Por muchos años me negué a escuchar música country. Incluso la aborrecía. Mi pasado relacionado al hip hop y géneros orientados a las percusiones hacían que mis oídos fueran alérgicos a las solitarias guitarras acústicas. Mucho antes, cuando era apenas un chico y en la radio sonaba “El Jugador” de Kenny Rogers, me pregunta por qué la programaban si era tan, desde mi limitado punto de vista, aburrida.
Durante los ochenta existieron varias series televisivas que glorificaron la estética del vaquero: La Pequeña Cabaña en la Pradera, Águila Brava, Maverick, Forajidos y, por supuesto, la celebrada Bonanza. En la mayoría de ellas, la trama discurría en un poblado del salvaje oeste que era visitado con cierta regularidad por indios que eran bien transas, bandoleros mexicanos, forajidos o asaltantes de banco, que el alguacil en turno tenía que combatir atrincherado en la barra del Saloon de la localidad, acompañado por vecinos preocupados por mantener la paz de su armonioso poblado que era una excepción en esa tierra de nadie.
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Por mucho tiempo el country eso era para mí: vaqueros bebiendos caballitos de bourbon de hidalgo mientras con la mano libre disparaban a carretas en vertiginosas huidas transportando dinamita. La conquista del oeste en la que solo los Todo-Americanos podrían ser exitosos.
Después de unos años, me di cuenta que muchas de mis bandas favoritas tenían una buena dosis de sonido country. Fleetwood Mac, Hendrix y Zeppelin son claros ejemplos de lo anterior. En realidad, el rock y sus raíces blues fueron impregnadas de country desde antes de que nosotros nos pudiéramos imaginarlo. Los cantos de los esclavos en las plantaciones se abrieron camino hasta las fogatas de los empleados de las plantaciones que interpretaban canciones que después dieron origen al country.
Las bandas inglesas siempre han tenido un romance con ese sonido. Noel Redding y Mitch Mitchell (ambos ingleses) del Jimi Hendrix Experience aportaron una buena cantidad de country al sonido clásico del guitarrista de Seattle. Huelga recordar el Led Zeppelin III, quizás el disco de rock country más celebrado de la historia. “Gallows Pole”, una canción con muchos siglos de edad, que relata la historia de una doncella condenada que clama por alguien que le compre su libertad al verdugo que la posee. El tema es por demás característico del profundo lejano oeste.
Con los años pude apreciar el elemento country indispensable en la fórmula del blues y eventualmente disfrutar de la estética del vaquero y su guitarra en pleno efecto. Todas esas películas y series de televisión habían ganado.
Como mencionaba antes, en Inglaterra existe gran devoción por el género y junto con los Estados Unidos son los dos países en donde más country se produce. Sin sorpresas.
Para la reciente edición del Record Store Day, el sello Comb & Razor comandado por Uchenna Ikonne, que es considerado como una de las máximas autoridades dentro de la música nigeriana, editó el título Like Nashville in Naija: Nigeria’s Romance with Country Music Yesterday and Today. Como su nombre lo indica, el álbum incluye pistas country compuestas por músicos nigerianos.
Así es. En Nigeria existe, también, un idilio con el sonido country de la pradera americana. De acuerdo a las notas de Uchenna en el disco, la música country ha sido adorada en Nigeria desde los años setenta. De hecho, él llama al género incluido en la compilación sentimental country y atribuye su éxito en el oeste africano a la espiritualidad y sensibilidad propia del género creado por ingleses y americanos.
La compilación abre con “The Seed of Love” de Actor Alile que acalla todas las dudas que pudieran existir acerca de la calidad musical de lo que está incluido en el álbum. La rola tiene esa entonación vocal llena de melancolía acompañada por la instrumentación básica del country: bajo, guitarra y batería. ‘Lidina Lole’ de Fred Donn es otra pista con claras reminiscencias de los clásicos cantantes voz de barítono del género interpretada en uno de los lenguajes propios de Nigeria. Definitivamente los nigerianos hicieron su tarea estudiando a Hank Williams, John Denver y Willie Nelson. Sin artilugios.
El sello Comb & Razor se ha colocado como una de las referencias indispensables cuando se habla de música nigeriana y ha editado colecciones de boogie y disco, así como reediciones de clásicos del afrobeat de ese país. A pesar de que las ediciones de afrobeat y boogie son muy exitosas en esta ocasión el sello decidió tomar un riesgo seleccionado country y una vez más el sello ha dado en el blanco.
La prestigiosa plataforma The Vinyl Factory nombró a esta colección de Comb & Razor como una de las ediciones especiales del Record Store Day indispensables y más allá de lo ‘exótico’ que puede sonar la idea de country africano la compilación está llena de canciones que nos remiten a vaqueros nigerianos cabalgando en el atardecer hacia el horizonte en la sabana nigeriana.
En Revancha contamos con copias del Like Nashville In Naija y otros títulos de Comb & Razor.
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