Los grupos del escenario Ray-Ban juegan y dan espectáculo

A estas alturas de la vida no creemos que haya nadie –salvo quizá algunos anacoretas que no salen de casa ni leen la prensa, no se hablan con los vecinos y hasta están olvidando cómo articular frases– que ignore que algunas de las más gratas sorpresas que se hayan dado en el Primavera Sound en los últimos años saltaron en el escenario Ray-Ban, un espacio de reducidas dimensiones en el que, precisamente por eso, por la cercanía, la música adquiere unos matices insospechados y todo reverbera con mayor intensidad.





Ya es un secreto a voces que lejos del bullicio, del gentío, de las aglomeraciones y el gigantismo, por el escenario Ray-Ban actúan en pétit comité, cara a cara, con un grado de intimidad insólito en un festival de semejantes dimensiones, grupos conocidos con ganas de conocer a sus fans de un modo más próximo, y bandas de nuevo cuño y talento en bruto que más adelante llenarán páginas en las revistas y estarán en boca de todos. Bueno, menos de los anacoretas.



El menú de este año en el escenario Ray-Ban es tan variado como cabía pensar juzgando por el de años anteriores, y es de cinco tenedores. Ahí estarán, al alcance de la mano, históricos del sonido rugoso y lo-fi, anguloso pero adictivo, como son Archers of Loaf, de nuevo en activo tras un hiato de una década; también grupos más recientes aunque en absoluto menos valiosos, como los neoyorquinos Milagres, artífices de un pop expansivo cuya resonancia, más allá de su épico sonido, se encuentra en la perfección de unas canciones redondas; de muy cerca, de New Jersey, procede la cantante Sharon Van Etten, practicante de un folk agridulce que captura lenta pero irremediablemente.



Otro de los grupos que más olas están creando últimamente entre los aficionados conscientes son Peter Wolf Crier, cuyo segundo y más reciente disco, Garden of Gems, hace honor a su título presentando una colección de canciones ruidosas en ocasiones pero de refulgente corazón melódico; siguiendo en Estados Unidos, pero yéndonos más abajo, a Los Angeles, nos encontramos a Bleached, dúo femenino (las hermanas Jessica y Jennifer Clavin) deudor de las ya desaparecidas Mika Miko, cuyo sonido heredan y amplifican. Y completamos el periplo por el continente americano subiendo hasta Canadá, país natal de Siskiyou, un dúo con una facilidad pasmosa para componer música evocadora, intimista y meláncolica cercana a la del grupo del que ambos proceden, Great Lake Swimmers.



De regreso al continente pasamos por Belfast y de ahí nos traemos a Girls Names, un trío que no ha tardado en provocar olas en la escena musical internacional gracias a un urgente, nervioso, acelerado combinado de post-punk británico de los 80, noise noventero y algo de rock de escuela clásica. La representación nacional también tiene miga, mucha miga: Aliment, por ejemplo; oriundos de Girona, se sacan de la manga cual un mago un conejo del sombrero una coriácea amalgama de punk y garaje a la altura de unos Feelies o un Jay Reatard. En el otro extremo tenemos a Beach Beach, responsables de un pop melódico y luminoso tostado al sol de Mallorca; el zaragozano Bigott, por su lado, es ya uno de los grandes nombres del panorama alternativo estatal, y en su último disco, The Original Soundtrack, se atreve a mezclar techno pop, baladas y lo que se tercie y salir airoso del invento.



Otro que ya hace tiempo que convenció a propios y extraños es Joe Crepúsculo, creador de un desacomplejado híbrido en el que tienen cabida el indie pop, el techno y lo que en un momento dado le divierta y que, además él redondea en discos que público y prensa elevan a los altares. Y en los altares, desde hace ya bastante tiempo, están Christina Rosenvinge, cuya trayectoria (de ídolo pop juvenil a figura del rock alternativo y de ahí a autora sin etiquetas) es digna de concienzudo estudio; Refree, con seis álbumes a sus espaldas, es un referente claro en el panorama del pop independiente en españa, y en cuanto al norteamericano Chris Brokaw, habla por él su trabajo en grupos como Codeine y Come y una carnosa carrera en solitario pródiga en colaboraciones.



Moraleja: no seas anacoreta.

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