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Identidad

Algunas adolescentes fuman durante el embarazo para tener bebés más pequeños

Una nueva investigación muestra que algunas adolescentes están empezando a fumar para reducir el peso de sus bebés al nacer.
Photo by Neil Mendoza via Stocksy

Como sociedad, todos estamos familiarizados con historias de terror acerca del parto. "Es como empujar un bloque de apartamentos rodeado de balcones a través del agujero del culo", solía decirme mi madre. Incluso existe un trastorno psicológico reconocido: la tocofobia, o terror paralizante a dar a luz.

Ahora, un estudio antropológico realizado por la Universidad Nacional Australiana a lo largo de una década ha descubierto que las adolescentes han interiorizado este miedo tan profundamente que recurren a medidas drásticas. La profesora adjunta Simone Dennis descubrió que estaban recurriendo a los cigarrillos de forma deliberada durante el embarazo creyendo que así sus bebés serían más pequeños y, en consecuencia, sus partos menos traumáticos. En algunos casos, las chicas habían empezado a fumar cuando descubrieron que estaban embarazadas.

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"Yo no lo calificaría de tendencia", dijo Dennis a Broadly, "pero sin duda era suficientemente común como para definirlo como patrón de conducta. Allá donde iba encontraba al menos unas cuantas chicas que hablaban del tema".

La comunidad científica todavía está por decidir si una copa de vino durante el primer trimestre es mala o no para la madre y el feto, pero desde hace décadas existe un claro consenso médico acerca de la cuestión de fumar durante el embarazo: la respuesta es no lo hagas.

Fumar durante el embarazo incrementa el riesgo de mortalidad infantil en un 40 % aproximadamente y también puede contribuir a complicaciones durante el parto, abortos espontáneos, nacimientos prematuros, muerte del feto, bajo peso al nacer y problemas respiratorios durante la infancia. Pero muchas mujeres fuman durante el embarazo. En Australia, la cifra se mueve en torno al 14,5 % de embarazadas, aunque resulta difícil obtener cifras exactas debido al estigma social vinculado a encenderse un pitillo en estado de buena esperanza (de hecho, se calcula que hasta un cuarto de las madres embarazadas miente cuando les preguntan si fuman).

Una advertencia sanitaria en un paquete de cigarrillos australiano. Foto vía el usuario de Flickr newtown_grafitti.

Pregunté a Dennis sobre el perfil de las adolescentes que fuman durante el embarazo. "En términos generales, estas chicas se encasillaban fuera de las clases medias, que es donde la legislación anti-tabaco ha tenido más éxito. Eran muy jóvenes, de entre 16 y 19 años. La mayoría no estudiaban o trabajaban a tiempo completo y se ubicaban en grupos socioeconómicos bajos".

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Había un tema recurrente que surgía cuando Dennis entrevistaba a las adolescentes visiblemente embarazadas que encontraba fumando en lugares públicos. "Una y otra vez me decían que era una estrategia para reducir el peso del bebé al nacer". Resulta irónico que las advertencias de los paquetes de tabaco reforzaran su punto de vista, en lugar de resultarles disuasorias. "Puedes ver advertencias en los paquetes que dicen que fumar puede hacer que los bebés tengan menos peso al nacer y a menudo el mensaje se refuerza gráficamente con imágenes de bebés muy pequeños".

Pero, ¿por qué tienen tanto miedo estas chicas a dar a luz bebés más grandes? "La mayoría tenían miedo a sufrir desgarros. Una proporción bastante grande de ellas tenían hermanas o amigas que habían dado a luz y en muchos casos las mujeres tienden a contar sus experiencias durante el parto como si se tratara de historias de terror". El miedo a un parto traumático también se veía alimentado por la preocupación de que sus vaginas nunca volvieran a ser iguales. "Les preocupaba la idea de no poder presentarse ante los hombres del mismo modo que antes si sufrían desgarros durante el parto".

Como sucede con la mayoría de malas ideas, la decisión de continuar fumando o empezar a fumar durante el embarazo no surgió de la nada, sino que fue fruto del consejo de familiares y amigas. "Bastantes de ellas empezaron a fumar por primera vez cuando se quedaron embarazadas y fumaban el tabaco que les ofrecían sus amigas en lugar de fumar solas. A menudo aquellas muchachas habían nacido de madres fumadoras, o había un largo historial de otras mujeres que habían fumado durante el embarazo en sus familias y decían, 'Bueno, a mí no me pasó nada. Estoy bien'".

Otro miedo que mencionaban era el miedo a aumentar de peso, lo cual —dado el modo en que nuestra sociedad idolatra a las mujeres que tras el embarazo reaparecen tan esbeltas como antes— no resulta sorprendente. "Por lo general eran chicas de complexión pequeña, de modo que se sentían aterrorizadas ante la idea de aumentar peso".

Las chicas entrevistadas también afirmaban sentirse más cómodas fumando si sabían que esperaban una niña. "Pensaban que las niñas podrían vivir su vida perfectamente con una complexión pequeña y que más tarde sería una ventaja para ellas. Todo surge de esa idea sexista de que las niñas pueden ser delicadas y pequeñas".

Teniendo en cuenta todos los aspectos moralizantes que persisten en torno a las madres adolescentes incluso en la actualidad —y no hablemos ya de las que son sorprendidas fumando durante el embarazo—, no es de extrañar que las encuestadas de Dennis estuvieran acostumbradas a que se las señalara con el dedo. "Son mujeres jóvenes que ya son objeto de numerosos estigmas sociales debido a su estatus socioeconómico generalizado. Con frecuencia eran objeto de miradas o comentarios acerca de lo que estaban haciendo".

"Aunque tampoco se les daba mal responder a los comentarios. Tenían mucha habilidad para lidiar con la posición en la que se hallaban y había una actitud muy definida del tipo 'Esto es lo que voy a hacer, así que cállate la boca'".