calendario y relojes derretidos
Ilustración de Cathryn Virginia  
Coronavirus

El tiempo ya no tiene sentido

¿Es martes o sábado? A quién le importa.
DS
traducido por Daniela Silva

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

En 1962, el geólogo francés, Michel Siffre, descendió a una cueva a más de 121 metros bajo tierra y permaneció allí durante dos meses. Dejó su reloj, y cualquier otro indicador del tiempo en la superficie para experimentar cómo era la vida "más allá del tiempo".

Sin señales de tiempo externas comenzó a perder la noción de los minutos, horas y días. Entró en la cueva el 16 de julio y había planeado salir el 14 de septiembre. Su equipo lo alertó cuando llegó el día, pero según su estimación era solo el 20 de agosto. "Creí que todavía me quedaba un mes en la cueva. Mi tiempo psicológico se había comprimido por un factor de dos", dijo en una entrevista de 2008.

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Actualmente no estamos sumergidos en la oscuridad, en una cueva sin luz natural, ni nos han despojado de nuestros teléfonos o relojes. Pero mucha gente siente, con el distanciamiento social y el mundo estancado, que el tiempo también ha comenzado a perder su significado. Lunes, sábado y miércoles; 10 AM, 4 PM, medianoche, ¿quién sabe qué día u hora es? La semana pasada, Stephen Colbert tuiteó: "Las últimas dos semanas han sido diez años extraños". Un canal de noticias por cable incluso lanzó un segmento llamado "¿Qué día es hoy?", anunciando triunfalmente: "Y si dijiste martes, tienes razón".

Today is Tuesday segment

What Day Is It? conTodd Meany. Facebook.

Es como dijo Siffre, en una entrevista de 2018: "El cerebro no capta el tiempo porque no hay tiempo. A menos que escriba lo que sucedió, lo olvidará de inmediato".

Primero que nada, te recuerdo que si estás atrapado en tu casa y comienzas a sentir una falta de sentido en el paso del tiempo, es un privilegio: muchos trabajadores esenciales aún están atados al reloj y los profesionales de la salud están experimentando un tipo de atemporalidad diferente ya que trabajan largas horas en hospitales saturados de pacientes con COVID-19. Pero para el resto de nosotros, algo extraño está sucediendo con nuestro sentido del tiempo.

El miedo a engordar en cuarentena

Debido a la avalancha de noticias, ansiedad y estrés, junto con la falta de cambios en nuestros entornos y actividades, el tiempo podría extenderse y tergiversarse para sentirse mucho más de lo normal. Hay tanta incertidumbre sobre cuándo terminará todo esto y cómo será el futuro; las fechas de aislamiento social siguen retrasándose y eso nos hace sentir atrapados en un presente interminable.

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Estos factores se mezclan con cómo los que trabajamos de 9 a 5 usualmente estamos atados al reloj, y ahora la manera en que estructuramos nuestros días para se sientan productivos está siendo desafiada. Esto es carne fresca para los que hacen bromas y memes divertidos, pero puede tener implicaciones más importantes: la investigación ha sugerido que la forma en que piensas y percibes el tiempo también afecta nuestra toma de decisiones y perspectivas sobre el futuro. En lugar de dejar que el tiempo pierda todo significado, hay algunas formas de recuperar la sensación de normalidad, y tal vez incluso recordar cómo se siente un viernes.

Nuestra relación con el tiempo se rige por nuestros estilos de vida y nuestras perspectivas culturales. Como JT Fraser, fundador de la Sociedad Internacional para el Estudio del Tiempo, escribió una vez: "Dime qué pensar del tiempo y sabré qué pensar de ti".

Según lo que pensamos sobre el tiempo en este momento, uno podría concluir que nos sentimos perdidos y confundidos.

Por fin es viernes. Saben lo que eso significa, amigos: absolutamente nada porque ahora el tiempo es una farsa.

Esto es causado por varios cambios en nuestra vida diaria que influyen en cómo experimentamos el tiempo, dijo Hal Hershfield, un psicólogo de la UCLA que ha estudiado cómo las percepciones del tiempo se relacionan con las elecciones que hacen las personas. Una es que prestamos más atención de lo que acostumbramos. Un par de semanas se siente increíblemente largo porque recibimos mucha información nueva, de Twitter, noticias en línea o de la televisión.

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"Utilizamos aproximadamente la cantidad de cosas que suceden en un período de tiempo determinado para decirnos cuánto tiempo ha pasado", dijo Hershfield. "Cuando se producen muchas más cosas en un período de tiempo estándar, da la sensación de que ese período de tiempo ha sido más largo de lo que realmente fue".

Además de eso, las cosas insólitas parecen durar más tiempo, se le llama el "efecto de extrañeza". Cuando un psicólogo en Dartmouth, Peter Ulric Tse, y sus colegas le mostraron a personas las mismas imágenes intermitentes, cuando aparecía una diferente, decían que duraba más que las demás, a pesar de que la habían visto durante la misma cantidad de tiempo.

Nuestras emociones, como el miedo, también juegan un papel importante en cómo sentimos el paso del tiempo. En 2011, se realizó un estudio donde le mostraban a estudiantes diferentes escenas de películas que evocaban miedo, tristeza o emociones neutrales. Cuando tenían miedo, los estudiantes sentían que el video duraba más tiempo. En 2010, David Eagleman, neurocientífico de la Universidad de Stanford, hizo que los participantes de la investigación fueran a un parque de diversiones en el que se sometían a un juego de caída libre. Cuando se les preguntó cuánto tiempo había durado la caída, las personas tendían a sobreestimar la duración.

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Cheezburger.com

Mientras estamos siendo bombardeados con nuevas noticias y nuevos temores que hacen que el tiempo se alargue, otras partes de nuestras vidas se han vuelto menos diversas. Eagleman también ha realizado investigaciones que demuestran que la novedad es un ingrediente importante para hacer que el tiempo se sienta más largo, y sugirió que es por eso que nuestra infancia se siente más larga y el tiempo parece moverse más rápido a medida que envejecemos, porque experimentamos menos novedad como adultos en nuestras rutinas.

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Esta contradicción podría explicar por qué para algunos ha habido una especie de acordeón del tiempo. A veces, los días se sienten largos, ya que estamos atrapados en el ciclo de noticias y surgen nuevos temores. Pero el tiempo también puede pasar muy rápido, o las horas y los días pueden mezclarse, en ausencia de ver gente nueva o hacer cosas nuevas.

En investigaciones anteriores, realizadas en personas que no han vivido una pandemia, Hershfield descubrió que las personas que pensaban que el presente duraba más tiempo no estaban tan motivadas para planificar el futuro. "La consecuencia podría ser que si el tiempo pierde sentido y estamos en este presente perpetuo, puede ser más difícil hacer cosas a largo plazo", dijo Hershfield. "No estoy seguro de que el tiempo en sí haya perdido sentido. Pero me preocupa que las personas estén perdiendo significado en estos períodos de tiempo porque no estamos muy seguros de qué hacer con nosotros mismos".

En su libro Geography of Time, el psicólogo social Robert Levine descubrió que había una relación entre el vínculo de una ciudad con el tiempo y muchos factores, como la economía, el clima, la población y si la cultura estaba orientada hacia el individualismo o el colectivismo.

Los angloeuropeos vivimos nuestras vidas en tiempo de "reloj", lo que significa que usamos las horas para programar el comienzo y el final de nuestras actividades. Esto se compara con el "tiempo de evento", en el que los eventos comienzan y finalizan de acuerdo con otros parámetros. "Los eventos comienzan y finalizan cuando, por consenso mutuo, los participantes 'sienten' que es el momento adecuado", escribió Levine.

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Los angloeuropeos también luchan con algo llamado "urgencia de tiempo" o "la lucha para lograr lo máximo posible en el período de tiempo más corto". "A veces parece que la vida se construye con el objetivo principal de evitar la incomodidad y, a veces, el terror de no tener nada que hacer", escribió Levine.

Muchos de esos factores han cambiado repentinamente para nosotros, dijo Marc Wittmann, investigador temporal en el Institut für Grenzgebiete der Psychologie und Psycohygiene (Instituto de Áreas Fronterizas de Psicología y Salud Mental) en Alemania. Y debido a que nuestros "tempos" pueden haber estado arraigados en nuestras vidas cotidianas anteriores, este cambio puede ser especialmente desagradable.

Para una cultura tan arraigada a la productividad y la urgencia del tiempo, un cambio repentino al tiempo del evento es incómodo. Estamos comenzando a experimentar esto al organizar reuniones en Zoom con nuestros amigos, que no se acaban porque las personas tienen que ir a otro lugar o irse a casa, sino que solo… terminan cuando ya se cansaron el uno del otro.

"Siempre sueles tener esta perspectiva con la que controlas" dijo Wittmann. "Ahora son las 9 AM y a las 10 tengo una reunión. Pero ahora, pierdes tu horario habitual y las referencias de tiempo que tienes en la vida cotidiana. Los días simplemente pasan".

Anne-Laure Sellier, profesora asociada de marketing en HEC Paris Business School, ha realizado una investigación de seguimiento sobre el tiempo de reloj y el tiempo de evento. Descubrió que las personas que viven de acuerdo al tiempo de evento sienten que tienen más control en sus vidas, mientras que los que utilizan las horas sienten el mundo como un lugar desconectado y más caótico, porque los eventos no están relacionados entre sí o controlados por la organización o voluntad humana, sino por su tiempo, y pueden cambiar y ser reprogramados sin tener en cuenta el uno al otro.

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Mis días solían parecerse mucho a cómo Sellier describe el tiempo de reloj en un artículo para The Conversation: "La alarma suena a las 7 am, desayuno de 7.30 a 8 am, llego al trabajo a las 9 am, trabajo hasta el mediodía, me tomo una hora de descanso para almorzar, trabajo de nuevo hasta las 6 p. m., regreso a casa alrededor de las 7 p. m. ceno con la familia a las 8 p. m. y me voy a dormir a las 11 p. m., solo para dormir ocho horas".

Pero la vida ahora se parece más al tiempo de evento: "Comienza con un despertar de manera natural, seguido de un desayuno que termina cuando te sientes listo para empezar a trabajar. Una vez en el trabajo, nos quedamos allí hasta que el hambre nos llame. Almorzamos hasta que nos sentimos listos para volver al trabajo. Continuamos hasta que decidamos que es 'hora de parar, mañana es otro día'".

Podría ser beneficioso soltar los grilletes del reloj e introducir un poco más de flexibilidad en nuestros horarios, pero abandonar por completo las estructuras de tiempo podría resultar en dejar elementos que son buenos para nuestra salud mental, como el fin de semana.

Richard Ryan, profesor de psicología en la Australian Catholic University, realizó una investigación que reveló el "efecto de fin de semana": las personas tienen estados de ánimo más altos, más energía y menos quejas los sábados y domingos.

Todos los días son viernes y también lunes y domingo por la noche.

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"Gran parte de esta historia fue que para muchas personas, cuando trabajan, sienten menos autonomía y conexión con otras personas", dijo Ryan. "Mientras que el tiempo libre les daba la oportunidad de conectarse con las personas que aman y compartir experiencias positivas con ellos".

Las personas tienden a tener niveles más altos de bienestar cuando son capaces de satisfacer necesidades psicológicas básicas, como autonomía, competencia y relación, además de asegurarse de tener el tiempo para hacer cosas que valoran y les interesan. Durante el distanciamiento social, los fines de semana han perdido muchas de estas ventajas. "No importa si es viernes, sábado o martes", dijo Ryan. "No podemos salir y estar con nuestros amigos".

¿Cómo podemos recuperar los efectos positivos de los días de la semana, nuestro fin de semana y el tiempo en general? Como muchos de nosotros estamos aprendiendo, los días de la semana, la rutina y la estructura son importantes para nosotros después de todo. "En teoría podríamos decir: 'Bueno, no hay estructura, no hay límites. Puedo comer helado a las nueve de la mañana y puedo tomar whisky a las 10. Puedo hacer lo que quiera'. Pero creo que la novedad de eso va a desaparecer rápidamente", dijo Hershfield.

Durante el aislamiento –ya que no podemos ir al cine, a un restaurante, a un partido de fútbol o a un museo– una forma de hacer que el tiempo se sienta valioso y significativo es llenarlo con diversas actividades que segmenten el tiempo en diferentes secciones.

Hershfield sugiere también tratar de seguir una rutina, y hacerlo podría ayudar a demarcar el tiempo creando pequeños rituales. Los investigadores Francesca Gino y Mike Norton de la Universidad de Harvard han estudiado cómo los rituales pueden ayudar a las personas a separar su trabajo de las identidades del hogar, descubriendo, por ejemplo, que las enfermeras pueden sentir que tienen un mejor equilibrio entre el hogar y la vida si hacen un ritual al cambiar sus batas por otras prendas al final de la jornada laboral.

Introducir rituales podría ayudar a separar el tiempo para que podamos centrarnos en diferentes partes de nuestras identidades. Puede ser terapéutico si te pierdes en los días de la semana, o la diferencia entre el día de la semana y el fin de semana. "Lo que estás haciendo es crear una señal cognitiva sobresaliente de que ahora es el momento de cambiar de ritmo", dijo Hershfield.

Probé un nuevo ritual la semana pasada. El viernes por la noche cerré mi laptop de trabajo y la cambié por mi laptop personal. (Son idénticas MacBook Airs). Comencé a usar un pequeño anillo en mi mano mientras trabajaba, y me lo quité alrededor de las 5:30 o 6 para marcar el final del día de trabajo. Estoy planeando idear algunos otros rituales divertidos de fin de semana para señalarme a mí misma que es hora de descansar, tal vez tener un sombrero de "fin de semana" o un baile de fin de semana con el que empiezo el día. Gino y Norton descubrieron que estos rituales pueden ser beneficiosos, incluso para las personas que no piensan que funcionarán.

A medida que pasa el tiempo, estas estrategias podrían ayudarnos a hacer frente a un mundo que de repente ha cambiado a nuestro alrededor y recordarnos cómo solía ser. "En última instancia, ¿qué importa si es viernes a las cinco si podría ser martes a las nueve?" Dijo Hershfield. "Pero ese tipo de pensamiento da lugar a la pérdida de significado. Ser capaz de mantener algo de ritmo, algo de rutina, puede ayudarnos al menos a mantenernos conectados con cómo era la vida antes de esto".

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