La semana pasada cerca de 1.000 inmigrantes fueron rescatados del Mediterráneo en solo 24 horas y la Comisión Europea empezó a trabajar en las nuevas políticas migratorias.
Por otro lado, 3.500 personas murieron al intentar llegar a Europa en 2014, más de 700 niños no acompañados siguen viviendo en centros de primera acogida de Italia, y el número de migrantes que arriesgan sus vidas para llegar al continente no hace más que aumentar.
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Miléne Larsson es la productora y reportera de la serie Europe or Die de VICE News. En esta serie, Milène ofrece una mirada al tema de la migración en Europa, cuyas cifras alcanzaron su máximo el año pasado, como hemos llegado a este punto y que nos depara el futuro.
En junio de 2014, la agencia para los refugiados de la ONU (ACNUR) anunció que, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, más de 50 millones de personas habían sido desplazadas en todo el mundo. No obstante, mientras la guerra, la pobreza, la opresión y el cambio climático sigan causando estragos y obligando a la gente a abandonar sus hogares, esta cifra no hará sino aumentar.
La creciente crisis de los refugiados por los conflictos de Siria, Afganistán, Irak y Libia, se ha traducido en un número sin precedentes de personas que arriesgan sus vidas para buscar refugio o mejores oportunidades en el cercano continente europeo. Según Frontex, la agencia de seguridad fronteriza de la UE, solo en 2014 se detectaron 278.000 cruces ilegales en la frontera, dos veces y media más que el año anterior (107.000). Otra estadística que alcanzó su punto máximo fue el número de personas que perdieron la vida por el camino. Al menos 27.000 inmigrantes y refugiados fallecieron tratando de llegar a Europa desde el año 2000.
En la Europa de hoy, donde un creciente sentimiento de extrema derecha está calando en el debate sobre la migración y a la luz de las intensas amenazas terroristas y los recientes tiroteos en Paris y Copenhague el miedo ciudadano ha ido en aumento, la principal prioridad del continente sigue siendo la seguridad fronteriza, en lugar de salvar vidas. Entre 2007 y 2013, los países del sur de Europa con una alta presión migratoria gastaron más de mil millones de dólares en la protección fronteriza, mientras que se invirtió casi tres veces menos en la acogida e integración de los refugiados.
Si bien la fortificación de sus fronteras ayuda en la monitorización de los que entran y los que salen, Europa lucha para proteger sus fronteras sin comprometer los derechos fundamentales de los migrantes y refugiados. Estas son algunas de las políticas y prácticas cuestionables a las que la gente se refiere cuando se debate la Fortaleza Europea.
Deportaciones
En un improvisado campo de migrantes marroquíes con vistas al enclave español de Melilla, un remanente del imperio colonial español, un par de inmigrantes marfileños dijeron a VICE News: “Vinimos porque las cosas no iban bien, no podíamos mantener a nuestras familias”. Los residentes del campamento estaban esperando la oportunidad para romper con navajas las vallas fronterizas de alambre de Melilla que separan África de Europa.
Haciendo referencia a Melilla, dijeron: “En una ocasión conseguimos entrar [en España] pero nos enviaron de vuelta a nuestro país”. Muchos de sus amigos pasaron por situaciones similares y otros terminaron con heridas visibles. Fueron golpeados por la policía fronteriza marroquí antes de llegar a tocar la frontera y les ataron de pies y manos para que no pudieran subir la valla.
La Convención Europea de Derechos Humanos expone que una vez los migrantes y refugiados llegan a territorio Europeo, tienen derecho a asistencia jurídica e intérprete. Lo que significa que enviarlos de vuelta a sus países sin ese procesamiento previo — refiriéndose a la “deportación” o “restitución inmediata” — es ilegal. Aun así, las deportaciones continúan siendo una práctica habitual.
Según la ONG alemana Pro-Asyl, más de 2.000 personas fueron deportadas ilegalmente de Grecia a Turquia entre 2012 y 2013, llevadas a cabo por hombres enmascarados vestidos con uniformes negros sin identificar. Numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos han informado de que este tipo de deportaciones ilegales también están teniendo lugar en Bulgaria y en los dos territorios españoles de Ceuta y Melilla.
According to German NGO Pro-Asyl, more than 2,000 people were illegally pushed back to Turkey from Greece between 2012 and 2013, often by masked men in unmarked black uniforms. Numerous human rights organizations have also reported that these unlawful returns are happening in Bulgaria and Spain’s two North African territories of Ceuta and Melilla.
José Palazón, director de la ONG Prodein en Melilla, ha grabado y denunciado un gran número de deportaciones. En octubre de 2014, Palazón grabó a la Guardia Civil apaleando a un camerunés de 23 años mientras éste intentaba subir la valla de la frontera de Melilla. Luego lo llevaron, ya en un estado aparentemente inconsciente, hasta las puertas de la frontera para devolverlo a Marruecos, sin realizar antes el procedimiento legal ni proveerle de asistencia médica.
Tras la presión ejercida por parte de las ONG, la Comisión Europea afirmó que se encontraba en diálogo con España y que “no dudaría en tomar las medidas apropiadas en caso de haber evidencias de que un Estado miembro viole la legislación de la UE”. Aun así no se tomó como un asunto urgente, debido a que la declaración del 20 de octubre añadió que la comisión no estaba considerando llevar a cabo una misión en los enclaves.
El 11 de diciembre de 2014, el Partido Popular Español aprobó una muy criticada enmienda para el proyecto de ley de seguridad nacional, alegando que las leyes de inmigración existentes no estaban diseñadas para las “estampidas humanas en Ceuta y Melilla”, la cual fue aprobada por el Congreso de los Diputados del Parlamento español. Esta nueva legislación permitiría a la Guardia Civil seguir enviando a los migrantes y refugiados de vuelta a Marruecos de manera oficial sin ser procesados, en efecto legalizando las deportaciones.
El Comisario para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, reaccionó diciendo: “La propuesta de legalizar automáticamente las expulsiones colectivas de migrantes que llegan a Ceuta y Melilla es ilícita e ilegal en virtud del derecho internacional. Este cambio erosionaría la protección de derechos humanos fundamentales, derechos que la comunidad internacional ha alcanzado tras una dura lucha desde la Segunda Guerra Mundial.
El 16 de enero, Muiznieks declaró que esta enmienda implicaría “un claro incumplimiento de los derechos humanos por parte de España”.
La Comisión Europea también ha afirmado que está en conversaciones con España y que “si un Estado miembro viola la legislación europea, no dudará en tomar las medidas apropiadas al respecto”.
Si Europa permite que España cambie su legislación, incumpliendo la legislación de la UE, eso podría llevar a que más países sigan este ejemplo. Los valores de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea están sujetos a la voluntad de la UE de hacer lo que sea necesario para defenderlos.
El secretario general del Consejo Europeo para los Refugiados y los Exiliados (ECRE), Michael Diedring, dijo a VICE News: “Europa tiene que promover estándares elevados en su Carta de los Derechos Fundamentales pero no se esfuerza lo suficiente en reforzarlos”.
ECRE es una confederación de 85 ONG que asesora a la UE en materia de migración. Le pregunté a Diedring qué sucede, según su experiencia, cuando un Estado miembro es acusado de violar la legislación europea. A lo que respondió: “Así se aborda el tema en la Comisión Europea, debe tomarse una decisión basada en si hay suficientes pruebas que avalen esta violación o si por lo contrario no las hay, acto seguido se envía una carta al Estado miembro acusado, y se abre una investigación preliminar”.
“Empiezan las negociaciones diplomáticas, las cuales pueden durar mucho tiempo. Si en algún momento la Comisión no está satisfecha, establecerán un procedimiento de ejecución formal. El problema es que estos procedimientos rara vez llegan a implementarse”.
Diedring asintió prudentemente cuando sugerí que sería útil que la Comisión Europea actuara de forma más sólida: “No queremos vivir en la Unión Soviética, no queremos tener leyes perfectas, pero que nadie pone en práctica”.
Colaboraciones con países terceros
Una de las prácticas fronterizas más habituales de Europa con respecto a la migración es colaborar con los países vecinos, como Turquía y Marruecos, para detener a los migrantes antes de que lleguen a la frontera del continente, ya que es ilegal deportarlos cuando ya han pisado territorio europeo. A esta práctica se le llama colaboraciones con países terceros y son fruto de los llamados acuerdos bilaterales.
Al preguntarle sobre la legalidad de estas colaboraciones, Diedring dijo a VICE News: “Las condiciones de estos acuerdos a menudo se mantienen en privado, por lo que es difícil decir exactamente qué está sucediendo”. Y añadió: “hablando desde una perspectiva de derechos humanos, el artículo 18 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, reconoce el derecho al asilo. También hay una ley internacional que habla sobre el derecho de los refugiados a desplazarse y a buscar protección, aunque sea de forma irregular. Una práctica que no permite la entrada a Europa no es una política alineada con el derecho internacional y de la Unión Europea”.
Diedring destacó que es fundamental crear vías legales para que los solicitantes de asilo puedan llegar a Europa, “la inexistencia de rutas seguras y legales, implicará que la única forma de recibir protección acabe siendo poner sus vidas en las manos de criminales y traficantes. Si emprenden un viaje que les puede costar la vida, si no les detienen o les deportan antes de que lleguen a territorio europeo”.
El director ejecutivo de Frontex, Gil Arias, dijo a VICE News que el control fronterizo no es la solución para la migración irregular, es solo una pieza del puzle: “Para abordar el fenómeno de los flujos migratorios, tienes que centrarte en el desarrollo de los países de origen y los países de tránsito, entre muchos otros”. Arias cree que las colaboraciones con países terceros debería tener un rol más importante en el futuro de la gestión de fronteras europeas.
Sin embargo, las ONG advierten que es difícil garantizar que se respeten los derechos humanos fundamentales de los inmigrantes cuando están en manos de países no europeos que toman parte en estos acuerdos. Por ejemplo, los migrantes han recibido un trato de excesiva violencia a manos de la policía fronteriza marroquí, en sus intentos de entrar en Ceuta y Melilla. Aun así, Marruecos ha recibido más de 100 millones de dólares en asistencia técnica y financiera por ayudar a Europa a abordar los flujos migratorios.
Las vallas
En julio de 2014, Bulgaria finalizó la construcción de una valla de alambre de púas de acero, de unos 34 kilómetros de longitud en la parte de su frontera con Turquía, por donde la mayoría de migrantes intentan cruzar. No obstante, esta es solo la última adición a la colección de vallas de la frontera de Europa. España inició esta tendencia en los años 1990 y 2000, con la fortificación de Ceuta y Melilla.
Más tarde Grecia selló su frontera terrestre de once kilómetros con Turquía en 2012, que en el pasado fue una puerta de entrada principal a la UE desde Asia, a la que la ministra del Interior austríaca Johanna Mikl-Leitner se refirió como “abierta como una puerta de granero”. La longitud total de las vallas a lo largo de los ‘hotspots’ de las fronteras del continente — habitualmente ubicados donde no hay obstáculos naturales, como el mortífero mar Mediterráneo y el río Evros en Grecia — tiene actualmente alrededor de 65 kilómetros de longitud.
Sin embargo, la UE también continúa condenando las vallas fronterizas. Al conectar una frontera con la otra, en lugar de interrumpir los flujos migratorios, estos parecen distribuirse a lo largo de la frontera hasta conectar con otra frontera, a menudo de acceso más peligroso. Por ejemplo, cuando se terminó la construcción de la valla griega, la ruta migratoria que solía ir de Turquía hasta Grecia cambió de rumbo y se trasladó más al este de Bulgaria. Entonces, en respuesta al aumento de la migración irregular, Bulgaria acabó por construir su propia valla.
Cuando se acabó de construir la valla de Bulgaria, las islas griegas recibieron un número récord de inmigrantes y refugiados, que cruzaban desde Turquía en barcos abarrotados a través del peligroso mar Egeo. Bulgaria, al darse cuenta de que su nueva valla simplemente hizo que los migrantes se dirigieran hacia la parte final de la barrera, ahora está planeando construir 128 kilómetros adicionales, lo que cercaría la totalidad de su frontera terrestre con Turquía.
Obstáculos naturales letales
Mientras muchos han muerto cruzando el río Evros, en la frontera entre Grecia y Turquía, o en barcos que desafían las aguas del Egeo, claramente la ruta más letal hacia Europa es a través del Mediterráneo en las embarcaciones inseguras y atestadas que viajan de Libia a Italia.
En respuesta al trágico desastre cerca de las costas de la isla italiana de Lampedusa que, mató a 368 personas en octubre de 2013, el Gobierno italiano lanzó la operación Mare Nostrum, la única misión de rescate que opera en estas aguas. En menos de un año, Mare Nostrum ha salvado más de 150.000 vidas. No obstante, en octubre de 2014 la crisis financiera obligó a Italia a cancelar el presupuesto de 9 millones de euros que el país transalpino dedicaba a la operación cada mes. Esta medida se anunció poco después de que 500 personas murieran en la costa de Malta el 6 de septiembre.
En vez de ofrecerse a compartir los costes de la operación, los políticos de la UE lo acusaron de ser un “foco de atracción”, argumentando que los migrantes y refugiados se atrevían a subirse a los llamados “barcos de la muerte” hacia Europa porque sabían que Mare Nostrum les rescataría y les llevaría sanos y salvos al continente. “Llevemos esta afirmación a su conclusión lógica”, dijo Diedring a VICE News: “si la posición de la UE es ésta, que disuadir a la gente de intentar el viaje a Europa significa permitir que un gran número de migrantes mueran en el Meditérrano, es moralmente censurable y en ningún caso una política europea de la que podamos estar orgullosos”.
Buba, un joven inmigrante gambiano que acababa de llegar al puerto siciliano de Messina tras ser rescatado por un navío mercante a principios de noviembre, sacudió la cabeza cuando le pregunté si conocía Mare Nostrum. Al menos una docena más de inmigrantes que habían hecho el viaje en barco desde Libia parecieron igualmente confundidos cuando se les preguntó sobre una misión italiana de rescate. “Tuvimos que dejar Libia porque había bombardeos y disparos”, me contó Buba. Acababa de escapar de una de las célebres cárceles libias para emigrantes.
En noviembre del 2014, Mare Nostrum fue reemplazado por un programa de vigilancia de fronteras más pequeño y barato (3 millones de euros al mes) llamado Tritón y llevado a cabo por Frontex. En su lanzamiento en Lampedusa, la portavoz de Frontex Izabella Cooper dijo a VICE News que, a pesar de que salvar vidas es una parte importante de su misión, su prioridad es la vigilancia fronteriza. Según Cooper, su empresa “solo puede hacer lo que bajo su mandato”. Esta semana, los guardacostas italianos ejecutaron siete operaciones de rescate en 24 horas y salvaron a 941 inmigrantes. Por el momento, no obstante, las misiones de búsqueda y rescate extensivos no forman parte del mandato de Tritón.
En 2014, 3.500 personas murieron en el Mediterráneo. Estas son, parafraseando a la presidenta de la Cámara de Diputados de Italia, Laura Boldrini, “cifras inquietantes y terribles que recuerdan a las de una guerra”.
Arresto
Europa también hace un uso extensivo de los arrestos forzados, a los que son sometidas personas traumatizadas con una condena de prisión indefinida, principalmente. En Grecia, varias ONG han denunciado que estos centros de detención se encuentran condiciones insalubres, y incluso a los menores o a los solicitantes de asilo se les arresta sin ofrecerles un acceso suficiente a la ayuda legal. En algunos casos, las condiciones son tan malas que algunos inmigrantes aceptan firmar formularios de retorno de forma voluntaria a pesar de que sus casos requerirían protección internacional.
En septiembre, VICE News visitó el centro de detención de Fylakio, cerca de la frontera terrestre entre Grecia y Turquía. No se nos permitió entrar y tuvimos que mantenernos a una cierta distancia, pero cuando nos vieron con la cámara, un grupo de detenidos salió al patio gritando frenéticamente “¡Yazidi, Yazidi!” y “¡Sinjar!”. Uno de los hombres más jóvenes hablaba inglés y nos contó que ellos eran de la minoría yazidita y que habían huido de la ofensiva de Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en el monte Sinjar, en Siria.
“¡El ISIS ha matado a todas las familias!”, aseguró el joven a VICE News: “No estamos bien aquí, tenemos grandes problemas. Necesitamos medicinas, estamos enfermos y tenemos un niño con problemas de corazón. No nos dan agua caliente y la que nos dan para beber no está limpia”.
Gabriella Guida, de la ONG italiana LasciateCIEntrare, nos llevó al mayor centro de detención de Italia, Ponte Galeria, cerca de Roma. Durante los últimos años, los detenidos en esta instalación han iniciado huelgas de hambre y disturbios e incluso se han cosido los labios para protestar contra las condiciones a las que son sometidos. Cuando les visitamos, ninguno de ellos había sido informado del periodo por el cual habían sido encarcelados ni de cuándo se les liberaría.
Gabriella contó a VICE News que su ONG está luchando para acabar con estos arrestos: “En mi opinión, estos centros deberían cerrarse. Son una clara violación de los derechos humanos. Se priva a la gente de su libertad por una ofensa administrativa, no criminal”.
La Convención de Dublin
Para inmigrantes y refugiados, la Convención de Dublín de la UE es en realidad un muro burocrático dentro de las fronteras europeas, dado que fuerza a los inmigrantes a solicitar asilo en el primer país de la Unión en el que entran y les impide moverse libremente por el continente. La mayoría de refugiados esperan establecerse en los países europeos en los que hay mejores posibilidades para los inmigrantes, como Alemania o Suecia: pero, si tus huellas digitales fueron tomadas en, por ejemplo, Bulgaria, el país más pobre de la UE, y después intentas residir en otros estados de la Unión, se te devolverá automáticamente a Bulgaria.
La única excepción a la norma de Dublín se produce si el país en el que entraste inicialmente no dispone de los estándares mínimos para la recepción de inmigrantes, como ocurre en Grecia. Algunos países, además, han decidido no devolver a los recién llegados a Bulgaria debido a los informes sobre malas condiciones. El campo de refugiados de Harmanli, cerca de la frontera con Turquía, fue el foco de una amplia crítica en 2013, cuando a los refugiados sirios que llegaron allí se les alojó en edificios sin terminar de construir o en tiendas paupérrimas sin calefacción ni agua caliente en pleno invierno. El campo también tenía escasez tanto de agua como de personal.
Cuando VICE News visitó este campo búlgaro en agosto del 2014, no obstante, se estaban construyendo instalaciones nuevas en línea con los estándares europeos para acomodar a miles de personas. La mayoría de estas obras las financiaba la UE. Cuando se hayan terminado de construir, países como Alemania volverán a devolver inmigrantes a Bulgaria.
No importa cuántos miles de millones de euros se inviertan en construir la fortaleza europea: ello no cambiará el hecho de la inestabilidad y los conflictos en su periferia continuarán obligando a la gente a buscar refugio dentro de sus fronteras. El 9 de febrero, al menos 300 personas murieron cuando unos contrabandistas libios mandaron a cientos de migrantes en botes hacia una violenta tormenta en el Mediterráneo. Los traficantes de personas no dudan en mandar a la gente a una posible muerte y siguen encontrando formas nuevas cada vez más audaces y arriesgadas de superar los obstáculos puestos por la UE. Su última táctica consiste en mandar ‘barcos fantasma’ (navíos mercantes abandonados y repletos de refugiados sirios) en una carrera peligrosísima hacia las costas europeas.
Así, las familias sirias siguen muriendo en su camino hacia el refugio europeo. No debido a las bala o a la metralla, no en las manos del presidente Assad o de Estado Islámico, sino en barcos inseguros y atestados para viajar en los cuales se les obligó a pagar cantidades ingentes de dinero a criminales: todo ello debido a que, hasta ahora, no existen fórmulas legales eficientes para entrar en Europa.
La Comisión Europea finalmente ha empezado a debatir la posibilidad de abrir rutas legales. El comisionado de Migración, Asuntos Internos y Ciudadanía, el griego Dimitris Avramopoulos, ha establecido como objetivo la creación de un sistema de inmigración legal hacia la UE. En una cumbre reciente, la Comisión Europea aseguró que se focalizaría en cuatro áreas clave en los próximos meses: mejorar los canales legales de inmigración, perseguir la inmigración ilegal y el tráfico de personas, asegurar las fronteras externas de la UE, e invertir en un sistema común de asilo.
No obstante, mientras los burócratas de Bruselas se enfrascan en interminables discusiones legales, la gente sigue pereciendo… y la cifra de muertos seguirá subiendo.
Sigue a Milène Larsson en Twitter: @milenelarsson