Que el discurso feminista está plenamente integrado en la sociedad es algo obvio. Por mucho que los sectores más radicales se empeñen en tirarle bragas ensangrentadas al obispo de turno o que reivindiquen el uso de pronombres neutros, el feminismo es el best seller ideológico del siglo XXI.
Las demandas del feminismo se han ido consiguiendo en un espacio de tiempo relativamente corto, y lo más impresionante, la sociedad las ha asumido en un tiempo más corto aún. El feminismo ha ido penetrando como la gota malaya, de manera insistente y sin ejercer la fuerza de manera directa.
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Por mucho que Rouco Varela se lie a hacer akelarres pro-vida con miles de familias de jersey al cuello, pendientes Tous y collares de perlas, cuando Gallardón intentó prohibir (sí, prohibir) el aborto, el conjunto de la sociedad española se puso en contra. No es porque todos los españoles seamos feministas, sino porque la libertad del aborto, dentro de unos márgenes amplios, ha sido uno de los mensajes del feminismo que más ha calado entre nosotros; a menudo ni se percibe como feminismo sino como un derecho humano, un éxito aún mayor.
No es nuevo tampoco que a muchos hombres esta nueva realidad les asusta, no por la perdida de poder social, económico, laboral, etc., sino porque se sienten indefensos. Esto puede sonar paradójico si tenemos en cuenta que en lo que llevamos de año han sido asesinadas 14 mujeres a manos de sus parejas, la discriminación laboral, económica y social que todavía existe o las situaciones de desprecio y abuso a las que se ven sometidas las mujeres día a día.
Estos hombres asustados se comenzaron a organizar y rápidamente retomaron un movimiento que se autodefinía como Men’s Rights Activism (Activismo por los Derechos de los Hombres) que luchaban por conseguir custodias compartidas, divorcios más igualitarios y cosas por el estilo, aunque en los últimos años el ritmo lo han venido marcando jóvenes adolescentes frustrados sexualmente que alternan su cibermilitancia con el onanismo desmedido. De ahí que surgiesen otros aún más radicales (y más “serios”, aunque tengo mis dudas de que esta sea la palabra adecuada) como el Men’s Go Their Own Way (Los Hombres que Siguen su Propio Camino); un movimiento que pretende que el hombre viva completamente de espaldas a las mujeres y reducir el contacto a lo mínimo para poder desarrollarse plenamente a todos los niveles, llegando incluso a fomentar algo que llaman “asexualidad intelectualmente inducida” para suprimir el impulso sexual y así no tener que llegar a ningún contacto con el sexo opuesto.
En el estado español el foro Misandria.info es uno de los principales “lugares de reunión” (recordemos que viven detrás de la pantalla) de este tipo de gente, como también lo es el blog ¿Quién se beneficia de tu hombría?, que se ha convertido en el think tank español de estos movimientos.
El discurso es siempre el mismo: que si las feministas hablan de igualdad pero el hombre está desprotegido ante el maltrato, que las mujeres siempre se llevan a los niños, que hay muchas más denuncias falsas de las que se descubren, etc. Últimamente parecen haber sucumbido a la fiebre conspiranoica. Según ellos, los medios se dedican a ocultar la discriminación a los hombres (mayor número de muertes no-naturales, mayor número de suicidios, de depresiones, …) siguiendo las instrucciones del lobby feminista, los que van más allá creen incluso en una campaña para estrogenizar a la población mundial para facilitarle el trabajo al Nuevo Orden Mundial.
Estos hombres tapan sus miedos, su sufrimiento y su frustración con toda una “filosofía de vida” que pretende estar a medio camino entre el machismo de toda la vida y un intento de intelectualismo. Divorcios dolorosos, custodia no-compartida de sus hijos, rechazo sexual o descubrir una infidelidad son los traumas que les llevan a dar un paso hacia este tipo de planteamientos, que llevan a muchos hombres a sentirse innecesarios.
Como algunos de sus principales defensores afirman, estos movimientos están formados por hombres que han tenido ya experiencias previas negativas con las mujeres, hablando claro: se han quedado jodidos después de que les mandasen a la mierda. Su incapacidad para mantener una relación seguramente los lleva a intentar absolutamente todo con tal de hacerlo y les dieron la patada igual. Y en lugar de pensar que las cosas van como van, se les ha hecho más fácil creer en la fantasía de una mano negra dedicada a acabar con la masculinidad, una mano negra que se esconde detrás de cada mujer.