Baruch no soporta los masajes en el pie. Golpea el sofá, se retuerce y emite una media carcajada que en realidad es un gemido. Su madre, Rosa Margarita, ríe y continúa amasando la piel de su hijo. “Hace un segundo te estabas quejando porque decías que tenías un calambre”, replica ella. “¡Y ahora estás refunfuñando porque te estoy aliviando!”. Baruch vuelve a gemir, aunque una amplia sonrisa invade su rostro. “¡Me estás matando, mamá!”
Como la gran mayoría de departamentos de Iztapalapa, el de Baruch se construyó en la década de los setenta, cuando el rápido crecimiento demográfico del Distrito Federal provocó que la capital se expandiera hacia territorios que hasta entonces solo eran campos y canales. Con una población de 1.8 millones de personas, se trata de una zona obrera, cuyos habitantes peregrinan hacia el centro de la ciudad para trabajar cada mañana.
Videos by VICE
Dos años atrás, cuando tenía 15 y en un intento por detener la propagación de un tumor maligno, Baruch sufrió la amputación de su pierna izquierda. “Nada cambió cuando me cortaron la pierna”, afirma encogiéndose de hombros. “Siempre fui mejor con la derecha”.
“Durante aquel año no hice nada. Me quedé en la cama. Dormí. No quería ver a nadie”, me dice Baruch cuando le pregunto si se deprimió tras la amputación de su pierna. “No era yo mismo. Perdí muchas horas de clase por culpa de la quimioterapia hasta que me enviaron de vuelta a casa. No podía salir con mis amigos. Ahora los veo cuando salen de clase, pero es complicado mantener la misma relación de antes. El equipo los reemplazó”.
La madre de Baruch supo de los Guerreos Aztecas a través de un periódico local y decidió contactar con ellos por Facebook. Fundado en julio de 2013 por cinco jugadores, el equipo —que funciona de forma totalmente voluntaria— ahora dispone de una plantilla de 23 futbolistas. “Baruch necesitaba algo así”, afirma Rosa Margarita.
“Yo cuidaba de él en casa, pero necesitaba volver a salir y estar rodeado de chicos. Su padre vive en Cancún y apenas tienen contacto. Los cuates son como sus primos”.
Debajo del humor brutal en las sesiones de entrenamiento es evidente que se necesitan entre ellos. El de los amputados es uno de los sectores más vulnerables en la Ciudad de México. Solo el 25 por ciento de esta comunidad trabaja o estudia en edad adulta. Cada año, 1,500 personas amputadas son despedidas de su puesto de trabajo.
Las historias de los compañeros de equipo de Baruch evidencian el espíritu depredador de la economía mexicana. Víctor Hugo era conductor de autobuses hasta que fue apaleado por el chofer a quien había sustituido.
“Me destrozó la pierna. En el hospital trataron de salvármela, pero al final me la tuvieron que amputar”. No ha vuelto a trabajar desde entonces. “En la construcción, los transportes, las fábricas… ni tan siquiera te miran si te falta una pierna”.
Pero todavía sigue luchando. Se acaba de comprar un equipo de DJ y aspira a convertirse en “el nuevo David Guetta”.
“Mezclar con una sola pierna es interesante. Seguro que la gente vendrá a verme.”
Baruch Alejandro Anleu Ramírez, de 18 años, usa sus muletas para realizar una chilena durante su entrenamiento en la Ciudad de México. Baruch es el capitán de los Guerreros Aztecas. Hace dos años le amputaron la pierna izquierda debido a cáncer de hueso. Él solía practicar tanto como la quimioterapia le permitía. Lo expulsaron de la escuela por haber faltado mucho durante su tratamiento y ahora dice: “Los Guerreros Aztecas han llenado un vacío en mi vida”.
José Luis Almaraz Mendoza (izquierda) y Martín Álvarez Olvera, ambos Guerreros Aztecas, se cambian antes de empezar su entrenamiento. José Luis, de 32 años, estaba lavando las ventanas de su casa cuando se cayó desde 3 metros de altura y perdió la pierna derecha. Martín, de 49, perdió su brazo derecho debido a una enfermedad nerviosa; es portero del equipo y actualmente está desempleado.
Almaraz Mendoza (izquierda) y Osman Cristóbal González Ruiz hacen abdominales. Osman, de 31 años, perdió su pierna izquierda a los 23 años en un accidente eléctrico en el trabajo.
Un defensa de los Guerreros Aztecas detiene el balón en un partido contra León.
Los Guerreros Aztecas posan para una foto grupal con una luchadora después de un partido.
Los Guerreros Aztecas celebran el primer aniversario de su equipo con familiares, amigos y comida.
Rodrigo Fernández Loya hace barras en la escalera de su patio en la Ciudad de México. Rodrigo, de 25 años, perdió la pierna izquierda en 2012 cuando salvó a una chica de un tren en marcha. Estaba en una pandilla antes del accidente y dice que la autodisciplina que ha desarrollado con los Guerreros Aztecas lo ha ayudado a cambiar su vida.
Baruch en su cuarto en Iztapalapa.
Los Guerreros Aztecas cotorrean antes de empezar el entrenamiento.
Salvador Avendaño Vasquez controla el balón en un partido contra Los Dragones en la Ciudad de México. Avedaño Vasquez, de 25 años, perdió la pierna izquierda en un accidente automovilístico en mayo de 2010. Se unió al equipo en 2012. Antes del accidente vendía frutas y verduras. Ahora dirige un puesto callejero.
Fernández Loya (en el centro) en un partido en el Deportivo Tlalli II en Tlanepantla, México.
Los Guerreros Aztecas unen sus muletas antes de un partido.
Rey David Ángeles Pérez, portero de los Guerreros Aztecas, se alarga para lograr una atajada durante un entrenamiento.