Llega diciembre con su alegría. Qué rico. Para algunos, después de un año intenso con toda su carga de logros, juergas y procastinación, la oportunidad para pensar en llenarse de natilla, hacerse con cajas de pólvora pirata y entregarse voluptuosamente al chucu-chucu. Para esta redacción, por el contrario, la de encerrarse en una oficina hasta altas horas de la noche para discutir acaloradamente sobre qué fue lo más destacable del año en términos musicales en Colombia.
De entrada, el lector ha de saber que toda selección es caprichosa, pues contrario a lo que muchos quieran hacernos creer, no existe tal cosa como la objetividad en la cultura y no creemos que las ventas o los likes o las reproducciones o los Grammy o el poder de lobby de sellos, agencias de PR o equipos de management sean los únicos indicadores o legitimadores culturales de un momento y de un lugar. En este caso, contamos apenas con algunos pares de orejas y un juicio, sesudo o no, para valorar todo eso que produjo la alternativa nacional en uno de los años más fértiles de su historia. La idea: celebrar un paisaje sonoro diverso en el que las piedras más preciosas y brillantes, a veces incluso diamantes en bruto, suelen estar escondidas en el subterráneo.
A todos los músicos de esta tierra, gracias por un 2015 lleno de buena puta música.
Y sin más carreta, aquí les compartimos nuestra Selección Colombia.
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15. Compadres Recerdos – Superputa (Independiente)

Una fina y sutil mezcla de ese ritmo que te invita a ir “hasta abajo” en clave metal y hardcore: ése es el estilo bastardo de los originales Compadres Recerdos. Después de una larga siesta, el trío de reggaetón extremo regresó con Superputa, un álbum de dembow radical, más tirando hacia el death metal caribeño, que viene en una elegante cajita de cartón e incluye un juego de cartas políticamente incorrecto y similar al clásico Super Triumph, en el que varias putas imaginarias compiten por la coronación como reina de la alegría. Las 22 canciones de Superputa están caracterizadas por sus letras burdas y por sus breaks pesados y sandungueros, que a veces son thrash metal con merengue o salsa choque hardcore. En cuanto a la pieza, está hecha con mucho cariño por tres maestros de la caricatura que en una legítima e incorrecta pieza de colección, burlan, celebran y condenan la absoluta y cochina decadencia a la que hemos llegado como civilización. Incluye versiones recerdas de clásicos como “Rain in Blood” de Slayer y “Culo” de Pitbull. ¡Cerdos!
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14. Sonoras Mil – Sonoras Mil (Independiente)

A principios de este año llegó a nuestra redacción el disco debut de Sonoras Mil, un proyecto montado por Felipe Gómez, ex integrante de Moodpecker –después La Fenachi (i)– , una banda de funk espacial reconocida en la escena bogotana hace más de siete años. Después de una larga temporada en Estados Unidos, Felipe regresó al país y se internó en Minca, en plena falda de la Sierra Nevada, a producir las canciones que tenía guardadas junto a Christian Castagno (el hombre detrás del clásico “Te quiero mucho” de Naty Botero y actual productor adicional de Systema Solar), dando con un disco popero que es toda una joyita. En doce inspiradas canciones que hablan del amor, la locura y la soledad, el álbum te pasea por la cumbia psicodélica, el reggae dub, el rock noventerito, el funk tipo Amigos Invisibles, la onda Manú Chao y hasta la salsa, con un cover de “La Murga de Panamá”. Se da incluso varias licencias en lo experimental, convirtiéndolo en uno de los trabajos más frescos de la escena, sorteando con carácter esa difícil frontera entre eso que llaman lo «alternativo» y lo «comercial». Una selección de canciones ideal para corear y que cae perfecto si te vas a echar un road trip estas vacaciones.
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13. Bomba Estéreo – Amanecer (Sony Music)

12. Los Pirañas – La diversión que hacía falta en mi país (Discos AMA)

Es dificil establecer una diferencia entre la seriedad con la que deberíamos hablar de Los Pirañas y la diversión que significa cada una de sus extravagancias musicales. Esta trinidad, conformada por Eblis Álvarez (Meridian Brothers, Chúpame el Dedo), Mario Galeano (Frente Cumbiero, Ondatrópica) y Pedro Ojeda (Romperayo, Chúpame el Dedo), sintetiza con particular precisión el momento histórico en el que se encuentran las vanguardias colombianas. Los Pirañas, en este caso, son un accidente evolutivo, una de las figuras más extrañas y amorfas frente a las cuales estaremos y aún así, su música resulta fácilmente asequible. De norte a sur y desde ambos lados del charco, los hemos bailado, nos hemos reído con ellos y los hemos gozado, porque son muy nuestros, son de todos, y condensan en su sonido una larga trayectoria colectiva de respuesta, reacción y desarrollo musical. En 2015 sacaron su segundo álbum La diversión que hacía falta en mi país, la continuación de la experimentación propuesta en su debut Toma tu jabón K-Pax, una mezcla caníbal y profana entre la música de su contexto más inmediato y los géneros más fríos: motorik, música concreta y sonidos deconstruidos se acompañan de cumbia, champeta, mapalé y psicodelia latinoamericana en una reinterpretación sesuda, sabrosa y apretada de los significantes de la tropicalia. Puntos adicionales por su interpretación de «A 18 minutos del sol» de Spinetta.
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11. Métricas Frías – Serenata sin Mariachis (Moebiuz)

10. Estrellas del Caribe – Champeta criolla de San Basilio de Palenque (Changó Records)
9. Mr. Bleat – Los Lobos (Música Corriente)

Después de una larga temporada de hibernación, la banda paisa de electropop regresó este año con un golpe directo al tuétano que hace ver sus anteriores trabajos como lo que son: juvenilia. Se trata de Los Lobos, un disco bipolar que desde su track introductorio, “Magia Negra”, da cuenta de su palpitar fantasmagórico, pero que a medida que avanza por paisajes synth wave y nu-disco (“Caminando en hielo fino” saca 5/5) permite la luz y hasta el arcoiris. Es, como quien dice, un disco gótico optimista. En este, un trabajo firmado por el colectivo de Medallo Música Corriente y producido 100% por el trío, destaca la dramática producción de sintes, a cargo de Alejandro Bernal y Pablo Ángel, y la lírica trágica de Sara Rodas Correa, de fama Goli, tirando sentencias tipo: “…y los lobos con flores vendrán por ti” (“Los lobos”) o “puedo ver un incendio en el sol” (“Obsesión”). En todo caso como 45 veces mejor que el de cualquiera de las banditas australianas que traen cada semana a Colombia.
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7. Dub de Gaita – Dub de Gaita Vol. II y III (Zam Zam Sound / Llorona Records)

6. Crudo Means Raw – El Pasaje (Independiente)

5. Rionegro – Rionegro (Cómeme)
Rionegro performer dancefloor***
4. Kali Uchis – Por vida (Independiente)

3. Ságan – Cada célula (Independiente)
María Mónica Gutiérrez y Felipe Ortega, de pasado Suricato y Surcos, respectivamente, son las mentes tras este proyecto de dream pop intergaláctico, un dúo arrasador nacido este año cuya música hace sentir como si nuestro cuerpo estuviera hecho de minúsculas partículas de polvo que viajan por el cosmos. Su debut, Cada Célula, es una composición de electrónica experimental, sonidos ambientales envolventes, percusiones microscópicas y voces etéreas, dulces pero androides, que aspira tanto a la introspección como a la cosmonáutica. Concentrado en el formato canción, el proyecto presenta un pop experimental, ensoñador y melodramático, que se complementa con una propuesta de live act sin interrupciones entre canciones y visuales muy a la Carl Sagan, quien por demás inspiró su nombre. Tracks como “Bidimensional”, “Piedras” y “Universal”, en sus juegos de voz, en sus tiempos rotos y profundidades siderales, suenan como a una FKA Twigs flotando por el espacio, dando cuenta de un pulidísimo trabajo de composición y producción en música fría pocas veces visto, y pocas veces tan afinado, en esta tierra de huepajé y guaro.
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2. Romperayo – Romperayo (Discrepant Records)

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1. Sidestepper – Supernatural Love (Real World Records)
Después de influenciar a toda una generación de músicos y bailadores con canciones como «Deja», «Hoy tenemos» o «Más papaya», el productor inglés Richard Blair, padrino del electrópico caribe, se encerró durante años en su casa-estudio de La Candelaria para zarpar en una travesía en busca de la pulpa, una expedición en cosmonáutica que lo llevó a desentenderse de máquinas y bombos y a preguntarse, desde aquí y desde ahora, por la naturaleza misma de la música, no como producto del mercado, sino como expresión de la vida. Una expedición intensa y transversal, no siempre fácil, que lo llevó a él y a su gran familia musical, Teto, Chongo, Eka, Edgardo y hasta Andrea Echeverri, a encontrarse en el juego comunal y encender, juntos, una llama reveladora que tiene tanto de tribal y primitivo como de sound system futurista. Después de siete años de silencio, el último disco de Sidestepper es un homenaje a ese espíritu, que a través de bálsamos como “Song for the sinner”, rondas como “Come see us play” o mantras de amor supernatural como “Celestial”, concilia y reconcilia infinitas magias o tradiciones musicales para dejar expuestos sus códigos y raíces. Desde el góspel hasta el country, pasando por el África hasta el Caribe. Desde el ritual chamánico a la canción infantil. Desde el canto primitivo alrededor de la fogata hasta el latido circular, padre del beat. En esencia, supernatural love es un himno de agradecimiento al Universo. Y así mismo es su poder.
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¿Y cuál fue su álbum nacional favorito del año? Compártanos su selección por aquí abajo.
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