La palabra ‘desaparecido’ ya no se acepta en Argentina: el caso Santiago Maldonado

En Argentina, la frase “¿Dónde está Santiago Maldonado?” ya se convirtió en un símbolo. A más de un mes de la desaparición de un joven de 28 años en una provincia al sur del país, el Gobierno de Mauricio Macri está acorralado por una presión social local e internacional inaudita.

El caso de Santiago Maldonado se ha vuelto un tema crucial en el país. Campañas por las redes sociales, fotos, inscripciones en las calles. Es frecuente que en los actos públicos, políticos o artísticos, se pida por la aparición con vida del joven. De él no se sabe nada desde el pasado 1 de agosto, cuando participaba en una manifestación de un grupo de indígenas mapuches en la Patagonia que reclaman por sus tierras —hoy en manos del grupo Benetton— y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad.

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En este país la gente ha salido en multitud a las calles, ha exigido y ha demandado. Ha mostrado una cohesión social que pocas veces se ve en otros países de América Latina. El pasado 1 de septiembre, en la Plaza de Mayo, uno de los lugares más emblemáticos de la Argentina, se reunieron unas 250.000 personas y su hermano Sergio, el único orador, pidió la renuncia de la ministra de Seguridad.

Pero ¿por qué este caso causó tanta conmoción? ¿Por qué este caso caló hondo en la sociedad?
Matías Lanzi un joven de 31 años, productor de televisión que se movilizó a la plaza lo explica así: “nuestra sociedad es muy sensible a estos temas debido a su historia. Las desapariciones en tiempos de dictadura nos marcaron y se logró un consenso de que eso no podía ocurrir nunca más. Por eso, el caso de Santiago no pasa desapercibido. Porque la sociedad siente que esa frontera se está violando. Es necesario movilizarse porque si recorres nuestra historia los grandes hechos siempre están vinculados con movilizaciones, así se lograron los verdaderos cambios”.

Santiago no es mapuche, es un joven de un pueblo de la Provincia de Buenos Aires que se solidarizó y abrazó la causa. Una de las hipótesis que se investigan en el caso, el cual se llegó a caratular como “desaparición forzada” a finales de agosto, gracias a la presión de su familia, tenía como probable responsable a la Gendarmería Nacional, la fuerza de seguridad que depende directamente de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

Sin embargo, ayer se dieron a conocer nuevos análisis que revelaron que no hay rastros genéticos de Santiago Maldonado en ninguno de los autos de la Gendarmería Nacional en los que se tomaron muestras hace un mes. Esto no quiere decir que alguno de los agentes que participaron en el operativo pudiera ser culpable, pero la investigación tendrá que seguir su curso.

‘Sólo con movilizaciones se lograron los verdaderos cambios’.

La conmoción y el repudio social por el caso fue creciendo en la sociedad a medida que pasaban los días y las preguntas comenzaban a tener menos respuestas, sobre todo, por parte del Gobierno Nacional, que actuó protegiendo a la fuerza de seguridad. Por eso, al cumplirse un mes de su desaparición, sus familiares y organismos de Derechos Humanos convocaron a esa marcha en la Plaza de Mayo.

Según Carlos Pisoni, integrante de la agrupación de derechos humanos HIJOS (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) y ex subsecretario de Derechos Humanos de la Nación, la gran movilización social tiene que ver con que en Argentina “la sociedad llegó a un consenso de que las desapariciones no pueden volver a ocurrir. La figura del desaparecido en este país sin duda moviliza por nuestra propia historia reciente. En Argentina hablar de desaparecido es recordar a los 30.000 compañeros que desaparecieron en la última dictadura cívico militar. Hay un pacto entre la sociedad de no retroceder en estos asuntos”, explica a VICE News.

Por su parte, Gabriela Ketzel, Directora del equipo de trabajo internacional del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), uno de los organismos más relevantes de derechos humanos en la Argentina considera que “es de una gravedad extrema porque no hay otros casos que tengamos registrados de una persona desaparecida después de un accionar ilegal en una protesta social. Santiago desaparece luego de una represión de la Gendarmería”.


Las cosas que hemos visto en México, no las vemos en ningún lado’, dicen peritos argentinos.


Ketzel considera que el hecho de que el Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas haya remitido al gobierno un comunicado en el que considerara que la desaparición de Santiago Maldonado exige “la acción urgente del Estado para buscarlo y localizarlo” fue también un factor trascendente.

“Esta respuesta internacional ayudó a que empezara a tener relevancia el tema porque del otro lado la respuesta del gobierno era confundir y dispersar”.

Para Guadalupe, de 22 años, estudiante de Gestión Cultural que también llegó a la Plaza de Mayo “hay un sector muy grande de la población que no quiere volver a vivir lo que se vivió en la dictadura, que falte gente de las casas. La sociedad no se banca más estas cosas. Es importante marchar porque estas causas se tienen que visibilizar en la calle. Soy defensora de que la calle es del pueblo y tenemos una sociedad que le gusta manifestarse. Así estamos visibilizando la impunidad del gobierno en complicidad de los medios”.

Lo cierto es que a medida que pasa el tiempo ya quedan menos esperanzas de encontrar a Santiago Maldonado con vida. Ahora lo que se busca es que su desaparición no quede impune.

Marcha en Buenos Aires el 1 de septiembre. Imagen por David Fernández/EPA.

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Santiago, o “Lechu” o “El Brujo” es un joven de 28 años, oriundo de una pequeña localidad de la Provincia de Buenos Aires, que había emprendido un viaje con su mochila al sur de la Argentina. Con sus artesanías y sus herramientas para hacer tatuajes, vivía una vida austera, aventurera y con mucha conciencia social.

En enero había viajado a Chile y estuvo recorriendo la isla de Chiloé e interiorizándose sobre la problemática de los pescadores artesanales allí. En abril se instaló en El Bolsón, un pueblo pintoresco en la provincia de Chubut muy visitado por turistas de todo el mundo. Allí se acercó a la comunidad Pu Lof de Cushamen, que resisten y reclaman sus tierras en manos del Grupo Benetton, el conglomerado empresario que posee más de 900.000 hectáreas de todo el país.

Diversos testimonios sumados a las pericias que constan en la causa judicial aseguran que la madrugada del 1 de agosto, Santiago estaba junto a los mapuches protestando por la libertad de un hombre referente de esa comunidad, Facundo Jones Huala, que se encuentra detenido.

Esa misma madrugada, la Gendarmería Nacional irrumpió en un violento operativo comandado por el jefe de gabinete de seguridad, Pablo Noceti, quienes ingresaron al campamento. Allí comenzaron a disparar y a incendiar las viviendas precarias lo que generó una huida de los miembros de la comunidad. Aquí se cruzan varias versiones sobre cuál habría sido el paradero de Santiago.

El último testimonio y el más comprometedor, que se dio a conocer el martes 4 de septiembre, fue el de un miembro de la comunidad, Matías Santana, que ante los cronistas locales que lo esperaron a la salida del juzgado, contó que “A Santiago se lo llevó la Gendarmería, tenía puesta la campera celeste que yo le había prestado, vi cómo lo golpearon y lo metieron en una camioneta”.

La ministra de Seguridad —hasta entonces la única vocera oficial del Gobierno— negó sistemáticamente la responsabilidad de su fuerza.

Agentes de policía arrestaron a manifestantes durante la protesta por la desaparición de Santiago Maldonado en la Plaza de Mayo en Buenos Aires. Imagen por Raúl Ferrari/EPA.

El 15 de agosto la ministra Bullrich fue a la Cámara de Senadores para dar explicaciones. Allí sostuvo: “Nuestro gobierno de ninguna manera podría avalar ninguna situación de violencia en la Gendarmería Nacional, pero no tenemos indicios de que la Gendarmería haya actuado con violencia ni haya tenido ningún detenido”. Lo mismo hizo como invitada en uno de los programas más populares de la televisión Argentina , La Mesa de Mirtha Legrand, en donde afirmó: “Tengo una fuerte convicción de que la gendarmería no fue”.

Unos días después de aquella defensa, la fiscalía cambió de nombre la causa 8232/2017 que hasta entonces era titulada “NN sobre averiguación de delito” y pasó a llamarse “desaparición forzada”. Este cambio implica, concretamente que el ojo se puso sobre la Gendarmería como principal responsable.

Durante el mes de su desaparición, se tejieron todo tipo de hipótesis que iban cayendo con el correr de los días. Desde personas que aseguraban haberlo llevado en su camión por otras provincias de la Argentina; otros que aseguraban haberlo visto cruzar a Chile e incluso que Maldonado hizo un pacto con los mapuches apodado “El Sacrificio”, una teoría que significaría que “Maldonado acordó pasar a la clandestinidad para beneficiar en alguna manera la situación de alguien a quien admiraba como es Facundo Jones Huala”.

Todas estas teorías fueron portada de los principales diarios de la Argentina y colmaron las horas en los noticieros de la televisión. Pero el tiempo las ha ido desmoronando.

Después del pedido de la familia y de la multitudinaria marcha y presión social, el propio Presidente Macri rompió el silencio el martes 5 de septiembre: “Lamento mucho porque estamos en un momento donde lo que no queremos es violencia. Estamos colaborando con la justicia todo lo posible”.

Luego de eso, llamó a una reunión de urgencia con varios ministros para tomar cartas en el asunto y envió al secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, al lugar de los hechos como señal de “preocupación”. Pero para la familia ya es tarde.

En declaraciones periodísticas, Sergio, el hermano de Santiago, fue muy duro: “El Gobierno sigue resolviendo hipótesis falsas y no ayuda con la investigación”.

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