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el poder de los fanáticos

Los ultras argentinos ahora se matan por el poder, no por el fútbol

La última tendencia en el fútbol argentino es sorprendente: las luchas violentas ya no son entre aficiones... sino entre fans de un mismo club. Hay mucho poder —y dinero— en juego.

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"Clásico o balas", rezaba la inscripción sobre una de las paredes de la sede del Club Atlético Colón de Santa Fe, en Argentina. Así, como de pasada, con letras apenas comprensibles y spray usado fugazmente. Una acción in extremis, digna de alguien que, sin ánimo de ser descubierto, busca dejar un mensaje claro y sin demasiadas conjeturas en cuestión de segundos.

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Sin embargo, para poder "entender" este hecho, hay que enfocar el plano general.

Colón vivía un gran momento después de golear a River Plate por 4-1. Su gente se deleitó con el triunfo y hasta ese momento soñaba con poder repetir una semana después, cuando iba a jugarse el clásico de la ciudad de Santa Fe ante el Club Atlético Unión. Colón repitió como local… pero esta vez la historia fue muy distinta.

Más fútbol: El orgullo de ser un 'barra brava'

Todo salió mal para Colón: cuando todavía faltaban bastantes minutos para el pitido final, los Sabaleros ya iban 3-0 abajo en el marcador. La hinchada, cansada por los malos resultados y prácticamente borrando de su retina aquella exhibición de hacía apenas siete días, empezó a arrojar pedruscos y todo lo que tenía a su alcance hacia el terreno de juego.

El árbitro se vio obligado a detener el partido dos veces… hasta que, de manera insólita, decidió continuar hasta el final de los minutos reglamentarios sin importar el hecho de que siguieran cayendo proyectiles sobre el césped.

La pintada que está grabada en el campo de entrenamiento del Colón. En unos días se juega el clásico ante Unión. Imagen vía El Litoral

El diccionario define a la amenaza como "una acción que tiene la finalidad de causar inquietud en el amenazado produciéndole un estado o un ánimo de miedo". Por suerte, si se lo puede catalogar así, hay que decir que en Argentina estos avisos macabros nunca se cumplieron. No fue así en casos como el de Colombia, donde el jugador Andrés Escobar fue asesinado tras anotarse un gol en propia meta durante el Mundial de Estados Unidos de 1994.

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Esta vez fue Colón el que salió en las noticias, pero al final el nombre concreto es lo de menos: semana tras semana, el fútbol argentino se convierte en centro del escándalo por razones variadas. Este caso es uno más de la catástrofe en que se han convertidos las barras bravas, una realidad social que lamentablemente no para de crecer a día de hoy.

Las rivalidades entre clubes han existido siempre en todas partes del mundo. Sin embargo, estas son distintas según la nacionalidad y la cultura, y a la vez, pueden ir mutando dentro de una misma sociedad, como bien es el caso de Argentina.

Durante los años ochenta, los enfrentamientos entre hinchas de clubes opuestos se convirtieron en un suceso habitual y de allí surgió el famoso concepto de la barra brava. En aquel momento, los integrantes de esta 'agrupación' se manifestaban como la fuerza de choque para combatir los ataques de la afición del enemigo, tanto en los partidos de casa como en los de fuera.

Eran hinchas que vivían y morían por el club, y eso significaba enfrentarse a otros para defender sus colores. Los enfrentamientos se producían mayormente contra el clásico rival, aunque poco a poco el espectro se fue ampliando.

Se peleaba 'de guapo', como dicen en Buenos Aires: solo con las manos. Cuando alguien sacaba un cuchillo o similar, era marcado como un cagón. Los enfrentamientos no pasaban de simples golpes y el ganador del mismo le robaba la bandera del equipo rival al enemigo para exhibirla como trofeo. Esa era la lógica de la época.

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PINTADAS ESCALOFRIANTES CONTRA LOS JUGADORES DE UNIÓN: "VAN A MORIR TODOS". Aparecieron hoy en el estadio. FOTO: pic.twitter.com/85pKX1hdfE
— Radio F5 (@laf5radio) 30 de abril de 2013

Otra pintada, pero ahora contra los futbolistas del Club Unión de Santa Fe.

Ya sobre finales de la fatídica década de los noventa la coyuntura social cambió radicalmente. Empezó a subir el desempleo y la inmigración; la barra brava quedó pequeña. Lo que antes era un grupo reducido empezó a crecer y se transformó en una herramienta para el enriquecimiento individual. Quienes ingresaban en el grupo gozaban de beneficios por parte de los dirigentes y hasta les pedían dinero de forma constante a los jugadores para no hostigarles durante los partidos.

Naturalmente, donde hay corrupción, billetes y poder empieza a haber problemas. Los enfrentamientos ya eran cada vez más violentos por el simple hecho de que había que probarse ante el resto para luego poder mandar en las gradas. Ahí comenzó a desatarse una oleada de muertes que fue manchando de sangre el fútbol argentino. Y lo peor todavía estaba por llegar…

Hoy resulta difícil recordar cuándo fue el último enfrentamiento entre barras de distintos clubes. ¿Qué pasó? ¿Se volvieron seres pacíficos de la noche a la mañana? Nada de eso. La política se metió de lleno y les usó como fuerza de choque: a cambio empezó a incorporar a sus individuos en posiciones administrativas municipales e, incluso, gubernamentales.

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Antes había en juego dinero; ahora, al sumarle el poder de la clase política, los violentos cruces y múltiples asesinatos se producen única y exclusivamente entre hinchas ¡del mismo club! Las famosas luchas internas por dominar la tribuna nos dejaron postales increíbles, como un grupo de aficionados repartiéndose puñetazos en pleno partido. Aunque parezca increíble, todavía es una realidad bien presente.

El Instituto Atlético Central Córdoba recibió esta pintada tras perder 3-0 ante el Club Ferro Carril Oeste y no conseguir el ascenso directo a primera división. Imagen vía Taringa

El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue uno de los cómplices más grandes en este crecimiento negativo. Juntó a los violentos —casi todos con causas penales— en la organización Hinchadas Unidas Argentinas (HUA) y desde ahí les entregaba dinero y cargos. Para el Mundial de Sudáfrica 2010 incluso les pagó la estancia y las entradas a los capos de las distintas barras bravas.

Puede parecer una locura, pero es tal cual te lo relato: el estado mismo financiaba abiertamente a los delincuentes. ¿Qué generó esto? Pocos meses de tensa calma… y luego una oleada de violencia en la tribuna de cada club. Hasta el grupo más minoritario, mayormente formado por desempleados a la deriva, se deja la vida (literalmente) por tomar el control: tienen todo que ganar y nada que perder.

Hay personas que lideran la barra brava de algún club en posiciones de ascenso y que, al día siguiente, se les puede ver integrando la de uno de los grandes de primera división… como quien dice que tiene dos trabajos. Para ellos, la denominación de hinchas se les queda corta.

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La agrupación Hinchadas Unidas Argentinas, un error que comenzó bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Imagen vía diario Olé

Hoy en día, la barra brava es prácticamente la dueña del club: opera contra los jugadores y dirigentes que no le quieren dar dinero y la gran mayoría de sus miembros han pasado de la pobreza absoluta a ser millonarios en cuestión de años.

Los ultras lo dirigen todo y, por eso, cuando los resultados no van bien o algo no les gusta pasan a 'visitar' la plantilla, en lo que significa una charla donde manifiestan su disconformidad y animan a los jugadores a poner algo más de actitud —si no quieren recibir una reprimenda más dura, por supuesto.

Las pintadas, un hecho bastante más cobarde porque implica el refugio del anonimato, también son una constante; hacerlas en las inmediaciones del club tiene como meta demostrar a los futbolistas que tienen amplio acceso a los lugares que ellos visitan a diario.

La organización sin fin de lucro Salvemos al Fútbol, creada por los familiares de unos chicos que murieron en un estadio, contabiliza en un total de 310 el número de víctimas mortales causadas por la violencia en el fútbol argentino. ¿El último? Hace pocos meses, el 24 de enero de 2016, tras un combate entre grupos de fanáticos del Club Atlético San Martín de Tucumán.

Las peleas de poder, por el momento, se mantienen fuera del terreno de juego en Argentina; las amenazas a deportistas, hasta ahora, no han pasado de eso. Pero, analizando el crecimiento que ha tenido esta lacra a lo largo de los años… ¿cuánto tardará en hacerse realidad alguna de estas pintadas?

Si te gusta el fútbol argentino, no dudes en ojear el Twitter del autor: @fedenogueira25