Los cónyuges indocumentados de ciudadanos estadounidenses están desesperados por solicitar sus tarjetas de residencia gracias a Trump

A pesar de que Noe, un indocumentado productor de lácteos en el oeste de Texas, calificó para tener su Green Card desde que se casó con una estadounidense hace 11 años, nunca la solicitó ya que para él, el estatus de residente legal hubiera sido algo bueno, pero el gasto no valía la pena. Eso cambió la semana pasada, después de escuchar que agentes de inmigración estaban atacando ranchos en su ciudad. Petrificado, Noe se escondió mientras su esposa Margarita atravesaba el estado para presentarle la solicitud de Noe a un abogado.

“Habíamos pensado en solicitarla antes, pero no teníamos el dinero… y ahora es urgente”, me dijo Margarita, de 38 años, por teléfono desde Fort Worth, donde fue a encontrarse con su abogado de inmigración. (Estoy omitiendo el apellido de la pareja porque Noe sigue siendo vulnerable a la solicitud.) “Ahora que las cosas están empeorando es momento de dar un paso adelante y encargarnos de lo necesario”.

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Amenazados por la perspectiva de la deportación bajo la administración de Trump, los cónyuges indocumentados de ciudadanos estadounidenses se están apurando a solicitar sus tarjetas de residencia y exenciones provisionales de visado, que les perdona el vivir ilegalmente en Estados Unidos. Los abogados de inmigración con los que hablé dijeron que ayudaron a los clientes a presentar por lo menos dos veces las solicitudes desde fines de enero, cuando el presidente Donald Trump emitió su orden ejecutiva donde estipula que todos los inmigrantes indocumentados son prioridad para la deportación.

“Muchas personas que estaban algo preocupadas por el proceso ahora se están registrando para proceder de manera legal”, dijo el abogado de inmigración de Fort Worth, Jason Mills, quien está llevando el caso de la pareja. “He visto un aumento de por lo menos el doble y probablemente más que eso. Antes, de cada diez clientes que visitaban mi oficina [para Green Cards], dos o tres las solicitaban, ahora son ocho o nueve de cada diez “.

Si bien todos los cónyuges de ciudadanos estadounidenses tienen derecho a las tarjetas de residencia, los que han vivido ilegalmente en el país también deben obtener una exención de presencia ilegal. Antes de este año, los cónyuges indocumentados muchas veces evitaban el complicado proceso de exención ya que pensaban que no corrían el riesgo de ser deportados. Pero bajo la inmensa represión de inmigración de Trump, muchos cónyuges indocumentados de repente ven la exención como la única manera de permanecer con sus familias


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Solicitar la exención y la tarjeta de residencia es un proceso largo y costoso que cuesta unos pocos miles de dólares y toma hasta dos años. Primero, el cónyuge ciudadano presenta una solicitud de visado a los Servicios de Inmigración y Ciudadanía de los Estados Unidos solicitando que su pareja sea considerada para obtener una visa sobre la base de su matrimonio. Una vez que se apruebe, la pareja solicita la exención, lo que requiere que el ciudadano demuestre que él o ella sufriría dificultades extremas sin su cónyuge en el país. La dificultad debe ser específica y concreta, como la inestabilidad financiera, la incapacidad de apoyar a los niños ciudadanos de los Estados Unidos, o los problemas médicos que requieren el cuidado de la pareja.

“El riesgo es que hay una tasa de denegación de 25 por ciento para las exenciones”, dijo Doug Stump, abogado de inmigración en Oklahoma City y ex presidente de la Asociación Americana de Abogados de Inmigración. “Generalmente, la razón por la que alguien obtendría una exención negada es por que no demostró adecuadamente que el [cónyuge] experimentará el nivel de dificultad necesaria para la aprobación”.

La exención también se rechaza automáticamente si el cónyuge indocumentado tiene antecedentes penales o ha dejado e ingresado ilegalmente al país y ha pasado al menos un año sin papeles en Estados Unidos, explicó Stump. Sin la exención, un cónyuge indocumentado debe salir de los EE.UU. durante diez años antes de solicitar una tarjeta de residencia.

El proceso era más complicado antes de 2013, cuando el gobierno de Obama creó una exención provisional de presencia ilegal, permitiendo a los cónyuges indocumentados solicitar su estatus mientras permanecieran en Estados Unidos. Antes de eso, tenían que regresar a sus países de origen para solicitar la exención. Esperaban nueve meses fuera de Estados Unidos para recibir una respuesta, dijo Stump, y si se les negaba no podían regresar. Incluso después de la reforma de Obama, los cónyuges deben regresar a sus países de origen para una reunión en el consulado de los EE.UU. para ser aprobados como residentes legales de Estados Unidos.


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“He visto en su mayoría parejas con varios niños estadounidenses que han vivido con un cónyuge indocumentado durante muchos años, pero de repente, ya no pueden vivir con el miedo”.

“Definitivamente existe un riesgo, y el trabajo de un buen abogado es asegurarse de que los clientes van a estar bien”, me dijo la abogada de inmigración de Austin, Kate Lincoln-Goldfinch, cuya práctica se centra en las exenciones provisionales de visado y las tarjetas de residencia. Explicó que varias cosas pueden salir mal durante el procedimiento consular, normalmente es un proceso de dos semanas que también incluye un examen médico.

Si un inmigrante tiene tatuajes que parecen estar relacionados con pandillas, el consulado negará su solicitud desde el principio, dijo Lincoln-Goldfinch. (Ella está en una lista de abogados que se mandan fotos entre sí de los tatuajes de sus clientes para asegurarse de que son apropiados.) Otras características que no son aceptadas son que la persona admita que abusa del consumo de alcohol o drogas, pruebas positivas a cualquier droga, incluida la mariguana, y que haya sido detenida previamente por la Patrulla Fronteriza. Un solicitante también puede ser negado por tener niños indocumentados en los EE.UU., ya que traer niños al país ilegalmente puede representar la trata.

“Antes la gente se sentía intimidada por el concepto de tener que salir del país y volver como el último paso y tal vez de alguna manera se sentía segura y no tan presionada para obtener el estatus legal”, dijo Lincoln-Goldfinch. “Pero cuando Trump asumió el cargo, la gente de repente se empezó a sentir muy asustada y a creer que el riesgo del procedimiento consular era menor que permanecer en Estados Unidos sin documentos”.


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La oficina de Lincoln-Goldfinch en Austin está repleta de clientes, que están sacudidos por la orden de Trump y por una ola de redadas de deportación que se ha llevado a decenas de residentes que han vivido ahí por mucho tiempo.

“He visto en su mayoría parejas con múltiples niños estadounidenses que han vivido con un cónyuge indocumentado durante muchos años, pero de repente, ya no pueden vivir con el miedo”, dijo Lincoln-Goldfinch, señalando que el peor miedo se despertó inmediatamente después de las redadas de febrero. “El número [de solicitudes] ha aumentado, pero no hay tanta histeria… la gente se está acostumbrando a un nuevo nivel de miedo”.

Una vez que el solicitante ha sido aprobado por el consulado para la residencia legal, él o ella recibe una visa de inmigrante para entrar legalmente a EE.UU. y luego recibe la tarjeta de residencia por correo a una dirección estadounidense, Stump explicó. Ahí se completa la transformación de inmigrante indocumentado a residente permanente legal.

Hasta ahora Trump no ha dicho nada sobre la revisión del proceso de exención, la cual Mills cree que el presidente apoyaría ya que es una vía legal para vivir en Estados Unidos. Pero agregó que Noe, como todos los solicitantes indocumentados, sigue siendo vulnerable hasta que reciba su Green Card.

“La solicitud no les da ningún derecho de trabajar, y no da ningún derecho a estar en Estados Unidos o contra el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) de perseguir la remoción”, dijo Mills. “Pero por lo general el ICE es favorable con las solicitudes, y muchas veces podemos obtener acuerdos para retrasar los procedimientos judiciales”.

Para Margarita, simplemente comenzar el proceso de la tarjeta de residencia le permitirá reunirse con su esposo, que se ha convertido en una figura paterna para sus dos hijos.
“Él todavía está escondido, y yo estoy tratando de ocuparme del asunto para que podamos regresar a la granja porque los dueños quieren que muestre pruebas de que estoy cuidando de ella. Si no podemos regresar a la granja, no tenemos a dónde ir”, dijo. “Todo esto es muy triste. Es real. Esto es por lo que estamos pasando. Sólo queda rezar para que se puedan arreglar las cosas para todos aquellos indocumentados”.

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