Conoce a la mujer que está haciendo los mejores juguetes sexuales para hombres

Un tío cachondo es capaz de meterla donde sea para correrse. Además de usar las manos, los hombres se masturban con artilugios como fleshlights, metiendo el pene en trozos de carne o en muñecas hiperrealistas de mirada perdida. Me sorprende que, con todos esos sitios donde meterla, a veces utilicen mangas de jerséis para masturbarse.

Hace poco, un amigo me mandó el enlace de la tienda Swoon Kink en Etsy, especializada en la venta de esposas, látigos y fundas para el pene de cachemir. Las fundas parecen jerséis de cachemir en miniatura para niños o perros, con el “cuello” vuelto en uno de los extremos. Incluso hay modelos que tienen capucha. No estaba muy seguro de querer comprar un trozo de tela para taparme el rabo, pero aun así hice un pedido: una manga azul con rayas de color café (que me costó 23 dólares más gastos de envío) que parecía ser el accesorio perfecto para mi pequeño amigo.

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Cuando llegó el paquete, me sorprendió ver lo profesional que era el envoltorio. Mi nuevo juguete venía alrededor de un cartón en forma de pene y llevaba un pequeño trozo de tela con el logo de la marca en la base. También venía con una etiqueta de Swoon Kink en la punta, algo que da más empaque al producto, como si fuera un accesorio de una tienda lujosa y no un suéter para penes comprado por internet.

Tras una breve visita a PornHub, estaba listo para ponerme el cuello de cisne. Machacártela con la manga del placer es el equivalente a que un teleñeco le dé una dosis de MDMA a tu polla y a continuación salte una y otra vez sobre ella hasta provocarte el orgasmo más cálido e intenso de tu vida.

Es increíble. Coloqué la parte con el doblez en la base del pene, que quedaba perfectamente ceñida, y descubrí que no solo proporcionaba una presión agradable, sino que evitaba que la funda se moviera demasiado.

La suave tela crea una fricción sin irritación, una sensación intensa que se produce cuando el cachemir roza todas tus terminaciones nerviosas, a diferencia de la forma más común de masturbación, en la que la piel solo tiene contacto con la mano.

Desde luego, el clímax es un poco más pringoso de lo normal porque es fácil acabar manchando la funda de semen. En las instrucciones dice que debes lavarla con agua fría y ponerla a secar sobre una superficie plana. Hasta los trapitos para la salchicha necesitan un lavado, sobre todo si son de lujo.



Susanna Gray, la creadora de las fundas, es una mujer de 54 años originaria de Sunfish Lake, Minnesota, con una actitud muy positiva ante el sexo. Se dedica al diseño de envoltorios y le encanta tejer. Un día, Gray vio unos guantes sin dedos y decidió hacerse unos. Cuando se los enseñó a su marido, este le dijo, “¿Sabes dónde estaría bien ponérselos?” mientras que se señalaba las partes bajas. Entonces, Susanna decidió tejerle un regalito.

A su marid le gustó mucho el regalo y, en 2010, Gray presentó su producto en Smitten Kitten, una tienda de juguetes sexuales de Minneapolis. Les hicieron varios pedidos de fundas y pidieron a Gray que intentara hacer esposas, látigos, flageladores y antifaces de tela. Gray aceptó con gusto y ahora vende fundas de cachemir a través de Smitten Kitten y de otras tiendas que le compran al por mayor. También vende alrededor de 10 productos al mes por Etsy.

“Hay hombres que prefieren una sensación húmeda cuando se masturban y hay hombres que prefieren la fricción. Yo no tenía ni idea”, dijo Gray entre risas. “Hasta donde sé, [la funda] es perfecta para los fanáticos de la fricción. El mercado actual no tenía productos para ellos, y yo llené ese vacío de una forma muy lujosa”.

Para hacer las fundas, Grey mete jerséis de cachemir en la lavadora para que el material sea más prieto y resistente; después teje el material sobre tubos, lo envuelve y lo envía a los amantes de la fricción de todo el mundo. Gray dice que para que su negocio crezca, debe agilizar la producción de las fundas ya que, por el momento, ella hace todo el trabajo.

Aun así, le encanta ofrecer placer a la gente y no cree que su producto sea obsceno. “Me gusta que sea suave y tierno, como un suéter”, exclamo. “Es perfecto”.

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