Algunos artistas están sobre el tiempo, pero, ¿cuántos se mantienen? El maquillista de celebridades, fotógrafo y luminaria de Instagram, Mathu Andersen, ha pasado la mayoría de su carrera en los márgenes de la estética popular y la expresión de género. Pero durante el año pasado sus autorretratos han sido incluidos en su propia exhibición, y fue congratulado con una nominación Emmy por su trabajo como el gurú de vestimenta y maquillaje de RuPaul en “RuPaul’s Drag Race.” Parece que Andersen se acerca a lo mainstream—o, quizás más acertadamente, el mainstream a él.
Andersen, originario de Australia, ha trabajado por décadas detrás de cámaras. Pero con una selfie, Andersen se paró bajo el reflector. Los pómulos y la barba gris debajo de una peluca de RuPaul… la fotografía era impactante, y Andersen vio los likes subir. Ahora, sus seguidores son más de 120,000 y mientras sigue publicando simples selfies usando las pelucas de RuPaul, Andersen también crea retratos que reflejan no solo su profesionalismo en la peluquería, el maquillaje y Photoshop, sino capas de simbolismo y significados.
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Dos fenómenos sociales fueron los que pusieron a Andersen donde está. Primero, el incremento en el conocimiento de iteraciones de género entre polos binarios que han limpiado el camino para artistas como Andersen, a quien reclutan para realizar trabajos de marcas cuando se trata de género y sexualidad. (“La gente dice, ‘Bueno, eres gay’” dice. “Y es como, ‘bueno, si tu lo dices, claro.’”) Su renuencia a trabajar dentro de los binarios tradicionalmente impuestos, está completamente reflejado en el corte facial de su barba, presente en cada retrato y con un subsignificado que parece una ilusión o un feminismo idealizado. La segunda evolución que ayuda a Andersen, son las redes sociales que lo conectan ante miles de fans. El trabajo de Andersen y su reciente carrera son artefactos perfectos para el siglo XXI.
Sus retratos invocan el tema más duradero en el arte occidental: Cristianismo. “Mi religión está basada en la escuela del domingo,” dice. “Vengo de un Jesús que era bueno, lindo y que amaba a los niños… en realidad no puedes venir de Jesús.” Su obra religiosa más popular retrata a Andersen a manera de cruz entre Jesús y la virgen Maria, desnudos, salvo por las cruces que cubren los pezones y unas manos a los senos.
Su obra funde lo contemporáneo con lo anciano, y aunque parezca apropiado para alguien con un pie en cada era, Andersen mantiene una relación con las redes sociales que lo hicieron famoso con ciertas precauciones. Puesto a que es el vehículo primario que utiliza para su obra, Andersen lamenta el hecho de que las redes sociales estén llenas de, como lo llama él, “grandilocuencia, mendicidad y felicidad-de-entrega.”
“Es casi cínica la manera en la que se mira,” dice Andersen del solipsismo y la promoción persona que ahora se tiene en internet. “Sé que todos somos un copo de nieve especial. Pero los copos de nieve, cuando se juntan, son solo una masa blanca… Mírame, mira mi latte. De verdad, deberías darle crédito a la barista por este remolino.”
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