‘Siempre he dicho que estoy dos pasos por delante’: hablamos con Maikel Delacalle

Maikel Delacalle

Escuchan música en los altavoces de los coches, hablan y comparten sus vahos, se mueven, fuman y aprietan los vasos de tubo de forma que se acentúa la sensación de frío. Ellos: pitillos del Pull & Bear, jerseys de cuello alto y un plumas negro. Ellas: vaqueros de talle alto, crop-top color flúor y otro plumas negro. Vinieron hasta Pinto o son de Pinto. No se sabe bien. Pero esperan —esperan con la paciencia de los monjes— a que el reloj de sus teléfonos móviles marque las dos de la mañana. A esa hora, dentro de un polígono a veinte kilómetros al sur de Madrid, Maikel Delacalle se subirá al escenario de la Sala Groove. Unas horas antes, en un hotel cercano, hablamos con el músico canario sobre R&B, Canarias y su pasado.

VICE: Hace unos meses sacaste Calle y fe. ¿Por qué querías sacar un EP? ¿Todavía existe la necesidad de tener una referencia para ser serio?
Maikel Delacalle: Es algo que yo tenía planeado. Si tú te fijas, cumplí una promesa que yo hice hace dos años: voy a sacar un EP en el que todos los temas tengan estilo diferente. Uno es dancehall, otro es más reguetón, otro es más hip hop, otro es más balada y, después, está “Replay”. Esa era mi intención y la de mi equipo: sacar muchos temas de golpe y que fuera un EP y llamarlo Calle y fe, que es lo que yo siempre he querido.

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¿Trabajarías en un disco con un concepto?
Sí, sí, yo lo haría. Todavía no, voy a hacer algún disco y verás que van a ser ustedes de los primeros en saberlo.

¿Sientes que estás haciendo música para el momento o para el futuro?
Siempre he dicho que estoy dos pasos por delante. Siempre, desde que soy pequeñito. Yo estoy haciendo música para el presente, pero que en el futuro va a encajar igual. Es más, tengo un tema de hace dos años que voy a soltar ahora. Pero porque mi sonido siempre ha sido R&B. A mí siempre me ha gustado y ahora es que está empezando a sonar.


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Tú siempre te has ligado al R&B, que es lo que a ti te interesa.
Siempre intento que los giros o las cosas que hago cantando se asemejen mucho al R&B, que tiene muchas bajadas, muchos tonos altos.

¿Crees que estás sentando las bases del R&B en España, un género que prácticamente no existía?
Te puedo decir, y pongo la mano en el fuego, que cuando hace tres años solté “Ganas” —y un par de canciones, que eran más R&B todavía—, nadie que yo conozca había sacado R&B en español. Nadie que yo conozca, corrígeme si me equivoco. Yo he hecho temas más comerciales, pero siempre tienen su toque de R&B. Ahora es que está empezando a explotar. Le abrí las puertas a mucha gente, sobre todo en las Islas.

Dijiste en una entrevista: “No creo que falte calidad, creo que falta que la gente se acostumbre a ese sonido”.
También es verdad. Ni me acordaba de eso. Tengo toda la razón [risas]. Falta que la gente se acostumbre. Es más, yo cuando saqué “Jaque mate” con Justin Quiles —que es más reguetón y fue de los primeros que solté de ese estilo—, o “Replay”, yo dudaba que iba a gustar, y son los temas que más lo han hecho. Hasta a mi público de hip hop, que me conoce de rapear, no de cantar, le encanta “Replay”. Entonces, ya no sabes ni lo que la gente quiere. Mientras les guste, creo que la clave es hacer buena música.

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En tus canciones, siempre haces referencia a la tierra. ¿Qué crees que te aporta ser de Canarias que no te aporta ser de otro sitio?
Yo creo que es ese toque latino, porque al final Canarias es la Latinoamérica de España. Somos completamente españoles, pero o tenemos familia en Venezuela o, en tu mismo barrio, tu mejor amigo es colombiano, venezolano o lo que sea. Es ese sabor. Acuérdate de los carnavales, cuando fue Celia Cruz. No vino ni a España y vino a Canarias. Ese toque latino, ese azúcar, como decía [Celia Cruz], es lo que tenemos que le falta a mucha gente.

¿Y crees que la popularización de la música latinoamericana, en la península, está contribuyendo a que tengas, también, más tirón?
Sí, yo creo que sí, y todavía se están acostumbrando. Date cuenta de que, ahora, todos están haciendo ese estilo. Tangana y varios más le están metiendo muy duro, muy latino. Solo es que la gente haga oído. Y vuelvo y te repito: yo creo que cuando es buena música, la gente lo terminará aceptando.

En una entrevista decías que una de las cosas que diferenciaba a España de Latinoamérica es el público, que está acostumbrado a escuchar estilos a los que aquí nos estamos acostumbrando ahora. Sin embargo, yo creo que el público canario…
[El público canario] ya lo tiene. Es verdad, tienes razón.

¿Tú qué crees, que el público canario está más cerca del latino o del español?
De Latinoamérica. Y es más, desde que más o menos tengo uso de razón, los artistas —como Daddy Yankee— cuando han venido a España, siempre pasan por Canarias. Porque ahí están todos los latinos y la gente canaria es latina, al final es lo mismo. En ese aspecto, yo pienso que, aunque somos una hora menos, estamos más avanzados.

Tú empezaste rapeando en la calle en una época en la que la escena urbana de las Islas era una realidad muy cerrada, muy old school
Sí, muy old school, exactamente.

¿Qué crees que ha cambiado de ese momento hasta ahora? Porque a pesar de que siempre hemos estado cerca de Latinoamérica, en estos años algo se ha transformado.
Antes nosotros estábamos un poco excluidos y lo más que había para música era el MySpace, el Tuenti… Desde que empezó a pasar todo esto de las redes sociales, Canarias se unió con todo el mundo, igual que España con Latinoamérica.

¿Crees que el hecho de estar en medio del océano también aporta una perspectiva más amplia?
Sí y ¿te digo por qué? Porque todas las veces que voy a Colombia, nos encontramos con gente de una isla de allí que se llama San Andrés o de Cartagena y son los más talentosos de Colombia. Suelen serlo, al ser de costa, es otro ambiente, son gente más calmada, como nosotros, y lo vemos todo de otra manera.

En varias entrevistas has comentado lo dura que fueron tu infancia y tu adolescencia y que la música te ayudó a salir. En España, y en todo el mundo, existe siempre el mismo debate en torno a la realidad del discurso de los artistas, sobre todo de géneros urbanos. ¿Es necesario ser de calle para tratar esos temas?
Yo creo que lo que dices tienes que sentirlo. Hay muchos artistas que hacen un papel y les gusta y me alegro y los felicito. Pero hay otro montón de artistas, y los aplaudo, que son ellos mismos y hablan de lo que ven. Y si no hablan de lo que ven, hablan de lo que viste tú y se lo contaste en primer persona. Y da igual: cuando tú me haces sentir a mí que lo que estás diciendo pasa de verdad, aunque no lo hayas vivido, me vale. Al final, la calle no es la violencia, la calle está en la cabeza y en el corazón, la calle es saber lo que hacer y es tomar decisiones, saber quién es quién. Eso es tener calle.

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Has hablado muchas veces de lo que has vivido en la calle y, sin embargo, en tus temas no lo cuentas.
Como dice el dicho: “Real reconoce a real”. El que es de calle reconoce al de calle. Yo ya me comí mucha mierda y no voy a ponerme a hablar más de lo que sé. A mí me gusta contar la realidad pero desde otra manera, porque ya todo está visto, ya no hay nada que no se sepa.

Otro de los temas que tratas es el del amor. Siempre te refieres a una mujer pero, por lo general, de una forma más respetuosa de lo que se suele dar, muchas veces, dentro de la música urbana.
Yo te puedo decir por qué creo que es: yo perdí a mi madre cuando era muy niño y me crió mi abuela y siempre me inculcó eso. A mí me faltó una figura materna y todo el tiempo he sido así: con mis parejas, con la música, con mi manera de hablar. Creo que no tengo que desprestigiar a nadie para que sea un buen tema.

En una entrevista del año pasado decías: “Si algún día viera que empiezo a perder la humildad, me pego un tiro. La humildad es lo último que se pierde”.
Es más, tú vas a comprar la pistola si pasa eso [risas].

¿Tienes miedo a perderla?
Antes era un poco más ignorante, pero ahora que me han pasado muchas cosas buenas y no he cambiado en nada me siento más humilde, más persona.

También has dicho que lo que más miedo te da es que todo esto se hundiera de repente. ¿Alguna vez te has puesto en esa tesitura de que eso ocurra y te has planteado qué harías en esa situación? ¿Te dedicarías a producir?
Sí, yo me dedicaría a producir. Es más, sin que se hunda, ya estoy empezando a producir. Tengo un estudio en casa y nuestro planteamiento [junto a Deejay Darío] es que vamos a sacar a chavales adelante. Pero primero tenemos que presentar nuestro proyecto. Vamos a empezar a sacar un montón de talentos, no solo de Canarias, sino de todos lados.

¿Crees que en España podrá formarse una escena sólida y con futuro?
Todos nosotros estamos abriendo la puerta un poquitito más, estamos acostumbrando a la gente a este sonido fresco, y ahí los que vengan detrás lo van a tener mucho más fácil, no como nosotros. A mí me costó… Y todavía, tú dices de los demás, pero es que yo era con R&B puro, me costó el triple que cualquiera, no era ni trap.

También, muchas veces, la gente se empeña en meterte en otros géneros que no son el R&B.
Sí, me costó que reconociesen el sonido. Pero ahí tenía a Darío, a gente que sabe de R&B, de verdad. Parece que cuando a uno le venden bien algo le termina gustando.

¿Qué te dice la gente que te rodea cuando ves que estás viviendo de todo esto?
Se quedan loquísimos. De verdad que yo he pasado hasta hambre. Y todo el que me conoce me dice: “Quién te veía y quién te ve. Sigues flaco, pero la vida es diferente”.

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¿Qué aprendiste cuando estuviste en el centro de menores?
Aprendí a escucharme.

Siempre dices que cuando estabas en la calle hacías cosas que no se deben hacer. ¿Cambiarías algo de lo que has hecho?
No, no cambiaría nada. Yo llegué aquí haciendo todo lo que hice. Quizás, cambiando solo una moneda de sitio, hubiera llegado por otro lado, y me gusta cómo estoy ahora. Gracias a eso aprendí lo que está mal.

Cambiar no, pero si le pudieras decir algo a tu Maikel pequeñito, ¿qué le dirías?
Le diría que tenga más cabeza. Pero, a lo mejor, no se lo diría, para que aprenda. Es que a mí me sirvió, mucho, mucho. El otro día estaba comiendo en un guachinche del norte [de Tenerife] y aparecieron todos los educadores del centro y se pusieron como a llorar, como pidiendo disculpas porque les tocó tratarme mal. Yo aprendí de cómo me trataron, aprendí que estaba haciendo las cosas mal. Allí te esposan y de todo, es como una cárcel. Y aprendí, la verdad.

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