Carmena, por quitarnos, nos ha quitado hasta los atascos. Eso piensa Isabel Díaz Ayuso, candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el Partido Popular. En un desayuno organizado por la revista Vanity Fair, Díaz Ayuso dijo en relación a los atascos nocturnos, que “una ciudad como Madrid, que es alternativa, que tiene atascos —tenía atascos— a cualquier hora, a las tres de la mañana un sábado, es algo que al madrileño en el fondo le hacía, oye, te hacía ver que tu ciudad era especial. Y no es realmente el atasco que te absorbe la energía, ese es el de la entrada a trabajar. El atasco cuando sales de cenar porque es un fin de semana no es el que peor llevas. No creo que sea, como digo, motivo de disfrute, pero es una seña de identidad de nuestra ciudad”. Vamo a calmarno, como Squirtle.
Pero hombre, Isabel, ¿cómo van a ser los atascos una seña de identidad de nada? Los atascos lo que son es una putada, la materialización hecha embotamiento con sonido de claxon de que somos demasiados y de que tenemos la mala costumbre de vivir todos en los mismos sitios, trabajar todos a las mismas horas e irnos todos de vacaciones todos a los mismos lugares, aparte de, por supuesto, signo de una mala gestión. Usted debe de pensar, como su colega Mariano Rajoy, que “cuanto peor, mejor”, pero los atascos, como rara vez se parecen a los que describía Cortázar en La autopista del sur o a los que salen en los anuncios en los que dos solteros siempre se miran cómplices, son una mierda bastante gorda.
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Imagino, vaya, porque yo, como muchos madrileños, especialmente madrileños jóvenes, no tengo coche. Y no tengo coche porque ni sé conducir ni tengo ningún interés en aprender, pero si lo tuviera tampoco tendría dinero para pagar las letras. Mi dinerito me cuesta ya apoquinar lo del abono para tener que dejar pasar tres metros cada mañana porque van hasta arriba. ¿Eso también es seña de identidad de Madrid, Isabel? Igual sí y por eso no solo no habéis hecho nada para mejorarlo, sino que lo habéis empeorado durante los años que ha durado vuestra gestión. Porque sí, el Metro, que hace mucho que no vuela, es vuestra competencia.
Pero oye, Isabel, que igual somos los demás que andamos confundidos con lo que son y lo que no son las señas de identidad —las peras, las manzanas, vosotros sabéis bien de eso—, igual el problema somos nosotros que no sabemos apreciar la magia de lo cotidiano, el encanto de la mundanidad.
Ojo, que puede que despertarse en Malasaña un domingo y que huela a meao también sea una seña de identidad, o la boina de contaminación que aún y a pesar de los protocolos flota sobre nuestras cabezas, o que por cada ciclista con un Bicimad haya dos currantes de Glovo o Deliveroo pedaleando, cobrando una mierda y con contratos fraudulentos. Todos, por cierto, circulando por nuestros no-carriles bici.
Igual es una seña de identidad de la que debamos deducir que nuestra ciudad es especial que cada vez nos cueste más pagar el alquiler y que cada vez tengamos menos bares de los de los palillos y las servilletas en el suelo porque claro, las tiendas de palomitas y los helados artesanos y los garitos donde solo sirven derivados del aguacate visten más de cara al turismo, o que llevéis privatizando nuestros hospitales más de una década.
Puede que la razón la tengas tú y no le tengamos que perdonar jamás a Carmena, como Álvarez de Toledo lo de los Reyes, el hecho de haber reducido los atascos. Que por quitarnos, esta señora nos quiere quitar hasta eso que sí que es seña de identidad de los madrileños: chulear hasta de las miserias.
Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.
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