La ‘Profeta de Dios’: la texana que esclavizó durante 15 años a cuatro migrantes

Ingrid y Yuri nacieron en una pequeña comunidad en Coahuila, un estado localizado al norte de México. Vivían en la misma calle que Olga Sandra Murra, por eso a los ocho años la conocieron.

Desde ese entonces, Olga Sandra comenzó a visitarlas para enseñarles conocimientos bíblicos. Fue a esa edad que les pidió que se quitaran la ropa, se quedaran desnudas y repitieran en voz alta versículos de la Biblia. Cuando las niñas fallaban, las golpeaba con una tabla. Otras veces las jalaba del cabello; otras, les lanzaba manotazos en la cara.

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Durante ese periodo convenció a las niñas que era una «profeta de Dios» .

Muchos años después las hermanas confesarían que lo creyeron: fue una dogma que se quedó en su inconsciente de niñas, y que con los años sería reforzado con golpes y torturas.

Cuando Ingrid y Yuri cumplieron 18 y 25 años, Olga Sandra ofreció llevarlas a Estados Unidos. Ellas aceptaron. Les dijo que podrían continuar sus estudios y ganar algo de dinero para enviar a casa.

Las jóvenes atravesaron el desierto y al llegar a ese país les consiguió un número de seguridad social falso para trabajar. Rápidamente las colocó limpiando casas, pero nunca pudieron enviar dinero a casa.

Sandra Olga les quitaba todo y las obligaba a trabajar jornadas de hasta 20 horas. Las hermanas le entregaban semanalmente hasta 700 dólares.

A los pocos años de esclavizarlas, Sandra llevó otras dos personas a Estados Unidos a los que prometió ayudar a tener una vida mejor: Vania, la hija que había tenido su padre con otra mujer, y Maurizio, un mexicano originario también de Coahuila.

A él le consiguió trabajo en restaurantes de comida rápida y tiendas departamentales; a ella limpiando casas, como a las hermanas Ingrid y Yuri. Ahora eran cuatro quienes vivían atemorizados por Olga Sandra, que les repetía que tenía contactos con la Agencia de Aduanas e Inmigración, organismo que los podría deportar.

Ellos la respetaban hasta el miedo.

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