La voz de Whitney Houston era inigualable en su apogeo. Y cuando se desvanece y se rompe, como al comienzo del nuevo documental sobre su vida, Whitney de Kevin Macdonald, entonces te llega hasta los huesos. La escuchas hablar y está en otro planeta. “Todo el tiempo me persigue un gigante; siempre estoy huyendo de un gran hombre”, dice. “Sé que puedo. Mi madre siempre dice: ‘bueno, ya sabes, solo es el diablo. Te quiere atrapar. Quiere tu alma’”. En ese momento se ríe, y el miedo a su premonición inconsciente sobre el final de su vida se desata en contra de esa alegría instantánea. “Y es que en cierto sentido es verdad. El diablo ha intentado atraparme varias veces. Pero no lo logra. Y es chistoso: cuando me levanto, siempre estoy exhausta por correr”.
A la fecha se han repasado todos los ángulos posibles sobre la muerte de Whitney Houston. Su consumo de drogas se había convertido en una broma antes de morir. La gente se burlaba de su famosa frase en la entrevista de Diane Sawyer en 2002 “crack is wack“. Se convirtió en un meme después de su muerte. Semanas antes de que Whitney de Macdonald llegara a los cines estadounidenses, Kanye West pagó 85,000 dólares por usar una foto de paparazzi del 2006 como la portada del álbum de Pusha T, Daytona. En la foto se ve el lavabo del baño personal de Houston totalmente destrozado y con restos de drogas, y es una foto tomada horas después de su muerte. En todas estas narrativas, Houston se convirtió en un modelo, otro más, del “ícono trágico femenino”. En términos generales, el concepto invalida el trabajo de estas mujeres, usando su éxito o el peso de su talento como un trampolín hacia una debacle impresionante.
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¿No sería interesante que un documental sobre una artista mujer invierta más tiempo en analizar su producción creativa? Whitney tiene algo de eso. Contiene imágenes íntimas y nunca antes vistas de Houston y su esposo Bobby Brown, entrevistas con su familia y staff, fotos de archivo de sus videos musicales, actuaciones en vivo, presentaciones de premios, etc. Para ser justos, está muy bien editado y tiene la intención de contar la historia de lo que significó ser la diva afroamericana que hizo el crossover en el mainstream de los años 80 y 90.
Más allá de la sección dedicada a la increíble presentación (sí, pregrabada) que hizo Houston del “Star Spangled Banner” en el Super Bowl de 1991, la mayor parte de su arte pasa a través de secuencias poco logradas. Por ejemplo, a What Happened Miss Simone de Netflix, no le fue tan mal en ese sentido. La película de 2015 se centró en la ética del trabajo de Nina Simone y los años que pasó intentando tener éxito como pianista clásica frente a una sociedad profundamente racista que dudaba de sus logros, y luego se sumergió en la oscuridad de sus problemas de salud mental. Pero Simone, por más leyenda que fuera, nunca fue estrictamente una artista pop como Houston.
Hemos publicado cosas sobre cómo el documental Whitney: Can I Be Me, de Nick Broomfield, da luz a las mentiras de la industria pop (véase también: Amy, de Asif Kapadia, que fue distribuida por la misma productora de Whitney). En el pop, las mujeres son construidas para ser destruidas de una forma que no les permite ser figuras desordenadas y contradictorias. Y es así como Whitney probablemente decepcionará a los fans que querían un documental sobre su vida que también se sumergiera profundamente en su música. Al contrario, te enterarás de sus luchas internas; la homofobia de su familia frente a su relación con su amigo íntimo y confidente Robyn Crawford (de quien se habló, pero al que no entrevistaron); una impactante revelación de su infancia que implícitamente habla de su decisión de automedicarse con drogas a medida que creció; sus defectos como madre al tratar de criar a su hijo estando de gira. Pero sobre todo nos queda claro que Macdonald no sabía mucho sobre Houston antes de hacer su documental; ni sobre su música más allá del alcance de sus éxitos y de cómo llegó al estrellato.
En una entrevista reciente que Macdonald le dio a Simon Mayo de BBC Radio 5 Live, hace hincapié en el tema. Cuando el productor Simon Chin le preguntó a Macdonald si le gustaría hacer una película sobre Houston, Macdonald dijo “No, en realidad, no estoy interesado en Whitney Houston”. Chin lo convenció de que se reunieran “con un par de personas” en el Festival Sundance antes de dar el no definitivo. Y cuando Macdonald se reunió con la agente de Whitney, Nicole David, planteó la idea de Houston como un enigma, una persona cuya trágicamente corta vida aún no había sido explicada. “Eso fue lo que me hizo pensar, ‘es una historia interesante’. Se convirtió en una especie de película de investigación y supongo que le di esa estructura. Se puede decir que en cierto modo soy un psicoterapeuta/detective”. Así que teniendo en cuenta lo mucho que se ha analizado la vida de Houston –de nuevo, el documental de Broomfield salió el año pasado–, el objetivo de Macdonald fue cavar todavía más profundo para descubrir una explicación de por qué Houston murió tan joven. Todo esto deja claro que el documental no fue una celebración de sus contribuciones musicales.
Tampoco estoy en condiciones de ser objetiva con el tema: Whitney Houston fue la primera estrella pop que realmente cautivó mi atención cuando era niña en los 90. Para las mujeres negras como yo, ella representaba a alguien que parecía haber crecido en la misma calle que yo (o en mi caso, en los suburbios de la ciudad capital de Botsuana, Gaborone) pero cantaba como nadie. Era vocalista, de principio a fin, lo que ya no es importante en el pop. Muchas cantantes en 2018 no tienen que ser particularmente asombrosas para tener éxito. Billie Eilish. Bebe Rexha. Rita Ora. Todas cantan con un estilo, pero ni remotamente podrían hacerlo como Houston.
Aunque esta película es conmovedora, siento que se perdió la oportunidad de descubrir realmente la importancia del talento y la habilidad de Houston. Que era capaz de emocionar a miles usando su voz de una manera que es difícil poner en palabras, y un documental sobre su vida podría haber captado eso con mayor profundidad. Como instrumento, la voz puede resultar de alguna manera menos importante. Los vocalistas que no tocan guitarra, piano o algún instrumento, pueden parecer “títeres”, pero llevan su instrumento adentro del cuerpo.
Póstumamente, Houston corre así el riesgo de ser subestimada. Claro, no era compositora. Pero era una vocalista absolutamente excepcional. Es por eso que los momentos más oscuros de Whitney van sobre el consumo de drogas hacia el final de su vida y cómo eso destruyó su voz, cuando en algún momento fue la más celebrada de la música.
En lugar de enfocarse en esto, en Whitney trataron de retroceder para descubrir cómo se perdió esa voz. Pero nunca lo sabremos. Nunca sabremos qué versión de la historia de Houston es la real. Nunca entenderemos por completo cómo una vida con ese talento terminó tan pronto. Claro, Macdonald puede usar entrevistas y videos antiguos para encontrar un camino hacia esa respuesta, convirtiendo la vida de Houston en una especie de crimen, y con su toque ligeramente voyeurista. Los fans nos quedamos con lo desconocido, en la inigualable voz de Houston. Y ese será el caso, incluso mientras las preguntas sobre sus misterios se amontonan en tu mente.
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