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Pero la tauromaquia convive entre nosotros mucho más presente de lo que nos pensamos. Más mermada, obviamente, pero existente, al fin y al cabo. Muestra de ello es la Escuela de Tauromaquia de Cataluña: el único sitio donde te enseñan a torear dentro de las fronteras autonómicas.“Somos un milagro”, me explica Manuel Salmerón, director de la escuela. Una anomalía cultural que reniega al olvido para formar a todo aquel que sienta curiosidad por el mundo del toreo.
Me desplazo hasta el número 57 de la Avenida Carmen Amaya, un campo de fútbol en el barrio obrero de El Gornal en L’Hospitalet de Llobregat, y en seguida observo que la escuela es bastante humilde. Unos barracones frente al campo de césped artificial, un bar de esos que rifan un jamón en la media parte y un espacio de arena del tamaño de un cuadrilátero de fútbol 7 con porterías antiguas y limitado por unas rejas algo oxidadas. Es ahí donde entrenan.“Ahora mismo entrenan seis alumnos, aunque unos se van y otros vienen. No hay afluencia como en otras escuelas fuera de Catalunya" — Carlos Pérez, entrenador
La treta ante esta situación es ir al país vecino. Van alrededor de 25 veces al año con los alumnos más avanzados porque allí tampoco sobran aprendices, aunque solo en el sur de Francia hay más de mil plazas. “Vamos a tentar a Nimes —torear con becerras en pequeñas plazas de ganadería—y hacemos un sube y baja el mismo día”. Son 300 kilómetros para que esos jóvenes cumplan el inicio de un sueño.“Quien nos ayuda es el maestro José Tomás. Con esa contribución económica cubrimos los gastos para los viajes porque los chicos no pagan absolutamente nada" — Manuel Salmerón, director
Es un poco contradictorio, porque la familia Balaña amasó su fortuna gracias, en gran parte, a las recaudaciones de las plazas de toros de las Arenas y la Monumental. No olvidemos que Barcelona gozó en el pasado de una gran tradición taurina, al igual que en el resto de Catalunya. Actualmente todavía podemos ver correbous en algunas localidades, pero nunca sangre.“Ahora estamos como en una ‘prisión’, pero Barcelona ha sido la ciudad más importante del mundo en referencia al toro" — Manuel Salmerón, director
Me veo obligado a plantearle la famosa pregunta a profesores y alumnos. ¿Qué piensan sobre los que dicen que es maltrato animal? Por lo que escucho, todos anteponen la tradición y el arte a los 20 minutos de sufrimiento del toro. Intentan relativizar."Son 20 minutos de sufrimiento frente a 4 o 5 años que viven como reyes. El ganado para el consumo, al contrario, en siete u ocho meses lo engordan y al matadero” — Manuel Salmerón, director
“En el pueblo le comenzó a llamar la atención hace dos años viendo los encierros, y este verano comenzó a decir que quería ser torero. En casa le regalaron el capote sus abuelos y él solo con la tablet buscaba vídeos de toreo”. Todos de pequeños soñamos con ser astronauta, futbolista o científico, pues este pequeño quiere ser torero donde está prohibido. Mira oye, al menos que lo pruebe."Lo primero que dijo cuando los cumplió fue ‘Papá, ya tengo 8 años y me puedes llevar a la escuela taurina’” — David Martín, padre de alumno
“Un día en Cubelles sacaron una becerrilla cuando tenía 7 años para que los más jóvenes. Instintivamente agarré la muleta, me fui directo y le pegué tres muletazos” — Cristian Pérez, alumno
"No lo puedo comparar con nada. He hecho durante mucho tiempo submarinismo, pero no se acerca ni por asomo” — Víctor Checa, alumno
“A raíz de las dos orejas en Valencia llegas a casa y reflexionas. Pensaba que se iban a arreglar unos 5 o 10 festejos, qué menos. No ha sido así. Es muy complejo porque hay mucha gente que paga por torear. Tú solo puedes entrenar y sacrificarte. Siempre he pensado que cuando menos oportunidades de me ofrezcan, las tengo que aprovechar mejor que los demás. No hay otra. Ser torero tiene que ser eso, jugarte la vida”.“No sabía si había matado al toro. Me enteré en el hospital de su muerte y sentí satisfacción. Prefiero la cornada sabiendo que lo maté, a no tener cornada y que el animal viva" — Manuel de Reyes, joven torero