Qué nos pasa: preferimos Netflix y HBO antes que el sexo

Cada vez follamos menos. La sociedad más hipersexualizada de la historia, la nuestra, es también la que menos sexo tiene. Así lo afirma el estudio Declines in Sexual Frequency among American Adults 1989- 2014, publicado por la revista Archives of Sexual Behavior, que revela que tenemos diez veces menos sexo del que teníamos a finales del siglo XX. Los millennials follamos menos que nuestros abuelos. En concreto, echamos seis polvos menos al año que los nacidos en la década de los 30.

La explicación pasa porque también estamos mucho más hiperconectados y sobreestimulados que ellos. Tenemos muchas más cosas que hacer pasadas las ocho de la tarde, cuando termina nuestra jornada laboral y nos reunimos con nuestras parejas. Tenemos clases de yoga, tenemos que aprender inglés, tenemos que hacer un máster, tenemos que ir al gimnasio y tenemos Netflix, HBO y Amazon TV. Sobre todo tenemos esto último. Porque, que el auge de las redes sociales, internet y las páginas de contenido multiplataforma coincida con esa disminución de la líbido generalizada no es casualidad.

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“Las plataformas de contenidos a la carta son uno de los principales asesinos de la líbido”, dice Carme Sánchez Martín, sexóloga y codirectora del Institut de Sexología de Barcelona. “Yo me encuentro a muchísimas parejas que vienen a consulta con bajo deseo o que presentan alguna disfunción. Cuando recabo información me cuentan que, en el único rato que se ven, después del trabajo, se dedican a cenar y a irse a la cama. Y lo hacen o bien cada uno con su iPad o bien para ver una serie antes de dormir. Cuando se dan cuenta les dan las 12 o la 1 y al día siguiente se despiertan a las 7, así que ‘no les queda tiempo’ para el sexo”, concluye.

Contacto con dos parejas para preguntarles si les suena esta situación. Si ellos tampoco tienen tiempo para el sexo pero sí para ver tres o cuatro series de manera simultánea. Marta y Edgar son pareja desde hace cuatro años. No viven juntos, pero duermen en la misma cama unas cinco veces por semana. “Claro que nos pasa”, dice Marta cuando le hablo del fenómeno. Llegas a casa reventado y lo que más te apetece es tirarte en el sofá, ver un capítulo detrás de otro y no pensar en nada más”.

“Ver series y pelis es un ocio muy cómodo, completamente pasivo. El sexo implica un esfuerzo, una implicación mayor, tanto a nivel psicológico como físico”

Edgar, su pareja, lo suscribe. “Te sale solo, por inercia. Además, cuando no tenemos nada que ver, cuando estamos esperando a que las series que vemos saquen temporada, nos podemos pasar media hora buscando una peli y discutiendo sobre cuál ver. No es que nos apetezca ver algo concreto. Simplemente, por inercia, buscamos una peli con la que entretenernos antes de dormir”, comenta.

Sobre ese “te sale solo, por inercia” también tiene algo que decir la sexóloga Carme Sánchez Martín. “Ver series y pelis es un ocio muy cómodo, completamente pasivo. El sexo implica un esfuerzo, una implicación mayor, tanto a nivel psicológico como físico. Por eso muchas parejas llegan cansadas a casa y optan por entretenerse de esta manera. Eso no significa que tengan un problema, puede que estén cogidos de la mano o haciéndose caricias mientras ven su serie, pero al final, sin querer, están sustituyendo el sexo, que también tiene un componente lúdico importante, por ese ocio pasivo. Así surgen parejas con bajo deseo, con disfunciones…. y en muchas ocasiones se dan cuenta muy tarde. Ver una serie genera la sensación de ‘estar haciendo algo con alguien’, es una situación que muchas parejas comparten aunque se trate de un ocio pasivo, aunque no estén interactuando entre sí. Con esa sensación, es difícil a veces que reparen en que están dejando de hacer otras cosas juntos, entre ellas, sexo”.

“Nosotros lo que hacemos es pactarlo. Miramos la hora que es cuando por fin podemos estar juntos y decimos. ¿Nos da tiempo a ver un capítulo y tener sexo o nos da tiempo solamente a una cosa? ¿Queremos tener sexo hoy, a alguno de los dos le apetece o llevamos varios días sin hacerlo? Si la respuesta es sí, evitamos tocar el ordenador”, dicen Virginia y Dani, la segunda pareja con la que contacto. “Nos gusta mucho ver series, los dos somos bastante frikis, pero hay que saber cuándo parar y hay que saber darse ratos de intimidad, esforzarse a la hora de construir una relación”, dice Virginia. Llevan casi dos años viviendo juntos.

“Con mi anterior pareja me ocurría que caíamos en la rutina de encadenar todo el rato una serie con otra y me di cuenta de que eso hacía que tuviéramos mucho menos sexo. Lo que pasaba es que nos acabábamos enfadando pero nunca sacábamos el tema del sexo, nunca hablábamos de que cada vez veíamos más series pero teníamos menos relaciones. Era un tabú. Por eso con Dani quise que fuera distinto”. Esa mala experiencia que llevó a Virginia a forzarse en evitar el ordenador ciertas noches es, precisamente, lo que recomienda la sexóloga a aquellas parejas que experimenten bajo deseo.

“Se puede programar el sexo. Una cosa espontánea no tiene por qué ser satisfactoria y algo programado no tiene por qué ser aburrido. Es una asociación errónea que nosotros hacemos, y que solo hacemos con el sexo”

“Cuando me encuentro con parejas a las que les ocurre esto lo que les digo es que hagan dieta digital como mínimo una vez o dos a la semana. Que, el día que les venga mejor a ambos acuerden no usar ninguna pantalla, ni la del móvil —para evitar las redes— ni la del ordenador —para evitar las series.— Muchas parejas me responden que entonces es como si pactaran el sexo y que eso es muy poco natural, muy poco espontáneo. Les suelo responder que el sexo nunca es espontáneo: muchas veces te preparas para él, te pones guapo… al inicio de una relación, por ejemplo, sabes perfectamente que si el viernes has quedado vas a tener sexo. Se contrapone la sensación de espontaneidad asociada al acto sexual a la satisfacción, pero una cosa espontánea no tiene por qué ser satisfactoria y algo programado no tiene por qué ser aburrido. Es una asociación errónea que nosotros hacemos, y que solo hacemos con el sexo. Nadie piensa que el hecho de saber que va a ver una serie por la noche le haga perder el interés o las ganas de ver esa serie ni que eso sea poco espontáneo”, afirma la doctora.

“Otra de las actividades que también estamos dejando de lado y sería un caso similar es la lectura. Mucha gente lee menos que antes porque consume más contenido audiovisual, que es más cómodo, no implica un esfuerzo tan grande”, continúa la sexóloga. Para cerrar el asunto, le pido que me explique qué tiene de distinto la televisión al uso de las plataformas de contenidos cuando hablamos de inhibir la libido. “Con la tele, con el prime time, sucedía algo parecido pero con un matiz: en la tele tienes que ver lo que estén dando, mientras que en internet la sensación es que no dejan de producirse cosas que te interesan. Eso genera, además, la sensación de que no das abasto, de que te vas quedando atrás”, cuenta.

“Otro fenómeno similar es el de las parejas en las que a un miembro le gustan los videojuegos y a otro no, que también venía siendo bastante frecuente. Pero también es distinto, porque como comentábamos antes, ver series da esa sensación de estar haciendo algo juntos, por lo que muchas parejas no se dan cuenta de que también están dejando de hacer cosas juntos”, cierra Carme.

Así que efectivamente y como algunas parejas ya sospechaban, la culpa de que follemos menos que un gato de escayola la tienen Farinha, el Fortnite, Juego de Tronos y Paquita Salas.