Hace días que no sabes de tu amigo. Es viernes, día en que suelen ir a tomar unas cervezas después del trabajo, pero él ya lleva un tiempo sin ir a la oficina. Ahora que caes en la cuenta, no aparece desde que se compró ese juego de realidad virtual.
Lo último que sabes de él fue que escribió un mensaje en Twitter, TODO EN MAYÚSCULAS, anunciando lo emocionado que estaba con su nueva adquisición. Le envías mensajes y no hay respuesta. Tres cervezas después, le envías otro.
Videos by VICE
Acabas olvidándote del tema hasta la mañana siguiente, cuando, todavía atontado por la cruda, te das cuenta de que sigues sin recibir respuesta al segundo mensaje. Sales a comprar leche con la idea de pasar por casa de tu amigo, que te queda de camino.
Relacionado: Hablamos con el tipo que pasó 48 horas en un juego de realidad virtual
Ahí hablas con los paramédicos, cuyos servicios no han sido necesarios. El agente de policía te hace preguntas acerca del cadáver de tu amigo, al que encontró su casero esta mañana.
Te enteras de cómo sucedió: murió con las gafas de realidad virtual puestas, conectado a un mundo imaginario tan adictivo y envolvente que no fue capaz de apartarse de él. Se agotaron las baterías. Ignoró todos los emails, incluso las necesidades básicas de su propio cuerpo, hasta que finalmente él mismo se apagó.
Una pareja surcoreana estaba tan inmersa en su partida de Anima: Beyond Fantas, donde estaban criando un hijo virtual, que olvidaron darle de comer a su hija que acabó muriendo de inanición
Parece increíble, ¿verdad? Podría ser el principio de un episodio de Black Mirror o de los de la época más siniestra de Doctor Who, de esos que hacen que hasta los fans adultos se planteen hasta qué punto la serie es para el público infantil. Pero lo cierto es que se han dado casos de gente que ha muerto porque su adicción a los videojuegos era tal que no supieron parar.
Ahora que la realidad virtual es una tecnología cada vez más extendida, con una variadísima oferta de gafas para ofrecer las experiencias más envolventes, no resultaría tan extraño abrir el periódico una mañana en la página de sucesos y leer una noticia sobre algún desgraciado que ha pasado a mejor vida con uno de esos artilugios tecnológicos todavía cubriéndole la cara.
No es ninguna película de terror, sino la realidad en la que vivimos. En 2015, un joven de 17 años murió en su casa de Rusia tras pasar 22 días consecutivos jugando DOTA. Pese a que hizo todas las pausas recomendadas para comer y dormir, la falta de actividad física durante un periodo tan prolongado hizo que se le formaran coágulos que la causaron la muerte.
Un año antes, una pareja surcoreana estaba tan inmersa en su partida de Anima: Beyond Fantasy, juego en el que estaban criando un hijo virtual, que se olvidaron de darle comer a su hija, que acabó muriendo de inanición.
En 2012, un taiwanés de 18 años murió en la sala privada que había reservado en un café de internet tras pasar 40 horas sin comer jugando a Diablo III.
Los videojuegos llevan décadas cobrando víctimas
Hay más historias similares. El escritor Simon Parkin ha recopilado varias de ellas, junto con otras anécdotas sobre la obsesión por los videojuegos, en su libro Death By Video Game (2015). En sus páginas explica que este tipo de tragedias vienen produciéndose desde la década de 1980 y la forma en que el mundo de los videojuegos se abrió a un mercado más comercial y ganó popularidad. Vemos, pues, que los videojuegos llevan décadas cobrando víctimas.
Las adicciones pueden adquirir múltiples formas, y los videojuegos resultar tan irresistibles como la peor de las drogas. Sin embargo, hasta ahora, quien jugaba a videojuegos estaba totalmente expuesto a distracciones externas.
Estás mirando una pantalla, pero esa pantalla está en una sala llena de muchas otras cosas, quizá también de personas, amigos o familiares que pueden llamar tu atención de vuelta a la realidad.
La realidad virtual, por su naturaleza implícita, elimina todas estas distracciones de la visión periférica
Los jugadores solitarios que se pasan decenas de horas absortos en un juego quizá no tengan a alguien al lado que les diga cuándo parar, pero incluso ellos se darán cuenta de cuándo empieza a hacerse de día, oirán al gato entrar maullando en la habitación porque tiene hambre o al cartero llamar a la puerta para entregarles la nueva figura de modelismo que pidieron por correo.
La realidad virtual, por su naturaleza implícita, elimina todas estas distracciones de la visión periférica. Por ahora, es una experiencia que aísla al jugador y acapara todos sus sentidos para sumergirlo en un mundo ajeno al nuestro. Un mundo probablemente mejor, más hermoso y lleno de diversión sin riesgos. Los videojuegos siempre han proporcionado esa vía de escape, y su inmensa popularidad constata que hay millones de personas en todo el mundo prefieren pasar más tiempo en lugares inventados que en esta realidad.
Permite a los jugadores explorar esos lugares con una perspectiva en primera persona como nunca antes habían podido hacerlo, integrándolos en el propio entorno. Quizá incluso puedan surgir nuevas relaciones con otras personas que compartan ese mundo virtual con el jugador.
Relacionado: Soy adicta al sexo
Esas personas podrían ser los amigos que nunca ha tenido en la vida real, los que le brinden el apoyo emocional que siempre ha necesitado sin los inconvenientes de las relaciones reales. De hecho, de esto también existen precedentes: en 2009, un hombre de Tokio contrajo matrimonio con el personaje de un juego de Nintendo DS, pese a que los votos no eran vinculantes ante la ley.
La industria del porno ha sido de las primeras en aprovechar las posibilidades de la realidad virtual, como demuestra la amplia variedad de videos totalmente inmersivos que pueden disfrutarse adquiriendo las gafas más baratas. La adicción al porno es un asunto muy serio, y quienes la padecen sufren depresión, un descenso en la productividad y suelen acabar teniendo problemas económicos.
A principios de año, el actor Terry Crews, de la serie Brooklyn Nine-Nine, confesó públicamente su adicción en un texto que no dejaba indiferente: “Si el día da paso a la noche y sigues mirando, probablemente tengas un problema”. La adicción de Crews casi le costó el matrimonio. El porno en realidad virtual puede llegar a ser aun más adictivo y prioritario precisamente porque no tiene límites.
La adicción al sexo, tanto física como canalizada a través del porno, provoca las mismas alteraciones en el cerebro que una adicción a las drogas
Podría pensarse que masturbarse más de lo habitual no es un problema tan grave, pero según la neuropsiquiatra Valerie Voon, de la universidad de Cambridge, la adicción al sexo, tanto física como canalizada a través del porno, provoca las mismas alteraciones en el cerebro que una adicción a las drogas. Es algo que necesitas, que deseas. Harías todo lo posible por volver a experimentar ese subidón orgásmico. Abandonas tus obligaciones y dejas de lado las cercanía con las personas.
Resulta sobrecogedor pensar en las posibilidades que ofrece la realidad virtual. El acto íntimo de la masturbación, unido al aislamiento que propicia la realidad virtual, hace que la experiencia resulte muy atractiva. Para muestra, otro caso: un hombre se pasó 12 horas seguidas viendo porno por realidad virtual hasta que acabó desmayándose por la combinación de pasar tanto tiempo con las gafas y realizar la práctica de la autoasfixia erótica.
Relacionado: La ciencia nos dice cuál es la peor forma de morir
La realidad virtual es la definición misma de la evasión. Sus beneficios son múltiples, permitiendo, por ejemplo, “moverse” a quien padece una parálisis. Asimismo, las prácticas de cualquier tipo en entornos de realidad virtual constituyen un método seguro para la formación tanto de mecánicos de coches como de cirujanos. Puede obrar maravillas en personas con SEPT y trastorno bipolar o alimentario, por lo que tampoco debe demonizarse esta tecnología.
Por otro lado, también es necesario recalcar los peligros que conlleva, la posibilidad de desarrollar una adicción y acabar completamente perdido en un mundo virtual. En 2014, el director creativo de Cloudhead Games señalaba los riesgos de jugar a juegos de terror en realidad virtual: “Creo firmemente que estamos muy cerca de tener la primera muerte en realidad virtual. Alguien con algún tipo de enfermedad cardiaca va a morir de un susto o algo similar. Va a ocurrir. Seguro”.
Pero no dejes que nada de esto te impida ponerte unas gafas y explorar nuevos mundos. Debemos abrazar esta nueva tecnología, que constituye una nueva e interesante frontera en el mundo de los videojuegos y mucho más allá. Pero no debemos descuidarnos ni perder de vista los casos de adicción a los videojuegos y el daño irreparable que pueden causar. Ya hemos visto que las tecnologías que mejoran nuestro día a día pueden convertirse en enemigas mortales.
Sigue al autor en @RAT_FOX