La peligrosa labor de ser defensor ambiental en Colombia

Líderes ambientales asesinados.

Artículo publicado por VICE Colombia.


Colombia es un país violento. Un país con décadas de historia de luchas sangrientas por el territorio y el acceso a los recursos. Luchas que por años lo han posicionado en el podio de países con líderes ambientales más asesinados en el mundo. “Te amenazan para que te calles. Yo no me puedo callar. No puedo permanecer en silencio frente a todo lo que le está pasando a mi gente. Estamos luchando por nuestras tierras, por nuestra agua, por nuestras vidas”. Con esa frase de Jakeline Romero, lideresa ambiental de La Guajira, se abrió el informe de Global Witness sobre líderes ambientales asesinados en 2017.

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Romero, como muchos otros líderes ambientales, se enfrenta a problemas muy específicos y muy complejos. A la minería ilegal y explotación y comercio de recursos, al acaparamiento y división de tierras, al fracking, y al crecimiento de actividades de la agroindustria que se suman a la gran coyuntura global del cambio climático. Este a su vez no solo interviene y afecta los ecosistemas nacionales, sino que intensifica la lucha de los líderes en todos los territorios.

El Instituto Cinara de la Universidad del Valle afirmó que en el país se presentan más de un centenar de conflictos ambientales, sobre todo con comunidades indígenas y en zonas cercanas a áreas de conservación, casi la mitad a causa de la extracción de recursos como el oro y el carbón. Sin embargo, es muy difícil medir con exactitud el impacto de las actividades ilegales y de extracción. Lo cierto es que, la cifra de líderes ambientales amenazados y asesinados por oponerse a esas actividades, sigue en ascenso. Global Witness informó que el país alcanzó en 2017 un máximo histórico de 37 líderes asesinados, y en 2018 fueron 32, con una impunidad preocupante en el 92 por ciento de los casos.

Y a pesar de que el panorama ya es bastante oscuro, las coyunturas actuales ambientales están potenciando los conflictos. La deforestación, el derretimiento de glaciares, las sequías y el blanqueamiento de coral representan amenazas para la salud medioambiental del país. Además, la firma del acuerdo de paz con las FARC ha propiciado el acaparamiento de tierras que estaban bajo control guerrillero y que ahora están bajo la mira de compañías extractivas, grupos paramilitares y del gobierno, mientras comunidades locales luchan por recuperar el territorio del que alguna vez fueron desplazadas.

El país casi siempre ha ocupado los primeros tres lugares entre los territorios más amenazantes para ejercer liderazgo ambiental, lo que comprueba que ser líder social en Colombia siempre ha sido peligroso, y que en muchos casos, esas personas terminan pagando con su vida su oposición a proyectos que afectan sus comunidades y sus territorios, una lucha que en realidad debería interesarnos a todos. Frente a un proyecto como Hidroituango, por no irnos muy lejos en el tiempo, hay factores innegables que rodean toda su ejecución: daños irreversibles al Río Cauca, amenazas a quienes se le oponen, asesinatos a seis líderes de la región.

Para entender lo peligroso que es defender el medio ambiente en el país, si existen garantías o no de parte del gobierno, si frente a la narrativa del cambio climático aumentará en la amenaza contra los líderes, y si es posible hablar de una sistematicidad en este tipo de asesinatos y amenazas, VICE habló con Julia Miranda, Directora General de Parques Nacionales Naturales de Colombia desde 2004. Miranda, abogada de la Universidad Javeriana, ha formado parte importante de las políticas ambientales del país desde la creación de Parques Nacionales, una institución que también ha sido víctima de vulnerabilidad que trae consigo el proteger áreas naturales en el país (11 funcionarios de parques han sido asesinados en la última década).

VICE: A pesar de que se deben tener en cuenta muchos factores, gran parte de la población no sabe ni entiende por qué están matando líderes ambientales en el país. ¿Usted cómo explicaría las principales razones por las que son asesinados?
Julia Miranda: Los líderes trabajan por y para la comunidad en defensa de múltiples causas, entre ellas la ambiental. En ese sentido, luchar por la conservación y el cuidado del medio ambiente, que debería ser un propósito de todos, se ha convertido en una actividad de alto riesgo, dado que hay muchos intereses en el territorio, y no propiamente ambientales. Lo vemos diariamente con el crecimiento de la deforestación, la minería ilegal, la contaminación del recurso hídrico. Temas con los que los líderes, de una manera valiente y solitaria, se enfrentan a grandes presiones y muchas veces frente a actores violentos que quieren seguir dominando los territorios a través del miedo y el silencio.

Casi por tres años consecutivos, Colombia ha estado entre los tres primeros países más peligrosos para ser un líder ambiental. ¿Qué hace del país un lugar propicio para ese tipo de violencia?
Es esa riqueza natural del país de la que nos sentimos tan orgullosos. También porque en la mayoría de los casos, en especial en lugares apartados, huérfanos de presencia del Estado, de bienes públicos y bienestar para las comunidades, los conflictos de tierras hacen que toda clase de actores e intereses se mezclen. Desafortunadamente el proceso de paz firmado con las Farc nos brindó tranquilidad, pero muy corta.

El poder de las armas, la ilegalidad y la violencia han regresado y se ha ensañado también en las áreas ambientalmente estratégicas del país que no solo sirven como escondite, rutas del narcotráfico, zonas de siembra de cultivos ilícitos, sino también para sufragar economías ilegales como la explotación indiscriminada de nuestros recursos naturales. Es por eso que quienes están defendiendo su territorio desde lo local, aquellos defensores naturales de su tierra y del medio ambiente, no han sido ajenos a este flagelo.

¿Cuáles son entonces las principales amenazas a las que se enfrenta un líder ambiental?
Las principales amenazas son las bandas criminales que están presentes en muchos lugares del país. Es un enemigo que está al acecho y para el que no estamos preparados desde la labor valiente y solitaria de la gestión ambiental tanto institucional como comunitaria. La gente tiene miedo de volver a vivir las épocas de violencia que ya se creían superadas, y que los hechos nos demuestran que no es así. Necesitamos el apoyo de todo el Estado para no decaer en la recuperación de nuestros territorios, de nuestros Parques Naturales, de nuestra ruralidad que tanto nos aporta para el desarrollo de nuestro país.

¿Y cuáles son las principales causas por las que lucha un líder ambiental en Colombia y por las que podría enfrentar esas amenazas?
Las principales causas de lucha son la preservación y el respeto por su territorio y los recursos naturales que son de todos. Por hacer respetar la ley y la Constitución, así sucedió por ejemplo con la muerte de nuestro Guardaparque en el PNNSNSM, quien apoyó la misión de conservación, acompañó el trabajo con las comunidades locales para lograr acuerdos de restauración y recuperación, por trabajar incansablemente para lograr territorios en paz.

Se podría decir que ser un líder ambiental es una de las ocupaciones más peligrosas del país, ¿cree que el panorama podría empeorar ahora en que estamos en el posconflicto? ¿Podría volverse sistemático?
Si se trata de crímenes sistemáticos o no, es algo que le corresponde a la Fiscalía y a los jueces determinarlo, y así lo señaló en recientes declaraciones el Fiscal General de la Nación. Lo que podemos afirmar con certeza es que la gestión ambiental en Colombia cada vez se hace más difícil por las precarias condiciones presupuestales y operativas.

¿Qué papel juegan las empresas privadas en este panorama? Esto teniendo en cuenta que muchos líderes amenazados trabajan en regiones que dependen de la economía petrolera, y que varios de los líderes asesinados se oponían a megaproyectos como Hidroituango.
Las empresas privadas son fundamentales para ayudar y aportar recursos e iniciativas en favor del medio ambiente. Existen muchos ejemplos de esa sinergia entre el sector privado y la gestión ambiental. Por ejemplo, la Alianza para la declaratoria de nuevas áreas protegidas conformada por grupos empresariales, Organizaciones No Gubernamentales, PNN y el MADS que se cerró el año pasado. O la iniciativa ‘Parques Cómo Vamos’, una estrategia nacional que desde la Academia y la Sociedad Civil vela por la conservación de las áreas protegidas. También está el creciente y notable apoyo de los privados y particulares a través del aumento en el registro de Reservas Naturales de la Sociedad Civil que aportan a la conservación y la gestión efectiva de los recursos naturales.

Hablando en términos generales de la situación ambiental actual y futura, ¿cuáles son las principales amenazas ambientales a las que nos enfrentamos como país?
La principal amenaza es la deforestación, sin lugar a dudas. Las economías ilegales de todo tipo están tumbando nuestros bosques, nuestras selvas, están secando nuestros recursos hídrico, las cifras del IDEAM lo demuestran. Por eso nuestros esfuerzos crecerán aún más para evitar la deforestación y luchar contra esta tragedia ambiental que vemos crecer todos los días, pero necesitamos el apoyo de muchas autoridades locales, regionales y ambientales y fortalecer a nuestro aparato judicial para que las acciones penales por este delito, condenen a los responsables que no son pequeños productores ni campesinos indefensos, sino grandes estructuras.

Y teniendo en cuenta algunas de esas amenazas medioambientales, ¿cómo podría empeorar la labor de un líder ambiental?
Así parezca fatalista, puede que el peor panorama no esté muy lejano si las cosas continúan como van, y es que ya no exista medio ambiente que cuidar y por el cual seguir trabajando. Que nuestros recursos, ecosistemas y comunidades desaparezcan o lleguen un punto tal de transformación que nuestra propia supervivencia esté en riesgo. Para evitar esto, los líderes y gestores ambientales son esenciales ya que empoderan a nuestras comunidades, afro, indígenas, y campesinas para aportar a la solución de conflictos, para ser agentes de cambio en favor de nuestros ecosistemas y del mejoramiento de sus condiciones de vida, para ser los verdaderos protagonistas, ya que sin la gente, poco o nada se puede lograr.

¿Qué garantías debería garantizar el Estado para los líderes ambientales?
Todos los esfuerzos son pocos. Se debería aumentar la presencia del Estado en todos los rincones del país con estrategias integrales para mejorar la calidad de vida de las comunidades. Las más inmediatos, son brindar protección personal de seguridad a los líderes y gestores y a sus familias a través de la Unidad Nacional de Protección, activar los mecanismos dispuestos en el Acuerdo de Paz como la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, aumentar el presupuesto para las entidades ambientales como Parques, porque en algunos lugares somos la única entidad pública en los territorios.

¿Y qué podría hacer un “ciudadano común” para visibilizar o conocer la labor de un líder ambiental?
Tomar conciencia de que el agua y el aire que consume a diario, no solo es obra de la naturaleza, sino que se conserva y llega a cada hogar por el trabajo incansable de los gestores ambientales, los guardaparques, la sociedad civil que defiende y propende para que esos recursos no se acaben y se conserven en las mejores condiciones. Que cerca de su barrio, de su casa, de su municipio hay áreas y ecosistemas que proteger y cuidar que le brindan un aire más limpio, sombra en días de calor intenso, que son el hogar de miles de especies de fauna, y el nacimiento del agua que tanto necesitamos.