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Son las 8 de la mañana del domingo 24 de abril del 2016 y para entonces ya gran parte de los maratonistas han recorrido los 42 kilómetros de oeste a este, a lo largo de la ciudad de Caracas. Unas 500 personas se agolpan en la meta para recibir con júbilo a los competidores, cuando de pronto la agitación sube de nivel.
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Una figura femenina, a quien la multitud parece reconocer, es animada a acabar la carrera: “¡Vamos!” “¡Dale mujer!”, le gritan. Ella no corre sola. A su lado, va uno de sus guardaespaldas aguantando el trote a buen ritmo. Ella lleva una camiseta blanca de tirantes en la que se lee ‘Amnistía’, con una paloma pintada con los colores de la bandera venezolana: amarillo, azul y rojo. La mujer mide al menos 1 metro 65 centímetros, y tiene un cuerpo firme y bien silueteado. Con una cola de caballo recoge una llamativa melena, que desde hace 12 años le tiñe de rubio platino su peluquera Martha, en La Castellana, un barrio rico del noreste caraqueño.
Quien está llegando a la meta es Lilian Adriana Tintori Parra, mejor conocida en la escena internacional como Lilian Tintori. Su figura comenzó a ser reconocida fuera de Venezuela cuando el 18 de febrero del 2014 su marido, Leopoldo López, se convirtió en el preso político más famoso del régimen de Nicolás Maduro.
Cuando Lilian tenía 9 años, su tío, el negro Rafael Parra, le obsequió una premonitoria camiseta del maratón de Nueva York. Hasta hoy, ella ha participado en 16 carreras: 6 de ellas en Caracas y las otras 10 en Nueva York, París, Pekín, Ciudad de México y Buenos Aires. Así que las 16 semanas de preparación física que le exige esta competencia no le representan mayor problema. También se ha ejercitado en diferentes disciplinas, como la natación, kickingball, gimnasia rítmica y artística, rugby y futbol. Además fue campeona de Kitesurf, en las playas de Adícora en el estado Falcón, en las costas occidentales de Venezuela.
Llevamos 20 minutos esperando a Lilian al pie del cerro El Ávila, que escolta a la capital venezolana de este a oeste, y la separa del Caribe. Una imponente montaña llena de verdor de la que el nobel Gabriel García Márquez confesó en vida que pocas cosas en el mundo le gustaban tanto como su color al atardecer. Para los caraqueños es una especie de templo que regala calma a quien simplemente se detiene a mirarla.
Aparece a las 7:40 de la mañana del lunes 18 de abril con un pantalón deportivo negro ajustado al cuerpo, zapatillas de trekking, y sin maquillaje. Antes siquiera de empezar a subir el sendero describe qué significa para ella El Ávila: “es seguramente la montaña más bella del mundo… la subo desde chiquita, me conecto con su tierra, con cada paso que doy. Me llena de energía…”, dice.
Para subir la montaña — que desde el año 1958 fue declarado Parque Nacional — hay varias entradas, nosotros lo hacemos por Sabas Nieves, el sendero más concurrido y en el que apenas llegas hay un mapa gigante de El Ávila, que la misma Lilian hizo hace 8 años junto a sus amigos, como la atleta Sharim Rubio. La idea fue señalizar las rutas y hoy por hoy es la principal guía para los excursionistas.
Lilian llega acompañada por su hermana Patricia, una de las menores del clan Tintori Parra, compuesto por 6 hermanos; también la acompaña su asistente Mariana, dos de sus escoltas, y su hija Manuela López de 6 años, la primera del par de hijos que tiene con Leopoldo.
Ella comienza de inmediato a subir el cerro, haciendo trekking de alto rendimiento, la sigo y los demás se quedan atrás, hasta que llegamos a 1.300 metros de altura. Nadie podría imaginar que al día siguiente, 19 de abril, Lilian tomaría un avión con más de 8 horas de vuelo para recibir un premio en Canadá a nombre de su esposo, justamente el día que cumplen 9 años de matrimonio. Los últimos 2, él los ha pasado tras las rejas.
“Dios te bendiga Lilian”, le dice una mujer negra, bragada y sexy, de unos 40 años al pasar por un lado.
“Amén… ¡gracias, qué bonito!”, responde Tintori.
El trayecto a Sabas Nieves es un sendero ancho, con arena de color rojiza, vegetación de principio a fin, y según te adentras en la montaña, las vistas de Caracas son impresionantes; cientos de edificios, plazas, parques y las autopistas centrales se divisan a lo lejos.
“Lilian, te queremos”, gritan un poco más arriba una pareja de chicos morenos, que también suben la montaña.
‘El Ávila es seguramente la montaña más bella del mundo‘.
Pero no todos los saludos son cordiales, a mitad de camino una mujer morena caribeña de unos 39 años, con ropa deportiva, gorra y gafas de sol, se detiene frente a ella y la increpa. Le pide su posición frente a los sucesos de febrero de 2014, conocidos en este país suramericano como “guarimbas”, que fueron en esencia decenas de manifestaciones de calle, algunas violentas, que dejaron a 45 personas muertas y cientos de heridos. La mujer que responde al nombre de Alejandra Martínez culpa sin titubear a Leopoldo López de los hechos.
Lilian conversa con ella y le pide que dialoguen. Alejandra se niega a darle su número de teléfono; Lilian le da el suyo, y promete llamarla.
— ¿Qué sientes cuándo te abordan de esta manera?
— No siento miedo, ni rabia. Me gusta conversar con ellos, porque también son víctimas del sistema. Como todos nosotros —contesta.
Lilian sabe que Venezuela es un país polarizado, es por eso que apoya la salida constitucional del Gobierno y la transición a otro a través del diálogo, y no culpa a los ciudadanos que piensan distinto, pues cree que obedecen a la narrativa de Nicolás Maduro:
“Vivimos en una sociedad controlada por un Estado autoritario. Con instituciones secuestradas, la gente tiene miedo y si trabajan con el Gobierno se sienten amenazados. Hasta los militares están amenazados. Yo lo he visto en Ramo Verde [la prisión], cuando voy a visitar a Leo, me desnudan, y la militar que lo hace tiembla, porque sabe que si no cumple las órdenes de arriba la castigan. Hay represión y hay amedrentamiento en el país”, reflexiona Lilian.
Seguimos nuestro camino a un ritmo rápido y el timbre de voz de Lilian, quien cumplió 38 años el pasado 5 de mayo, se mantiene fuerte, aún con la respiración entrecortada. Tal como escribió en su libro de bienestar ¡Lógralo!, recuerda que las claves para mantenerse en forma son comer 5 veces al día y dormir 8 horas.
Así es pasar una noche en un hospital de Venezuela en plena ‘crisis humanitaria’. Leer más aquí.
Lilian hizo su bachillerato en la Academia Merici y a los 22 años se graduó de Educadora de Preescolar en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas. Estando en la Católica decidió jugar rugby, aún con los gritos al cielo que pegaron sus padres porque se trata de un deporte rudo, que requiere mucho esfuerzo físico.
Allí conoció a Pedro, su entonces entrenador deportivo, y quien le enseñó entre otras cosas “a concentrarse, asumir retos y superarlos con disciplina”.
Los años pasaron y actualmente Lilian se asume como activista de derechos humanos y Pedro sigue siendo su asesor estratégico, también en esta carrera. Antes como ahora, en los momentos clave, Pedro le indica como si estuviera en el campo de juego: “Focus. Focus” para que no pierda la atención a sus nuevas metas.
Lilian elige a la gente que quiere tener cerca; por eso también ha construido una amistad con Humberto Prado, fundador del Observatorio Nacional de Prisiones, de quien resalta su labor humanitaria; y entre su lista de cercanos también menciona al expresidente de España Felipe González, a quien escucha y admira. Lo conoció en Madrid en un viaje que realizó junto a Mitzy Capriles, esposa de Antonio Ledezma, alcalde del área metropolitana de Caracas y quien también está en la cárcel — desde febrero de 2015 —, por supuesta conspiración contra el Gobierno.
Tintori y Capriles viajaban juntas en aquella época haciendo una campaña por la liberación de los presos políticos de Venezuela. En la actualidad, Felipe González ha alzado su voz públicamente para que Maduro libere a López y a Ledezma, y a otros 115 presos políticos.
Cartas desde prisión
Leopoldo descubrió a Lilian en la portada de la revista Todo en Domingo del diario El Nacional, como una de las siete nuevas caras de la televisión. De esto ya hace 13 años.
Así que luego, al enterarse que tenía un amigo en común, Luis Gómez, quien fue asesinado hace dos años junto a un compañero de ciclismo durante un robo, Leopoldo insistió en conocerla
—El alcalde de Chacao te quiere conocer —le dijo entonces Luis a Lilian.
—No, no… yo con políticos no quiero nada —respondió ella.
Pasaron los meses y por fin se dio el encuentro. Un restaurant en Los Palos Grandes fue el escenario para que se conocieran en una reunión entre amigos en el año 2003.
“Esa noche me enamoré de Leopoldo. Me encantó cómo hablaba de Venezuela, eso me recordaba a mi padre. Su pasión por el trabajo me cautivó”, dice.
Hablaron hasta las seis de la mañana. Luego él insistió para verse de nuevo, hasta que semanas después fueron al cine por fin, y desde esa noche están juntos.
Los padres de Leopoldo López — la Señora Antonieta Mendoza y ‘don Leopoldo’ — supieron que el corazón de su hijo tenía dueña cuando la llevó a casa.
‘Vivimos en una sociedad controlada por un Estado autoritario’.
Años después y en la situación que atraviesan, los suegros de Lilian aseguran sentirse afortunados por contar con ella. En una de las salas de su quinta ubicada en Sebucán en el municipio de Sucre del estado Miranda, la señora Antonieta se refiere a Lilian con una frase ya conocida, pero quizá para ella cargada de significado: “al lado de un buen hombre, siempre hay una buena mujer”.
Leopoldo López fue el principal adversario político de Hugo Chávez y, en este momento, de Nicolás Maduro. Durante 2 mandatos (desde el 2000 al 2008) fue el alcalde del ayuntamiento de Chacao, que conforma la Gran Caracas con 92 por ciento de aprobación al finalizar su gestión. Actualmente, es uno de los hombres más influyentes en las redes sociales en Venezuela, con más de 4,2 millones de seguidores en Twitter; en primer lugar está Henrique Capriles, gobernador de Miranda y ex candidato presidencial, con 6 millones. Nicolás Maduro, por ejemplo, cuenta con 2,8 millones.
‘Leo’, mote en su entorno, es descendiente de Simón Bolívar, el llamado padre de la patria, pues su tatarabuela fue Concepción Amestoy Palacios, sobrina del Libertador de América. Así lo cuenta su madre Antonieta, de tono seguro y firme, y aprovecha para aclarar que también son familia directa de Cristóbal Mendoza, primer Presidente de Venezuela.
Por eso dicen que López fue criado para ser político. Por eso, y por sus estudios en Economía y Sociología y su post grado de Políticas Públicas en Harvard, en Estados Unidos.
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“Querida Lilian, hoy leyendo la Biblia me encontré con estos versos de proverbios que te dedico: ‘¿Quién encontrará a una mujer ideal? Vale mucho más que las piedras preciosas…’ ¡Hay muchas mujeres preciosas, pero tú las superas a todas! Te amo… Eres mi fortaleza”. Esta es una de las tantas cartas de amor que Leopoldo López le envía a su esposa desde la cárcel, y a las que VICE News accedió; en total son 12, están enmarcadas y forman parte de una pila de libros, cuadros y fotografías del despacho de López.
Leopoldo López tiene preso 2 años y 6 meses en la cárcel militar de Ramo Verde, a 40 minutos de Caracas. En el 2014, dio a conocer el plan denominado La Salida que buscaba destituir constitucionalmente de Miraflores a Nicolás Maduro por la inminente crisis económica y social que se divisaba en el futuro cercano. Pero la manifestación estudiantil convocada el 12 de febrero, y que resultó multitudinaria, se tornó violenta y se registraron 45 muertes a lo largo de dos meses, entre opositores y simpatizantes al partido oficialista.
La Fiscalía pidió detenerlo y el Tribunal Superior de Justicia alega que debió pedir permiso para la protesta, aunque la Carta Magna establece que los ciudadanos tienen derecho a manifestarse públicamente. El 18 de febrero, Leopoldo se entrega a la Guardia Nacional y desde esa fecha se encuentra encarcelado.
Pasó el tiempo, y el 10 de septiembre de 2015 en medio de la incertidumbre y el país ya sumido en una crisis de inflación, escasez de alimentos y servicios básicos e inseguridad, Leopoldo López fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión por incitación pública a la violencia a través de supuestos mensajes subliminales en sus discursos.
La Organización de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, La Unión Europea, Human Rights Watch y Amnistía Internacional piden, y siguen pidiendo, la liberación de Leopoldo López y de todos los presos políticos. Precisamente, Amnistía Internacional lo ha declarado prisionero de consciencia del Gobierno de Nicolás Maduro.
La liberación de su esposo es lo que despertó el interés de Lilian por los derechos humanos, carrera que le gustaría continuar aún después de que su marido salga libre.
Dice que una de sus aspiraciones es ver cerrada la prisión del Servicio Bolivariano de Inteligencia conocido como “La Tumba”, en Plaza Venezuela. Un lugar en el que los detenidos permanecen en el sótano 4 – en total son 5 sótanos que antes eran bóvedas para una entidad bancaria -, en celdas de 2 por 3, con el aire acondicionado en su grado mínimo, y con luces blancas encendidas las 24 horas del día, así lo han denunciado públicamente los familiares de Gerardo Carrero, Gabriel Valles y Lorent Saleh, 3 de los estudiantes detenidos por protestar contra Miraflores en el 2014.
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Tintori no tiene asesor de imagen pero su equipo más cercano de trabajo, cuida hasta el más mínimo de los detalles de su aspecto personal. Su cabello, por ejemplo, lo seca y peina su jefa de prensa, una periodista trigueña de ojos grandes llamada Sthefanie. Las clinejas o trenzas en su cabello – que, por cierto, se han puesto de moda -, se las elabora una odontóloga morena de melena larga y sonrisa constante que se desempeña como su asistenta personal, Mariana T., o Marianita como también la llaman.
A Lilian Tintori no le gusta mucho el maquillaje. Eso, en un país como Venezuela, en donde hay un gran entusiasmo por los certámenes de belleza y muchas chicas sueñan con ser Miss Venezuela, es cuando menos, poco común. Quienes la conocen desde hace años, cuentan que no se maquillaba hasta que llegó a la televisión, y se le hizo impositivo. La enseñó a usar la brocha y la pintura en su rostro, la ex Miss Venezuela y animadora de Wild On de E! Entertainment TV, Norelys Rodríguez, cuando juntas hacían el programa Muévete por Televen y después de su participación en el reality show Robinson la Gran Aventura transmitido por Venevisión. Hoy por hoy, Norelys es la mejor amiga de Lilian.
‘Yo lo he visto en Ramo Verde [la prisión], cuando voy a visitar a Leo, me desnudan, y la militar que lo hace tiembla’.
Pero no todo parece color de rosa, la esposa de Leopoldo López también tiene detractores. Incluso hay quienes piensan que la Lilian de ahora es un personaje inventado. Para la productora de televisión Alexandra Ramírez, una curvilínea chica de 30 años de edad, Tintori “siempre ha sido una figura pública, pero antes era una mujer común y corriente, guerrera y deportista… ahora esa Lilian no existe. Ha creado un personaje para los medios, se hace la mártir, cuando ve una cámara cambia hasta la mirada, todo eso de las trenzas, los crucifijos, es un parapeto más que otra cosa. Entiendo que esté pasando por un momento difícil, pero ella no anda todo el día con esa sufridera, me parece cansona y me aburre su discurso”, opina.
Aún así, @liliantintori se encuentra entre las 5 influencers de Venezuela, al lado de su esposo, Leopoldo López, de la ex diputada de la Asamblea Nacional, María Corina Machado, el mandatario Nicolás Maduro y del gobernador de Miranda, Henrique Carriles.
En su cuenta en Instagram Lilian suma 1,8 millones de seguidores, frente a los 1,4 millones que cuenta Capriles, los 793.000 de López y los 307.000 de Machado. Maduro no usa este red social. En Twitter, Lilian tiene a 2,1 millones de personas pendientes de lo que postea.
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Para el community manager, Diego Barrios, más allá de los seguidores que tenga alguien, lo interesante es la influencia que ejerce en los internautas. Esto se mide con la interacción y el poder de convocatoria, y allí Lilian es una de las que más mueve las masas.
Lo dice él, que lleva las redes sociales de la activista, y confiesa que todo lo publicado lo debaten juntos antes de subirlo. Aunque Tintori algunas veces se sale del riel y se fotografía junto a sus hijos o retrata algo que ve en los viajes al exterior y cuando va de gira por el país y lo comparte con quienes la siguen día a día. En algunos post reúne hasta 1.000 comentarios.
El 85 por ciento de los mensajes en las redes de Lilian son más bien positivos, asegura Diego Barrios.
Su casa está ubicada en Los Palos Grandes, un barrio de clase media alta en el este de Caracas, es blanca y tiene un jardín en la entrada. Para el momento de la entrevista estaba llena de escombros por remodelación. Los anfitriones son Maratón, Coleo y Caracas, los tres perros San Bernardo de Leopoldo; y sus hijos. La residencia por dentro es amplia, tiene un recibidor con un altar en el que reposan vírgenes e imágenes de Jesucristo, y muchos rosarios. También hay una sala contigua con muebles y un cuadro de la ciudad con El Ávila de fondo y destacan las fotografías de la familia.
Por uno de los extremos de la sala principal se accede al despacho de López y al fondo está la cocina, con un mesón que parece de mármol en el medio. Arriba están las habitaciones.
Pero la crisis que se vive en Venezuela también ha llegado a su casa: “ahorita no tenemos huevos, y a veces hace falta la leche o el café”.
La falta de productos no es por dinero — ella proviene de una familia de clase media y su esposo pertenece a la alta sociedad caraqueña —, es más bien por la escasez que se vive en este país latinoamericano conocido como una tierra rica pero que hoy la habitan miles de pobres.
‘Lilian ha creado un personaje para los medios, se hace la mártir’
Es paradójico que en una nación que podría compararse con una fuente inagotable de petróleo — tiene las reservas de crudo más grandes del planeta y también tiene las cuartas de reservas de oro del mundo, así como diamantes y coltán — 3 de cada 10 venezolanos se acueste sin cenar, y el 13 por ciento coma sólo una vez al día. La mitad, un 53 por ciento sí se alimenta 3 veces diarias, esto según un sondeo del Instituto Venezolano de Análisis de Datos.
En el 2015, el país registró un 180 por ciento de inflación, y ya en el 2016 el salario mínimo son menos de 32 dólares. Mientras que la canasta básica para una familia supera los 150 mil bolívares [unos 145 dólares, al cambio paralelo, al oficial no accede el venezolano común por restricciones gubernamentales]. Para el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas, Venezuela sigue teniendo altas expectativas de vida y de desarrollo, pero estos números podrían revertirse por la crisis que se vive ahora, en la que las personas pasan horas y horas haciendo colas para adquirir productos de primera necesidad como la harina de maíz o arroz.
Retrato de familia
Lilian Tintori pertenece a una familia que huyó de la II Guerra Mundial en Europa, especialmente su abuelo paterno quien salió de Italia para radicarse en Argentina; años después haría lo mismo su padre, quien cuando hubo de graduarse de Ingeniero Metalúrgico voló desde Buenos Aires hasta Caracas, ciudad de la que no salió nunca más. Don Franco Tintori trabajó durante décadas en un país que terminó por enamorarlo, al punto que lo recorría junto a su esposa y crías siempre que podían. “Nos íbamos en automóvil, todos, a San Cristóbal, a Mérida… y también a Carúpano”, relata Lilian Parra, madre de Lilian en una entrevista vía Skype desde Miami.
Don Franco ya no está. Sufrió un accidente cuando viajaba desde los Valles del Tuy a Caracas, había estado trabajando como siempre en su fábrica de medidores de alta temperatura para hornos industriales, pero esa noche no volvió a casa. Un camión de mediana carga estaba mal aparcado y le fue imposible esquivarlo, lamentablemente no tenía puesto el cinturón de seguridad. Así que luego de que los paramédicos lo socorrieran, y pasar por un hospital en el que no pudieron atenderlo por falta de insumos, acabó en la Clínica La Floresta, pero allí llegó sin signos vitales.
‘Hemos aprendido a hacer el amor en silencio, a hablar con mímicas’.
Esto sucedió en marzo de 2007, un mes y medio antes del matrimonio de Lilian con Leopoldo López. La boda había sido suspendida en una primera oportunidad:
— Mamá, ¿qué hago?, ¿qué te parece llevar a cabo la boda? —preguntó Lilian a su madre.
— Es duro, pero ¡hazla! Es lo que hubiera querido tu padre. Cásate en su memoria.
La unión se hizo tal como estaba prevista pero más íntima. Y un año después del fallecimiento del señor Franco, Lilian le rindió un homenaje con el proyecto Travesía. Desde Cabo de la Vela, ella navegó sola en kayak hasta la isla de Aruba, cruzó el techo caribeño en medio de fuertes vientos y el correspondiente oleaje. Los medios de comunicación cubrieron el evento que duró 3 horas y 5 minutos.
Algunos de sus amigos y familiares temían por su vida por lo que la acompañaron desde una embarcación que la seguía a unos 200 metros de distancia para no generar olas, pero a veces se perdía de vista, sobre todo, por el mal tiempo que obligó a Lilian a cambiar de rumbo, en una suerte de zigzag hasta llegar a su objetivo.
La gente del pueblo se apostó en el puerto de Falcón – al noroeste el país – para despedirla, en medio del escepticismo, y otra multitud la recibió boquiabierta en la isla vecina.
“Cuando navegaba pensaba en mi padre…”, recuerda.
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Lilian Tintori es la esposa de Leopoldo López, pero bien puede ser Leopoldo López el esposo de Lilian Tintori. Días antes del maratón, ella me deja acompañarla a la cárcel militar de Ramo Verde cerca de Los Teques, capital del estado Miranda.
El viaje desde Caracas no tarda más de 45 minutos y lo ameniza con las canciones de su dúo de reggaeton favorito: Chino y Nacho, también escucha al salsero Marc Anthony y al bachatero, Romeo Santos.
Con la canción “Me voy enamorando” de fondo, cuenta en un momento… “mi familia tiene que resistir. Mira, las dos últimas veces que he ido a la cárcel me desnudaron a mí y a mi suegra, nos vejaron y también a mis hijos, nos hicieron cosas desagradables. Pero aquí vamos otra vez, esto lo hacemos por Leopoldo, y por el país. El que se cansa pierde”, dice.
Vamos con Manuela, la primera de los hijos. Tiene 6 años. De perfil se parece a Lilian, de frente a Leopoldo. Para ayudar a la niña a sobrellevar la situación la asiste una psicoanalista. Es domingo 18 de abril, una semana antes del maratón, y vamos en una camioneta de color negro. La niña trae consigo un reproductor de música pero aunque tiene los audífonos puestos, en realidad los tiene en volumen cero para escuchar la entrevista. No sólo la escucha, se incorpora:
— ¿Mami, a mi papi le gustan las visitas?
— Sí Manu, se muere por vernos
— Leopoldo ha escrito un libro durante su estancia en la cárcel titulado ‘Preso pero libre’, ¿cómo hizo? —pregunto
— Él nos iba diciendo todo; como no podíamos entrar papeles a la cárcel, nos íbamos grabando las cosas en la mente y hasta en los brazos nos escribíamos lo que decía, y cuando volvíamos a casa anotábamos sus frases en papeles… así lo hicimos, fue un trabajo en equipo —contesta Lilian
— Y, en la cárcel ¿puede leer?
— Es un gran lector. En Ramo Verde hay una biblioteca, pero a veces le quitan los libros de donde los deja, para que no los siga leyendo
— A mí también me gusta leer —dice la niña y sonríe
El más pequeño de la familia es Leopoldo Santiago, de 2 años y desde ya practica karate. Va en otra camioneta junto “mamama” así le dicen a la abuela. Es muy parecido a Leopoldo, y sonríe cuando ve a las demás personas, come cotufas – palomitas – y le encanta jugar.
Leopoldo López está encerrado en una celda de 2 metros 60 centímetros por 2 metros y medio de alto, aproximadamente. Hay una sola ventana, con barrotes de color negro que da hacia los Valles del Tuy, a él le gusta ver por ahí porque le transmite paz la naturaleza, y su hija añade que ve gavilanes y pajaritos.
— Cuando todo pase, cambiaremos esa cárcel por una Universidad de Derechos Humanos —afirma Lilian.
— Y por un museo —exclama Manuela.
La familia visita a Leopoldo los fines de semana. Se reúnen en un salón de unos 15 pasos de largo por 6 de ancho, sin ventanas. A cambio tienen 3 mesas cuadradas de color blanco y 12 sillas. Todo de plástico. En una esquina hay un puff negro, que es lo único cómodo. Se ventila por una suerte de tragaluz que divide al lugar con el otro edificio, es pequeño así que entra poco aire puro. La mayoría del tiempo Leopoldo la pasa jugando con sus hijos, tanto que lograron hacer un huerto en medio de un patiecito del tamaño de una habitación pero al aire libre que antes tenía solo escombros al lado del salón de visitas.
— ¿Qué siembran Manuela?
— Mi papi me enseñó a sembrar muchas cosas…. Tenemos tomates, pepinos, y también papas y lechugas…
— ¿Cómo te trata tu padre?
— Bien, nunca me regaña… a Leopoldo Santiago sí
— ¿Tú te portas muy bien?
— Sí, es que yo me porto bien.
Cada vez que se ven se dan “un abrazo de cuatro”, y cuando están en casa, “un abrazo de tres”, cuenta Lilian. Lo más difícil es dejarlo en la cárcel y volver. Por las tardes ella suele jugar con sus hijos y los 3 perros San Bernardo de Leopoldo. Y por la noche el otro lado de la cama vacía de Lilian, también lo llenan sus hijos.
— ¿Cómo haces para mantener el amor con Leopoldo?
— Superando pruebas. Nos dejamos de ver durante varios días y al vernos en una celda, que sabemos nos están grabando, porque en Ramo Verde nos graban hasta en la celda… pero hemos aprendido a hacer el amor en silencio, a hablar con mímicas, sentimos admiración el uno por el otro. Nuestra relación va más allá de ir al cine o a cenar, así que si tenemos que estar en esa celda, pues aprovechamos el tiempo y nos damos mucho amor.
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Para un maratonista cruzar la meta de llegada es lo mismo que significa para un pintor culminar su obra. El maratonista no todo el tiempo busca llegar primero, su reto es hacer la carrera completa. Lilian lo logró por décimo sexta vez este 24 de abril.
La resistencia del camino hace una extraña analogía repleta de coincidencias con su vida cotidiana. Se le ve serena y la gente que se encuentra en el Parque Los Caobos, en la meta del maratón, la saluda y se toma fotografías.
Tintori integra una larga lista de publicaciones de América Latina que la colocan como una de las más influyentes mujeres de la región, es el caso del diario digital argentino Infobae que la sitúa al lado de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet o la actriz mexicana, Salma Hayek. O una de las 10 líderes del mundo que se rebela contra el sistema, distinción que le dio Vanity Fair. Y seguramente su vida después de estos 42 km continuará entre eventos y foros, pero en la última entrevista que le hacemos asegura que lo que más desea es poder dar “un abrazo de cuatro” en su casa, pronto.
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El nombre de Lilian, que también lo tiene su madre, fue idea de su abuela — nacida en Los Andes venezolanos —, Adela Roa, quien en la época de posguerra escuchó la canción Lili Marleen; un clásico basado en la vida de un soldado enamorado llamado Hans Leip, y que durante la II Guerra Mundial cantaban por igual norteamericanos, ingleses y alemanes. La canción es una obra de culto en la actualidad, y la ha interpretado Lale Andersen, Marlene Dietrich, Perry Como o Frank Sinatra.
“Desde el espacio silencioso
Desde las tierras de la tierra
Me mantienen como en un sueño
tus adorables labios
Cuando la niebla nocturna se arremoline
yo estaré en la farola
Como antes…”, Lilian
Lilian parece estar siempre en una carrera de resistencia. Suda cuando sube el cerro El Ávila. Espera paciente bajo el sol entrar a la cárcel de Ramo Verde, y corre sobre el asfalto caraqueño para llegar a la meta, tras recorrer 42 kilómetros.
Sonríe, cuando alguien la mira. Sabe perfectamente que la miran siempre. Con o sin maquillaje, con una cámara frente o detrás de ella. Sabe que la miran siempre.
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