En una sala de Zoom aparecen rostros felices esperando la bienvenida al mundo del goce y el placer. Algunas personas toman su copa de vino, otras corren a bajar la intensidad de las luces de su living. Una pareja integrante de la comunidad BDSM es invitada a la sala por la anfitriona. Vestidos con ropa de cuero negro, él y ella muestran imágenes de mujeres y varones con esposas en las muñecas, juegan con vulvas y penes de peluche frente a la cámara, hablan de los juicios que llevan a muchos a practicar únicamente el sexo vainilla —término aplicado al llamado sexo convencional que no incluye elementos BDSM o fetichisimos—, invitan a cuestionarse y a conocerse.
A quienes hemos permanecido solos durante la cuarentena, los interrogantes sobre cómo estamos viviendo nuestra sexualidad comenzaron a perseguirnos con intensidad. El encierro nos da tiempo para reflexionar de qué manera queremos vincularnos sexualmente cuando tengamos nuevamente la posibilidad de hacerlo. “Quienes tienen el privilegio de estar pasando esta cuarentena relativamente tranquila están encontrándose con su propia sexualidad. Quienes están pasando solos y solas este periodo frenaron el sexo, lo vieron desde afuera y comenzaron a entender cómo se quieren relacionar sexualmente a futuro. Tuvimos un repensar, conectar y aprender”, dice Tati Español, divulgadora sexual y transfeminista argentina.
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Por un lado tenemos la oportunidad de cuestionar la relación con nuestro propio cuerpo y con otros. Por otro lado, el acceso a las respuestas es cada vez más sencillo. Fue inevitable que los talleres sexuales online explotaran. La posibilidad de asistir de forma anónima a un taller sobre BDSM, sexo oral, anal y masturbación hizo de nuestras camas un lugar cómodo para el aprendizaje.
Carla tiene 30 años, hace tiempo que explora la sexualidad desde el arte. Trabaja con piezas audiovisuales que muestran cuerpos en búsqueda del deseo. Esta inquietud, así como su interés por el autoconocimiento la llevaron a inscribirse en un taller dictado por la terapeuta holística Lucía Mishquila Brichta (@luciatantra) a través de Zoom: “La sexualidad es una temática que me interpela desde hace mucho tiempo. Desde que saco fotos pongo a la gente en pelotas, la desnudez es parte de mi vida. Quiero sacar ese costado deseante, desde mi lado y desde la gente que me rodea, siempre queriendo generar una imagen de cuerpo libre y sujetos sexuales”.
El taller se llama Tantra para mujeres: prácticas de masturbación y autoerotismo Tántrico. Consistió en dos encuentros donde se conectaron casi 40 mujeres, algunas con la cámara prendida. La primera sesión se centró en el componente teórico. La segunda, en cambio, fue totalmente práctica: hicieron meditaciones y bailes, y más tarde se dedicaron a la exploración desde el tacto. “En ese momento me concentré en bailar con gente que ni siquiera estaba viva en este plano, volé mentalmente. Ya para la segunda parte del taller nos situamos en otras cosas, podíamos hacerlo desnudas si queríamos. Yo estaba menstruando, así que me puse una camisa medio suelta”, cuenta Carla. “Pasaron los minutos y cada persona empezó a tocarse, siempre desde la conexión y desde el amor. Lo sentí cero agresivo; fue ahí cuando me desnudé por completo. Al principio me dio un poco de pudor, nunca había estado desnuda y tocándome frente a una pantalla. A veces siento que lo viví como algo performático. De todas formas logré concentrarme en la situación y entrar al tantra. Llegué a la paja literalmente. No sé si todas llegaron a la paja, pero yo me estimulé como nunca en mi vida, me sentí bien, con una energía increíble”.
El escenario cambió, no solo está presente la oportunidad de cuestionar nuestra propia sexualidad sino la intención de aprender universos que se nos escapaban de los cuerpos, ya sea por carencia de tiempo, diálogo o privilegios que no nos cuestionamos antes. Ahora sí, los interrogantes sobre los placeres de otros géneros nos resultan atractivos a un clic de distancia.
Gonzalo tiene 30 años y se enteró por las redes del taller Vulva, versión para varones cis género. Se trata de un taller que originalmente está dirigido a personas con vulva, y que Tati Español reorientó para un nuevo público. “Como varón entiendo que hay muchas cosas que se nos escapan por más buena predisposición que tengamos, y me pareció hacer algo más serio dedicado al placer de la otra persona, ya sea darle un marco teórico a lo que sabía previamente o bien aprender algo nuevo”, dice Gonzalo.
A la sesión se conectaron 50 varones con las cámaras prendidas, que fueron invitados a intervenir, preguntar y ser parte de la reconstrucción del placer femenino. Según Tati Español los varones que suelen asistir a este taller “son personas que están bastante deconstruidas, porque este taller no se trata de dar tips sino de enfrentar al varón con sus privilegios, con la mochila sexual que cargamos las mujeres; están advertidos que va a tratarse de eso”.
Actualmente Gonzalo cuenta que no está en pareja, pero que este taller lo invitó a querer resolver a futuro algunas cuestiones personales. “Es interesante saber que hay cosas que repito en mi práctica sexual por una cuestión histórica o saber que evidentemente hay algo de lo que me estoy perdiendo, se trata de replantear las formas, de ver qué puedo sumar y dejar de arrastrar sin caer en una cosa conspirativa, sino en la intención de buscar una explicación cultural”, cuenta. “Entendí que es esperable que actuemos de determinada manera porque hay una estructura detrás que lo soporta y eso es terrible, pero ese día fuimos 50 varones intentando desandar ese camino nefasto”.
Francesca Gnecchi, periodista especializada en sexualidad, trasladó a Zoom el ciclo Erotic Talks, que ofrecía en distintos bares a puertas cerradas de la ciudad de Buenos Aires. El primer taller lo hizo en mayo y lo dedicó al BDSM: “Se acercó gente más grande con la idea de olvidarse de la vergüenza por estar yendo a un taller sobre sexo. Evidentemente muchos de ellos nos dicen que no se animarían a asistir de forma presencial, pero sí en formato online ya que existe la posibilidad de no ser visibles, de no estár con la cámara prendida si no quieren”, cuenta. “De todas maneras intentamos que eso no suceda, promovemos que el tema deje de ser tabú, que nos veamos las caras y podamos conversar, pero puede pasar lo contrario y que permanezca en el anonimato”.
Según Francesa, los talleres online tienen un público mucho más variado que los presenciales. No solo se inscriben personas de distintas edades, sino que también con perspectivas del sexo diferentes. “La experiencia posibilitó que se unan personas de otros países con diferentes visiones en torno al sexo. He notado cómo en Uruguay no hay tanta información entonces piden más bibliografía, mientras que los españoles están más abiertos. De todas formas hay algo que es global y recurrente: ciertas fantasías unen culturas, como por ejemplo, el trío, el disfraz, el látigo, el BDSM”.
Cada taller, sostiene Francesca, enseña algo distinto: “Ayudan a disfrazar la educación sexual. Todavía hay gente que confunde vulva con vagina o que tiene mitos metidos en la cabeza: la frecuencia sexual, el tamaño del pene en relación a la intensidad de placer, entre otros. Es por eso que la difusión de información sirve tanto para educación como para calmar las mentes sobre lo normal que es no tener deseo en cuarentena, sobre cómo la sexualidad no tiene por qué ser falocéntrica”.
Las salas de Zoom se han convertido en reducidas academias de formación online que tranquilizan las mentes, alivian la ansiedad de cómo se puede gestionar nuestra sexualidad en estas épocas y quitan dudas existenciales a posibles problemas futuros frente a un encuentro con otra persona.
La intención de adelantarse a cómo generar placer en un futuro poscuarentena es algo con lo que Mariana Kersz, psicóloga y sexóloga, se encontró frecuentemente en sus talleres online: “Algunas personas que me decían, ‘yo ahora estoy sola, pero estoy hablando con alguien que me interesa y me gustaría practicar esto (ya sea sexo oral, sexo anal, sexo tántrico) cuando la cuarentena termine’. Evidentemente hay un interés que se empieza a despertar y que tiene que ver con que un espacio prepandemia no nos permitía centrarnos en eso. También veo más curiosidad por el autoconocimiento y la masturbación. Se abrió la curiosidad del amor por el saber, del amor por el propio cuerpo, de entendimiento. Estando solas nos encontramos frente al espejo permanentemente, y en ese encuentro existe el autodescubrimiento y autoconocimiento constante. ‘Desde que te sigo chapo fuerte con Roberto todos los días’ me dicen por Instagram, son códigos que se utilizan en mi cuenta”.
Roberto y de Mabel son los nombres que ella utiliza para hablar de los sujetos deseantes. En su cuenta de Instagram juega con almohadones en formas de penes y vulvas para explicar, de manera simple y sencilla, los mitos y tabúes que rondan en nuestras mentes a la hora de un encuentro sexual. ¿Cuánto mide el pene promedio? ¿Hay culturas que tienen el pene más chico y otras que tienen el pene más grande? ¿Cuánto mide la cavidad de la vagina?. Estas son algunas de las preguntas que Mariana responde en un video en sus redes sociales.
Entre las curiosidades y preguntas que intenta responder cuenta que la falta de deseo durante la cuarentena fue una de las consultas más recurrentes en sus redes sociales: “La cuarentena trajo algo en relación con la rutina, si una persona está todo el día en pijama y no puede seducirse a sí misma difícilmente puede seducir a otra. La palabra clave es la conquista, no hay nada mejor que empezar a conquistar, empezar a mirarse mejor frente al espejo. La realidad es que el mito de la sexualidad espontánea está muy presente. Es decir, el sexo no tiene que fluir todo el tiempo, no es real, a veces se construye, el día a día debe tener una búsqueda, el chape fuerte te une con tu pareja”.