Una de las primeras producciones del afamado director de Stop-Motion, Tim Burton, indudablemente ya marca una pauta de lo que sería su estética en los años por venir. Caras alargadas, paisajes completamente oscuros y un extraño sentimiento que junta lo lúgubre con lo infantil, sólo por decir un par de cosas, se ven presentes a lo largo de Vincent. Hecho en 1982 cuando Burton todavía era animador de Walt Disney Studios, antes de salir por no estar cómodo con la visión del estudio, el cortometraje es basado en un poema homónimo escrito por el director que junta a varios de sus ídolos más grandes, con la imaginación de un niño.
Visiblemente conectado con el poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe, Vincent, narrado por el actor Vincent Price, cuenta la historia de un niño que, probablemente igual que Burton, se encapsula por completo en su mundo y no puede distinguir entre la realidad y lo que sucede en su oscura mente. El cortometraje es tanto una introspección a la niñez de Burton como un homenaje a Vincent Price, quien fue ídolo del director durante muchos años. Sin embargo, a resumidas cuentas, es una historia sobre lucha y paz con los demonios internos que todos tenemos (solamente que los de este niño, Vincent, son particularmente más oscuros que lo normal).
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