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En los últimos seis meses el número de personas que viven asediadas en Siria, se ha doblado. A día de hoy casi un millón de sirios viven “aislados, muertos de hambre, bombardeados y sin acceso ni a la atención médica ni a la asistencia humanitaria.
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Las últimas cifras de Naciones Unidas llegan una semana después de que los letales bombardeos orquestados por las tropas del gobierno al este de Alepo, el último bastión controlado por los rebeldes, se hayan reanudado. Desde entonces, centenares de civiles han sido asesinados.
490 bombardeos —en su mayoría rusos— han masacrado Alepo en los últimos días, dejando un reguero de 300 civiles muertos y 820 heridos.
“El horror es lo normal” — así se refirió el lunes a la desesperada situación en Siria el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios de la ONU, Stephen O’Brien. O’Brien pronunció un emotivo y escalofriante discurso ante el Consejo de Seguridad.
“Un mes tras otro, he denunciado ante este Consejo que el nivel de atrocidades que se está infligiendo al pueblo sirio no podría haber llegado más bajo. Y luego vuelvo al mes siguiente con noticias todavía más escalofriantes y depravadas que las del mes anterior”, contó O’Brien.
El año pasado, el número de personas que vivían asediadas era de 393.700. Seis meses después la cifra incremento hasta los 486.700. Y hoy se estima que son 974.080. “No hay nada sutil o complicado en el asedio”, comentó O’Brien. “La población civil está siendo aislada, bombardeada y privada de atención médica y de ayuda humanitaria, con el único propósito de obligarles a rendirse o a huir”.
La ONU cree que solo en el este de Alepo habría 275.000 personas expuestas al fuego de los aliados. Igualmente, en otras zonas controladas por los rebeldes, como los suburbios de Jobar, Hajar al-Aswad y Khan al-Shih, todos ellos en Damasco, también se estarían viendo afectados; además de zonas de Ghouta, una región situada justo en las afueras de la capital.
En Alepo, la llegada de ayuda humanitaria está detenida desde julio, y según O’Brien, los restos de aquellas raciones fueron repartidos el pasado domingo 13 de noviembre. También ha advertido que sin comida, gasolina ni acceso a medicinas, los vecinos de Alepo se exponen a un “invierno durísimo, desprovistos de calefacción y de las necesidades más básicas para vivir”.
En Siria también beben mucho mate, y no parece que la guerra frene su consumo. Leer más aquí.
O’Brien y el Consejo de Seguridad han suplicado que se respeten las resoluciones que abogan por el final de los bombardeos, y que se permita que la ayuda humanitaria sea repartida, además de detener de una vez por todas las ejecuciones de civiles. Claro que, al igual que ha sucedido en todas las audiencias anteriores, sus súplicas caen siempre en oídos sordos.
El Consejo de Seguridad no ha logrado encontrar hasta la fecha ninguna solución a los cinco años de conflicto en Siria. El principal problema es que el régimen sirio está apoyado por Rusia quien, a su vez, está apoyada por China, que ha vetado todas las resoluciones hechas hasta la fecha.
Por su parte, Estados Unidos intentó aumentar la presión presentando un informe en el que se nombraba a trece comandantes sirios presuntamente responsables de las muertes y las torturas de decenas de civiles, desde el principio del conflicto hace ya cinco años y medio. “Estados Unidos no permitirá que aquellos que han dirigido unidades implicadas en esas aberraciones sean camuflados anónimamente por el régimen de Assad”, expresó ayer la embajadora estadounidense Samantha Power ante el Consejo.
El movimiento de empezar a nombrar a comandantes con nombre y apellidos, parece el primer paso para conducir las acusaciones de crímenes de guerra hasta las instancias competentes. Claro que, lo cierto es que un intento anterior del Consejo de Seguridad por denunciar la situación en Siria ante el Tribunal Penal Internacional, fue vetada por Rusia, obviamente.
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