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Identidad

Probé el bolso de pan de pita y otros trucos de revistas femeninas

Sí, en la foto estoy limpiando un baño con una compresa.
Fotografía de Regina Lemaire-Costa

Cuando la gente habla sobre los consejos que dan las revistas "para mujeres", inevitablemente piensa en sugerencias como "unta a tu chico con sirope de chocolate por todo el cuerpo". Sinceramente, en un mundo en el que hay personas que se excitan con las uñas de los pies, esto resulta demasiado aburrido y cursi para mí. Así que, ¿qué hacer si estás buscando un truco realmente capaz de cambiar tu existencia?

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Abre una revista femenina, de esas que suelen estar en la repisa más oculta de los kioscos. Si estás familiarizada con estas revistas de cotilleos, ya sabrás que a veces tienen una página de trucos enviados por las lectoras. Aunque soy fan desde hace tiempo de este tipo de publicaciones, soy la primera en admitir que estos trucos tienen menos sentido que una pipa de maría en forma de pene.

Pero, ¿quién soy yo para criticar? Quizá sea verdad que las compresas pueden servir también como relleno para aumentar el volumen de tu trasero y el cacao instantáneo en polvo puede sustituir a los polvos bronceadores.

Solo había un modo de descubrirlo: iba a tener que probar algunos de esos trucos por mí misma. (Para vuestra información, todos son consejos legítimos y reales que aparecieron impresos en revistas reales como cosas reales que puedes hacer en tu día a día. No me los he inventado yo).

"Ahora que hace más frío, hierve un par de huevos duros justo antes de salir de casa y ponlos en los bolsillos de tu abrigo. Permanecen calientes durante mucho tiempo, mantienen tus manos calentitas y, cuando se enfrían, ¡puedes comértelos a modo de delicioso snack!" —Joanna.

Tenemos ahora mismo 20 grados en Londres, pero diligentemente preparo un par de huevos duros y los introduzco en los bolsillos de mi chaqueta para mi trayecto a pie hasta el trabajo. Tímidamente rodeo los huevos con mis manos, esperando sentirme un poco repelida o rara. Pero, ¿sabéis qué? En realidad es una sensación maravillosa (no estaban pelados, como supuso una colega). La sensación era muy reconfortante. Resulta que los huevos encajan perfectamente en la palma de la mano, como pequeñas y redondas bolsas de agua. ¡Y se mantuvieron calientes durante los 20 minutos que tardé en llegar al trabajo!

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"Si necesitas un bolso de emergencia, pon tu pintalabios, las llaves del coche y un tampón dentro de un pan de pita, recordando sostenerlo siempre con la abertura hacia arriba" — Anónimo

¿Es el pan de pita el peor pan que existe? Lo es si lo compras en un triste y penoso envase en un supermercado como hice yo. Y también es el peor bolso de emergencia de la historia. Ni siquiera caben en él un bálsamo labial y 25 € sin que se rompa de camino a la tienda de la esquina. El dependiente, que está acostumbrado a que desfilen por su establecimiento patéticos periodistas en busca de contenidos, parece desconcertado. "¿Voy a salir en el artículo?", me pregunta. La pita ya se está desintegrando en mi mano. Nunca en mi vida he odiado tanto un carbohidrato.

Antes y después del relleno con compresas

"No tengo muchas curvas y apenas tengo caderas, así que coloco compresas en los laterales de mis braguitas y después me pongo la ropa encima. ¡Curvas al instante!" —Rosy.

Las compresas han alcanzado un estatus casi legendario en estas páginas de consejos. Pueden emplearse literalmente para cualquier cosa: como forma de bloquear una ventana que no cierra bien, como orejas de conejito de Pascua, como zapatillas de estar por casa y como forma improvisada de secarte las axilas.

Retiro la tira adhesiva de dos compresas y alegremente las introduzco en los laterales de mi pantalón. Caminar por ahí en vaqueros con compresas pegadas a mis caderas es quizá la cosa más pervertida que he hecho en la oficina de VICE y eso dice mucho de mí. Además, por lo que puedo decir, no hay diferencia alguna entre mi yo anterior y mi yo posterior a las compresas. No digo que sea la mujer con más curvas del mundo, pero venga ya, solo son compresas, no son almohadones.

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Esto no puede estar bien.

"Utilizo compresas para limpiar la bañera, el lavabo y el inodoro en el baño. Son perfectas porque se adhieren a tus manos y son muy absorbentes" —Elaine.

Pego un buen repaso al asiento del inodoro y al grifo del lavabo con unas compresas, pero siento náuseas en todo el cuerpo, no sé por qué. No es que no haya usado nunca un rollo de papel de cocina para limpiar un baño, o que no haya utilizado accidentalmente mi cepillo de dientes para rascar algo de moho. No hay nada que diferencie literalmente una compresa de cualquier otro paño hecho de fibra absorbente y, aun así, psicológicamente hay una gran diferencia. Simplemente da la sensación de que no está bien. Si no puedes entender por qué limpiar gotas perdidas de pis con una compresa no es normal, de verdad que tienes un problema grave.

"Si quieres que tu piel luzca luminosa pero no quieres recurrir a los polvos bronceadores, unta tu brocha de maquillaje en un poco de cacao en polvo y aplícalo a tus mejillas. El aspecto es similar, ¡pero asegúrate de resistir la tentación de lamerte la cara!" —Kirsty.

Debo admitirlo, soy un poco aprensiva con respecto a este truco. Cuando repaso la etiqueta de los ingredientes del envase del cacao en polvo, descubro que solo contiene un 13 por ciento de cacao y el resto es azúcar, aditivos tipo E y algo que describen como "antiaglomerante". Cuando vierto el cacao en polvo en la tapa el aire se llena del mareante aroma de los edulcorantes artificiales. Ni siquiera parece tan marrón o, al menos, no tan marrón como se vuelve cualquier humano de forma natural cuando se pone al sol.

Pero acabo por convencerme cuando lo esparzo sobre mi cara. Tras un par de intentos con la brocha, empiezo de hecho a desarrollar una pequeña tonalidad, como si hubiera estado expuesta al sol. ¡Y huelo de maravilla! Huelo a recuerdos de la infancia, cuando me acurrucaba junto a mi padre con una taza de chocolate caliente, o al menos como yo imagino que huelen los recuerdos de la infancia (fui una niña muy desgraciada).

Con aire triunfal, me levanto de mi mesa y pregunto a mi compañera Sirin si me nota algo diferente. Parece acongojada. "Oh, no. ¡No!". Me dirijo con la cabeza gacha hacia el baño para quitármelo con papel higiénico. "¡Ay, lo siento!", grita Sirin detrás de mí. A la fría y dura luz del lavabo de la oficina, veo lo que quería decir: el cacao en polvo no tiene una tonalidad demasiado favorecedora. El ligero color bronceado es plano y carece de profundidad, lo cual tiene sentido porque su finalidad es mezclarse para crear una deliciosa bebida caliente, no para esparcirse sobre la piel humana.

Cuando intento quitármelo, se me sube por la nariz y me empieza a picar. Miro los sucios y arrugados trozos de papel. Parece como si acabara de cagar el zurullo más polvoriento del mundo.