Coronavirus

Las agresiones que están sufriendo las personas que trabajan durante la pandemia

¨Eran las ocho de la tarde y empecé escuchar los aplausos. No paré de llorar por esos aplausos vacíos de empatía¨.
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Miriam con el mensaje que recibió de sus vecinos. Todas las fotografías cortesía de los protagonistas

Son las ocho de la tarde y se empieza a escuchar aplausos y gritos como ¨Por los sanitarios¨, ¨Viva la sanidad pública¨ o el famoso ¨Si se puede¨. Horas después Jesús Monllor, médico de familia en el Hospital La Mancha Centro, ubicado en el Alcázar de San Juan (Ciudad Real), se encuentra después de estar luchando durante más de 12 horas contra el virus, un mensaje en la puerta de su casa: "Hola vecino, sabemos de tu buena labor en el Hospital y se agradece, pero debes pensar también en tu vecinos. Aquí hay niños y ancianos. Hay lugares como el Barataria donde están alojando a profesionales. Mientras esto dure, te pido que lo pienses".

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¨El mensaje me dejó muy impactado y es lo menos que te esperas cuando llegas a casa¨, me cuenta Jesús, y describe que sintió una ¨gran tristeza pero más indignación por tantas horas de trabajo, por los compañeros que están de baja y que algunos han fallecido. Después de todo esto, no esperaba que donde yo resido, mis vecinos me hicieran esto¨. Jesús es de Santa Cruz de Tenerife y cuando se lo contó a su madre, lo primero que hizo ella fue denunciarlo en Facebook, ¨ya sabes que cuando se publica algo en las redes sociales y más sobre estos temas, la noticia se hace viral al momento. Mi madre se lo tomó peor que yo¨.

No ha denunciado todavía porque piensa que ¨fue algo puntual, de alguien con miedo y que no pensó en lo que hacía¨. También prefiere quedarse con todo el trato positivo que está recibiendo por parte de las personas que valoran la labor que desempeña, que son la mayoría.

Pero lo que le ha pasado a Jesús no es un caso aislado y por ello la Policía Nacional ha advertido que este tipo de conductas, tienen que ser denunciadas y han sido calificadas como delitos de odio y por lo tanto pueden ser denunciadas y perseguidas por la ley.

Buscando casos como el de Jesús me topé con Patricia, quién había posteado en su Facebook una imagen de su coche manchado con heces. ¨Me llamo mi marido mientras estaba trabajando y pensaba que era una broma lo que me estaba contando¨, me dice.

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¨Soy limpiadora en Tarragona y nunca me había pasado esto. Espero pensar que no sea un ataque hacia mi trabajo o el de mi marido. Es vigilante de seguridad y sigue trabajando¨. Patricia al igual que Jesús, no han denunciado ambos tienen la idea que fue una casualidad o un acto sin pensar.

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María Rodríguez, auxiliar de enfermería en Sanlúcar de Barrameda, ¨estuve en contacto con un mínimo de cuatro contagiados sin ninguna protección. Me tuve que aislar por seguridad y opte por irme con mi cuñada, ella también es enfermera y se encontraba en mi misma situación¨, me detalla María para describir cómo fue el comienzo de la pesadilla que vivieron. ¨Mi cuñada mediante un grupo de Whatsapp comunicó a los vecinos de la situación, algunos de ellos respondieron con insultos y amenazas. Eso fue lo peor de todo¨.

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María

¨Eran las ocho de la tarde y empecé escuchar los aplausos. No paré de llorar por esos aplausos vacíos de empatía¨, cuenta María, que es además madre de un niño de 15 meses del que se tuvo que separar por primera vez para estar aislada, lo que provocó el rechazo de la toma del pecho. ¨Mi cuñada intentó hablar con los vecinos, pero muchos de ellos la han bloqueado del chat y algunos han amenazado con denunciar. Me he dado cuenta que la gente es muy hipócrita¨.

Beatriz trabaja en el Hospital Quirónsalud Infanta Luisa y me cuenta lo siguiente: ¨Cuando fui a meterme en mi coche para ir a trabajar el día 5 me encontré la parte lateral como achicharrada. No entendía nada y lleve el coche al taller y puse un parte¨ me cuenta. Días después Beatriz fue de nuevo a coger su coche y volvió a encontrarse quemada otra parte de su coche, esta vez la trasera.

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¨Llame a la Policía y cuando les comuniqué a lo que me dedicaba y cómo había pasado esto, me explicaron que seguramente se tratase de un vecino, que no quería que volviera a mi casa por miedo al contagio. Alguien que me conoce me había rociado con ácido o algún producto químico mi coche¨.

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¨Somos tus vecinos y queremos pedirte por el bien de todos que te busques otra vivienda mientras dura esto ya que hemos visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas. No queremos más riesgos. Gracias¨ este fue el mensaje que se encontró bajo la puerta de su casa Miriam Armero, trabajadora un supermercado de Cartagena, Murcia. Al contrario que Jesús o Patricia, Miriam denunció en Facebook y colgó una nota en el ascensor, respondiendo a sus vecinos.

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El mensaje que recibió Miriam y su respuesta

¨Cuando mi hijo me dio la nota, con lágrimas y con miedo diciéndome que nos querían echar de nuestra casa, supe que tenía que denunciar tanto en las redes sociales como a la policía¨, me cuenta indignada. Tras lo que le sucedió, Miriam grabó un vídeo que se viralizó. Pero desgraciadamente Miriam no ha sido la única trabajadora de supermercado que ha sufrido un ataque por parte de sus vecinos.

José Antonio, empleado en un supermercado en la localidad de Noia, en La Coruña, contó su caso hace unos días en la COPE: recibió dentro de un sobre anónimo el siguiente mensaje ¨Somos tus vecinos. Visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas no queremos riesgos. Por el bien de todos, busca otro lugar donde alojarte mientras dura el coronavirus¨. Al igual que Miriam, José Antonio denunció a la Guardia Civil este acto.

En Twitter también se pueden encontrar casos como estos. La usuaria @mnudamierda tuiteaba lo siguiente a finales de marzo:

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De la misma forma, la usuaria @amdarauho13 denunciaba el ataque que había sufrido una amiga suya:

Para intentar ir un poco más allá y entender por qué se estando dando este tipo de comportamientos, pregunté al sociólogo Pablo Padilla al respecto. "La sociedad está viviendo un experimento de la cárcel de Stanford a gran escala pero a baja intensidad¨, me dijo, "Jane Jacobs hablaba de 'los ojos en las calles' para designar a una comunidad que se cuida y aumenta su bienestar, estando pendientes unos de otros, esto sería una perversión de ese concepto".

“Tiene que haber ojos en las calles", decía Jacobs, "ojos pertenecientes a los que podríamos llamar los propietarios naturales de la calle. Los edificios deben estar orientados hacia la calle para garantizar la seguridad de los residentes y extranjeros. No pueden dar la espalda o tener lados en blanco y dejarlos ciegos”.

¨El bombardeo de noticias sobre la falta de medidas de protección en los hospitales y centros sanitarios y combinada con cierto desconocimiento sobre cómo está operando el virus, está provocando miedo y temor entre los vecinos. Como consecuencia esto está provocando actos de odio hacia el personal sanitario u otras personas que están trabajando¨, apunta Padilla. Y finalizaba diciendo que ¨hay gente que se siente legitimada, por el cumplimiento del confinamiento, parapetada y protegida tras su balcón e impulsada por el tiempo libre y, especialmente, por la retórica bélica".