Comida

La sopa de hamburguesa es una monstruosidad

Si hay algo que nunca puede cansarte, es una hamburguesa jugosa y una gruesa rebanada de queso juntas dentro de un bollo esponjoso. Es un clásico de la comida rápida que nunca pasa de moda, y mientras lo sirvan con queso, puedes abusar de la glotonería y acompañarlo con aguacate, champiñones portobello o cualquier otra cosa que se te antoje. Todo es bienvenido, excepto la ensalada de col.

O eso creía. Porque resulta que una nueva versión de la hamburguesa, otro fenómeno de salud gringo, llegó hasta las cocinas danesas: la sopa de hamburguesa.

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Ese parece ser el caso si puedes confiar en los usuarios del grupo gastronómico de Facebook más popular en Dinamarca, What are we having for dinner tonight? (¿Qué vamos a cenar esta noche?, donde miles de daneses ordinarios y felices (aunque a veces también bruscos) comparten sus fotos para nada photoshopeadas de cualquier cosa que vayan a comer.

Ya sabemos qué estás pensando: “¿Y qué?” Pero escucha, olvida todo lo que sabes sobre la cultura de la comida. Si eres miembro del grupo, recibes información diaria y fidedigna de los hábitos alimenticios de los daneses en tiempo real.

En este punto, probablemente ya tengas una idea en tu cabeza de cómo se debería ver una sopa de hamburguesa, pero no. La sopa no son cuatro discos de carne molida licuados en un procesador y tampoco es un fenómeno de la alta cocina. La sopa de hamburguesa es una parte de la gastronomía estadounidense bien establecida e incluso existe una versión producida en masa por el titán de las sopas enlatadas, Campbells.

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Pero la versión que prolifera en las cocinas danesas parece ser una interpretación que, en años recientes, se ha propagado por todos los blogs LCHF. LCHF son dietas “Low Carb High Fat” (Baja en carbohidratos, alta en grasas) que, entre otras cosas, implica eliminar todos los productos de grano y comer mucha carne y col.

Se supone que de esta manera puedes perder peso y estabilizar el nivel de azúcar en sangre. Pero no puedo evitar pensar que una dieta como esta debe tener consecuencias gaseosas importantes para el sistema intestinal de quien la sigue.

Yo que necesito reducir mis niveles de azúcar en sangre, pero también padezco de intestinos sensibles, me encuentro en esta paradoja. Pero no es una paradoja tan grande como la sopa de hamburguesa misma.

La versión danesa de la sopa de hamburguesa, de hecho, contiene lo que una buena hamburguesa debe llevar: res, queso y tocino. Es un paso en la dirección correcta, pero a partir de ese punto cae en picada… y rápido. La col, el caldo de res y el puré de tomate no tienen nada que ver con una buena hamburguesa.

Lo cual, me lleva a preguntarme lo siguiente: ¿Por qué carajo la llaman “sopa de hamburguesa” cuando no tiene absolutamente nada que ver con esa delicia de la comida rápida?

La única razón por la que la sopa que podría ser atractiva hecha con col, carne y queso se puede relacionar con la comida rápida es quizá porque es más fácil tragarla que la hamburguesa en sí. Pero seamos realistas, fanáticos de las dietas: no están engañando a nadie. Esto es sólo una entrega más de una larga lista de versiones absurdas de la hamburguesa, junto con el Big Mac-roly-poly y los nachos de hamburguesa con queso. La sopa de hamburguesa es tanto una hamburguesa como estas gomitas Trolliburger.

Bueno, ahora voy al supermercado para comprar col y caldo de res para combinarlo con queso crema y queso rallado. Pero jamás comeré sopa de hamburguesa. Nunca, mientras viva.