Las madres que no celebran el 10 de mayo

Platicar con la madre de una persona desaparecida es simplemente desgarrador. Y aunque, como ellas dicen, uno nunca sentirá el vacío que ellas cargan todos los días, las historias logran traspasar los sentimientos, más sabiendo que existen otras decenas de miles de personas en su misma situación.

Naty tiene más de cuatro años sin saber dónde está su hija Dalia. Ella es de Ahualulco, un municipio de la zona Valles de Jalisco —a dos horas de Guadalajara— y una de las más peligrosas por el control que el crimen organizado ejerce ahí.

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Dalia se dedicaba a vender flores y un día simplemente desapareció junto a su esposo en una carretera del estado. El negocio familiar quebró y su hijo, Diego, quedó a la deriva. Desde entonces Naty ha emprendido una lucha incansable, pese a quedarse sola y ser señalada en el pueblo.

“Por más que buscamos nadie sabe nada. Se los tragó la tierra. Pienso que alguien se los llevó para ponerlos a trabajar. He platicado con muchas compañeras que están en la misma situación y dicen que eso es lo que sucede”, dice con sus ojos cansados de llorar.

Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos (FUNDEJ) es una agrupación que congrega a familiares de víctimas de desaparición forzada, como Naty. Ahí, en su dolor, se acompañan y exigen al gobierno de Aristóteles Sandoval y al de Peña Nieto respuestas.

Jalisco, al igual que México entero, se está convirtiendo en un mal lugar para sobrevivir. De unos años a la fecha —más concretamente 2006— el que las personas fueran tragadas por la tierra, cada vez más violenta, sin dejar rastro comenzó a ser algo recurrente.

Tan sólo basta ver las cifras del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, esas cifras que el gobierno de Felipe Calderón se negaba a revelar y que el de Enrique Peña Nieto ha maquillado hasta el cansancio. Aún así, son reveladoras: en nueve años hay alrededor de 25 mil personas desaparecidas. En Jalisco, en 2006, desaparecieron tres personas; en 2014, más de 500.

Pero esto no es lo peor. Las cifras de las dependencias estatales y federales no concuerdan, esto quiere decir que alguien nos está mintiendo y el problema podría ser mucho peor.

A Naty, los malos tratos de la Fiscalía la agotan lentamente. La respuesta siempre es la misma: de seguro andaba en malos pasos; se escapó con el novio; usted tiene la culpa. Respuestas que dejan en total indefensión a las víctimas.

Ella, junto con tres compañeras de lucha, fue protagonista del documental “Retratos de una búsqueda”, que el 21 de abril fue galardonada con la Diosa de Plata al mejor documental. Ahí se puede ver que no es un problema aislado, como pretenden hacer creer las autoridades en la materia.

Casi cinco años han pasado de la desaparición de Dalia, ella como los 25 mil mexicanos que están en los registros oficiales nunca debieron desaparecer.

El pasado 18 de marzo, las madres de los desaparecidos se manifestaron en el Palacio de Gobierno de Jalisco y pidieron que el gobernador las recibiera y que la Fiscalía General del Estado entregara la información sobre las investigaciones que han hecho para localizar a sus familiares.

Más de un mes ha pasado y el gobernador no ha tenido la delicadeza de enfrentar el tema y mucho menos de recibir a las madres. Ayer millones de mujeres en todo el mundo celebraron el 10 de mayo, día de las madres, y nuevamente salieron a las calles a pedir algo que en México hace mucho que no sucede: que las autoridades hagan su trabajo.

“Este gobierno es una mierda”, fue en resumen el sentir de las madres que con esta frase finalizaron la lectura de un posicionamiento conjunto en donde expresan su dolor ante una situación que la autoridad no tiene la intención de resolver ni investigar.

La Fiscalía jalisciense presume una efectividad que en los hechos no se ve por ningún lado. Según ellos, han resuelto un 82 por ciento de las desapariciones, con tan sólo cuatro agentes investigadores.

Es decir, en Jalisco entre 2006 y 2015 desaparecieron 15 mil 134 personas —según una base de datos oficial obtenida por el académico y periodista Darwin Franco, quien escribió sobre el tema en el Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Jalisco 2014 y presentado el 28 de abril de este año—.

En la entidad, que se coloca como la segunda con mayor cantidad de desaparecidos después de Tamaulipas, desaparecieron cuatro personas al día en los últimos nueve años. Pero la Fiscalía dice que ya encontró a 11 mil 914 con vida y 471 sin vida, aunque las familias no conocen un solo caso de éxito.

Esta suma y resta de números deja un total de dos mil 779 personas desaparecidas (según la Fiscalía) o dos mil 235 (según el Registro Nacional). ¿Alguien sabrá realmente cuántas personas desaparecieron en México?

Pero además hay un tema en el que Jalisco se lleva la corona: la desaparición de mujeres. El número de mujeres víctimas de este delito ha ido en aumento, en las cifras de enero de 2015 por primera vez la cifra de mujeres superó a la de hombres víctimas de desaparición forzada.

Y peor aún, el 55 por ciento de las mujeres desaparecidas son menores de 18 años, y entre este rubro la mayoría se concentra en las edades de 13 y 17. ¿Casualidad? Muchas organizaciones locales como el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD) o el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), creen que hay un trasfondo de explotación sexual.

“La desaparición de personas es un fenómeno terrible, complejo de abordarse y con una multiplicidad de factores; sin embargo, la desaparición de mujeres encuentra sus raíces en la discriminación y la violencia de género. Las razones por las que las mujeres desaparecen resultan aún más barbáricas: son consideradas objetos propiedad de alguien, que pueden ser aniquiladas, vendidas, utilizadas con fines de explotación laboral o usados sus cuerpos para el deleite carnal de los otros, con total impunidad y tolerancia del Estado y la sociedad”, explica Cinthia Ramírez, abogada especialista en género, del CEPAD.

Así como Dalia, al menos siete mil mujeres en Jalisco sufrieron esta situación.

El tratamiento del gobierno ante estos casos parece todavía peor. El Fiscal de Jalisco, Luis Carlos Nájera, ha dicho en diferentes ocasiones que las menores que no son localizadas se fueron de su hogar por problemas familiares. Los encargados de atender a las familias de las desaparecidas sueltan, casi como saludo de buenos días, un discurso similar: de seguro andaba en malos pasos.

¿Qué les queda a Naty y a las miles de personas que están pasando por esta situación? Ellas siguen en la lucha, porque dicen que el sufrimiento que deriva del amor hacia los hijos es el más grande, y en estas historias —que, poniendo un poco de atención, cualquiera puede escuchar— se puede ver que hay mucho de razón en este dicho.