Otra vez es Navidad y eso significa que es hora de desempolvar las luces de colores, preparar comida saturada de grasa y afinar esas gargantas porque con las festividades inevitablemente llega la época de villancicos. Por lo menos desde el Siglo XV se cantan esas canciones de corte popular navideñas— las que que pasaron de ser melodías entonadas por los campesinos que labraban el campo a ser parte esencial de los coros en las iglesias—y, a decir verdad, somos muchos los que pensamos que son una maldita tortura.
Aunque los villancicos tienen su lado interesante. Sobre todo en Latinoamérica donde algunos muestran un alto grado de sincretismo: la unión entre la cultura indígena y la europea. El verdadero problema con los villancicos es que toca cantarlos todos los años una y otra vez y eso cansa. Desespera.
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Aprovechando que justo hoy 24 de diciembre es cuando más se escuchan este tipo de tracks que nos tienen hasta a coronilla, aquí les dejamos una lista para que se vayan preparando psicológicamente para ese infierno de maracas, panderetas, flautas y voces desafinadas que en unas horas van a estar obligados a enfrentar.
El único consuelo es que por suerte todavía no es tradición bailar la versión navideña de “La Macarena”. Eso si que es feo.
“El niño del tambor”
Hay muchas cosas malas con esta canción. Para empezar el ritmo de esa marcha es como para pegarse un tiro. Se supone que nació el hijo de Dios, ¿no se le puede poner un poquito de alegría a la tonada? Lo peor de este villancico es que cuenta la historia de un pobre niño huérfano, solo en una noche de invierno, que no tiene otra forma de ganarse la vida más allá de tocar su tambor en los pesebres ajenos. Qué depresión. Esa es la clase de canción que te jode la navidad.
“Mi burrito sabanero”
En todo bazar navideño de colegio siempre había un profesor tocando esta canción. Pero lo peor es que, como es una medio movida, suena en todo lados. Cada tienda en la que vendan musgo y luces, se pone el “tuki, tuki, tuki”, que siempre está cantada por un niño de voz chillona.
“Noche de paz”
Esta es una canción que alguien que odiaba la navidad compuso para fastidiar a la gente. Para empezar qué carajos con esa voz tan deprimente y somnolienta. Yo no sé cómo será en el resto del mundo, pero aquí la noche de 24 es severa fiesta, en la que todo el mundo hecha pólvora y se emborracha. Oye “Noche de paz”, aquí el chuchu chucu manda.
“Los peces en el río”
Esta es la canción de todas la borracheras decembrinas. “Los peces en el río” es una metáfora de todos esos tíos que la noche de 24 te regalan calcetines y a las diez de la noche ya están todos ebrios bailando en la sala.
“Anton”
Nunca se preguntaron, ¿quién demonios es Anton?
“Tutaima”
En qué idioma perdido está cantada esta canción ¿”Tutaima, tuturuma”? ¿Eso es élfico? No sé. Pero sin duda este es el villancico más quemado de todos. Es el más fácil de cantar y lo gracioso es que nadie se sabe la segunda estrofa, y muy pocos tienen idea de que existe una tercera. Yo solo llegué hasta el tutaina.
“A la nanita nana”
La mayoría de los villancicos tienen unos juegos de palabras incomprensibles que parecen no tener significado. En serio no entendemos que es “a la nanita nana”, ¿hay una nana a la que le van a llevar algo o qué? Además ¿qué diablos es un pinpollo de canela? Qué porquería.
“La navidad de los pobres”
En este punto todas y todos estamos de acuerdo que no es navidad hasta que no suene: “mamá dónde están lo juguetes”. Este nefasto tema se ha reproducido en los hogares durante décadas por alguna razón todavía incompresible. Para nosotros suena a puras ganas que joderle la fiesta a los niños. Es crueldad navideña que reposa en nuestros corazones.