Música

Lechuga fresca: Crujidos desde el subterráneo chilango Vol. 1

Lechuga fresca: Crujidos desde el subterráneo chilango Vol. 1

Esta es la primera de cuatro vueltas sobre actos musicales emergentes representativos de la capital mexicana actualmente. Revisa aquí la segunda tanda, acá la tercera, y acá la cuarta.

La Ciudad de México es, además de un eterno desfile de ruidos disonantes ocurriendo al mismo tiempo, el hogar del asombro y la contradicción; un lienzo en donde la crueldad y la nobleza del alma cohabitan en la misma cama. Apestosa e imponente, sorda y disonante, la llamada odiosamente megalópolis es también un robusto albergue de grupos, artistas y proyectos musicales que, bien o mal, absorben, digieren y regurgitan esa energía ––aparentemente indomable–– convirtiéndola en una suerte de “banda sonora” de su tiempo y espacio más profundos; una instantánea inconclusa que el cronista no puede asir (el poema que el poeta nunca escribió, Lora dixit).

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Durante la última década, el rostro musical subterráneo del antes llamado Distrito Federal se ha transformado sensiblemente, detonando una sinergia y red colaborativa particular, en la que la multiplicidad y articulación de discursos diversos ha dado como resultado propuestas que antes eran impensables.

Aunque de forma dispersa o atomizada, incluso un tanto desmemoriada si se quiere, las distintas escenas y expresiones sonoras de la Ciudad de México se han visto nutridas desde distintos frentes y geografías, brindándonos siempre “lechuga fresca”, la cual va abonando a una incesante reconfiguración de su vida cultural.

Este es un somero vistazo a algunas de esas propuestas recientes que de alguna manera fungen como impronta férrea de lo que está sucediendo en el subsuelo chilango actualmente. Como siempre, valga el aviso pronto y expedito: ni están todos los que son ni son todos los que deben, pero el ánimo y espíritu de una impronta del momento por el que atraviesa la Ciudad de México en sus linderos está aquí, en sintonía con nuestras orejas y corazones.

MEELT

Directo de esa frontera imaginaria que divide el agreste norte de la Ciudad con el Estado de México ––allá por los linderos de Buenavista y Aragón–– llega este dueto compuesto por Alejandra Acosta Chávez (batería) y Uriel Mena (bajo), con toneladas de actitud a cuesta, ligereza suprema y unas letras harto puntuales sobre la ciudad, el amor y su falta de saldo, así como la derrota futbolera, los golpes de calor, Bruce Willis y hasta perritos.

El bajo marrano y desparpajado de Uriel marida de lujo con el motor de dos velocidades de Alejandra, mientras la densidad de sus mensajes se escurre entre las rendijas de su frescura. Paletas efectivas de vatios que se deshacen de inmediato en los pelitos de la nuca. Si Daniel el Travieso hubiera sido skater de la Gustavo A. Madero sería fan número 1 de MEELT. Genios.

“MEELT es una de esas bandas que tienen un ingenio natural y que no necesitan mucho para demostrarlo, sus canciones son concisas, sus discos no dicen más de lo necesario y su manera de tocar es tan divertida como sus letras”. ––Joan Escutia (Forbes México)

Ojo por ojo

Cada vez que Yecatl Peña (Inservibles, Mujercitos, Muerte y un largo etcétera) se monta en un nuevo proyecto, pareciera que lleva la impronta de la brevedad y la muerte a cuestas, a punta de un hardcore podrido y pasado de rosca. En Ojo por Ojo, la miseria, podredumbre y decadencia local toman forma de trío, junto a Mico en la batería y Chamaz en el bajo, ambos ex Apocalipsis (Los Grises). Crudeza gandalla y ausencia de florituras a la que no le tiemblan los arrestos para hablar de descomposición mexicana en sus canciones. Macizos.

Teresa Cienfuegos y Las Cobras

Unos compas duros y entrañables, ya conocidos en la movida chilanga, con aroma a grasa taquera incrustada en las banquetas de La Portales. Zyanya Gon, Andy Mountains, Fiebre Andina, Israel Ramírez y Óscar Pereyra construyen un rock garage despelucado y medio dadá. Lxs muchachxs además están prontos a estrenar su primer placazo, que parece llevará el nombre de Príncipe Idiota y del que ya conocemos su primer sencillo, “Topilejo”. Una de las sinergias más esperadas del cochambre capitalino.

Vyctoria

A estas alturas, Vyctoria es una banda que suena sólida y armada, amén del prestigio local que los precede, mismo que se comprueba y consolida a base de una densidad, entrega y poder genuino tanto arriba de la tarima como en el estudio. Junto a El Shirota, Vyctoria fue uno de los dos actos locales que abrieron la más reciente edición del NRMAL 2019. Y si bien sus frecuencias de altos y clavados vuelos ya se inscriben en un corpus que gana adeptos desde hace años, este es su mejor momento, cuando hay que escucharlos atentos y ver en vivo. Gibrana Cervantes, David Herrera, José Cortés y Pablo Aguirre son densidad pura, una de las mejores agrupaciones de su generación.

Malinche y Los Perros

Desde el oriente de la Ciudad de México, ahí pegadito a la Pantitlán, Malinche y los Perros operan un rock navegante entre el garage y la psicodelia garagera. Y si bien en su biografía de Bandcamp se autodefinen como “nacos, de barrio, de mal gusto, del nabo”, Catalina y Damián confeccionan un rock a ratos juguetón y harto desacomplejado, que mantiene tinturas de ensueño lisérgico. Chulada.

Hospital de México

Quién sabe qué agua densa de tlacote beba Esteban Alderete, un ya viejo conocido de la movida chilanga, que todo lo que toca lo convierte en viajes sonoros espesos, oscuros y de alto gramaje, ya sea con Las Brisas o Soledad, dos de sus proyectos hoy legendarios. Con Hospital de México, Alderete se avienta de a soldado con su guitarra en plan cantautor, con letras pesadas, decadentes y sumamente memorable. De lo más granado que ha dado la Ciudad de México a la fecha.

Sei Still

Quinteto citadino que viaja entre las guitarras psicodélicas y un rock de ensueño prístino y refrescante, a ratos hipnótico y con pasajes sabrosos para flotar a nuestras anchas. Andrés, Lucas, Mateo, Sebastián y Jerónimo prenden la mecha de lo que puede ser una de las próximas promesas del rock chilango.

“Siento que las bandas que actualmente están tocando en el underground nacional son gente que ha aguantado el ir y venir de una ola que comenzó a principios de esta década con el esfuerzo de varios colectivos; por varios factores, los colectivos crecieron y se logró un circuito independiente bien nutrido pero después de poco tiempo esa infraestructura se quebró por varias razones. Pero han perdurado varios, incluso también a factores externos como el cierre de espacios independientes o la homogeneización de los canales de distribución de la música -que ya todos a huevo tienen que estar en Spotify- y eso ha hecho que quienes quedaron se lo tomen más profesional y no sólo como un hobby. Le chingan, desarrollan estrategias, se reparten responsabilidades e invierten su dinero”. ––Marcos Hassan, músico y periodista musical.

Desgrasia Jubenil

Según Yecatl Peña, Desgrasia Jubenil es el secreto mejor guardado de la Ciudad de México, y si bien su su punk puede sonar hermético y podrido como debe ser, algo hay en sus matices que lo vuelve distintivo y entrañable del resto de las bandas de su generación. Su disco Máxico, editado a finales del año pasado por Cintas Pepe (Riña, Cremalleras, Arizmendi, Tercer Mundo) es un madrazo seco y conciso en el rostro de la realidad mexicana, esa teñida de rojo, promesas incumplidas y violencia en pleno estallido.

PuraSangre

Extraído del invierno decembrino de la colonia Pensil, este enigmático proyecto solista viaja por las sensibles fibras del shoegaze minimal, el dreampop retorcido y sustraído, mejor dicho chupado, a sus elementos básicos. Canciones medio abismales que lo mismo atraviesan el corazón y las pieles desgarradas del deseo, que perforan con oscuridad un humor chilango sin demasiadas pretensiones, logrando momentos memorables.

La ReDaDa

Músicos con colmillo y de caliche comprobado a través del sudor corporal que provoca su música. La calidez y singularidad en el sonido de La ReDaDa proviene de esa aparente mística y encanto a la contra, detonada por la abolladura o la falta de pulcritud no premeditada. Como la magia de un coche destartalado a toda mecha, aquí la manteca, la melcocha y el trance tropical funcionan siempre en pos del baile y la resistencia. Cada vez es más raro encontrar bandas en México con este nivel de singular salvajismo y alegría. Sin duda alguna, uno de los combos musicales más festivos y poderosos en la actualidad.

Tank Trio

Dice Federico Sánchez, uno de los mejores músicos e improvisadores contemporáneos avecindados intermitentemente en la Ciudad de México, y dice bien: “Tank Trío son muy jazzistas para los raros, pero muy raritos para los jazzistas. Con esto no quiero situarlos en el free jazz o estas músicas radicales; más bien quiero destacar su sonido particular dentro de una escena más o menos estricta como lo es la del jazz contemporáneo”. Elegantes y precisos, Federico Hülsz, Alonso López Valdés y Pablo Aguirre logran mantener la tradición jazzera de la capital dando pasos firmes hacia linderos que hipnotizan.

Bobui

Dentro del subterráneo chilango es complicado encontrar propuestas pop que destaquen por su calidad y frescura sin demasiadas imposturas edulcoradas. Sencillos, despreocupados y luminosos, Enzo y Carlos Borja articulan un indie rock presto para los linderos propios del cuerpo y el corazón. Producido por Alan Santos de Centavrvs, su EP debut, Agua Santa, es uno de los trabajos a los que no hay que perder de vista en 2019.

Virtual Haze

Cobijados por el sello regiomontano Abstrakt Muzak (Mentira, Mentira, Cristo, Los Mundos), Virtual Haze hilvana un rock espeso, shoegazeado y stoner, que lo mismo nos sumerge entre pantanosos pasadizos lisérgicos, que por guitarras potentes del más puro cuño roquero, atmosférico y estridente, procurando sendos momentos melódicos y explosivos. Poderosos.

Los Cogelones

Ningún excluido a la fiesta chilanga clama más lo chilango de forma natural que el rock urbano de la periferia mexiquense, ahí donde lo conurbado y suburbano defienden desde tiempos inmemoriales una música cañera, maciza y sin ambages. Enfundados en el orgullo prehispánico, ––ese que en el rock siempre ha viajado entre lo exótico y la afrenta nacional–– Los Cogelones son la excepción a todas las reglas (incluso las propias), articulando una identidad sonora que mama de la herencia mexica y el guitarrazo eléctrico a partes iguales.

Herencia prehispánica, herencia poblana, identidad 100% Nezahualcóyotl y una de las revelaciones chilangas de 2019, gracias al NRMAL, quien tuvo el tino de mostrarlos a un público más bien habituado al circuito centralizado de la música capitalina. A huevo.

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