos el consumo comiendo mariscos que necesitan pocos recursos, como los moluscos, podríamos prevenir que se pesquen en el mar millones de peces salvajes.

“Nuestras elecciones alimentarias tienen un lado oculto”, dijo Lano. “A menudo no lo pensamos, pero lo pagaremos algún día, con intereses”.