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Mayweather vs. Pacquiao: ¿combate del siglo o anticlímax empresarial?

El mundo en el que vivimos es un lugar permanentemente al borde de algo. Lo viejo deja paso a lo nuevo y lo nuevo se vuelve viejo en apenas segundos. El encuentro entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao el próximo 2 de mayo en el MGM Grand de Las Vegas, que muchos han nombrado “el mayor combate de todos los tiempos”, es una muestra perfecta de nuestra realidad: el hype que ha generado se ha expandido por todo el planeta, hacia el cielo y más allá de la estratosfera. En realidad, lo único que ha logrado tanta expectación ha sido generar un anticlímax para un combate que todos probablemente habríamos visto de todos modos a poco que tuviéramos la ocasión.

¿Cuándo cuesta entrar en el pabellón a ver el combate? Hay gente vendiendo sus localidades por 320.000 euros, lo cual podría ser comprensible si esta pelea fuese realmente lo que dice ser, esto es, un evento decisivo. Pero en realidad el combate no es más que una víctima de todo el circo mediático que tiene alrededor.

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Los precios-estafa que se han asignado a cualquier cosa que tenga relación con la pelea dejan clara su naturaleza: destacan los cien dólares que vale verlo en ‘pay-per-view’ en los EEUU, los 22.000 euros que cuesta el protector bucal de Mayweather y el millón de dólares por el cinturón incrustado de diamantes que se entregará al vencedor (una pieza descrita como “una obra de arte” por el Consejo Mundial de Boxeo y que en realidad es tan fea que le parecería horrible hasta al tipo más ‘kitsch’ del mundo).

Puede que el combate termine siendo un espectáculo convicente precisamente debido a la desesperación que se oculta tras su pátina de leyenda. El mítico Bob Arum, copromotor del combate, declaró que cualquier famosillo que pensara usar su reputación para verlo gratis en directo ya podía olvidarse de ello: “Nadie va a conseguir entradas sin pagar por ellas”, aseguró, categórico.

Mayweather cumplirá los 40 en dos años; Pacquiao, en cuatro. Cada uno merece un aplauso cáustico, después de la ovación realmente merecida, por haberse construido una reputación de invencibles números uno basada precisamente en evitar pelear contra el tipo que habría podido probar lo contrario. Ahora es momento de que ambos aparquen sus egos y bailen a uno de los sones más tediosos del siglo XXI: el del entusiasta cumplimiento de objetivos empresariales. Todo suena un poco como el anuncio que incluye un ‘hashtag’ al final para que, en vez de olvidarlo inmediatamente, puedas tuitear con alegría un mensaje de soporte para una marca de coches. O de seguros, no importa. El Mayweather vs. Pacquiao es #ElGranCombate. Y solo en su corazón, tras capas y capas de anuncios y promociones, se encuentra lo realmente importante: la prueba definitiva que nos mostrará cuál de los dos hombres, Mayweahter o Pacquiao, ha envejecido mejor.

Incluso desde aquí se puede oír la voz estresada de Arum mientras refunfuña y apaga el teléfono para que Leonardo di Caprio no le llame más. El promotor sabe que gane quien gane, la retirada no estará lejos para ninguno de los dos combatientes… lo cual dejará el mundo del boxeo con exactamente cero superestrellas.

Después de este combate, quizás pasará bastante tiempo antes de que un fan furibundo vuelva a levantar un póster de dos ídolos del boxeo. Foto de Steve Marcus.

¿Es eso posible? Todavía cuelgan un millón de pósters de Mohamed Alí de las paredes de innumerables habitaciones; infinitas máquinas de asar llevan aún el nombre de George Foreman; a Mike Tyson aún le mantienen vivo entre sus fans y sus ‘haters’. Esto hace que para la gente sea difícil de aceptar que el trono del boxeo pueda quedar vacío y convertirse en algo del pasado, un honor menor entre los deportes de élite.

Sin embargo, el pasado es el lugar al que realmente pertenece. Cuando piensas en ello te das cuenta de que el boxeo tuvo dos momentos álgidos que conquistaron el mundo: el primero fue en un bello blanco y negro, con Alí y Frazier y Liston; el segundo fue en los frenéticos rojos y dorados de Las Vegas de los años 90, con Tyson escupiendo la oreja de Evander. Como preadolescente en esa época, yo no sabía nada sobre boxeo, ni había visto ningún combate, y aún así era capaz de nombrar a cinco o seis pesos pesados con facilidad. Hoy en día… bueno, ¿luchan aún los hermanos Klitschko?

¿Qué nos queda? Un patético anticlímax en Las Vegas visible en televisión previo pago de 100 dólares bajo el lema “damos a la gente lo que más desea”; un combate entre dos luchadores que evitaron este combate hasta que dejó de poder afectar su reputación. Sí, claramente es “el combate del siglo”.