"Que me amarre algún muchachoque trabaje en un despachoque con mucha suerteme saca de trabajar"Minerva Valenzuela lo canta acompañada de las notas de piano de Amatista Lía, “la lesbiana más talentosa de Cuernavaca”. El cabaret está lleno y no pasa ni un minuto de su llegada al escenario para que truene la primera carcajada en el público. Los reflectores en su peluca, en la guitarra, en un traje ajustado y en tacones deja el eco de las risas entre oscuridad y cervezas.
Publicidad
"Yo soy la gorda, la puta, la excluyente, la malvada, la sensible." Cambia los tacones por unas botas, tira la peluca y un poco de ropa. Pone a todos a cantar con ella y a seguirla en el ritmo con saleros rellenos de piedritas mientras cuenta que es feliz con su cuerpo, algo raro, muy raro, que antes no pensaba y que la sociedad intenta impedírtelo. Que los leggins con tanga, no con calzones de abuelita, que la tanga es muy chiquita, váyase más tapadita, si la cara no te ayuda por lo menos sé cortés. Minerva ataca los estereotipos y las normas sociales para alzar la esencia real de una mujer.
Después de hacer temblar los hombros de los espectadores con carcajadas, la “Mine” lanza el golpe bajo. Saca el tema de los feminicidios en una melodía triste. Aquí vemos cómo sus obras no las basa en lo que dijo aquel señor de bigotes largos en otro siglo en otro país, ella lo saca de la actualidad para secar a los cuerpos que nadan en la ignorancia y así despertar un motor de cambio. Y para que quede claro, una pantalla para que el público cante con ella la letra de una canción contra el machismo y la violencia a la mujer.
“La magia del cabaret es tú y yo viéndonos”. Aunque ella esté en la tarima, es la sensación de que está bebiendo una cerveza contigo y cotorreando. Es un tête-à-tête con risotadas. No es el único espacio que ella usa para desarrollar su talento y dar un mensaje. Da sesiones de burlesque como manera de descubrir una nueva comodidad con nuestro cuerpo.
Publicidad
En los “chous”, como lo escribe en su página, es cuando Minerva se convierte en una vendedora de periódicos o en una mandarina para hacer entender a los pubertos sobre el cuidado sexual o a los adultos sobre la cruda realidad social. La gente tararea horas después sus versos salpicados de burla en el lavadero personal de la reflexión:Que mis planes son banales,Lo que importa es ser mamá…
Al inscribirte en la newsletter de VICE, aceptas recibir comunicaciones electrónicas de VICE que en ocasiones pueden contener publicidad o contenido patrocinado.