Tecnología

La meta final de Zuckerberg es monetizar todo el comportamiento humano

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Cuando Facebook compró Oculus y sus muy publicitados visores Rift por $2 mil millones de dólares en 2014, no estaba claro qué tenía exactamente en mente la compañía de redes sociales para el resurgimiento de la frontera de la realidad virtual. Pero para cualquiera que esté familiarizado con los innumerables escándalos de la empresa y su insaciable apetito por los datos personales, no resultó algo difícil de adivinar.

El anuncio de Meta, el nuevo nombre de la compañía ahora que se enfocará en la realidad virtual y aumentada, es la culminación de una visión que debería haber sido obvia desde el principio. En 2021, la colonización de los datos de las redes sociales por parte de Facebook eclipsó el Internet, y ahora sus ambiciones exigen la creación de una nueva realidad donde los datos íntimos sobre nuestros comportamientos sociales y físicos puedan ser capturados y explotados con fines de lucro.

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Durante una demostración tecnológica en 2016, el CEO Mark Zuckerberg describió la realidad virtual como “la próxima gran plataforma informática”, un espacio donde todas nuestras interacciones sociales se desarrollarán con nuevos niveles de presencia física, gracias a los visores y los controladores de movimiento. Esto solo podía significar una cosa: Zuckerberg quiere construir entornos virtuales donde todo el comportamiento humano pueda ser registrado, predicho y monetizado.

En ese momento, la compañía dijo que “no tenía planes” para usar los datos de movimiento físico como son los movimientos de la cabeza y de los ojos como un medio para predecir el comportamiento y poner anuncios. Desde entonces, ha hecho que iniciar sesión en Facebook sea un requisito obligatorio para los usuarios de sus visores Oculus, un requisito que se ha visto obligado a eliminar recientemente como resultado del falló masivo que tuvo la red social. Y a principios de este año, la compañía anunció su inevitable entrada en la publicidad basada en la realidad virtual, lo que provocó suficiente molestia como para que un desarrollador de Oculus abandonara por completo sus planes de hacer anuncios de realidad virtual.

Si bien este tipo de tácticas un tanto fraudulentas son algo que no nos sorprende de la compañía anteriormente conocida como Facebook, el anuncio de Meta demuestra que no hay forma de detener los planes de Zuckerberg de sacar provecho de cada interacción humana en el mundo para recopilar datos que luego pueda monetizar. El cambio de nombre se produce en un momento en que la compañía está bajo un intenso escrutinio por su papel en la difusión de desinformación y violencia en todo el mundo.

Con Meta, es seguro asumir que los algoritmos predictivos empleados tendrán la misma función que los de su predecesor. Recopilarán datos sobre el comportamiento humano, luego utilizarán esos datos para crear perfiles de los usuarios y así priorizar automáticamente el contenido con el que es más probable que interactúen. El propio Facebook demostró la efectividad de esta manipulación con un experimento de “contagio emocional” que realizó secretamente con sus usuarios en 2012, el cual mostró que cambiar la actualizaciones de un usuario para mostrarle contenido positivo o negativo alteraba el tipo de contenido que el usuario publicaría.

Este tipo de manipulación algorítmica es parte del modelo de negocio central de Facebook y otras innumerables aplicaciones y plataformas sociales. Como lo expresó un científico de datos anónimo de Silicon Valley en un artículo de 2015 de la profesora emérita de Harvard Shoshanna Zuboff, el objetivo de las plataformas sociales algorítmicas como Facebook es “cambiar el comportamiento real de las personas a gran escala […] identificar los buenos y malos comportamientos y desarrollar formas de recompensar los buenos y castigar los malos”.

Los investigadores han descubierto que también es posible que este “empujoncito” algorítmico ocurra en espacios virtuales, donde la recopilación de datos íntimos sobre los movimientos del cuerpo físico proporciona nuevas formas de influir en el comportamiento humano a gran escala. Empresas como RealEyes y Affectiva han comercializado inteligencia artificial que, según dicen, puede predecir las emociones humanas mediante el análisis del lenguaje corporal y las expresiones faciales, una afirmación que los expertos en inteligencia artificial cuestionan ferozmente, pero que de todos modos se implementa ampliamente. En un notable estudio, los investigadores determinaron que los avatares digitales controlados por IA podían ser usados en espacios virtuales para presionar a las personas a aceptar ciertos puntos de vista políticos.

En otras palabras, Meta representa una inversión masiva en el mismo tipo de manipulación algorítmica por la que Facebook ha sido puesto en tela de juicio repetidamente.

Mientras tanto, la compañía ha estado haciendo una atractiva campaña para vender su nueva visión. Zuckerberg pasó la mayor parte de su presentación de Meta mostrando una plataforma social centrada en la realidad virtual, donde nuestros avatares viven una existencia utópica, similar a la de los Sims, llenando sus casas virtuales con artículos digitales comprados en un mercado en línea. Siguiendo la gran tradición de comportamiento repulsivo de Zuckerberg, la compañía recién renombrada pasó el resto del día enviando mensajes ansiosos a marcas populares en Twitter.

Pero a pesar del cambio de nombre, Meta sigue siendo tan Facebook como siempre. La empresa de Zuckerberg fue pionera en el arte de recopilar datos y usarlos para captar algorítmicamente nuestra atención con fines de lucro, independientemente del costo social. Si el metaverso es algo real y no solo otra extraña quimera de Silicon Valley, Meta parece tener el propósito de hacer que esta nueva realidad sea tan mala como la que le precede.