Música

Lo único bueno de ’13 Reasons Why’ es su soundtrack

[Este artículo contiene spoilers de 13 Reasons Why. Dicho lo cual, pues, haz lo que te dicte tu voluntad].

Mientras crecía en la década de los dosmiles, tuve un Donnie Darko de cartón todo chueco clavado en la puerta de mi cuarto, de modo que cuando la gente viniera, lo primero que veían era que era fan de Donnie Darko (¡cool! ¡qué atrevida!). Ahora que soy adulta, puedo admitir que no era fan de verdad. Encontré la trama semi-incomprensible y por alguna razón los ojos tristes y suaves de Jake Gyllenhaal me hicieron sentir incómoda —además, ¿qué pedo con el conejo? Pero, a pesar de que mi ser adolescente no comprendía realmente el atractivo de este clásico de la ciencia ficción, su banda sonora, bellamente ingeniosa y estilizada, compuesta por una combinación de pistas indie de los años ochenta e instrumentales de sintetizador, penetró profundamente mi cerebro y se me pegó por años.

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Lo que me lleva a algo diferente pero mas o menos igual. Un par de meses atrás, Netflix lanzó una serie original llamada 13 Reasons Why, basada en un libro de 2007 del mismo nombre. Probablemente la has visto, o por lo menos has oído hablar de ella, porque es de lo único de lo que se habla (es el programa más tuiteado del 2017 hasta ahora AKA el Stranger Things de este año).

Esto es lo que ya sabes: el programa cuenta la historia de una estudiante de preparatoria llamada Hannah que graba 13 cintas antes de suicidarse, con cada cinta (y episodio) dirigiéndose a un estudiante distinto que ella dice que contribuyó en su muerte. Sin embargo, se trata principalmente de la cultura de la violación y del slut-shaming (entiéndase por esto, cuando ciertas mujeres se acusan de putas entre sí) entre los adolescentes que han crecido con Internet. Y, a partir del tiempo transcurrido desde que se publicó, el programa ha sido criticado por sus provocadoras representaciones de la violencia sexual y la forma problemática en la que maneja la salud mental y el suicidio, aunque también ha sido absorbido por una gran horda de jóvenes que lo encuentran un poco adictivo.

Obviamente, puse Netflix y la puse de inmediato porque sufro un miedo incontrolable a estar out. Pero lo que más me impactó no fue su torpe retrato del suicidio (we, ¿neta vas a lanzar lo que casi casi es una guía paso por paso hacia el suicidio en una serie cuyo público meta son adolescentes?) ni tampoco sus escenas de violación realmente traumáticas y explícitas (que merecen un artículo completo), sino su soundtrack. Porque mientras la trama puede sentirse como algo salido de la clase de cine de una prepa, y las escenas de violencia rayan en lo caricaturesco, la banda sonora es otro pedo. De su etérea mezcla de clásicos indie de los 80 con The Cure, The Call y Joy Division, a las canciones pop más recientes de Selena Gómez, School of Seven Bells, LUH, Chromatics y The Japanese House, la música tejida a lo largo de 13 Reasons Why supera a la serie como tal.

La mayoría de nosotros puede recordar lo que era ser un adolescente: las desveladas de verano, los crushes febriles que jurabas eran amor verdadero, el sabor amargo del vómito después de empedarte por primera vez, las sesiones de faje en el parque y el estado constantemente fluctuante de la angustia y el romance vertiginoso. No siempre era divertido, pero al menos se podía jugar con la posibilidad y la emoción y las interminables extensiones del tiempo-una idea que 13 Reasons Why explota y utiliza a lo largo del programa, con música que es empujada al frente de cada escena, apareciendo como el repentino flujo de hormonas juveniles.

La primera canción que escuchamos durante los créditos de apertura es la cálida “More than Gravity” del dúo folk Colin & Carolina. Es el tipo de canción sin importancia que apenas se nota flotando en algunas bocinas de una cafetería o en el radio del coche de tu papá, pero enmarcada dentro del contexto de un drama de preparatoria estadounidense, se siente como la melodía tranquila antes de la tormenta. Apenas unos minutos después ya nos ubicamos en las soleadas calles de California, los desolados y agridulces riffs de “Love Will Tear Us Apart” de Joy Division saliendo del estéreo de un Mustang rojo. Es una canción que de alguna manera es cínica y esperanzadora, y se ha utilizado una y otra vez en el cine y la televisión (Donnie Darko, Wristcutters, 24 Hour Party People) como advertencia para un accidente inevitable. La forma en que la música aparece en este tránsito esporádico entre el calor y la oscuridad, la luz y la sombra súbita, capta perfectamente el flujo emocional específico de la existencia adolescente; esa sensación de tener una noche jodida, y todavía tener que ir a la escuela a la mañana siguiente, con la tarea en la mano como si nada hubiera pasado.

Por supuesto, si hubo una década que estuvo particularmente marcada por el poder de la emoción adolescente, fue en los años 80 —y 13 Reasons Why retoma esto con naturaleza. De los sensibles sonidos new-wave de “The Walls Came Down” de The Call (aparece después de una escena de pelea) a las melodías pop de “Fascination Street” de The Cure (suena cuando Hannah detalla cómo fue acosada) pasando por el ultra-dramático sintetizador de “Vienna” de Ultravox (interpretada al final de la serie), hay una razón por la cual tienes un constante nudo en la garganta durante tantas de estas escenas, y tiene muy poco que ver con la historia misma. En cambio, los significantes de los años 80 levantan todo, inyectando la serie con una pasión y un matiz muy necesarios. Ver a Hannah esbozar el plan de su propio suicidio en el episodio 12, por ejemplo, genera una sensación tan estremecedora que llegarás a percibir en tu aparato lagrimal, pero el cover de Roman Remains de “The Killing Moon” que reluce en el fondo hace el programa equiparable a una película de cine de culto indie como Donnie Darko, mas que a una serie de Netflix.

Algunos afirman que la banda sonora del programa es un homenaje directo a John Hughes —el director detrás de las películas más emblemáticas de los años ochenta como The Breakfast Club, Ferris Bueller’s Day Off y Pretty in Pink— y ciertamente hay casos en que estas referencias son perceptibles (anclando una canción como “The Night We Met” de Lord Huran a una escena romántica en un baile escolar, por ejemplo), aunque no estoy segura de que sea tan claro como eso. Los clásicos de los 80 también son molidos junto a rolas post-punk o indie mucho más recientes, haciendo de todo el asunto un reflejo de la adolescencia en general, mas que un viaje de nostalgia total. La contribución de Selena Gómez (un cover francamente increíble de “Only You” de Yazoo-AKA la canción de amor más grande de todos los tiempos) une estas ideas, mostrando cómo el soundtrack intenta ser icónico pero también orientado hacia el futuro y, de alguna forma, eterno.

Si no has visto 13 Reasons Why todavía, no estoy segura de poder recomendártela. Pero, a pesar de las caídas obvias que tiene el programa, la banda sonora puede apreciarse como una obra por sí misma. La música en 13 Reasons Why se ejecuta perfectamente, con cada canción tejiendo una narrativa de placer y dolor, de deseo y angustia, y de todas las emociones que vienen con ser joven e impotente con la comprensión de que cosas bien jodidas pueden pasar. El soundtrack añade un brillo de estilo y credibilidad a algo que claramente lo requiere —y mientras que la serie en sí probablemente se desvanecerá con todos esos otros programas sobrevistos que hemos olvidado, la banda sonora seguramente persistirá por mucho tiempo más.