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la violencia mató un poco de libertad

La batalla de Beverwijk, el día más violento de los ultras holandeses

La batalla de Beverwijk fue la pelea más brutal y masiva entre hooligans de la historia de los Países Bajos: más de 450 ultras se enfrentaron en una autopista... y el fútbol holandés jamás volvió a ser igual.
Photo maudoortwijn.com

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La tarde del 23 de marzo de 1997 fue funesta para el fútbol holandés. Un aficionado del Ajax de Ámsterdam murió: muchos más acabaron heridos. La facción hooligan del club, la F-Side, lo recuerda como uno de los días más sangrientos que hayan presenciado.

En la década de los 70 y 80, las aficiones inglesas eran las más conocidas en lo referente a violencia, pero el fútbol holandés seguía sus pasos de cerca. En los años 90, aunque quizás las cotas de violencia hubiesen caído, la actividad ultra seguía siendo un problema para muchos clubes neerlandeses.

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Ningún partido, sin embargo, se podía igualar en ferocidad al derbi más importante de la Eredivisie holandes: el Klassieker entre el Ajax de Ámsterdam y el Feyenoord de Rotterdam.

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La enemistad entre los dos equipos nace de una historia larga y tensa, trufada de episodios sangrientos. Ámsterdam es una ciudad eminentemente cultural; Rotterdam, en cambio, es un centro portuario con mayoría de clase trabajadora. La rivalidad, pues, es tan futbolística como de modus vivendi. A la vez, estos dos clubes tradicionalmente han sido los más exitosos de la Eredivisie, junto con el PSV Eindhoven.

Las facciones violentas de ambas aficiones llevaron su tensión al límite en esa tarde de 1997. El incidente pasaría a la historia como la Batalla de Beverwijk.

Lo que pasó en la pelea se puede resumir así: el 23 de marzo, el Feyenoord jugaba en casa del AZ Alkmaar, a unos 40 kilómetros al norte de Ámsterdam. Los ultras del F-Side y los S.C.F. Hooligans del Feyenoord, sin embargo, se montaron su propia juerga en una vía muerta de una autopista cerca de la ciudad de Beverwijk: 150 aficionados del Ajax se enfrentaron a más de 300 del Feyenoord. Todos llevaban bates de béisbol, barras de hierro, tasers, martillos y cuchillos.

La policía sabía que tendría lugar una pelea entre ambas aficiones, pero los ultras lograron mantener la ubicación en secreto hasta unos poco minutos antes de empezar la batalla. Un jefe de la policía local explicó posteriormente a la radio holandesa que para detener la batalla habría hecho falta "transportar tropas por aire". A juzgar por la brutalidad de la lucha, sin embargo, ni siquiera esta medida hubiese sido suficiente.

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Tras apenas cinco minutos de combate, la F-Side se retiró a causa de las numerosas bajas. Uno de los ultras del Ajax, Carlo Picornie, había muerto debido a un traumatismo craneal; la mayoría de los coches de los hooligans del Ajax estaban en llamas, incendiados por los ultras rivales.

Cuando llegó la policía, los agentes empezaron a confiscar armas, detuvieron a 28 personas… y sobre todo, se preguntaron cómo se había producido la carnicería que tenían frente a sus ojos.

La reacción inmediata a la batalla fue de rechazo en bloque. El presidente del Feyenoord, Jorien van den Herik, aseguró que había sido "un día negro para el fútbol holandés". El día del entierro de Picornie, los seguidores del Feyenoord publicaron un mensaje conmemorativo en el periódico De Telegraaf mostrando sus condolencias por la muerte del ultra rival.

Leonardo Panton, miembro de la S.C.F., fue condenado a cinco años por matar a Picornie. Esto produjo que rápidamente empezaran a multiplicarse las acusaciones dentro de la facción violenta de la afición de Rotterdam por colaborar con la policía; el estado de ánimo fue sombrío durante meses.

La batalla de Beverwijk, además, tuvo profundas consecuencias para el fútbol de los Países Bajos. El gobierno neerlandés tomó cartas en el asunto y aprobó una serie de leyes que empezaron a aplicarse en la temporada 1997-98; algunas estrellas de la Eredivisie, como Frank De Boer, Patrick Kluivert y Marc Overmars, las consideraron excesivas; otros jugadores populares, como Ronald Koeman, Henrik Larsson y Giovanni van Bronckhorst, manifestaron su apoyo al endurecimiento legal para evitar males mayores.

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Henrik Larsson y Danny Blind pugnan por el balón en un Klassieker entre Ajax y Feyenoord. Foto de Jerry Lampen, Reuters

La nueva normativa prohibía que los aficionados radicales viajasen con el equipo y entrasen en estadios rivales. Esta misma táctica se volvió a aplicar de nuevo una década más tarde, en 2009, cuando después de otra ola de violencia se prohibió que los ultras fueran a los estadios rivales durante cinco años. La prohibición se ha ampliado y se prolonga hasta nuestros días.

Tras la batalla, además, la policía también comenzó a tratar a las facciones hooligans como organizaciones criminales. Con el tiempo, esto conllevó que tanto la F-Side como el S.C.F. hayan tenido agentes infiltrados y que hayan sido protagonistas de escándalos con escuchas telefónicas y redes de informantes. La violencia, una vez más, hizo que la privacidad perdiera la batalla frente a la seguridad.

Cabe decir, no obstante, que la respuesta de la policía sirvió como modelo para las futuras trifulcas con el vandalismo; nunca más se llegó a producir una situación similar. La rivalidad entre ambas aficiones no ha disminuido, pero ahora la ley es mucho más dura.

Quizás la batalla de Beverwijk sí sirvió para algo.

Sigue al autor de este artículo en Twitter: @W_F_Magee