'La petanca es toda mi vida': visitamos uno de los últimos reductos de la petanca en España

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'La petanca es toda mi vida': visitamos uno de los últimos reductos de la petanca en España

Hablamos con expertos jugadores de petanca de Valldaura sobre todos los mitos alrededor de este deporte: en Francia hay quien vive de ello mientras en nuestro país es impensable.

Quién piense que la petanca sólo sirve para entretener a los ancianos y rehabilitar la artrosis está muy equivocado. Es cierto que sobre ella pesan los mismos tópicos que sobre los viajes organizados y las obras públicas pero en los barrios de la periferia de Barcelona la petanca vive y se juega en las generaciones más jóvenes.

Hoy es un sábado cualquiera de diciembre, se acerca la Navidad y el agobio y la neurosis de las calles del centro amenaza a los que gastarán su dinero en productos inútiles para sus seres queridos. Sin embargo en Valldaura, un pequeño barrio de la zona norte, un día como hoy no se va de compras: se juega a la petanca

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Hay señores echándose unos vinos, y varios grupos de gente jugando partidas en las pistas. En las gradas algunas madres, unos chiquillos y nosotros intentando no llamar la atención porque parece que acabamos de entrar en un cortijo donde todo el mundo se conoce.

Por lo visto el Club Petanca de Valldaura es un lugar histórico para este deporte, especialmente días como hoy en los que hace sol y se puede estar literalmente en manga corta. Aunque "si quieres ver algo más animado" has de pasar al Club Coimbra, no muy cerca de aquí. "Allí hay más movimiento", comenta Bienvenido, un veterano que viene prácticamente cada día al club.

Sin petanca no sé qué haría, no me gusta el fútbol ni ningún otro deporte. Yo me he criado aquí y sinceramente me lo paso muy bien

La fama del Coimbra ha trascendido como uno de los sitios de referencia petanquera de la zona. Sin embargo una vez visitas el lugar te das cuenta de que no hay nada que hacer. Con su diseño más de acuerdo con los criterios del urbanismo moderno y mucho mejor localizado está vacío a la misma hora. Un rollo total, nos volvemos a Valladura.

Atravesamos de nuevo la barricada de abuelos y subimos a las gradas. Las señoras comentan los menús que han preparado para este fin de semana. Los que beben nos miran con lentitud y desconfianza. Hay mucho sitio para sentarse y ver la partida.

Hay un chico con un chándal gris que me parece que no ha fallado ni un lanzamiento. En cuanto se pone a tiro empezamos a charlar.

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Lo primera directa y contundente. ¿Qué opinas, la petanca es hobby o deporte? "Que no es ningún hobby. La petanca es sentimiento y es mi vida". Alejandro Martín, de 15 años, lleva más de 8 jugando y durante la conversación descubrimos que ha sido 4º de Cataluña y 9º de España.

Alejandro (a la derecha), con un amigo

Evidentemente la pregunta duele a los fans de la petanca. "Sin petanca no sé qué haría, no me gusta el fútbol ni ningún otro deporte. Yo me he criado aquí y sinceramente me lo paso muy bien", continúa Alejandro, un poco nervioso ante su primera entrevista. "Que se piense que es un deporte de viejos es mentira, si te acercas a un club de petanca verás que hay muchos jóvenes, la petanca de competición es de los jóvenes".

Está claro que aquí pesan los prejuicios. Si pensamos que la petanca en una cosa de viejos es, en parte, porque nos gusta pensar eso pero no existe ningún deporte de la tercera edad. En todo caso los hay más generosos con las edades del jugador mientras que otros son muy exigentes y punto.

'¿Sabéis que en Francia hay gente que vive de esto?'. No solo es verdad sino que los jugadores españoles, que no ganan ni para dietas, les podrían dar un maldito repaso a los franceses

Le preguntamos por sus amigos. "Ya ni les saco el tema, a veces vienen a verme jugar pero me da un poco de vergüenza". No está conforme con que piensen que se pasa montones de horas a la semana jugando con abuelos: "se creen que es cuestión de tirar la bola y ya está, cuando en realidad hay mucha técnica. El terreno afecta mucho y no es fácil, tienes que tener la cabeza muy bien amueblada".

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Le llaman desde la pista porque van a empezar otra partida. Vuelve a la posición de tiro y lanza sus bolas de 780g con la precisión de una máquina. Ha golpeado las de sus rivales y ha colocado una muy cerca del boliche, aunque no lo suficiente para colocarse primero. Se sienten, igual que la petanca, muy poco valorados. La fama de esta disciplina les hace formar parte de un colectivo con una reputación gris y contemplativa. Mucho más parecida a los jubilados que beben en el bar de espaldas a las pistas que a ellos, jugadores precisos y dedicados con las manos endurecidas de manosear las bolas. "¿Sabéis que en Francia hay gente que vive de esto?". No solo es verdad sino que los jugadores españoles, que no ganan ni para dietas, les podrían dar un maldito repaso a los franceses.

Se acerca ahora Iván, de 30 años para hablar con nosotros. Es tío del chaval campeón y ambos tienen una puntería y una parábola de lanzamiento acojonante.

Iván

"Empecé a jugar a los 6 años, estuve federado hasta los 14 y lo dejé con 15  pero ahora he vuelto. Lo hago por diversión, nada profesional". Empezar en la petanca cuando eres viejo es lo normal para los jubilados de estas pistas pero "este deporte no tienen límites de edad" por eso no es raro encontrar gente que lo ha mamado desde crío.

Iván está orgulloso de haber vuelto a la petanca. Le da la oportunidad de supervisar los progresos de su sobrino. Le servimos la pregunta en una bandeja de plata: ¿qué significa para ti la petanca? Toma aire y mira a su alrededor. "La petanca es toda mi vida". Su padre fue petanquero, también lo fue su madre así que comenzó a jugar muy joven. "Para mí tiene la belleza que la infancia representa para cualquier persona. A mí nunca me ha dado vergüenza ser petanquero, ¡al revés! esto es divertidísimo. La vida tiene que ser diversión y esto lo es". Además de todo eso en las pistas se respira camaradería. "La vida es eso, respeto a la petanca y a los demás".

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El interior del Club de Petanca Valldaura

"El club está subvencionado por el ayuntamiento" pero la pasta viene de los socios. Ellos construyen su cantera a base de venir a jugar cada día que  pueden. Con frecuencia el Valldaura acoge jornadas de la liga catalana y los locales les "interesa que ganen nuestros jugadores, que saquen ventaja de conocer el campo y ganen la liga".

'A la hora de jugar tendría que estar prohibido beber y fumar, es culpa de la federación que pasa de todo'

Otro jugador veterano nos revela la fórmula de todo esto. "Un 70 por ciento es conocer a tu adversario" y "lo que sabes psicológicamente sobre la otra persona", el 30 restante es habilidad, el "duende gitano" como le dicen por aquí. Muchos ancianos no lo toman muy en serio, a veces beber parece la única y verdadera debilidad, aquello que hace de esto un deporte al fin y al cabo "peligroso". "Una vez un señor iba tan morado que al lanzar la bola perdió el equilibrio, se cayó y se partió la pierna". Iba borracho como una cuba y con los huesos como de cartón de embalar.

"A la hora de jugar tendría que estar prohibido beber y fumar porros" eso no se controla en la petanca nacional y "es culpa de la federación que pasa de todo". Beni Fernández, de 48 años, es la única chica aquí esta mañana. Lleva más de dos décadas lanzando. "Juego desde el 92, empecé ya mayor porque yo era de las que pensaba que era un deporte para abuelos".

Beni viene cada sábado y domingo siempre que puede. Estamos hablando con una campeona de la liga nacional española. "El tema de la de la edad es delicado porque nos dividimos entre los que lo vemos como un deporte y los que lo ven como un hobby". Mira hacia el bar del club, "para mí es un deporte y para aquellos señores es un pasatiempo".

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"Es necesario reivindicar la petanca, la están dejando muy de lado".  En Francia "es una pasada, juega muchísima gente y las pistas son como campos de fútbol". A los viejos que ves jugando en cualquier barrio de España esto les da igual.

En este sentido de momento la petanca lo tiene muy difícil, mientras los más activos competidores intentan cambiar la percepción del juego lo cierto es que muchos clubs como éste en Valldaura, (el Coimbra o el Canyelles también en la zona) se nutren de socios mayores. Los jubilados son una buena parte de las cuotas que cubren los gastos de las asociaciones. Pero la manera en que viven y usan las instalaciones perpetúan esa fama que tanto daño hace a este deporte. ¿De qué sirven las multitudinarias melés de los sábados por la tarde o que la cantera de mujeres sea de las mejores de Europa? Para los jugadores del barrio hay un problema grave de percepción de la petanca.

Los viejitos están más distraídos. Los hay que juegan y miran las partidas de petanca como aficionados. Pero también están los que viven más pendientes de la barra. Hacen comentarios graciosos y sonríen a cualquiera que pase por allí. Otros, sin embargo, casi miran como diciendo "largo de aquí". Hay vino, aperitivos, bocatas y patatas fritas. El café está bastante decente.

¿De qué sirven las multitudinarias melés de los sábados por la tarde o que la cantera de mujeres sea de las mejores de Europa?

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De repente dos crías enanas han aparecido en la pista lanzando las bolas con las dos manos. Bienvenido está junto a ellas indicándoles cómo se ha de jugar, una es su nieta.

"Empecé a jugar porque no sabía qué hacer, vengo más que nada porque vivo cerca del club. A algún sitio tengo que ir ¿no?". Bienvenido cuenta 74 años y lleva unos 15 jugando. Para él la petanca está muy lejos de ser un deporte aunque el escudo que adorna la pista o las taquillas brillantes donde los socios guardan las bolas indiquen lo contrario. Como los requisitos físicos son bajos lo ve como un entretenimiento.

Las dos pequeñas están jugando por primera vez. Les cuesta un horror lanzar las bolas a menos de dos metros delante de ellas. Eso sí, parece que lo están pasando de en grande. "Esto no puede ser un deporte porque no te da para vivir de ello".

Pero ¿por qué es tan popular en estos barrios? Según Bienvenido lo es porque te "da la ilusión de ganar algo con los premios" o el bote que puede poner un participante al inicio de cada partida.

Es la hora de comer y las pistas se están vaciando. Cómo no, antes de marchar hay que tomarse un aperitivo, casi todos paran por el bar antes de irse. Nos invitan a tomar algo con ellos pero, aunque el ambiente es agradable nosotros también nos vamos.

Por la tarde se celebran las clásicas melés de Valldaura. Las pistas se llenarán de petanqueros pros venidos de todas partes. Bajará la media de edad y no pararán de jugar desde las cuatro hasta que se haga de noche.

Ya sea porque "las pistas están cercas de casa" o porque te has criado con ello, la petanca es capaz de reunir a gente muy diferente. Parece que sea el único deporte capaz de conectar a todas las generaciones en una misma actividad, consistente en manosear unas bolas de metal y lanzarlas sin separar los pies. No solo como aficionados sino también como jugadores, algo tan inusual que resulta entrañable. ¿No os produce envidia la pasión y la tranquilidad que destilan los tipos que hemos conocido hoy? Hay un deporte ahí fuera que te da mucho y no cuesta prácticamente nada y que muy poca gente siquiera tiene en consideración: la petanca.

Artículo por Rubén Moldes y Niccoló Massariello