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La verdad sobre Devo, la banda de rock más incomprendida

Este artículo apareció originalmente en Noisey US.

El 4 de mayo de 1970 la Guardia Nacional de Ohio abrió fuego contra una multitud de estudiantes desarmados de la Kent State University, que protestaban por el bombardeo en Camboya por parte del ejército estadounidense. Un estudiante de arte llamado Gerald Casale se encontraba en medio del caos, corriendo para poder escapar del gas lacrimógeno y las balas, mientras que dos de sus amigos, Alison Krause y Jeffrey Miller, sucumbieron a disparos de rifles M-1. El incidente, que dejó un total de cuatro muertos y nueve heridos, pasaría a la historia como una pérdida de inocencia cultural, como un ejemplo desgarrador del descontento político y social de Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. También marcó el nacimiento de Devo, la banda y proyecto multidisciplinario que Casale empezaría con un grupo de amigos afectados por el tiroteo en los meses posteriores al incidente.

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“En la primavera de 1970 yo podría haber sido descrito como un hippie inteligente y políticamente consciente”, contó Casale, quién había sido elegido para prestar servicio militar pero que al final logró obtener una prórroga médica. “El 4 de mayo de 1970 cambió todo eso en un nanosegundo de disparos. Mi trauma era indescriptible. Probablemente habría calificado como una crisis nerviosa. ¡NO MÁS TIPO BUENO!”.

Con el campus cerrado y sin ningún lugar al que ir, Casale y sus amigos se refugiaron en Akron, hogar de Mark Mothersbaugh, un estudiante de arte de medio tiempo de Kent State con una habilidad para el grafiti que llamó la atención de Casale. Al analizar las secuelas del evento, el dúo empezó a colaborar; se influenciaron del Dada y otros movimientos artísticos de entreguerras para crear versiones extrañas y desconcertantes de posters agitprop, gráficas cincuenteras y panfletos religiosos. También empezaron a hacer música —Casale en el bajo, Mothersbaugh junto a uno de los primeros sintetizadores Moog— con la esperanza de capturar el sonido de cosas desmoronándose.

Incluso antes del tiroteo, Casale dice haber sentido la regresión de la sociedad estadounidense. Incluso tenía un nombre para el fenómeno —”devolution” o “devo” para sintetizarlo— un concepto artístico y literario que había concebido con su compañero de clase y poeta Bob Lewis, quien también tocó en la banda por un breve periodo. Era una respuesta, dice Casale, a la promesa fallida del progreso utópico que habían vendido los políticos post-segunda guerra mundial, así como la cultura de consumo. Pero lo que había empezado como un chiste interno, como material para discusiones nocturnas y para el trabajo de grado de Casale, había tomado un nuevo peso y una nueva urgencia después del tiroteo de Kent State.

DEVO. Captura del video de ‘Duty Now for the Future’, 1979 (Crédito: Devo Archives)

“Cuando le dispararon y mataron a la gente por protestar, quedamos como, ‘Wow, supongo que no se pueden cambiar las cosas de esta manera, porque si la cosa empieza a ponerse demasiado real, te van a detener’”, escribió Mothersbaugh en la introducción de Devo: The Brand / Devo Unmasked, un nuevo libro doble escrito por Casale, con fotos, obras de arte y archivos personales inéditos. “¿Entonces uno cómo cambia las cosas? con subversión: así es cómo se hace. ¿Quién lo hace mejor? Madison Avenue; hacen que las personas compren todos los días cosas que son malas para ellos… Eso era lo que queríamos hacer, usar subversión para venderle a la gente cosas que no saben que quieren”.

Aunque el sonido de sintetizador y los coros atractivos de Devo clasificaron a la banda como un proyecto de New Wave, el grupo en realidad ocupa un lugar mucho más particular en la trayectoria del pop, fusionando la experimentación radical electrónica de Kraftwerk y Bob Moog con la intensidad nerviosa del punk. Algunos tracks, como “Whip It” y “Beautiful World”, habían sido caballos de Troya del pop, con críticas inexpresivas del consumismo y conformismo norteamericano por medio de ritmos y riffs infecciosos. Otros temas, como la interpretación deconstruida de 1978 de “(I Can’t Get No) Satisfaction” de los Rolling Stones, son abiertamente provocadores; menos un cover y más una “corrección“, como lo describió la banda, dejando boquiabiertos tanto a Jagger como a audiencias televisivas con sus samples ruidosos y mecánicos, y con los gritos arrítmicos de Mothersbaugh.

Conforme Devo se acoplaba a su formación de cinco personas —con Alan Myers en la batería y los dos Bobs (Bob Mothersbaugh, hermano de Mark, en la guitarra, y Bob Casale, hermano de Gerald, en la guitarra rítmica y el teclado)— la banda empezó a llamar más la atención por fuera de su núcleo de fans del medio oeste estadounidense. Bajo la lógica de la publicidad, el grupo sentó las bases para el énfasis multimedia que hoy en día se requiere de los artistas musicales: presentaciones teatrales, videos musicales con una narrativa, mercancía personalizada, temas sustanciales, vestuario extraño y branding, branding, branding. Devo blandió todos estos elementos para satirizar todo desde el sexo, hasta la religión a la cultura corporativa que sostenía a la banda. Esto hizo que la agrupación fuese censurada por MTV, que se ganara el odio de la prensa y, según ellos mismos, la ira de su sello discográfico, Warner Brothers.

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Sin embargo, antes de tocar en Max’s Kansas City en Nueva York en 1977, habían logrado ganarse de fan a David Bowie. Tras presentarlos al escenario, declaró a Devo como “la banda del futuro”, y anunció que se encargaría de producir el álbum debut de la banda a finales de ese año en Tokio.

Eso último nunca ocurrió; de eso se encargaría Brian Eno en Colonia, después de que a Bowie se le complicaron los horarios por empezar a filmar Just a Gigolo, aunque el artista sí ayudó con el proyecto en los fines de semana. Pero Devo sí probó ser la banda del futuro. Lo que Bowie no sabía era lo desolador que sería ese futuro.

Hoy en día, el legado de Devo en el mainstream se ha reducido a la excentricidad New Wave de los 80; un grupo de raritos con sintetizadores con sombreros rojos, overoles amarillos y una canción exitosa, “Whip It” de 1980, a su nombre. Pero desestimar a Devo como simple material de nostalgia es ignorar un trabajo que fue premonitorio tanto en substancia como en estilo, plagado de críticas al consumismo, al ascenso de la derecha, al paternalismo del medio oeste, al monocultivo corporativo y a la histeria geopolítica. Casi 50 años después, la historia de la banda se ve como un sorprendente presagio de esta surrealidad post-Trump; algo de lo que Mothersbaugh ve vistazos incluso en las esquinas más inesperadas de la vida contemporánea.

“La devolution de los humanos, ya sabes, sigue pasando”, dice Mothersbaugh. “Éramos pesimistas, pero no tan pesimistas. No pensamos que fuera a pasar así de rápido”.

“Hace unos meses estaba en una fiesta infantil, y los niños tenían a un payaso al que estaban molestando”, recuerda Mothersbaugh, quien es ahora compositor para directores de cine como Wes Anderson y Phil Lord, desde su estudio en Los Ángeles. “Él le preguntó a una de las niñas, ‘¿Qué quieres ser cuando grande?’, y la niña grita, ‘¡Rica!’. Y todos la animan diciendo, ‘¡sí!’, y chocan las cinco”.

Conforme recuerda el episodio, Mothersbaugh abre completamente los ojos. Casi medio siglo después de Kent State y él sigue desconcertado. “La devolution de los humanos, ya sabes, sigue pasando”, dice. “Éramos pesimistas, pero no tan pesimistas. No pensamos que fuera a pasar así de rápido”.

DEVO en Pirate’s Cove, Cleveland, Ohio, 1977 (Crédito: Bobbie Watson Whitaker)

Para celebrar el aniversario número 40 del álbum debut de Devo, Q: Are We Not Men? A: We Are Devo!, nos sentamos con Casale, ahora director y compositor, y Mothersbaugh para hablar de Devo: The Brand / Devo Unmasked, del complejo legado de la banda, y de cómo se vería un proyecto como Devo si se formara hoy en día. A continuación se podrán ver artes y fotos raras del libro, y una entrevista combinada que se tuvo con los artistas en ocasiones diferentes. Ha sido editada y condensada para mayor claridad.

Noisey: Devo siempre ha llevado consigo cierta dicotomía. ¿Fue en parte por eso que tuvieron la intención de hacer de este un libro doble?
Gerald Casale: Sí, se suponía que el libro iba a reforzar aún más esa idea de la dicotomía. Nosotros elevamos lo mundano. Y lo profano. Porque nos gustaba la idea de fusionar eso que llamábamos el Devo “alto” y el “bajo”. Porque la parte alta sería como, ya sabes, la historia del Dada, el surrealismo, expresionismo, y la deconstrucción de la forma narrativa como con Fitzgerald y otro novelistas y existencialistas. Estudié literatura inglesa y arte, así que sabía esas cosas. Pero solo eso era histórico y pretencioso. Así que nos preguntamos qué harían los dadaístas hoy en día. Y decidimos que eso sería tomar la peor parte de la cultura pop, como comerciales de televisión, evangelistas televisivos, estafadores, toda esa gente que decía, “¡Eres el número uno! ¡Suscríbete a mi periódico y podrías convertirte en una estrella!”, y subvertir eso. Esa era la parte divertida. Lo divertido era jugar con la cultura mainstream conformista.

Pareciera que la gente no se diera cuenta de que divertirse con esos conceptos es la forma más efectiva de abordarlos. ¿Creen que eso es algo que se ha perdido?
Casale: Sí, la ironía y la sátira se perdieron en este ascenso del fascismo a la derecha, porque ahora tenemos una sociedad que más o menos advertimos que tendríamos. En otras palabras, incluso mis peores miedos fueron excedidos. Y ya no es divertido.

¿Creen que el rumbo que tomó Devo, o una versión moderna de eso, puede ser efectivo en la actualidad?
Casale: No. Al menos cuando nosotros hacíamos lo nuestro, el espacio creativo no estaba sofocado. O sea, si hacías algo realmente bien, podías llegarle a una audiencia. Podías tener una voz y el mercado no te aplastaría. Los mejores proyectos tendrían contratos. Eso ya no pasa. Hoy puedes estar haciendo algo genial por diez años, y nadie va a saber a excepción de algunos amigos tuyos. Da mucho miedo.

O podrías volverte viral.
Casale: Y luego [la industria] te absorbe. Mi cosa favorita de los últimos dos meses fue “This is America”, de Childish Gambino. Cuando lo vi, quedé completamente celoso. Pensé, “¿Por qué no dirigí esto?” en los primeros 20 segundos, cuando él le dispara al tipo en la cabeza y sigue bailando. Es como, mierda, esto es arte de verdad. Esto eso como, “párense y escuchen hijos de perra”. Había substancia y era original e increíble, ¿sabes? Y luego pasó y ya.

¿Cómo te cambió el tiroteo de Kent State?
Casale: Durante los cuatro años que precedieron los asesinatos de Kent State del 4 de mayo de 1970, estuve incrementando mi conciencia política por montones. En 1967, un gran grupo de escritores y políticos empezaron a atacar la validez de la Guerra de Vietnam.

En la primavera de 1970 yo podría haber sido descrito como un hippie inteligente y políticamente consciente. El 4 de mayo de 1970 cambió todo eso en el nanosegundo que empezaron los disparos. Vi como la sangre salía de las heridas de Jeffrey Miller y Allison Krause bajo el sol del mediodía. Yo estaba más cerca que ellos de los guardias con máscaras de gas, pero los guardias dispararon por encima del grupo en el que yo estaba así que mataron e hirieron a los estudiantes detrás de nosotros. Luego llegué a teorizar que tuve suerte porque esa guardia esta compuesta de tipos de mi misma edad. Puede que ellos no tuvieran el coraje de disparar a estudiantes que estuviesen tan cerca como para verles las caras. Nos odiaban porque había una guerra civil cultural. Pero también eran adolescentes. En los próximos dos años llegue a la conclusión de que el sistema estaba podrido hasta el centro. Que todo en lo que yo creía era una ilusión.

¿Cómo fue que la subversión de Devo llegó a convertirse en una marca y no en otra cosa? Eso es algo que no se había visto antes, ni en la música ni en ninguna otra parte.
Casale: Nadie hablaba de las marcas en los 70 de la forma que lo hacemos hoy en día. Las marcas se limitaban a Cheerios o Levis o Marlboro. Más allá de The Who y su broma con su LP Who Sell Out, y de Captain Beefheart en Safe as Milk, no existía ni un guiño de ironía a los proyectos “rebeldes” de rock que eran parte de la maquinaria mainstream, corporativa y comercial. Yo fui muy consciente de esa disparidad desde el comienzo. Sabíamos que la rebelión y todas sus poses (el cuero, las cadenas, el pelo largo) eran obsoletas y poco sofisticadas. Nosotros jugábamos con esa dualidad en conflicto en todo lo que hacíamos, musical y visualmente, porque eso era central a todo el concepto. No había nada que hiciéramos que no fuera a propósito. Nada que no pudiera articular. Éramos un autoproclamado canario en la mina, advirtiéndole a la gente sobre los peligros emergentes de alabar a la tecnología como a un dios, en vez de usarla como una herramienta, así como del Estado feudal y corporativo que parecía estar acercándose a toda velocidad.

Nuestra marca era la verdadera libertad, y no la libertad de campaña publicitaria donde al consumidor se le decía cómo ser libre. Éramos artistas performáticos antes de que existiera una etiqueta para eso. Fuimos pioneros a lo que quemaron. Fuimos muy criticados y la prensa del rock nos llamó “vendidos” por crear mercancía que nosotros diseñamos. Fuimos atacados por el prominente crítico de músico Robert Hilburn por integrar video a nuestros conciertos, donde los personajes y los objetos estaban en sincronía con nuestro performance musical y teatral. Dijo, “si quisiéramos videos, iríamos a un arcade. Rock ‘n’ roll o quédense en casa Devo”. Tal vez debimos quedarnos en casa. Pero entonces nadie estaría de acuerdo en que la de-evolución es tan real como lo es hoy.

“Jugábamos con esa dualidad en conflicto en todo lo que hacíamos, musical y visualmente, porque eso era central a todo el concepto”, dice Casale. “No había nada que hiciéramos que no fuera a propósito”.

Devo ha sido malentendido desde el inicio de su carrera, pero la banda no ha hablado mucho de eso hasta ahora. ¿Por qué abordarlo ahora, después de tanto tiempo?
Casale: Pensamos que este libro le podría dar a la gente una idea de lo que era la gestalt de Devo. Por culpa de los poderosos y los sellos [discográficos] y los típicos escritores de rock, nosotros fuimos truncados, trivializados y reducidos a una sola cosa. Esta era nuestra oportunidad de recordarle a la gente que había mucho más en Devo antes de que destruyeran completamente nuestro legado.

¿Sienten que hacia allá se dirigía?
Casale: Sí, ha venido en esa dirección. Fuimos la respuesta a una pregunta de “Jeopardy” hace dos semanas. Tenía algo que ver con los sombreros rojos que diseñé, porque incluso las personas que nunca compraron un álbum de Devo saben de ese sombrero, Siempre tiene que ver con “Whip It”, ¿sabes? Cuando hicimos Freedom of Choice, esa fue solo una canción del disco. No fue que nos enfocáramos especialmente en ella, o que nos gustara más que cualquier otra cosa. De hecho, llamar al álbum Freedom of Choice fue a propósito, porque a Mark y a mí nos gustaba la canción “Freedom of Choice”. Y, ya sabes, todo el mundo ignoró eso, lo cual es perfecto.

Jerry Cassale de DEVO: “Este es el bebé de mi amigo Jim Bubby y su esposa Anne Ahí estoy en la casa de ellos con mi máscara de Gorj. La máscara es una de las primeras máscaras de hockey, hecha de cuero”. (Crédito: Gerald V. Casale Collection)

Mark Mothersbaugh: Parte de la razón [por la cual no hemos dicho mucho al respecto] es porque eso siempre fue algo muy molesto para nosotros. Nuestro sello, creemos, nunca nos entendió. Nos vendieron como “esos payasos alocados”. Pero en realidad éramos estudiantes de arte y literatura. Así que con el libro nos pareció que sería divertido mostrar cómo la gente reaccionaba a nosotros. Algunas personas lo entendieron, y muchas otras personas lo sintieron como algo malo. Creo que Rolling Stone, en la primera vez que escribieron de nosotros, dijeron algo como, “¿Le llaman a esto rock and roll? Hay un par de canciones que ni siquiera tienen baterías de verdad, ¡y hay dos canciones que ni tienen guitarras!” No se equivocaban. Nunca nos llamamos a nosotros mismos como rock and roll. Otros lo hicieron. Cuando estaba estudiando, me enamoré por completo de los movimientos artísticos de Europa entre la primera y la Segunda Guerra Mundial. Me habría gustado estar vivo en esa época. Me habría gustado vivir en París, o Berlín, o Munich, o Viena entre las guerras, simplemente porque había mucha actividad intelectual en el mundo artístico.

En parte eso fue lo que te inspiró a ti y a Devo a empezar a hacer películas, ¿cierto?
Mothersbaugh: Siempre pensamos que lo que hacíamos era un concepto multimedia. Ni siquiera queríamos vernos como una banda. Era suficientemente malo que tuviéramos que tocar en bares. Intentamos tocar en museos o en otras locaciones, e incluso en esos días pensábamos en montar una carpa de circo e ir de ciudad en ciudad tocando ahí. Simplemente para no estar en los mismos lugares.

“La primera vez que los de Rolling Stone escribieron de nosotros, dijeron algo como, ‘¿Le llaman a esto rock and roll? Hay un par de canciones que ni siquiera tienen baterías de verdad, ¡y hay dos canciones que ni tienen guitarras!’”, dice Mothersbaugh. “No se equivocaban. Nunca nos llamamos a nosotros mismos como rock and roll”.

¿Por qué no querían ser asociados con esos lugares?
Mothersbaugh: Porque pensábamos que el rock and roll ya estaba muerto. Pensábamos que el rock and roll ya estaba gastado y era intelectualmente insustancial, y no había razón para seguir haciéndolo. Pensábamos en trabajar en un nuevo medio, que creíamos que era el laser disc, pero terminó siendo film y música mezclados. Y pensamos, buenos, esto va a terminar matando a todos los dinosaurios del rock. Todos van a morir porque ninguno puede hacer películas. No saben cómo hacer arte; solo saben de música. Sabíamos que todos los Tom Pettys y las bandas así terminarían desapareciendo, y entonces serían los artistas los que se tomarían el pop. Eso era lo que queríamos lograr.

Pero tan pronto entramos a Warner Brothers, nos dimos cuenta de que ellos no tenían un concepto de lo que éramos, de por qué hacíamos lo que hacíamos, y no les importaba. Estábamos en nuestra primera reunión de marketing en donde dijeron, “Ok, este es nuestro plan para Devo. Vamos a hacer dummies de carton de tamaño real de ustedes, porque su apariencia es muy extraña, ya saben, con sus trajes amarillos… y los vamos a poner en todas las grandes tiendas de discos”. Y eso fue todo. Nosotros dijimos, “¿podríamos usar ese dinero para hacer una película de una de las canciones?”, y ellos arremetieron, “¿Qué vamos a hacer con eso? ¿Qué? ¿De qué hablan? Es la idea más estúpida que hemos escuchado”. Esa fue su respuesta. Incluso antes de un disco, tuvimos un film, y pensamos que ellos entendían eso. Era una pelea constante con las discográficas, porque no entendían nada de lo que hacíamos. Así que la idea de hablar de un lado “desenmascarado” de Devo en un libro nos parecía muy buena, para hablar de cosas como esa y, en parte, lo hicimos.

Cuartel General de DEVO, Portage Path, Akron, otoño de 1977 (Crédito: Bobbie Watson Whitaker)

¿Cómo fue que esas relaciones tensionantes influenciaron la evolución del proyecto? Tenían esta plataforma que se suponía que ayudaba al apoyo del arte y la música, pero en realidad los hacía víctimas de un sistema que intentaban subvertir.
Mothersbaugh: Se convirtió en pensar dos veces todo, sobreanalizar todo. Pensábamos en qué podíamos darles para que estuvieran felices y promovieran el álbum. Veíamos a artistas como Prince o Tom Petty haciendo un álbum y ellos instantáneamente les echaban montañas de dinero, y nosotros nunca recibimos nada. Nosotros siempre estuvimos haciendo cosas con un presupuesto mínimo. Así que eso hizo que intentáramos descifrar cómo hacer para que la gente que no nos entendía estuviera de nuestro lado. Eso fue lo que intentamos después del primer álbum.

¿Cómo pensaron y abordaron esto?
Mothersbaugh: Todo el tiempo intentamos entenderlo, ¿cómo hacer una canción que tal vez pongan en la radio? Éramos un tipo de banda completamente diferente. Decidimos desde el comienzo como, bueno, ellos nos dieron 100.000 dólares, ¿qué vamos a hacer con eso? Y dijimos como, paguemos a cada miembro de la banda como se les paga a los profesores de colegio en Los Ángeles. Hicimos eso para poder tener dinero para nuestra experimentación musical y artística y para poder hacer esas películas de forma independiente, y así no depender en Warner Brothers para que nos financiara.

“Sabíamos que nos habíamos metido a una alcantarilla. No sabíamos que iba a apestar tanto”.

¿Sabían en lo que se estaban metiendo, con las disqueras y con la industria musical?
Mothersbaugh: Sabíamos que nos habíamos metido a una alcantarilla. No sabíamos que iba a apestar tanto. Fue difícil, nunca estuvimos 100 por ciento felices con nada de lo que pasaba. E incluso cuando tuvimos una canción que llegó a la radio, “Whip It”, fue como si hubiese funcionado en nuestra contra, porque de la nada, ya sabes, éramos esa banda. Éramos casi una caricatura, donde trabajábamos en cualquier cosa en el estudio, y aparece un ejecutivo genérico de Warner Brothers diciendo algo como, “¡Hola chicos! ¿Cómo van? ¿Necesitan algo? Solo quería recordarles que pueden hacer lo que quieran, todo lo que se les ocurra, solo escriban otro ‘Whip It’”. Era obvio que no entendían. Nunca nos tomaron en serio.

¿Cómo creen que se vería Devo si el proyecto se formara hoy?
Casale: Me siento mal por cualquier persona que quiera hacer algo hoy en día. Es demasiado abrumador. Pero las cosas también eran bastante malas cuando Devo empezó. Tal vez haríamos un film que no se supone que hagamos, porque habría forma de hacerlo sin necesitar millones de dólares. También creo que habría también un componente tipo Banksy, en el que se puede manifestar aquí, luego allá. Casi anónimamente, como, ¿es esto Devo o es alguien diferente a Devo haciendo Devo?, ¿sabes? Podrías tener un ejército de Devo que entienda la idea y luego haga las cosas, como un ISIS, pero creativo, en vez de maligno; ellos tienen el espíritu de Devo, en el que harían el trabajo de Devo por ellos. Si fuera por mí, estaríamos más activos, con una voz en el mercado. Necesito gente que tenga espíritu. Dirijo comerciales para vivir, pero no me engaño frente a lo que son. Si Devo no está trabajando y no puede hacer giras o álbumes, uno tiene que vivir. Así que tal vez consiga a un montón de Devos jóvenes y los ponga a trabajar. Sé que hay mucha gente que lo entiende, y hay una nueva generación de fans descubriéndonos en Internet, y les encanta. Necesitamos que una banda de rock importante haga un cover de “Freedom of Choice”, o que un rapero le haga un sample. Sería aún mejor.

Mothersbaugh: Yo creo que podría llegar alguien a hacer lo que nosotros intentamos en ese momento, y podría ser muy efectivo haciéndolo. Creo que nuestras prioridades estaban en el lugar correcto. No éramos sexistas. No éramos esclavos del dinero. No nos queríamos hacer ricos. Teníamos todo tipo de sueños.

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