Este artículo contiene spoilers.
“¿Pueden pensar las máquinas?” preguntó el matemático Alan Turing en su ensayo de 1950, “Computing Machinery and Intelligence.” Esta pregunta está al centro del ahora limitado examen Turingpara determinar si una computadora tiene una inteligencia similar a la humana. El examen de Turing desde entonces se ha convertido en la piedra angular de la ciencia computacional moderna y el estudio de inteligencia artificial, inspirando a cientos de científicos, filósofos y matemáticos para tratar esas mismas aguas. Turing, no obstante, nunca supo de su contribución a la historia, porque el 8 de julio de 1954 se suicidó con una manzana envenenada con cianuro.
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El director Morten Tyldum sabía sobre el examen Turing, pero el hombre que lo había creado era una sombra muy grande en la historia. Eso fue hasta que el guión de El Código Enigma cayó en su regazo. “Pensé que conocía la historia bastante bien. Pero me sorprendí muchísimo al ver que eso no era cierto y, aún más, me entristecí por ser una historia realmente trágica,” dice Tyldum. “¿Esto realmente sucedió? Entre más investigaba, más me obsesionaba.” Tyldum, quien nunca había dirigido una película de época inglesa, o una película inglesa por sí sola, sabía que tenía que compartir la historia de Turing y hacerle justicia por su trágico final. Luego, la primera adaptación de la biografía de Turing, The Imitation Game, (Así se titula la película en los países angloparlantes) vio la luz del día.
La historia que la mayoría de las personas no conoce, tiene todos los ingredientes para hacer un thriller lleno de acción. Turing era un descifrador de códigos en la Segunda Guerra Mundial, y ayudó a descifrar la máquina cifradora llamada Enigma que los militares alemanes usaban para codificar toda su comunicación. En la película, la misión parece imposible, ya que Turing y su equipo intentan con dificultad lograr romper el código antes de 24 horas, pues los alemanes resetean todas sus máquinas en la mañana del día siguiente. Lo difícil de la situación es magnificado intensamente con el fuerte sonido del segundero de un reloj e imágenes de la guerra tomadas directamente de archivos históricos. Todos los demás hilos narrativos se revuelven alrededor del hilo conductor y llegan al clímax cuando se rompe el código. Los historiadores estiman que el éxito de los descifradores de Turing y Bletchley Park acortaron la guerra entre dos y cuatro años.
Desarrollar las instancias emocionales del personaje de Turing fue complicado, explica Tyldum. Ellos fueron a conseguir testimonios de familiares, biografías escritas y el archivo de la correspondencia de Turing. Sin embargo, no había ningún registro en video del matemático sobre el que el actor Benedict Cumberbatch podría basarse, así, cómo podrían retratar las complejidades internas y dimensión emocional sin hacerlo parecer una máquina o la caricatura de un genio era la cuestión que querían tratar. Determinaron que Cumberbatch como Turing tendría un pequeño tartamudeo, una decisión editorial que denotaría la idea de que la mente de Turing estaba constantemente en un movimiento más rápido de lo que podía articular. Los momentos humorosos tenían que ser respetuosos y nunca a costa de hacer a Turing un espectáculo. “Nunca querríamos que la audiencia se riera de Turing,” añade Tyldum.
Los golpes emocionales resuenan en una de las escenas más fuertes de la película: cuando se hace un brinco del flashback de Turing de niño, recibiendo la noticia de que su amigo, Christopher, había muerto, a una escena de Turing viendo la computadora que rompería el código más adelante – simbólicamente llamada Christopher. La muerte de Christopher estaba originalmente a la mitad del guión, dice Tyldum. “Tuvimos que mover un par de cosas para hacer la narrativa más clara, para que la línea emocional fuera más fuerte. Todo viene desde la muerte de Christopher y esto lo sabemos porque le escribió a la madre de Christopher el resto de su vida.” Esta yuxtaposición entre pasado y presente, de hecho, fue construida en el cuarto de edición de William Goldenberg, quien recientemente ganó un Oscar por su trabajo de edición en Argo y recibió una nominación por Zero Dark Thirty.
En la película, Turing discute “el juego de la imitación” en una celda con un policía después de haber sido arrestado por los entonces actos criminales de las “prácticas homosexuales.” “Es una pregunta estúpida. Por supuesto que las máquinas no pueden pensar como las personas. Pero ¿que algo piense diferentemente significa que no está pensando?” Le pregunta Turing al policía (y a la audiencia), continuando “¿Eres humano o máquina?”
Goldenberg a propósito dejó el monólogo de Turing como una sola toma larga: “La mejor decisión fue no cortarla. Uno ve estos momentos de magia cuando una película se está trascendiendo a sí misma, y de repente estás viendo una persona real. Uno tiene que construir una escena alrededor de eso.”
Un examen llamado Lovelace 2.0 ha sido propuesto como una alternativa al examen de Turing. El examen le pide al agente artificial que cree “artefactos creativos” tales como pinturas, poesía, historias o diseños arquitectónicos, explica Mark O’Reidl, un profesor asociado en la Escuela de Computación Interactiva en el Instituto de Tecnología de Georgia. Por medio de examinar las capacidades creativas de un sistema computacional, se podría establecer o determinar si algo contiene, realmente, inteligencia. “La creación de ciertos tipos de artefactos como historias, requiere un reparto amplio de capacidad de inteligencia del nivel o tipo humana,” él escribe.
Muchos artistas han estado experimentando con máquinas autónomas creadoras de arte e inteligencia artificial. Por ejemplo, Paul-IXes un autómata programado para transformar información visual en dibujos. El hombre detrás del autómata, Patrick Tresset, escribe, “El elemento tecnológico de mi práctica apunta a desarrollar sistemas computacionales capaces de crear, autónomamente, cosas que podrían ser consideradas como obras artísticas.” Para que Paul-XI pueda pasar el Lovelace 2.0 tendría que tener la capacidad de ser creativo sin la ayuda de Tresset.
Si siguiera vivo hoy en día, Turing, a la edad de 104, hubiera recibido un perdón oficial por la persecución que sufrió por ser homosexual, hubiera visto el primer matrimonio homosexualen el Reino Unido y la primera computadora en “pasar” su examen. Un programa computacional llamado “Eugene” engañó a 10 de sus 30 jueces humanos en pensar que era uno de ellos – el punto de referencia que Turing definió en su examen. David Auerbach de Slateadvierte en contra de creer que pensar es un verdadero indicador de la humanidad de Eugene: “No comprende nada de la conversación. En vez, intenta evitar que el juez tenga control de la conversación – de esa manera, tiene que responder tan poco como sea posible.” Él añade, “Lo sorprendente y misterioso del examen de Turing sigue, no obstante, siendo fascinante.”
“Turing puso en tela de juicio ideas ilusorias de lo que significa ser un humano, qué significa estar vivo,” dice Tyldum. “Para mí, su relación la máquina descifradora que él construyó es la relación más importante de la película.” Tyldum solo se alejó de los diseños originales de la real “Christopher,” conocida como “Bombe,” por medio de agregar enredos extremos de llamativos cables rojos “para significar venas llenas de sangre,” él dice.
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