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Jóvenes de ciudades poco turísticas nos explican por qué merece la pena visitarlas

España tiene encanto.
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Una plaza cualquiera de España. En este caso, Badajoz. Imagen de Michael Paraskevas vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0
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Madrid, Barcelona, Sevilla, Benidorm, Valencia, Granada… Las ciudades nacionales favoritas de los españoles son conocidas por todos. Reciben millones de turistas cada año y desde hace tiempo han llegado incluso a provocar fenómenos como la turismofobia. A pesar de que el turismo sea uno de los pilares fundamentales de la economía española, nos empezamos a cuestionar hasta qué punto deberíamos tolerarlo y cómo establecer ciertos límites. Pero por todo el territorio hay montones de ciudades a las que no se les hace justicia y pasamos por alto a la hora de elegir nuestro destino de vacaciones.

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Por ello, hablamos con jóvenes que viven en ciudades españolas poco turísticas pero llenas de encantos, que harán que te cuestiones si te merece la pena volver a Benidorm para que los guiris se quejen de ti porque hay demasiados españoles.

BADAJOZ

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Badajoz. Imagen de Luis Rogelio HM vía Wikimedia Commons/CC BY 2.0

Un poco hartitos (“jartitoh”, como decimos aquí) de que nos consideren una especie de andaluces que dicen “acho” (como los murcianos, lo sabemos), Badajoz es una ciudad que merece una excursión y que os recibirá con los abrazos abiertos.

Por el centro y por las callejuelas del casco antiguo, por muy poco dinero vas a comerte el mejor jamoncito de tu vida, de verdad (mano en el corazón), con un buen jarrón de cerveza, y para los veggies, los quesos Torta de la Serena y la Torta del Casar también son especialidades de la tierra. Esta zona tiene mucho encanto, es un perfecto híbrido entre pueblecino y ciudad. En la parte más alta del centro, en la alcazaba, recuerdo de nuestra historia árabe, se puede ver una puesta de sol espectacular, con el río, las partes más nuevas de la ciudad a lo lejos y las más turbias, cerca, por las que alguien te diría que mejor no ir… pero hay muchos personajes singulares.

Por la noche, garitos pijinos o locales tiraos como el mítico Jueves, bien cutre y el favorito de mis colegas, o los rockerillos Enklave o The Blues Brothers. ¿Algo imprescindible? El Carnaval de Badajoz es fiesta de interés turístico nacional y el sarao es gordo, toda una ciudad en pie de fiesta. La Semana Santa también la tenemos muy conseguida, somos “mu sentíos”.

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— Isabel, 24 años.

CIUDAD REAL

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Diputación de Ciudad Real. Imagen de Raimundo Pastor vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0

Ciudad Real es una ciudad tranquila en La Mancha, en la que se pueden disfrutar de cosas como la plaza Mayor y el ayuntamiento, el cine de verano en la Biblioteca Municipal, un granizado en La Morán, los restos de las antiguas murallas (en la Puerta de Toledo o la Puerta de Santa María), el Parque de Gasset, o el museo López Villaseñor. También puedes ir a dar un paseo o ir en bici por la Vía Verde.

Cerca de Ciudad Real hay también pueblos como Almagro con su Corral de Comedias -monumento nacional y el único ejemplo que queda de este tipo de teatros- o Valdepeñas, por los que merece la pena pasar y quizás hacer ruta gastronómica de vinos, quesos o los típicos asadores de carne.

A muy poco de Ciudad Real tenemos también el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, sitio que merece la pena visitar porque es muy bonito y de los pocos sitios con agua en la provincia.

— Fernando, 23.

ELCHE

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El Palmeral de Elche. Imagen de José Carlos Díez vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0

Por si no lo sabíais Elche tiene dos patrimonios de la humanidad, uno es el palmeral (un montón de palmeras y rotondas) y el segundo el Misteri, una actuación que es un coñazo pero bastante currada y muy típica que a la gente le gusta mucho.

En Elche tienes todo lo que puedes pedir, te vas al centro comercial y te sientes Paris Hilton, miras al frente y tienes playa (muy recomendable fideuá en Hostal Maruja), miras atrás y tienes la montaña. Algo que define bastante la ciudad también es la frase pintada al lado del BBVA “No por mucho madrugar dios te tiene que ayudar”, un estilo de vida.

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Por otro lado Elche es un ejemplo de multiculturalidad ya que la gente habla un nuevo dialecto entre castellano y valenciano que queda chulísimo y tenemos palabras propias como ‘mañaco’ (insulto/niño pequeño) y demás perlas.

En general, la vida en Elche es muy tranquila pero puedes pasártelo bien porque hay pista de patinaje, fiestas durante una semana donde se permite botellón en el parque de la Pili (nadie sabe exactamente por qué lo llamamos así) y, sobre todo, gente majísima como yo.

— Sofía, 22.

LOGROÑO

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El Ebro a su paso por Logroño. Imagen de Luis Javier Modino Martinez vía Wikimedia Commons/CC BY 2.0

Logroño es una de esas ciudades que nunca estaría en la lista de posibles destinos de un turista – y probablemente tampoco en la lista de ciudades que sabe situar en el mapa, y entiendo el por qué.

Sin embargo, el ser una capital de provincia que no llega a los 200.000 habitantes le otorga ciertos privilegios: no está masificada ni gentrificada, no hay apenas turistas y los bares son baratos. Además, al igual que en otras ciudades de la España profunda, existe una especie de ley no escrita que permite que puedas beber en la calle sin peligro de ser multado y que las discotecas y bares cierren más tarde.

A nivel de puntos de interés no hay demasiados a menos que vayas a los pueblos de alrededor – existe incluso un “Tren del vino” que te lleva por las bodegas importantes —. Pero el encanto de Logroño está en sus calles y en sus terrazas, en ir de tapas por la Calle Laurel y terminar de copas en la Calle Mayor. Y si tu viaje termina resultando una mierda tenemos suficiente vino como para que lo olvides.

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— Carmen, 22.

MURCIA

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Monumento a la sardina en Murcia. Imagen de José García vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0

A diferencia de las turísticas ciudades vecinas, la interiorísima Murcia experimenta cada verano un proceso de desertización a nivel ecológico, poblacional y, sobre todo, espiritual. Es extraño ver a gente en la calle entre el amanecer y la noche y los escasos turistas que se atreven a visitar lugares como la celebérrima catedral barroca son mirados con recelo por los lugareños, no tanto por turismofobia sino por simple rechazo a la excentricidad.

Aun así, quien se anime a venir por aquí encontrará un centro cuya única diferencia con respecto a su aspecto en el siglo XVII parece ser la presencia de locales de yogur helado, una prodigiosa facilidad para comer y (especialmente) beber a muy buen precio, el sorprendente ambiente nocturno que solo puede generar la necesidad de evasión de una comunidad deprimida económicamente y la posibilidad de regresar a zonas más prósperas con la superioridad moral suficiente como para frenar con conocimiento de causa a cualquier amistad que pretenda bromear sobre un supuesto subdesarrollo murciano.

— Marcelo, 21.

TERUEL

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Plaza de El Torico, Teruel. Imagen de José Luis Mieza vía Wikimedia Commons/CC BY 2.0

¿Qué hay que ver y/o hacer en Teruel? Recorrer las callejuelas retorcidas de una buena ciudad medieval que serpentean hasta llegar a la estatua más ¿cuqui? del mundo: El Torico, un toro diminuto coronando una fuente en la que en las tan famosas Fiestas del Ángel no pocos turolenses en estado de ebriedad se han vuelto a bautizar, bañarte en el (cristalino) pantano de San Blas, visitar el pulmón de Aragón con sus frondosos bosques y múltiples rutas, que, hay que de decirlo, quedan de lujo en cualquier feed.

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¿Cuándo ir? En verano, la sensación térmica es parecida a la de la salir recién duchado.

Si nos hemos cansado de tanto cosmopolitismo y de sitios en los que sirven crudités, Teruel es la opción económica, con el eclectismo arquitectónico propio del arte mudéjar que se aleja un poco de los núcleos urbanitas y la rectitud de las grandes capitales y la simpatía de los lugareños, resulta una parada cuanto menos interesante en una ruta de las ciudades más indies de España.

Ale, 23.

SORIA

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Ayuntamiento de Soria. Imagen de Dgarcia29 vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0

Cuentan en las noticias que 9 de cada 10 municipios en la provincia pueden calificarse como DESIERTO. Wild west, lo más cerca que vas a estar de tener el carisma de Clint Eastwood. Tenemos aquí un poco de cada; los secarrales meseteros de la ancha Castilla y, como pilla medio al norte, también hay monte como para aburrir a un jabalí; que esto es estupendo si te va el rollo excursiones naturales. Y unas setas buenísimas; no vengas en época, que las gastas.

Sin incidir en la provincia, que es la hostia de bonita con sus parajes y sus cosas; mi tarea es hablar de la ciudad. Suelo recomendar pasear por La Dehesa y en el camino te paras en El Kiosko a echar el vermú con botellín y “torrenillos”. Sales de ahí por la puerta de abajo y si hace calor te compras un polo de fresa en “el carrillo” (5 estrellas en PoloAffinity) y si hace frío (sé que sabes que hace frío siempre) unas castañitas asadas. Continúas tu camino parando a beber unos vinos en la Herradores, y si sigues todo recto “Collao abajo” llegarás hasta el río, zona Sotoplaya. Allí está la ermita de San Saturio, que de verdad, yo no soy nada de estas cosas pero es preciosa.

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Por último, en la otra punta de la ciudad hay un bar solitario y alejado llamado “El cielo gira”. Su terraza da justo al andén del tren (solo pasan dos trenes al día) y cuando se bajan los 2 o 3 viajeros se les vitorea. Es el sitio más interesante para salir por ahí, mejor música por lo menos. Ah y en mi pueblo tiene finca la infanta Elena, una vez mi abuelo le echó la bronca a Froilán en misa por portarse mal.

— Susi, 22.

ALGECIRAS

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Plazoleta de San Isidro, Algeciras. Imagen de Falconaumanni vía Wikimedia Commons/CC BY 3.0

Es complicado recomendar una ciudad que aparece casi diariamente en periódicos y noticiarios por ser una de las principales puertas de entradas del narcotráfico y la inmigración ilegal. Os puedo asegurar que en el día a día te enteras de estos sucesos por la prensa, y tampoco tenemos que ir esquivando balas en plan “Miami Vice”.

El vivir en uno de los puertos comerciales e industriales más grandes del mundo, que es el nexo de unión más cercano de la Comunidad Europea con Marruecos, conlleva que Algeciras no tenga en el turismo su principal fuente de ingresos…

Pero no todo va a ser malo en Algeciras, ni mucho menos, y de hecho, aunque no lo recomiendo para visitas largas, quien venga a vernos unos días puede encontrar playas, urbanas pero decentes, algo que ver (aunque no demasiado) y una gastronomía variada y deliciosa además de asequible si lo comparas con sitios de mayor postureo, que sobre todo en el tapeo puede darte grandes satisfacciones. Como puerto que es (también pesquero) tenemos materia prima fresca y de primera calidad. Cuando el estío nos deja, Algeciras cobra mayor vida. Sobre todo a horas más intempestivas la escena recupera fuerza y, barriendo para mi tejado, contamos con un panorama la mar de ameno, que hace que cada fin de semana tengamos una oferta musical la mar de apañada. Aunque sí es cierto que cada vez sea más difícil mover hasta el sur del sur a bandas de carácter nacional. Como siempre digo a mis amigos: “!Yo quiero ver en mi pueblo a Cuchillo de Fuego!”

— Pedro, 25