Te preguntarás qué quiere decir alguien cuando afirma que sus dildos y juguetes sexuales son feministas. Nosotros también y por eso hemos hablado con una de las fundadoras de BS Atelier, Beatriz Higón, que nos aclara que al ser una empresa de mujeres feministas sus productos también lo son. Tiene sentido. El feminismo impregna también su forma de trabajar: creciendo lentamente, sin explotar a nadie y fieles a su ética personal. Además utilizan materiales atóxicos, no cancerígenos, y no les va nada mal. Tienen dos talleres, uno en Madrid y otro en Valencia, y venden a todo el mundo. Además de Beatriz, Sabela dirige el local con showroom de la capital y Raquel se encarga desde York de la distribución.
VICE: ¿Cómo y cuándo empezasteis a crear dildos?
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Beatriz Higón: Empezamos hace unos siete años. El primer año y medio fue de investigación y formación, luego nos consolidamos y hace tres que nos internacionalizamos. Sabela y yo nos conocimos dentro del grupo de creación artística O.R.G.I.A , en la Facultad de BBAA de Valencia. Ahí trabajamos sobre el cuerpo, el género, la sexualidad… y por supuesto ya teníamos el dildo en nuestro imaginario, todo desde una perspectiva artística, feminista y muy creativa. Raquel sugirió que montásemos un taller de sextoys artesanales, y ahí empezamos a madurar la idea. Madrid nos dio mucha visibilidad, es una ciudad increíble para emprender.

Las chicas de BS Atelier utilizan silicona de uso médico. No tiene poro, no absorbe nada, y se puede hervir.

La empresa lleva un año en el mercado de EE.UU, donde los dildos realistas son los más vendidos.
Vuestros juguetes sexuales son demasiado cuquis.
Sí, son monos, son muy estéticos, son “muy de diseño”, como se suele decir. La cuestión era democratizar el uso del dildo, eso estaba en nuestro ideario desde el principio. Hacer diseños que no asustaran a nadie, que te apeteciese mirar y enseñar, que te entrasen por los ojos. Y además de esto, funcionales y ergonómicos, pensados para el cuerpo y el placer. Luego ya vas especializando cada diseño, para diferentes usos y gustos y fetichismos. Pero primero queríamos tener una línea de básicos del sexo, y que fuese amable a la vista.
Es que estos pitos de colores dan ganas de ponerlos en una estantería.
Sí, recibimos algunos comentarios sobre esto, de hecho al principio la marca se llamaba ‘BS Is nice’, que viene a significar ‘BS Es mono’, y ya nos dimos cuenta de que era demasiado light. Al fin y al cabo estamos vendiendo sexo y placer. Y que lo que nos define es ser un taller, ser artesanas, hacer cosas únicas… y de ahí pasamos a ser BS Atelier. Nos diferenciamos por lo artesanal de nuestro trabajo, el tiempo que le dedicamos al proceso en cada pieza, en cada diseño.
¿En qué sentido son artesanales? ¿Qué materiales usáis?
En el sentido de recuperar un oficio antiquísimo, del que poco se sabe. Esa idea de atelier de toda la vida nos gustaba. Son dildos de silicona médica y los diseñamos pensando en el cuerpo que los va a recibir y en los gustos de la persona que los va a disfrutar. No son un sustituto de ni un consuelo de nada. No son pollas, pero sí que hay un diseño realista para quien desee un dildo-polla. Y desde luego no son consoladores porque odiamos ese término, en todo caso podrían llamarse ‘disfrutadores’.
¿Es por eso que os definís como feministas?
Somos una empresa de mujeres feministas, así que difícilmente nuestro proyecto no lo va a ser. Hacemos diseños que, como explicaba antes, están pensados para los cuerpos que los van a disfrutar: su punto G, o su punto P, sus diferentes tamaños y gustos por el tamaño. El feminismo está también en la propia forma de trabajar: BS Atelier es nuestra forma de cuidarnos a nosotras mismas, de tener un trabajo que nos haga crecer de forma creativa, que nos devuelva el tiempo que invertimos en el placer de los demás. Por eso crecemos lentamente, sin explotar a nadie y sin renunciar a nuestra ética. Para mí eso es feminismo. Y somos respetuosas con el cuerpo, y eso para los cuerpos femeninos es muy importante: usamos materiales atóxicos, no cancerígenos, higiénicos.
¿Hay dildos cancerígenos?
La mayor parte del mercado de juguetes sexuales es industrial, somos muy pocas empresas artesanales y sex-positive en el mundo. Sex-positive es otro tema a explicar, pero se resume en ser respetuoso con todo lo que tenga que ver con el sexo. La industria en estos años ha puesto en circulación mucho juguetes sexuales hechos con plásticos tóxicos, reblandecidos, que aquí llamamos jelly. Esto es peligroso para el cuerpo, son materiales cancerígenos, que absorben tus fluidos y jamás los sueltan, así que te pueden provocar una buena infección. El producto cancerígeno en cuestión se llama ‘phtalatos’, es el que reblandece el plástico, y la ley permite usarlo hasta cierto porcentaje. Pero eso nos parece muy peligroso. Las pequeñas empresas sex-positive han llevado la bandera del sexo seguro, y en mi opinión han hecho que las grandes empresas se pongan las pilas, como Fun Factory, que ya habéis sacado en VICE, y que ya empezó trabajando con silicona.
¿Por qué es tan buena la silicona para fabricar vibradores?
La silicona tiene calidades diferentes, como todo. Nosotras usamos la de uso médico, silicona platino sin adulterar. No tiene poro, no absorbe nada, y además se puede hervir y dejarla higiénica total. Y no tiene nada tóxico que tus mucosas puedan absorber. Es el mejor material para dildos y vibradores, sin duda. Hay otros materiales atóxicos, pero ninguno es tan variado en durezas, ni tan sensible a la temperatura. La silicona se calienta rápidamente en contacto con el cuerpo y es súper duradera.

BS Atelier, que nació con una línea de básicos del sexo amable a la vista, fabrica productos de diseño, funcionales y ergonómicos.
¿Los compradores lo valoran o se meten cualquier cosa en el chicho?
Sabela, Raquel y yo hemos trabajado de cara al público vendiendo juguetes eróticos y ni te imaginas la de mujeres que llegan quejándose de que su vibrador o dildo de jelly les ha producido picores y urticarias en los genitales. Y lo peor es que hay casos de cáncer de útero, que desgraciadamente no se puede demostrar que tengan la causa en el uso de estos materiales, pero bueno, nosotras lo dejamos caer. Mi primer dildo fue de jelly y sí, pica, huele a plástico barato, y al año era una cosa rosa pegajosa. Una tienda que es clienta nuestra, Smitten Kitten de Minneapolis, ha hecho un experimento metiendo en un bote de cristal varios juguetes de jelly y dejándolos ahí un año. Puedes ver como empiezan sudando un extraño líquido, luego se derriten, se pegan entre ellos, y se convierten en una sopa de plástico apestoso.
¿Probáis vosotras mismas los productos?
Sí, da gusto probarlos. Pero cada una a su gusto y, por supuesto, tenemos un buen círculo de amigas y amigos que nos dan su opinión, también gustosamente. Aquí cada una tiene sus preferencias, y sus diseños favoritos. Así que cada una decide qué probar. Sobre todo cuenta también la experiencia: si has probado varios dildos dobles, puedes tener una opinión más formada, así que a más experiencia mejor ‘tester’. Y la verdad que nunca falta quién se ofrezca voluntario.
Los proveedores o gente con la que trabajáis, ¿no se escandalizan?
Pues lo cierto es que en el mundo empresarial en general hay una actitud muy positiva y muy correcta, eso nos ha sorprendido. La gente se interesa, te pregunta, les parece muy divertido, y con muy buen rollo. En los principios le encargamos algún prototipo a uno de los últimos torneros artesanos de madera de Madrid, un maestro. A él nunca le dijimos para qué eran los prototipos, ni nos lo preguntó, pero siempre nos recibía con una sonrisilla pícara.
¿Y en los aeropuertos? Nosotros le colamos una polla de goma a un compañero en el control de seguridad antes de un viaje a Oporto y fue divertido.
Claro, si tú vas a la feria erótica de Berlín con una maleta llena de dildos de todos los tamaños, es normal que la mujer del scanner ponga los ojos como platos, mire sobre su hombro, y se acerquen uno o dos compañeros. Y ya te ves tú con cara de circunstancias mientras dicen: “¡Qué bien te lo vas a pasar!” o algo similar. Es algo que nos pasa siempre, pero ya te acostumbras. La última ha sido este fin de semana llevando unas piezas a Mallorca para un festival lésbico en el que vamos a colaborar.
¿Os pasa lo de “en casa del herrero cuchillo de palo”? ¿Os aburren los cachivaches para masturbarse?
Lo que pasa es que al final te quedas siempre con los que han salido con algún defecto, una mancha, un color extraño y también se los regalas a las amigas para que los prueben. Así que finalmente tenemos todas un museo BS Freak en casa. Aburrir no aburren nunca. Si te cansas de un modelo te diseñas otro. Ahora, eso sí, como todas las que han emprendido en estos tiempos de crisis, ha habido poco tiempo para disfrutar, mucho trabajo y pocas vacaciones. Estamos intentando cambiar eso.
¿Cuál es tu producto preferido y cuál el más vendido?
El ‘Nude’, que es el realista,. No es el que más me gusta estéticamente, pero si físicamente. Para arreglar esto, Sabela ha hecho unos diseños de color maravillosos que esperamos sacar este año. Y esos sí que van a ser mis preferidos. El más vendido es el primero que diseñamos, el BS original, el dildo ‘GSpot’. Es el que tiene más tamaños y más diseños de color, va con ventaja. Pero el ‘Nude’ ha sido quizá el que ha salido al mercado y más rápido ha triunfado. Llevamos un año a tope en el mercado de EE.UU., y allí los realistas se venden mucho. Si tuviese que recomendar uno, recomendaría el ‘Alex’. Es un tamaño medio y se adapta a muchos gustos. Además es precioso.
¿Qué diferencia hay entre el consumidor español y el americano?
En EE.UU. se sorprenden con nuestros diseños, les parece algo fuera de lo común, fresco, novedoso… aprecian mucho nuestro trabajo. Quizá Europa tiene más referencias estéticas, de diseño, o somos más tendenciosos. Con lo cual cuesta más sorprender. En cambio los americanos compran más los realistas. Otro mercado maravilloso para nosotras es el australiano. Les encantamos, y ellos nos encantan. Nos encargan diseños especiales, que se hacen ellos mismos, sobre todo la tienda Max Black, que ya tiene toda una línea de diseños BS Atelier especiales.
¿Qué costumbres y tendencias sexuales detectáis desde vuestro negocio?
Hemos aprendido que cada persona es un mundo, que hay gustos muy variados, y que nadie es raro. O que todos somos raros. En el caso de las mujeres, en general, ha habido un cambio generacional que se ha notado mucho. Cada vez nos masturbamos más, nos conocemos más, y sabemos lo que nos gusta. Quizá está muy oído, pero es cierto. También ha quedado atrás la época en que parecía que la vibración había abierto las puertas del nirvana y todas íbamos a tener ‘El Orgasmo’ cada día. Ahora se cogen las cosas con más calma, más madurez, y la gente explora el sexo sin esas expectativas que acaban creando frustraciones. Es un buen momento para la masturbación y el sexo en general.
¿Qué dicen tus abuelos de la profesión de su nieta?
[Risas] Ya lo han aceptado. No somos muy convencionales, pero a los abuelos, claro, les ha costado un poco más. Digamos que es como salir del armario, pero en lo profesional. Una de mis abuelas me dijo una vez: “¿Y yo qué les tengo que decir a las amigas que haces?”. Mi abuelo, que tiene 90 años y ha salido del hospital hace dos días, me preguntó ayer: “Entonces ¿vendes muchas pollas?”. Y mi abuela gritando “¡Manolo! Pero, ¿qué dices?”. Y yo, como siempre, “que no son pollas yayo, que son dildos”. Lo normal en una casa familiar.
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