Salud

Me hipnotizaron para ver mis vidas pasadas, en videollamada grupal

I Was Hypnotised Into a Different Lifetime on a Group Video Call

La primera vez que me encontré con el concepto de terapia de regresión a vidas pasadas fue en una película cuando tenía 15 años. Me intrigó cómo mostraban que a la protagonista la conducían a ver sus vidas pasadas mediante la inducción del sueño, a través de la voz sedante de un hipnoterapeuta.

Bueno, esto solo hasta que el personaje se dio cuenta de que ella y su pareja en la pantalla eran almas viejas destinadas a enamorarse en cada una de sus vidas.

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Siendo una gran escéptica, la idea de la terapia de regresión me pareció ​​extravagante y arbitraria. Se trata de una técnica controvertida que utiliza la hipnosis para “recuperar” los recuerdos de vidas anteriores de una persona. Recuerdo a una versión adolescente de mí preguntándose cómo alguien podría simplemente cerrar los ojos, hacer un conteo o imaginar una bola de colores cambiantes y, de pronto, transportarse a otra vida. ¿Significa eso que el ciclo de reencarnaciones, como en el que cree el hinduismo, es real?

Aunque mi cinismo permanece, no pude evitar sentir una creciente curiosidad sobre cómo se sentiría que mi hipnotizaran para acceder a una vida pasada, especialmente cuando leí sobre personas que prueban esta técnica para curar su ansiedad derivada de la pandemia.

¿Me ayudaría a encontrar significado y propósito? Se sabe que ayuda a procesar traumas pasados, lo cual​​ favorece la resolución de problemas físicos en tu vida actual, entonces, ¿eso significaría que mis constantes problemas intestinales finalmente podrían tener solución? ¿Sería como una experiencia inmersiva de realidad virtual o simplemente como ver una mala película con efectos especiales de bajo presupuesto?

Entonces, un día, cuando una amiga mencionó casualmente que había probado la terapia de regresión a vidas pasadas, sentí que me invadía de nuevo aquella vieja curiosidad. Luego, me dijo que la habían hipnotizado mediante una videollamada grupal. La idea de que puedas transportar tu mente a otra vida en una videollamada con un grupo de extraños sonaba tan extraña e increíble que sabía que tenía que probarla para poder creerla.

La supuesta ciencia detrás de todo esto

Me comuniqué con Teja Priyadarshini, una practicante certificada de terapia de regresión a vidas pasadas de la India, que usa una técnica llamada Hipnosis de Sanación Quántica desarrollada por Dolores Cannon, una autoproclamada hipnotista, regresionista a vidas pasadas e… investigadora de ovnis.

Priyadarshini afirma que ha curado a cientos de personas a través de la “sanación cuántica”, una técnica pseudocientífica que induce una especie de estado de trance a través de la visualización, para llevar a una persona a sus vidas pasadas en un estado similar al sonambulismo.

Mi escepticismo no me permitió creerle, por lo que seguí investigando: ¿Había algún tipo de ciencia detrás de esto? ¿Era ético? ¿La experiencia sería real o simplemente sería un producto de mi imaginación con fusiones de imágenes de libros, películas y programas de televisión? Priyadarshini tenía sus respuestas listas: la física cuántica, aparentemente.

En términos simples, la teoría cuántica plantea la hipótesis de que una partícula puede existir en diferentes puntos dentro de la misma dimensión, y que el punto de observación se convierte en la realidad percibida.

“Delta es tu estado de sueño, Beta es cuando estás despierta y cuando estás cerrando tu mente justo antes de quedarte dormida, es el estado Theta. Es en este punto cuando abres portales a tu subconsciente”, afirmó

Priyadarshini.

Según ella, al ser hipnotizada para acceder a una línea de tiempo diferente, esencialmente estaría accediendo a información y recuerdos de partes de mi subconsciente que no llegan a mi mente consciente. La terapia de regresión a vidas pasadas, dijo, es el primer paso para identificar cualquier problema que enfrente una persona. Y el entorno grupal sirve a manera de medidor de cómo se siente estar en un estado de relajación profunda y visualizar una línea de tiempo anterior.

Todo me sonó un poco como un truco de magia, pero decidí probar de cualquier forma. Después de todo, ser hipnotizada en una videollamada probablemente sería menos malo o peligroso que las irrupciones de los hackers en las videollamadas de Zoom.

Dentro del vacío

Eran las 7 p.m. de un viernes cuando me conecté a la llamada grupal de Zoom con Priyadarshini y otros tres participantes, que también viajarían a sus respectivas vidas pasadas. Una de las facetas más interesantes de una sesión de grupo, nos dijo Priyadarshini, era que a menudo conducía a una experiencia colectiva en la que las líneas de tiempo y las experiencias se sincronizaban.

Para empezar, Priyadarshini nos guió por cuatro ejercicios de visualización. “Imaginen la esquina de una calle muy transitada en una gran ciudad”, dijo en un tono de voz calmado, tranquilizador pero lleno de vigor. “Se encuentran parados en un muelle pesquero. Ahora están en una estación de tren. Ahora están sentados en un carrusel. Fíjense en todos los detalles”, murmuró.

Cuando cerré los ojos y traté de darle una representación visual a sus instrucciones, en mi cabeza aparecieron imágenes de archivo de Getty Images mezcladas con recuerdos de la infancia. Otros tuvieron experiencias mucho más expansivas: una de las participantes se vio en las bulliciosas calles de Londres, mientras que otra se vio usando un burka en Pakistán.

Cuando le contamos esto, Priyadarshini sonrió para indicar que el ejercicio había tenido éxito. Después de un breve ejercicio de meditación, nos pidió que atenuáramos las luces, nos recostáramos de espaldas y nos preparáramos para sumergirnos en nuestras vidas pasadas.

Después de recostarnos, nos pidió que pensáramos en el espacio que estábamos ocupando en ese momento y que imagináramos una pared blanca. Dijo, en tono relajado, que la pared tenía una puerta que debíamos abrir. Cuando la abriéramos, debíamos vernos caminando por un largo pasillo vacío, el cual debíamos seguir hasta que viéramos una luz radiante. Nos pidió que miráramos directamente a la luz.

“Ahora están entrando a su vida pasada”, exclamó en un tono de voz controlado, reconfortante e intencionado.

Esperaba caer en un estado lleno de psicodelia, con formas e imágenes que aparecerían en mi mente como un sueño lúcido. Sin embargo, todo lo que vi fue oscuridad. Sentía que mis ojos se movían rápidamente incluso cuando mi cuerpo estaba entumecido. No me sentí hipnotizada, sentí que estaba sufriendo parálisis del sueño, un trastorno del sueño que hace que tu mente permanezca despierta incluso cuando tu cuerpo está dormido.

Traté de calmarme y concentrarme en sus instrucciones. “Ahora estás viendo el lugar donde solías vivir”, continuó Priyadarshini. “¿Que ves?”

“Oscuridad”, era lo que quería decir en respuesta, cuando de repente, la imagen de una choza aislada en forma de hongo, en un prado verde neón, apareció ante mí. Antes de que pudiera procesar lo que había visto, la imagen desapareció. Lo que hizo que esto me resultara completamente extraño fue que más que una simple imagen, fue como un sentimiento muy claro en mi interior de que así se vio mi casa alguna vez.

“Ahora ven a la gente con la que viven, ven a su familia”, nos instruyó Priyadarshini. Una vez más, una imagen fugaz de un chico bronceado de veintitantos años, con una camisa blanca y bebiendo un vaso de leche, pasó como relámpago por mi mente y desapareció casi tan pronto como llegó.

Mientras Priyadarshini continuaba con su narración, imágenes fugaces pasaban a la velocidad del rayo en mi mente semiconsciente. Sentía que tenía el pelo rubio y lo llevaba trenzado, pero aún no sabía realmente cómo me veía. Sentí que había una feria de pueblo con mujeres bailando con delantales, y de alguna manera ese era un día importante en mi vida, pero no tenía idea de por qué. No sabía lo que hacía para ganarme la vida, pero sabía que tenía algo que ver con un rastrillo de jardín. Y cuando nos pidió que pensáramos en nuestro último día en esa vida, el día en que morimos, apareció un anillo de fuego semicircular que yo miraba desde lo alto; no obstante, apenas unos segundos después, todo fue nuevamente oscuridad.

Después de aproximadamente media hora, Priyadarshini nos pidió que abriéramos los ojos lentamente. Yo sentía que en realidad nunca los había cerrado.

Había iniciado la sesión con la expectativa de que la experiencia sería inmersiva, como uno de esos vívidos sueños febriles de los que no puedes escapar. Pero lo que vi me dejó con más preguntas que respuestas. No sabría decir si todo fue real o solo producto de mi imaginación. La escéptica que llevo dentro ya tenía una respuesta, pero decidí darle a Priyadarshini la oportunidad de dar una explicación.

“Esto sucede cuando estás ansioso y temeroso de ceder el control, o cuando tu subconsciente no está listo para mostrarte el trauma por el que pudiste haber pasado en tu vida pasada”, explicó. Agregó que, dado que se trataba de una experiencia grupal, no profundizó tanto en la experiencia como podría haberlo hecho en una sesión individual, lo que le habría permitido asegurarse de que mi mente estuviera en un estado de profunda relajación para poder experimentar la otra vida en todo su esplendor.

Las otras participantes, sin embargo, tenían historias deslumbrantes que contar.

“Me vi a mí misma como una criatura voladora multicolor con ojos saltones”, relató Ramona, una participante que le pidió a VICE que solo usara su nombre de pila y que, al comienzo de la sesión, le había advertido a Priyadarshini que no podía ser hipnotizada. “Vi palacios y un cuerpo de agua parecido a un espejo”.

Mientras tanto, Mona, otra participante que prefirió que solo usáramos su nombre de pila, se vio a sí misma como una princesa en un castillo medieval europeo en el siglo XIX. Tenía la clara sensación de que se había quedado dormida durante muchos años después de una fiesta en particular en el castillo. Eso sonó muy parecido a la trama de La Bella Durmiente, pero de cualquier modo me sentí cautivada y un poco celosa de su experiencia.

Shireen, una participante con discapacidad visual, tuvo una experiencia más cercana a la mía y sintió que su mente consciente invadía constantemente su subconsciente para reproducir recuerdos y experiencias pasadas de la vida actual. Sin embargo, lo más notable es que sintió que tenía una identidad sin género. “Sentí que llevaba un vestido largo, fluido y tradicionalmente femenino, pero que no tenía género”, dijo al escribir sus intrigantes imágenes.

Lo que significó todo esto

Unos días después, hablé con Priyadarshini para tratar de encontrarle sentido a las imágenes que habían pasado por mi mente. “Por los símbolos que describes, pudo tratarse de juicios de brujas”, teorizó. “Pudo haber sido en la década de 1800 en los Estados Unidos o Europa, cuando las brujas eran cazadas y quemadas en la hoguera, razón por la cual pudiste haber visto el anillo de fuego y el rastrillo de jardín, ambos elementos se usaban en la caza”.

También afirmó que en tal caso, la razón por la que no tuve una experiencia vívida podría ser porque mi subconsciente sintió que no estaba lista. “Puede ser muy traumático saltar directamente a algo así en una sesión de grupo, así que probablemente tu subconsciente te estaba [deteniendo]”, dijo.

Supongo que realmente nunca sabré si lo que vi era real o solo un refrito de los elementos de las temporadas de Game of Thrones. En cuanto a mi intestino, sigue con los mismos problemas de siempre, sin ningún elemento de mi vida pasada que me ayude a distinguir la ansiedad de la acidez.

De cualquier modo, al menos pasé una noche de viernes viajando a mi interior, ya que por la pandemia no puedo viajar a ningún lugar en el exterior.