La marihuana puede protegerte del consumo excesivo de alcohol

En enero, el Departamento de Control de Bebidas Alcohólicas de California emitió un nuevo reglamento que dicta que las bebidas embriagantes no pueden infusionarse con marihuana. Obviamente, esto no impedirá que la gente consuma marihuana y alcohol a la vez, especialmente a medida que más estados reviertan la prohibición del cannabis, como hizo California.

Estas personas podrían estar interesadas en conocer una serie de estudios recientes que sugieren que el cannabis, de hecho, puede tener beneficios protectores para el hígado. Aun así, deberían resistir la tentación de empezar a beber a destajo después de fumar un porro, o viceversa.

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El mayor estudio de la serie reveló que los bebedores que fuman marihuana tenían probabilidades significativamente menores de desarrollar enfermedades hepáticas, como hepatitis, cirrosis, esteatosis e incluso carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer de hígado.

Los investigadores del Instituto Nacional de Investigación Científica de la Universidad de Quebec analizaron los registros de alta de casi 320.000 pacientes que tenían un historial pasado o actual de consumo abusivo de alcohol.

Los consumidores de cannabis dependientes que bebían mucho solo tenían un 1,36 por ciento de posibilidades de desarrollar enfermedades hepáticas

“Descubrimos que si las personas consumen cannabis de manera dependiente, en realidad están mucho más protegidas de enfermedades hepáticas alcohólicas”, nos contó Terence Bukong, hepatólogo e investigador principal del estudio.

Los grandes consumidores de alcohol que no consumían hierba tenían alrededor de 90 por ciento de posibilidades de desarrollar enfermedades hepáticas, mientras que los bebedores moderados que consumían cannabis tenían alrededor de un 8 por ciento de posibilidades. Para los consumidores de cannabis dependientes que bebían mucho, solo había un 1,36 por ciento de posibilidades.

En otras palabras, este estudio sugiere que el consumo intensivo de marihuana podría significar una mejor defensa contra las enfermedades relacionadas con el alcohol en comparación con el consumo moderado o nulo de la misma.

Este fue un estudio de correlación basado en una población específica, por lo que es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas. Sin embargo, es consistente con otro artículo publicado en octubre, que analizó los registros de más de 8.200 pacientes y encontró “una significativa menor prevalencia de [enfermedades del hígado graso no alcohólico] en consumidores de marihuana”. (Algunos de los participantes de este estudio no bebían, pero los datos se ajustaron para dar cuenta de eso).

También descubrieron que los consumidores de cannabis tenían peores dietas que los no fumadores (consumían más calorías, refrescos y alcohol), pero tenían menos probabilidades de ser obesos.

Los dos receptores endocannabinoides más conocidos son CB-1 y CB-2, que se encuentran en todo el cuerpo, incluido el hígado, donde juegan un papel importante en el desarrollo de enfermedades hepáticas

Los investigadores, liderados por un equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, sostienen que esto podría estar relacionado con el vínculo entre el consumo de marihuana y un nivel más bajo de insulina estando en ayunas, el cual también podría proteger el hígado de las enfermedades hepáticas no alcohólicas.

Las enfermedades hepáticas se asocian con frecuencia a la resistencia a la insulina y se producen cuando el hígado acumula demasiada grasa, lo que altera el metabolismo de la glucosa. Por lo tanto, el cannabis puede proteger el hígado incluso de los riesgos dietéticos.

Las propiedades antiinflamatorias del cannabis se encuentran bien establecidas. El cuerpo tiene un sistema endocannabinoide, que influye en la memoria, el apetito y la función inmune. Los dos receptores endocannabinoides más conocidos son CB-1 y CB-2, que se encuentran en todo el cuerpo, incluido el hígado, donde juegan un papel importante en el desarrollo de enfermedades hepáticas. (El CB-1 parece propiciar el daño hepático, mientras que el CB-2 parece proteger contra él).

El hígado también metaboliza el cannabis en diferentes grados dependiendo de cómo se ingiera. Y los efectos terapéuticos de la marihuana dependen en gran medida de la proporción de dos ingredientes principales: tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD).

Los investigadores no tenían forma de determinar esta relación o incluso el tipo de cepa con los datos disponibles, por lo que no saben en qué medida se habrían activado los receptores en el hígado.

“El principio es crear un equilibrio entre el agonismo CB-1 y CB-2”, dice Bukong. “¿Cómo creamos un equilibrio cuando el consumo de cannabis tiene realmente un efecto terapéutico contra los efectos perjudiciales?… No tengo un mecanismo exacto para saber cómo está sucediendo ese equilibrio”.

El consumo de cannabis puede retrasar la cirrosis

Por otro lado, beber tiene algunos beneficios para la salud, pero solo al hacerlo con moderación. En el momento en que el alcohol llega al torrente sanguíneo, desencadena una respuesta inmune que se liga a los receptores de las células inmunes y provoca la liberación de proteínas inflamatorias llamadas interleucinas.

Las interleucinas son una clase de moléculas llamadas citocinas que se utilizan en la señalización celular. En este caso, causan una cascada de inflamación cuando en el hígado los glóbulos blancos especializados encuentran toxinas liberadas por las células bacterianas. El abuso en el consumo de alcohol hace que la barrera intestinal sea más permeable, lo que permite que estas toxinas bacterianas se filtren por todo el cuerpo.

“Si abusas del alcohol, ya sea por consumo excesivo o crónico, existe la posibilidad de que desarrolles un intestino permeable”, explica Bukong. “Las bacterias se transfieren del intestino a la vena porta hepática y luego al hígado”. El hígado reconoce estos patógenos y comienza a producir citocinas inflamatorias, dice.


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Cuanto más a menudo sucede esto, más inflamación hay, lo que puede causar un tipo de cicatrización llamada fibrosis. Si hay demasiada cicatrización, se presenta la cirrosis, un endurecimiento del tejido hepático blando que puede provocar una insuficiencia hepática potencialmente mortal. La cirrosis y la hepatitis B son los principales factores de riesgo para los diferentes tipos de cáncer de hígado. Entonces, que el hígado se inflame es lo menos deseable del mundo.

Las citocinas pueden ayudarnos a medir cuánto daño hace el alcohol al intestino, hígado, cerebro y otros órganos, además son biomarcadores útiles para detectar trastornos por consumo de alcohol. En un estudio publicado en diciembre, unos investigadores de la Universidad de Colorado Boulder midieron los niveles de interleucina en 66 personas que beben, algunas de las cuales consumían marihuana.

Descubrieron que aquellos que consumían cannabis tenían menos citocinas, lo que “sugiere que los cannabinoides también pueden tener el potencial de reducir el daño relacionado con el alcohol”.

Todavía hay mucho que estudiar en lo que concierne a la relación entre la marihuana y el alcohol

“Ha habido estudios de disociación: estudios correlacionales con personas que beben y tienen mayor cantidad de proteínas proinflamatorias en la sangre versus personas que no beben. Y también con personas que fuman [hierba] y tienden a tener niveles inflamatorios más bajos versus personas que no lo hacen”, explica Raeghan Mueller, bióloga molecular de la Universidad de Colorado en Boulder y una de las coautoras del estudio. “Así que es sólo una de esas cosas sobre las que pensamos: ‘Bien, probemos y veamos si encontramos algo’, y lo hicimos, así que fue emocionante”.

El estudio de la Universidad de Colorado fue pequeño, pero nos dice qué marcadores inflamatorios hay que buscar al hacer investigación sobre el consumo de cannabis y alcohol. En el futuro, la ciencia debe estudiar la interacción de la mariguana con el hígado a nivel celular. También debe explorar la proporción de THC y CBD, que puede variar significativamente entre las diferentes variedades de cannabis.

“Creo que tenemos que ir más allá y saber exactamente cuáles son los mecanismos moleculares detallados y también cuáles son los posibles efectos secundarios”, dice Bukong, advirtiendo que esta investigación debe tomarse con precaución. “Es un poco prematuro sacar conclusiones basadas en datos preliminares, pero sabremos más en los próximos años”.

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