Los hombres que quieren tener sexo con mujeres gigantes
Images courtesy of 'Wonderslug' and giantesskatelyn.com

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Identidad

Los hombres que quieren tener sexo con mujeres gigantes

La macrofilia es un fetiche según el cual algunas personas fantasean con otras personas significativamente más grandes que ellas, o sea, suficientemente grandes como para derrumbar un edificio.

No todo el mundo ve Tom y Jerry como una inocente persecución entre un gato y un ratón. Como sucede con Alicia en el país de las maravillas, la diferencia de tamaño entre los personajes principales puede tener una importancia muy especial. Para Katelyn, que ahora tiene treinta y tantos, ver aquellas series de pequeña significó experimentar sus primeros brotes de excitación sexual.

"La primera vez que sentí una agradable sensación hormigueante fue mientras veía a Tom divirtiéndose tratando de cazar a Jerry", recuerda. "Siempre me gustó el modo en que Jerry escapaba de modo que el juego continuaba. Deseaba ser aquel gato con todas mis fuerzas. No sabía entonces que aquel era el inicio de mi sexualidad".

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Cuando llegó al instituto, Katelyn fantaseaba con aplastar literalmente a los tíos que le gustaban, con tragarse vivos a sus amigos y amigas y con derribar el colegio con el pie. "La mayor parte del tiempo", afirma, "me sentía fuera de lugar y sexualmente muy sola".

Pero cuando entró en la universidad, descubrió ―mediante una búsqueda de imágenes en Google― que había toda una comunidad online que compartía su fetiche. La macrofilia (que literalmente significa "amor por las cosas grandes") es un fetiche según el cual algunas personas experimentan excitación sexual mientras fantasean con otras personas que son significativamente más grandes que ellas. El énfasis recae en la altura más que en la anchura.

También se conoce como "fetiche con gigantes". Y Katelyn descubrió no solo que ella era una macrófila, sino que también se excitaba enormemente con la idea de tener ella misma un tamaño gigante.

En 2006, esta norteamericana de metro cincuenta lanzó su sitio web giantesskatelyn.com "como salida sexual para mi fetiche de ser gigante y como lugar donde mis fans pudieran venir a adorarme".

Ahí pueden encontrarse vídeos a la venta, muchos de los cuales incluyen personas de plástico en miniatura siendo tragadas o aplastadas bajo pies enormes. También hay textos, cómics, fotografías, collages, un blog y un enlace a la wish list de Katelyn en Amazon, para que sus adoradores puedan comprarle regalos: ropa interior, tarjetas de regalo para Starbucks, vitaminas para "crecer" y cacerolas antiadherentes. Visitar la web es gratis, pero cada mes en torno a 700 de sus seguidores hacen una compra.

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El Dr. Mark Griffiths, psicólogo y profesor especializado en adicciones conductuales en la Universidad Trent de Nottingham, es uno de los pocos académicos que han escrito acerca de la macrofilia y se esfuerza en destacar lo poco que sabemos sobre ella. "Nadie ha escrito ni siquiera una entrevista con un macrófilo en una publicación académica", explica a Broadly.

Griffiths escribe que se cree que la abrumadora mayoría de los macrófilos son hombres heterosexuales que se sienten sexualmente atraídos por mujeres gigantes:

Sin embargo, incluso aquellas situaciones no sexuales que incluyan gigantes pueden acabar provocando estimulación sexual. Cada situación imaginaria es diferente para cada macrófilo, puesto que este comportamiento se basa en la fantasía. Incluso la altura preferida de los o las gigantes imaginados difiere de un individuo a otro. Por ejemplo, algunos macrófilos sienten preferencia por personas solo unos centímetros más altas que ellos, mientras que otros fantasean con gigantes que miden decenas de metros.

Katelyn afirma que su tamaño preferido depende del estado anímico en que se encuentre: "Algunos días me apetece jugar con toda la Tierra o la galaxia y otras veces me apetece atacar una ciudad midiendo 30 metros de altura. Rara vez fantaseo con medir menos de 30 metros. Sin embargo, lo más común es que fantasee con medir 1.000 metros o más".

Debido al carácter fantástico de este fetiche, internet es el campo de juego de los macrófilos. Ahí pueden leer historias y mirar cómics, ilustraciones y fotografías (a menudo retocadas con Photoshop para que incluyan gigantes falsos), y también ver vídeos en los que aparecen mujeres gigantes jugueteando con gente diminuta y pisoteando pequeñas maquetas de ciudades.

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Algunos de los vídeos incluyen imágenes generadas por ordenador y tienen una gran calidad, mientras que otros son más como películas caseras en las que la cámara se sitúa en un ángulo bajo para que todo parezca más grande. Muchas mujeres gigantes ofrecen vídeos personalizados en los que el cliente puede crear el guion.

La macrofilia a menudo viene acompañada de otros fetiches: BDSM, vorarefilia (una fijación con comer o tragar) y fijaciones con el aplastamiento, que consisten en que una persona se excita sexualmente aplastando objetos u observando objetos mientras son aplastados.

Además de su fetiche con ser gigante, Katelyn (que es bisexual) afirma que también tiene un fetiche "extremo" con la boca. Dice que esto va emparejado con su fetiche de ser gigante y que se complementa con fetiches relacionados con los peluches y el hentai. El hentai es un género de pornografía anime y manga.

El Dr. Griffiths cree que la raíz de la mayoría de fetiches se encuentra en la infancia y los primeros años de la adolescencia, "cuando la excitación sexual es, al principio, accidentalmente asociada con los gigantes, quizá viendo un programa de TV en el que una mujer gigante inicia sensaciones de excitación sexual".

Verla arrancar el tejado del edificio fue sobrecogedor para mi joven cerebro

"Con el tiempo", afirma, "el gigante mismo es suficiente para provocar excitación sexual mediante un condicionamiento clásico. Sin embargo, como no se han realizado estudios sobre este tema, se trata únicamente de especulaciones por mi parte".

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Mark, macrófilo y uno de los adoradores de Katelyn, recuerda ver una reposición de la película El ataque de la mujer de 50 pies cuando tenía unos 13 años. "El punto de vista subjetivo de Allison Hayes caminando por el desierto es la primera vez que recuerdo haberme puesto cachondo", me cuenta. "Verla arrancar el tejado del edificio para llegar hasta su marido fue sobrecogedor para mi joven cerebro en aquel momento".

"Poco después de aquello, otra película llamada Village of the Giants produjo el mismo efecto en mí. Puedo recordar que una de las mujeres gigantes de la película decía algo así como: 'Oh, ¿por qué no me limito a pisotearle?', cosa que de nuevo encendió mi mente infantil como nada lo había hecho antes".

El poder, la dominación y la vulnerabilidad están en el corazón de la macrofilia, dice la directora de Sex Therapy Australia y terapeuta sexual y de relaciones Pamela Supple. "Consiste en permitir que tu mente vaya donde desee ir, mientras jugueteas para obtener la máxima excitación sexual posible. Algunos desean sentir terror, fantasear con ser aplastados o controlados, pero cada persona es diferente en lo que desea experimentar".

Para Mark, la atracción hacia mujeres gigantes gira en torno a la sensación de insignificancia que le proporciona. "Me sentiría incontrolablemente arrastrado por su belleza y poder a pesar del peligro que podría conllevar un encuentro así", dice. "Como ser superior, ella tendría muy poco cuidado conmigo mientras satisficiera sus propias necesidades. Ya fuera en forma de alimento para nutrir su cuerpo superior o como juguete sexual que utilizar y romper después, no tendría más elección que rendirme a ella".

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"Que mi vida estuviera en sus manos para que hiciera conmigo lo que quisiera se convertiría en la única finalidad de mi existencia. La emoción extrema, el peligro, el miedo y la excitación sexual pesarían mucho más que mi instinto de supervivencia. Mi máximo deseo es que eso pudiera ser real".

Tanto Supple como el Dr. Griffiths creen que la macrofilia ha experimentado un enorme incremento de popularidad en los últimos años y mencionan el papel crucial que ha desempeñado internet a la hora de ayudar tanto a crear como a divulgar este fetiche. Y, en algunos casos, a la hora de dar a conocer el fetiche a quienes habían estado tratando de poner nombre a lo que sentían.

Semeraz, otro de los adoradores de Katelyn, afirma que no sabía que la macrofilia "fuera una cosa" hasta que descubrió el sitio web de Katelyn. Antes de eso, dice que recuerda estar en quinto curso jugando a un juego en el que la profesora asignó a los grupos los nombres de "depredador" y "presa", y que se sintió excitado cuando una niña dijo bromeando: "¡Os vamos a comer!".

"Pero nunca pensé en ello como un fetiche sexual hasta que me topé con la web de Katelyn", añade.

Cuando Katelyn creó su sitio web, dice que la comunidad de mujeres gigantes era todavía muy reducida. "Solo había un puñado de sitios web y contribuidores y un montón de observadores silenciosos ―los fetiches eran un tabú enorme hace una década―, la producción de contenidos era muy escasa y yo era la única chica que había salido del armario con respecto al fetiche de ser gigante.

"Los miembros pensaban que no era posible que una chica tuviera un fetiche con ser gigante y eso me hacía sentir muy sola, porque yo era la única mujer gigante y mucha gente dudaba de mi sexualidad. Actualmente hay tanto contenido para fetichistas de las mujeres gigantes que no tendrías tiempo suficiente en una vida para verlo todo. Hay millones de collages, historias, artistas, productores, modelos, vídeos y mucho más".

Katelyn trabaja ahora a tiempo completo manteniendo su sitio web. ¿Encuentra difícil tener una relación en la vida real debido a la naturaleza de su trabajo? "La mayor parte del tiempo me siento como si mantuviera una relación con mi trabajo", afirma. "Pasamos mucho tiempo juntos y uno de los mejores sentimientos del mundo se produce cuando mis esfuerzos proporcionan a otra persona una sensación de realización sexual y emocional".

"Espero proporcionar esa misma sensación a alguien especial algún día".