Las estrellas salseras de Tepito: la movida musical en el Barrio Bravo de la CDMX

Artículo publicado por VICE México.

Tiempo después de conocer y ver cantar a Jorge Carmona, el “Lavoe de Tepito”, me di cuenta que en esa zona rumbera de la Ciudad de México existen otras figuras musicales que han surgido de ahí, otros personajes que de manera autónoma alegran cualquier rincón donde puedan colgarse de la luz, conectar sus bocinas y consola, afinar sus instrumentos, y comenzar el espectáculo. Así, tras escuchar de boca en boca y caminar sin un destino claro por el monstruoso tianguis durante un par de meses, fui conociendo la historia y una parte de la movida musical tepiteña.

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El Piraña y la Banda que Manda

Meny Martínez tiene 30 años. Los tepiteños y sus valedores lo conocen como el “Piraña”. Desde 2014 está al frente de su agrupación: El Piraña y La Banda Que Manda. Es originario de los memorables edificios de Tlatelolco, pero desde chavito, como a los cinco años, llegó a vivir al Barrio Bravo. A esa edad, recuerda que tocó un teclado de juguete y se dio cuenta que la música era para él, que su futuro estaría ligado al mundo de la artisteada, aun cuando todo lo que ha aprendido es de forma autodidacta y gracias a que su abuelita siempre tenía sonando las clásicas melodías de La Sonora Matancera.

El Piraña, cuando comenzó a meterse de lleno en el mundo de la música, produjo algunos proyectos de Tepito, sin importar el género: por su estudio han pasado raperos, reguetoneros, intérpretes de merengue… Los temas que compone para La Banda Que Manda suele promocionarlos en las compilaciones mp3 que se venden como pan caliente, en cualquier puesto del tianguis dedicado a la piratería.

En sus inicios interpretaba boleros con una pista y tocando su teclado en La Mexicana, bar ubicado en Azcapotzalco. No obstante, en Tepito, por distintos lugares y calles innovó cuando se puso a tocar canciones populares de salsa y merengue; estilos musicales que son su nicho, lo que le gusta al barrio porque van y vienen haciendo referencia a las drogas y el amor.

El “Sapo del 69”, un popular y carismático monoso de la calle Jesús Carranza, fue quien le dio su patada de buena suerte, llevándolo a un bar del Barrio Bravo llamado Cuco Bongo, para que ahí ambientara las tardes de diversión y tragos que se viven día a día. Incluso ahora él tiene su propio local de micheladas —El Punto, ubicado en la esquina de Avenida del Trabajo y la calle Rivero— a donde invita distintos músicos hechos en Tepito para que los conozca la pandilla .

Actualmente ya no cuenta con su estudio de grabación. Hace poco andaba por Canadá y vendió todo para traer el suficiente varo en los bolsillos. Su finalidad era irse a aquel país con todos los integrantes de La Banda Que Manda, ya que uno de sus mejores amigos que vive allá lo contactó con algunos establecimientos de Toronto. Ahora se le puede encontrar tocando todos los domingos, a partir de la tres de la tarde, y hasta que oscurece, en El Punto.

Jibaros de Tepito

Quien se encarga de este peculiar grupo es el “Jibaro Mayor”, Ricardo Martínez de 60 años. Los Jibaros de Tepito tocan en el Barrio Bravo desde hace más de dos décadas, en la calle Toltecas, afuera de las célebres Migas de la Güera. Los días miércoles y sábado, en un horario de diez y media de la mañana, a dos de la tarde, se les puede encontrar ahí, a donde llegaron buscando la chuleta. Los otros días de la semana merodean distintas zonas del tianguis y el Centro Histórico, donde se andan dando sus rondines mientras no los contraten para un evento privado.

El Jibaro Mayor, el orquestador, nació en la colonia Del Valle pero se formó muy cerca de la calle Republica de Ecuador, donde por la cercanía con Tepito le gustó el ambiente de la música tropical. Ahora los tepiteños no dejan de saludarlo con cariño.

Antes de dedicarse de lleno a la música trabajó en el mundo de la hotelería, desempeñándose en las tareas de mantenimiento, tras heredar el oficio de plomero que ejerció su papá. Pero finalmente llegó el día donde se animó a entrarle a tocar el güiro con una orquesta de marimba que tenía su suegro y sus cuñados (su esposa es de Tepito, de la calle Jesús Carranza). De esa manera comenzó a mezclar su trabajo en uno de los hoteles más elegantes que está sobre Paseo de la Reforma, con irse a tocar por distintos tianguis de la zona norte y oriente de la Ciudad de México, gozando de la música que en lo más profundo de su ser era por lo que siempre había buscado vivir.

Tiempo después, y cuando ya tenía su propio equipo para trabajar y formar su conjunto, se separó de su suegro y cuñados. Al mismo instante se dio cuenta que en Tepito lo tropical es lo chingón. Los Jibaros incluso han fungido como una escuela para distintos músicos callejeros que se acercan a Ricardo pidiéndole una oportunidad; como ocurrió con el propio Lavoe de Tepito, la “Gallina” (ahora toca con Pepe Arévalo y Sus Mulatos), José Luis (forma parte de Los Típicos de la Salsa) o Hugo Humberto Vázquez (está con NK8 La Sonora).

Hoy en día Julio, su hijo menor, también forma parte de los Jibaros de Tepito y otros conjuntos que se dedican a tocar en salones de baile de la ciudad, demostrando que el conjunto de su padre es toda un institución en el Barrio Bravo. Por este también han pasado su hermana Angie y Ricardo el “Jibarito”, hermano mayor que cada vez que le sea posible, y cuando su trabajo en un supermercado se lo permite, regresa a gozar de la salsa.

El gabo y N’ Salsa Orquesta

Gabriel Soto el “Gabo” tiene 36 años y es originario de la Magdalena Mixuca. Adoptó al Barrio Bravo como su alma mater para cualquier asunto bullanguero. Actualmente vive en la San Felipe de Jesús. No obstante, desde hace más de un año se le encuentra todos los domingos en La Facultad, una de las cocteleras más llamativas y queridas de Tepito, la cual se caracteriza por su bebidas llamadas Semen de Pitufo —vodka o ron, Powerade de moras, crema de coco, y está escarchado con dulce—. A partir de la una de la tarde, y hasta las seis-siete del día, pone a gozar a todas las personas que llegan a la calle Matamoros, entre Peralvillo y Jesús Carranza.

Durante más de seis horas interpreta temas clásicos de la salsa que han sido muy bien acogidos por el Barrio Bravo como “Yambeque” de la Sonora Ponceña o “El Preso” de Wilson Manyoma. El Gabo, también conocido con cariño y aprecio como el “Winnie Pooh de la Salsa”, a simple vista parece ser un tipo rudo, más cuando grita a todo pulmón: “La salsa en el barrio siempre es mejor”, dejando ver un verdadero sentimiento y gusto por este ritmo musical.

Desde que tenía 15 años inició a cantar y componer canciones con sus bandas de rock-pop Vinyl y Amber. Su gusto por cantar viene de familia, ya que varios interpretan ópera. Pero la mayor influencia que tiene es su papá: el clásico músico que para todas las fiestas familiares tiene preparado su acto.

Al mundo salsero se inmiscuyó desde hace más de cinco años, cuando se hizo corista del grupo cubano Los Caballeros de la Salsa y comenzó a tomarle mayor aprecio a la música latina. Sin embargo, a La Facultad llegó gracias a sus valedores de La Clave Tepito, orquesta que le pasó el contacto de la coctelera. También está agradecido con el Piraña, quien comenzó a moverlo por algunos lugares del Barrio Bravo y uno que otro evento por los rumbos de Ecatepec, Tlalnepantla, Atizapán, etcétera.

Los logros que tiene el Gabo dentro del mundo salsero es haber grabado junto a Edgar Rivas de La Fama Orquesta, quien fuera el timbalero de Oscar de León por un largo tiempo de su carrera. Igualmente ha colaborado con diversos cantantes boricuas. Pero su mayor fruto, el que lo llena de orgullo, es que ahora cuenta con N’ Salsa Orquesta, integrada por distintos músicos que se fue encontrando por los rincones de la ciudad, y teniendo así la oportunidad de abrir conciertos de artistas populares como Maelo Ruiz, o también presentarse en los distintos foros y salones de baile dedicados a la salsa como La Maraka, Mambo Café, Salón Caribe, entre otros.

La Clave Tepito

Juan Pacheco de 47 años es originario de la calle Tenochtitlán del Barrio Bravo. Su grupo, La Clave Tepito, lo formó en 2015. Se le ocurrió nombrar así —por el ritmo característico de la salsa— a su conjunto que se enfoca en tocar para la gente conocedora del estilo. Algo peculiar es que su pequeña hija siempre los acompaña bailando y haciendo sonar un par de maracas dentro del Cuco Bongo, chelería ubicada en Matamoros casi esquina con Toltecas, para muchos la mejor y que sobresale por su cartelón que dice Michelandía.

En el Cuco Bongo, lugar donde inició el concepto de tocar salsa con pistas, y otorgándole cierta innovación al propio del Piraña de la Banda Que Manda, todos los domingos a La Clave Tepito se le puede ver presentarse de dos a siete de la tarde. No obstante, en sus inicios comenzaron a tocar en La Facultad, donde ahora está el Gabo, recalcando que los tepiteños conocen de salsa, por lo que se encargan de interpretar temas clásicos del Grupo Niche, Orquesta Guayacán, Frankie Ruíz, entre otros.

Erick Rivera, timbalero y el otro creador de La Clave Tepito es originario de la colonia vecina, la Peralvillo. Conoce a Pacheco porque su papá tocaba junto a él en Silueta, agrupación versátil que amenizaba fiestas de todo tipo. Sin embargo, ellos también siguen presentándose en eventos particulares, afirmando que así pueden llegar a más lugares, dándose a conocer por todos lados.

Dentro del ambiente que genera La Clave Tepito en el Cuco Bongo sobresale Cristo, un boxeador del Barrio Bravo que algunas veces hace de bailarín del grupo de Pacheco y Erick, con un estilo caleño y chilango. También, algo peculiar con lo que cuenta esta agrupación son sus cantantes, quienes llegan de países como Cuba, Venezuela o Colombia, y suelen presentarse en diferentes eventos de salsa, en lugares populares de la ciudad como Mamá Rumba. Uno de ellos es el parcero Cristián Zalazar, quien ha tenido la oportunidad de ser corista de Maelo Ruíz, David Pavón o el Grupo Gale.

Son Poquitos

Daniel Rosales de 70 años es una leyenda del Barrio Bravo que todos conocen por tocar con Son Poquitos desde hace cinco décadas. Es oriundo de la calle Rivero, donde tiene un puesto de ropa. Junto a Feyo, su hermano, y demás amigos de Tepito iniciaron a jugar con la música cuando tenían entre 18 y 19 años. Se juntaban en lo que llamaban La Esquina del Sabor (justo en la primera cerrada de Rivero), donde se la pasaban cantando a capela, muchísimo tiempo antes de la innovación de las pistas.

A Daniel, el gusto por la música le vino de sangre: su mamá era muy talentosa para el canto, le gustaba interpretar canciones de Toña la “Negra”, con quien incluso llegó a cantar boleros tropicales a dueto. Así, el aprendizaje obtenido por este personaje de Tepito ha sido natural, sin haber estado en las mejores escuelas para poder interpretar melodías con clave.

Ellos, como los Jibaros, han sido una institución para los músicos de Tepito. Dentro de su bagaje sobresale Silvia, quien por un tiempo se encargó de la flauta de Son Poquitos y dio el brincó a la orquesta de Pepe Luis; incluso tocó el saxofón con Willie Colón. Y otro claro ejemplo es el “Cucharín Jr.”, considerado uno de los mejores percusionistas de México; él toca en Los Santaneros de Pepe Bustos. De hecho suele enseñarles a los nuevos timbaleros del Barrio Bravo sus conocimientos..

Son Poquitos, a lo largo de su carrera, han alternado con Willie Colón y El Gran Combo. También se presentaron en distintos programas de televisión conducidos por Guillermo Ochoa, Veronica Castro y Paco Stanley. También en los salones de baile más populares de la Ciudad de México: Antillano, California Dancing Club, Los Ángeles, entre otros lugares donde se valoran las composiciones más famosas de Miguel Matamoros o Arsenio Rodríguez. Hoy los recuerdos que acompañan a Daniel son los homenajes que organizaban en La Esquina del Sabor para su hermano Feyo, año con año, justo donde se originó Son Poquitos, demostrando que la música que interpretan sigue perdurando hasta el día de hoy, cuando a una de las leyendas del Barrio Bravo aún, de vez en cuando, se le puede ver gozar de la música tropical con La Banda Que Manda o La Clave de Tepito.